Hace mucho tiempo los sabios indígenas kankuamos podían comunicarse con los animales de acuerdo con su canto, un día un anciano le pregunto a la serpiente que sentía arrastrarse por el suelo y ser enemigo del hombre, la serpiente le dijo: qué tal si cambiamos de vida tú te conviertes en culebra y yo en un hombre.
Esta es la historia de Rosa una niña de tan solo 10 años que vive en la ciudad de Valledupar con su madre.
Había una vez una niña llamada Duseymika que vivía en un pueblo pequeño llamado Guatapurí, en este habitaban muchas familias y todos conservaban su cultura, una de ellas era la de Duseymika que para su familia su nombre tradicionalmente se significaba “sabiduría”, ella era una niña muy aventurera y curiosa, le gustaba conocer lo que no sabía.
Había una vez una niña kankuama con facciones Guajiras, que vivía en la parte norte de la Sierra Nevada De Santa Marta, rodeada de cerros y montañas, pero lo más bonito para ella era su rio Guatapurí que significa: “aguas cristalinas y frías”.
Hace muchos años en un pequeño pueblo vivía un joven cocinero llamado Jesser. Su sueño era cocinar para la realeza sus deliciosas recetas. Un día partió en su caballo tirando una carretilla con 40 platillos a presentarlos al rey.
En un país lejano vivía un niño llamado Juan. Su papá era el sastre del pueblo y su mamá se encargada del planchado.
Un día un hombre paseando por el campo encontró un capullo de mariposa y observó en él un pequeño orificio. Se sentó a observarla ya que luchaba por salir, pero a pesar de su esfuerzo no lo lograba.
Un día un sapo vio a la distancia una luciérnaga que brillaba mucho. Emocionado le preguntó ¿cómo te llamas? Catalina.
Esta historia comienza en el reino de Kingdom donde nace una hermosa princesa llamada Lìa. Prontamente creció y con ella un hermoso sueño de vivir una aventura.
Hace cinco años en la perrera, una familia decidió adoptarme llevándome con ellos a su hermoso y cálido hogar.
En un lugar lejano que pocos conocian, se encuentra el reino del rey Bruno en el que hay tres caballeros.
Jack, era un chico estadounidense muy fanático de las ciencias, por lo tanto, le gustaba hacer muchos experimentos. Era el mejor de la clase, era tan bueno en el colegio que recibió una beca para la universidad Oxford en Reino unido.
El robo millonario a un banco se cometió en horas de la noche pasada, y aunque los responsables se dieron a la huida, teníamos a los principales sospechosos trabajadores del banco, que se encontraban custodiados en la comisaria.
Todo comenzó un día que viajé al pueblo a visitar a mis familiares. Fue un viaje terrible porque el bus dio tantas vueltas que me revolvió todo el organismo.
La vida de Juan era un asco, pues sus padres nunca estaban en la casa. Él era un niño solo, sin amigos y sin nadie con quien hablar ni desahogarse.
Soplaban ráfagas de viento, las hojas caídas de los árboles corrían agitándose como intentando adherirse nuevamente a ellos.
En una noche de muchas estrellas y una luna muy brillante, las mejores amigas Amaris y Ayla estaban de pijamada, a ellas les encantaba ver la luna, decían que su brillo era hermoso y que durante la noche las alumbraba.
Mi auto falló en mitad de la nada, a mi alrededor solo había una densa selva, era un fin de semana donde la única persona que tomó ese camino fui yo.
En mi reloj daban las 11:37 p.m., era hora de dormir, pensé e imagine que mañana sería un buen día, me desprendí de mis audífonos y fui al baño; mientras problemas de primer mundo pasaban por mi cabeza, como el que pronto se acabaría la pasta dental y que viéndome en el espejo mi cara tenía más espinillas de lo normal.
Juan, el que ama a sus hijos, el que poca infancia tuvo, el mismo que jornaleando y recogiendo café levantó lo suyo; aunque me pregunto ¿qué ha levantado aparte de sus hijos? ¿Serán acaso las cuatro paredes donde caben dos camas, medio baño y una estufa de dos fogones?
Mi nombre es Marcela, soy venezolana, –¡sí! No me da pena decirlo, a pesar de la problemática en que vivimos me siento orgullosa de serlo. He intentado ayudar a mi país, pero por más que lo intento no encuentro respuesta a tanta maldad de la sociedad.