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Especiales - 27 septiembre, 2022

“Acaba de morir”… y se agudizó la tragedia  

La frase de la enfermera que anunció la muerte de Guzmán Quintero Torres y que dio inicio a una serie de tristes y confusos episodios de una familia, y del periodismo regional.

Guzmán Quintero Torres.
Guzmán Quintero Torres.
Boton Wpp

La historia a continuación es en atención a la petición de los lectores de la nota anterior titulada: “LA DEL ARRANQUE”, LA ÚLTIMA FRASE DE GUZMÁN QUINTERO. Ellos desean conocer qué pasó después de ese triste hecho.

Esa noche de aquel 16 de septiembre de 1999, cuando una de las enfermeras del área de urgencias de la entonces Clínica Ana María, del antiguo Instituto de Seguros Sociales, de Valledupar, pronunció la trágica frase: “acaba de morir”, para informar sobre la muerte del periodista Guzmán Quintero Torres, en ese instante comenzaron muchas historias, todas marcadas por el dolor.

Por una parte, inició el episodio interminable de la tragedia grande para la familia de Guzmán, su esposa e hijos, sus padres, sus hermanos y en especial de Yuri Quintero Torres, su amigo, socio, compinche y testigo, desde la infancia, de sus aciertos y desaciertos, propios de un ser humano.

De otro lado, con la terrible frase de esa enfermera también comenzó un capítulo especial del ejercicio periodístico en Valledupar y la región, con un impactante efecto en los periodistas que laboraban con Guzmán Quintero Torres en el periódico EL PILÓN.

Yuri Quintero Torres.

También empezó un proceso de investigaciones, como suele suceder, con diversas hipótesis, rumores, especulaciones y toda clase de versiones. 

LA FAMILIA

La inimaginable frase de esa enfermera fue el punto de inicio de una tristeza infinita para la familia Quintero Torres: dos padres de familia caracterizados por la humildad y la nobleza, por buenos principios y valores morales; unos hijos unidos alrededor de ese hogar siempre lleno de amor y afecto, pero que, a partir de esa trágica noche, jamás volvió a ser el mismo.

María Estella Torres, una madre que no ha parado de llorar durante estos 23 años; Guzmán Quintero Pérez, un padre desconsolado que en todo ese tiempo prefirió refugiarse en un silencio doloroso; Alcira Vitola, una esposa afligida y que con valentía supo asumir su papel de mamá y papá para sus dos pequeños hijos (Camilo y Sebastián Quintero Vitola); y Zully, Yuri, Xiomara y Yadira Quintero Torres, unos hermanos sufriendo su propio dolor, pero soportando además el peso de la tristeza que produce ver a sus papás destrozados emocionalmente. 

A raíz del insuceso, a la señora María Estella Torres fue necesario brindarle ayuda psicológica; Zully se fue a vivir a Houston Texas; Yuri se residenció en Codazzi; Xiomara siguió en Valledupar y Yadira Quintero Torres decidió quedarse en España a donde había ido de intercambio.

En medio de tantas tempestades, 23 años después, la familia de Guzmán, pese a la distancia, sigue unida, incluida su esposa Alcira Vitola, quien logró que sus dos muchachos se convirtieran en profesionales del derecho. 

Familia Quintero Torres: Los padres y sus hijos: Zully, Yuri, Xiomara y Yadira Quintero Torres.

Entre tanto, muy a pesar del largo tiempo transcurrido, el dolor sigue intacto, el panorama actual resulta muy conmovedor, el cual muestra a dos señores acongojados, inmersos en un profundo mar de desolación, con muchos quebrantos de salud, pero con el recuerdo y la imagen viva de ‘Manso’, su inolvidable hijo.       

EL PERIODISMO 

La sala de redacción de EL PILÓN se convirtió, durante mucho tiempo, en un recinto de dolor, confusión, temor y angustias permanentes. Allí el oficio de escribir se constituía en un acto lleno de nostalgia, melancolía e impotencia.

En ese sitio, esa noche del 16 de septiembre, redactar la noticia sobre el asesinato del jefe de redacción fue todo un desafío sentimental, llegaron muchos periodistas, tanto de EL PILÓN como externos, en medio del llanto colectivo, cada uno trataba de escribir sobre lo ocurrido, pero la mayoría no fue capaz, solo algunos como Galo Bravo (Q.E.P), JJ Daza y Ana María Ferrer tuvieron el coraje para cifrar en unas cuantas líneas tan pavoroso hecho.

Fueron dramáticas escenas las vividas allí en esa sala de redacción, mientras brotaban lágrimas en sus ojos, los periodistas golpeaban fuertemente el teclado de sus computadores, gritaban con voces de impotencia, con diversas expresiones buscaban una forma de desahogar todo el sentimiento de dolor que los embargaba.         

La sala de redacción de EL PILÓN era un recinto de dolor, confusión, temor y angustias.

Después de eso siguieron días de mucho desconcierto. “Deben tener prudencia y mucho cuidado”, era la recomendación que recibían de todas partes los periodistas, desde los directivos de EL PILÓN hasta de sus familiares y amigos.

Esa recomendación no era otra cosa distinta que un llamado a la autocensura periodística, fue una época muy difícil en la que reinaba la incertidumbre, un gremio lloraba a uno de sus miembros en medio de tantas preguntas sin respuestas. ¿Qué hacemos ahora? Fue uno de los múltiples interrogantes. 

Después de eso, estudios e investigaciones han revelado que en esa época reinó la anarquía en todos los campos del quehacer institucional de la región, denunciar era un delito de muerte, dilema que los periodistas de provincia enfrentaron en su día a día. 

UNA VIVENCIA 

Martínez, desde hace 23 años tengo ese dolor en mi alma. Recuerdo a Guzmán más de lo que te imaginas. Cada 16 de septiembre se avivan más los recuerdos, pero este año ha sido diferente. Ha sido más fuerte, creo, pero más sanador. Leer lo que escribiste con el corazón, desde el sentimiento y la experiencia vivida, me hizo llorar mucho. No pude leer todo de un solo, lloré, lloré y lloré.  Creo que no había llorado lo suficiente a Guzmán, a ese amigo bueno del que todos aprendíamos. Me pregunté ¿Qué estaría haciendo Guzmán hoy si no lo hubieran matado? Pero también pensé en ti, Martínez, y en De La Hoz, ¿Cómo han vivido todos esos años con esos recuerdos tan crueles? Si ustedes dos vieron cómo lo asesinaron. Si a ustedes también les pudo quitar la vida una bala asesina esa noche. Martínez hoy te abrazo desde lo profundo de mi ser y te pido perdón por haberte dejado solo en tú dolor. Creo que esto que escribiste, LA ÚLTIMA FRASE DE GUZMÁN, hace parte de la terapia, de superar el dolor. Por lo menos a mí me sirvió y me dio fuerza para escribir, para hacer memoria y desahogo. Gracias Oscar Martínez”: ANA MARÍA FERRER, periodista, quien se desempeñaba como coordinadora de EL PILÓN.

UNA EVOCACIÓN

Definitivamente, fue un momento difícil, todavía recuerdo que fui a despertar a mi compadre José Alfredo Jiménez, ya vinculado a la Fiscalía, para que me acompañara hasta la antigua morgue del hospital. Allí me encontré con varios colegas, y nunca se me olvida cuando Sergio López, director de RCN Radio, en Valledupar, sacó la grabadora y dijo: Lo cierto es que la vida sigue, aunque nos duela, ¿Quién me quiere dar una entrevista para el noticiero de mañana?“: RICHARD LEGUÍZAMO, periodista y amigo de la familia Quintero Torres.

GUZMÁN, EL PERIODISTA

Guzmán Quintero Torres fue un periodista egresado de la Universidad Autónoma del Caribe, de Barranquilla. Catedrático de la Universidad Abierta y a Distancia, UNAD, trabajaba como corresponsal para Caracol Radio; Televista, del canal regional Telecaribe; también para el noticiero NTC, periódico El Heraldo, de Barranquilla; y Macondo Radio, de Valledupar. Cuando lo asesinaron ejercía como jefe de redacción de EL PILÓN. 

Fue amenazado de muerte varias veces, pero él nunca se doblegó y siguió adelante con su periodismo de denuncia. Es el legado que deja a los veteranos y nuevas generaciones de periodistas de Colombia. El mejor homenaje a su memoria es continuar con responsabilidad esa tarea que él inició. 

LA INVESTIGACIÓN

Después de 10 minutos de conocer la noticia, yo enseguida inicié un proceso, no fui a verlo muerto, muy poco estuve en los actos funerarios. Mi vida cambió en ese instante, porque Guzmán no solo era mi hermano, fuimos amigos, socios, compinches en todo y eso me obligó a tomar una decisión: la muerte de Manso no puede quedar así”, relata en medio de sollozos Yuri Quintero Torres, el único hermano varón.

Y así fue. Yuri Quintero Torres se olvidó de su hogar, de su trabajo y se convirtió en un investigador natural. “Yo compraba cervezas, me las rociaba en la ropa y me metía en todos esos sitios públicos donde la gente llegaba a consumir licor, me montaba en varios taxis, quería escuchar lo que se comentaba y así fui descubriendo muchas cosas”, comenta.

Yuri Quintero jamás aceptó la primera hipótesis que inicialmente manejaban las autoridades sobre un supuesto crimen pasional. “Yo nunca había tenido un arma en mis manos, sin embargo, me compré una pistola y quinientas balas, contraté un experto que me enseñara a disparar, dejé 23 balas para los que mataron a Guzmán, me había preparado para eso. Pero entonces descubrí que no se trataba de dos simples matoncitos, el crimen de Manso (Guzmán) se debió a su ejercicio periodístico. Vendí el arma y me dediqué a aportar pruebas para el esclarecimiento de la verdad”, confiesa.

Fueron muchas las cosas que Yuri Quintero logró descubrir, entre esas que los dos autores materiales que condenaron por el crimen de Guzmán no son en realidad los que lo mataron, uno de ellos murió tiempo después. Según Yuri, el verdadero asesino sigue en libertad y a los determinadores intelectuales todavía no los han condenado.

El verdadero asesino confesó en una madrugada que él lo mató, pero que si hubiese sabido que se trataba de Guzmán Quintero no lo hubiese hecho, porque tenía conocimiento de la gran persona que era Guzmán”, relata Yuri Quintero, quien además dice que logró una foto del sicario real y la entregó a las autoridades.

Más de dos décadas de investigaciones, gestiones, aporte de pruebas y el clamor permanente de justicia permitieron que, el 12 de septiembre de 2019, el asesinato de Guzmán Quintero Torres fuese declarado Crimen de Lesa Humanidad.

Como resultado de toda esa investigación, Yuri Quintero escribió un libro titulado ‘¿Quiénes y por qué asesinaron al periodista?’, el cual ya llegó a su tercera edición, es un compendio de toda la investigación y recopilación de pruebas sobre el crimen de Guzmán Quintero Torres.

Ahora la familia Quintero Torres solo espera justicia, que esa muerte no quede impune “y que no haya repetición de estos crímenes, porque se siguen presentando asesinatos de periodistas por estar comprometidos con la verdad. Sentimos que el sistema judicial colombiano está en deuda con nosotros”, concluye Yuri Quintero Torres. 

POR OSCAR MARTÍNEZ ORTIZ/EL PILÓN

Especiales
27 septiembre, 2022

“Acaba de morir”… y se agudizó la tragedia  

La frase de la enfermera que anunció la muerte de Guzmán Quintero Torres y que dio inicio a una serie de tristes y confusos episodios de una familia, y del periodismo regional.


Guzmán Quintero Torres.
Guzmán Quintero Torres.
Boton Wpp

La historia a continuación es en atención a la petición de los lectores de la nota anterior titulada: “LA DEL ARRANQUE”, LA ÚLTIMA FRASE DE GUZMÁN QUINTERO. Ellos desean conocer qué pasó después de ese triste hecho.

Esa noche de aquel 16 de septiembre de 1999, cuando una de las enfermeras del área de urgencias de la entonces Clínica Ana María, del antiguo Instituto de Seguros Sociales, de Valledupar, pronunció la trágica frase: “acaba de morir”, para informar sobre la muerte del periodista Guzmán Quintero Torres, en ese instante comenzaron muchas historias, todas marcadas por el dolor.

Por una parte, inició el episodio interminable de la tragedia grande para la familia de Guzmán, su esposa e hijos, sus padres, sus hermanos y en especial de Yuri Quintero Torres, su amigo, socio, compinche y testigo, desde la infancia, de sus aciertos y desaciertos, propios de un ser humano.

De otro lado, con la terrible frase de esa enfermera también comenzó un capítulo especial del ejercicio periodístico en Valledupar y la región, con un impactante efecto en los periodistas que laboraban con Guzmán Quintero Torres en el periódico EL PILÓN.

Yuri Quintero Torres.

También empezó un proceso de investigaciones, como suele suceder, con diversas hipótesis, rumores, especulaciones y toda clase de versiones. 

LA FAMILIA

La inimaginable frase de esa enfermera fue el punto de inicio de una tristeza infinita para la familia Quintero Torres: dos padres de familia caracterizados por la humildad y la nobleza, por buenos principios y valores morales; unos hijos unidos alrededor de ese hogar siempre lleno de amor y afecto, pero que, a partir de esa trágica noche, jamás volvió a ser el mismo.

María Estella Torres, una madre que no ha parado de llorar durante estos 23 años; Guzmán Quintero Pérez, un padre desconsolado que en todo ese tiempo prefirió refugiarse en un silencio doloroso; Alcira Vitola, una esposa afligida y que con valentía supo asumir su papel de mamá y papá para sus dos pequeños hijos (Camilo y Sebastián Quintero Vitola); y Zully, Yuri, Xiomara y Yadira Quintero Torres, unos hermanos sufriendo su propio dolor, pero soportando además el peso de la tristeza que produce ver a sus papás destrozados emocionalmente. 

A raíz del insuceso, a la señora María Estella Torres fue necesario brindarle ayuda psicológica; Zully se fue a vivir a Houston Texas; Yuri se residenció en Codazzi; Xiomara siguió en Valledupar y Yadira Quintero Torres decidió quedarse en España a donde había ido de intercambio.

En medio de tantas tempestades, 23 años después, la familia de Guzmán, pese a la distancia, sigue unida, incluida su esposa Alcira Vitola, quien logró que sus dos muchachos se convirtieran en profesionales del derecho. 

Familia Quintero Torres: Los padres y sus hijos: Zully, Yuri, Xiomara y Yadira Quintero Torres.

Entre tanto, muy a pesar del largo tiempo transcurrido, el dolor sigue intacto, el panorama actual resulta muy conmovedor, el cual muestra a dos señores acongojados, inmersos en un profundo mar de desolación, con muchos quebrantos de salud, pero con el recuerdo y la imagen viva de ‘Manso’, su inolvidable hijo.       

EL PERIODISMO 

La sala de redacción de EL PILÓN se convirtió, durante mucho tiempo, en un recinto de dolor, confusión, temor y angustias permanentes. Allí el oficio de escribir se constituía en un acto lleno de nostalgia, melancolía e impotencia.

En ese sitio, esa noche del 16 de septiembre, redactar la noticia sobre el asesinato del jefe de redacción fue todo un desafío sentimental, llegaron muchos periodistas, tanto de EL PILÓN como externos, en medio del llanto colectivo, cada uno trataba de escribir sobre lo ocurrido, pero la mayoría no fue capaz, solo algunos como Galo Bravo (Q.E.P), JJ Daza y Ana María Ferrer tuvieron el coraje para cifrar en unas cuantas líneas tan pavoroso hecho.

Fueron dramáticas escenas las vividas allí en esa sala de redacción, mientras brotaban lágrimas en sus ojos, los periodistas golpeaban fuertemente el teclado de sus computadores, gritaban con voces de impotencia, con diversas expresiones buscaban una forma de desahogar todo el sentimiento de dolor que los embargaba.         

La sala de redacción de EL PILÓN era un recinto de dolor, confusión, temor y angustias.

Después de eso siguieron días de mucho desconcierto. “Deben tener prudencia y mucho cuidado”, era la recomendación que recibían de todas partes los periodistas, desde los directivos de EL PILÓN hasta de sus familiares y amigos.

Esa recomendación no era otra cosa distinta que un llamado a la autocensura periodística, fue una época muy difícil en la que reinaba la incertidumbre, un gremio lloraba a uno de sus miembros en medio de tantas preguntas sin respuestas. ¿Qué hacemos ahora? Fue uno de los múltiples interrogantes. 

Después de eso, estudios e investigaciones han revelado que en esa época reinó la anarquía en todos los campos del quehacer institucional de la región, denunciar era un delito de muerte, dilema que los periodistas de provincia enfrentaron en su día a día. 

UNA VIVENCIA 

Martínez, desde hace 23 años tengo ese dolor en mi alma. Recuerdo a Guzmán más de lo que te imaginas. Cada 16 de septiembre se avivan más los recuerdos, pero este año ha sido diferente. Ha sido más fuerte, creo, pero más sanador. Leer lo que escribiste con el corazón, desde el sentimiento y la experiencia vivida, me hizo llorar mucho. No pude leer todo de un solo, lloré, lloré y lloré.  Creo que no había llorado lo suficiente a Guzmán, a ese amigo bueno del que todos aprendíamos. Me pregunté ¿Qué estaría haciendo Guzmán hoy si no lo hubieran matado? Pero también pensé en ti, Martínez, y en De La Hoz, ¿Cómo han vivido todos esos años con esos recuerdos tan crueles? Si ustedes dos vieron cómo lo asesinaron. Si a ustedes también les pudo quitar la vida una bala asesina esa noche. Martínez hoy te abrazo desde lo profundo de mi ser y te pido perdón por haberte dejado solo en tú dolor. Creo que esto que escribiste, LA ÚLTIMA FRASE DE GUZMÁN, hace parte de la terapia, de superar el dolor. Por lo menos a mí me sirvió y me dio fuerza para escribir, para hacer memoria y desahogo. Gracias Oscar Martínez”: ANA MARÍA FERRER, periodista, quien se desempeñaba como coordinadora de EL PILÓN.

UNA EVOCACIÓN

Definitivamente, fue un momento difícil, todavía recuerdo que fui a despertar a mi compadre José Alfredo Jiménez, ya vinculado a la Fiscalía, para que me acompañara hasta la antigua morgue del hospital. Allí me encontré con varios colegas, y nunca se me olvida cuando Sergio López, director de RCN Radio, en Valledupar, sacó la grabadora y dijo: Lo cierto es que la vida sigue, aunque nos duela, ¿Quién me quiere dar una entrevista para el noticiero de mañana?“: RICHARD LEGUÍZAMO, periodista y amigo de la familia Quintero Torres.

GUZMÁN, EL PERIODISTA

Guzmán Quintero Torres fue un periodista egresado de la Universidad Autónoma del Caribe, de Barranquilla. Catedrático de la Universidad Abierta y a Distancia, UNAD, trabajaba como corresponsal para Caracol Radio; Televista, del canal regional Telecaribe; también para el noticiero NTC, periódico El Heraldo, de Barranquilla; y Macondo Radio, de Valledupar. Cuando lo asesinaron ejercía como jefe de redacción de EL PILÓN. 

Fue amenazado de muerte varias veces, pero él nunca se doblegó y siguió adelante con su periodismo de denuncia. Es el legado que deja a los veteranos y nuevas generaciones de periodistas de Colombia. El mejor homenaje a su memoria es continuar con responsabilidad esa tarea que él inició. 

LA INVESTIGACIÓN

Después de 10 minutos de conocer la noticia, yo enseguida inicié un proceso, no fui a verlo muerto, muy poco estuve en los actos funerarios. Mi vida cambió en ese instante, porque Guzmán no solo era mi hermano, fuimos amigos, socios, compinches en todo y eso me obligó a tomar una decisión: la muerte de Manso no puede quedar así”, relata en medio de sollozos Yuri Quintero Torres, el único hermano varón.

Y así fue. Yuri Quintero Torres se olvidó de su hogar, de su trabajo y se convirtió en un investigador natural. “Yo compraba cervezas, me las rociaba en la ropa y me metía en todos esos sitios públicos donde la gente llegaba a consumir licor, me montaba en varios taxis, quería escuchar lo que se comentaba y así fui descubriendo muchas cosas”, comenta.

Yuri Quintero jamás aceptó la primera hipótesis que inicialmente manejaban las autoridades sobre un supuesto crimen pasional. “Yo nunca había tenido un arma en mis manos, sin embargo, me compré una pistola y quinientas balas, contraté un experto que me enseñara a disparar, dejé 23 balas para los que mataron a Guzmán, me había preparado para eso. Pero entonces descubrí que no se trataba de dos simples matoncitos, el crimen de Manso (Guzmán) se debió a su ejercicio periodístico. Vendí el arma y me dediqué a aportar pruebas para el esclarecimiento de la verdad”, confiesa.

Fueron muchas las cosas que Yuri Quintero logró descubrir, entre esas que los dos autores materiales que condenaron por el crimen de Guzmán no son en realidad los que lo mataron, uno de ellos murió tiempo después. Según Yuri, el verdadero asesino sigue en libertad y a los determinadores intelectuales todavía no los han condenado.

El verdadero asesino confesó en una madrugada que él lo mató, pero que si hubiese sabido que se trataba de Guzmán Quintero no lo hubiese hecho, porque tenía conocimiento de la gran persona que era Guzmán”, relata Yuri Quintero, quien además dice que logró una foto del sicario real y la entregó a las autoridades.

Más de dos décadas de investigaciones, gestiones, aporte de pruebas y el clamor permanente de justicia permitieron que, el 12 de septiembre de 2019, el asesinato de Guzmán Quintero Torres fuese declarado Crimen de Lesa Humanidad.

Como resultado de toda esa investigación, Yuri Quintero escribió un libro titulado ‘¿Quiénes y por qué asesinaron al periodista?’, el cual ya llegó a su tercera edición, es un compendio de toda la investigación y recopilación de pruebas sobre el crimen de Guzmán Quintero Torres.

Ahora la familia Quintero Torres solo espera justicia, que esa muerte no quede impune “y que no haya repetición de estos crímenes, porque se siguen presentando asesinatos de periodistas por estar comprometidos con la verdad. Sentimos que el sistema judicial colombiano está en deuda con nosotros”, concluye Yuri Quintero Torres. 

POR OSCAR MARTÍNEZ ORTIZ/EL PILÓN