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Opinión - 26 diciembre, 2024

El ELN opera en el centro del Cesar, y las autoridades poco hacen

Estamos convocando a las autoridades para que con los gobiernos locales y nacional podamos los ciudadanos de este territorio compartir una agenda de trabajo y cooperación que ampare las garantías y derechos para atrevernos a usar el colchón.

El ELN hace presencia en el departamento del Cesar.
El ELN hace presencia en el departamento del Cesar.
Boton Wpp

A propósito de secuestros, “ahora es cuando”, dijo la que compró el colchón y llevaba el marido enmuñecado y la compra en la cabeza.

El ambiente de Navidad y las emociones de la ciudadanía en Curumaní fueron impactadas en grado sumo por el regreso con el alba de Víctor Julio Velázquez Rodríguez, quien estuvo 14 días secuestrado en los confines de la serranía del Perijá. 

Después de las caminatas y movimientos en filos y laderas, lo llevaron a la estación de Policía; aterrizó con los suyos que lo vieron llegar barbado, alterado y descompuesto, pero con el ímpetu de vida y disposición que siempre advierte. Por ahora la tragedia de la señora Emilce y sus hijos se diluyó con su furtiva presencia. 

Los alcances de este nuevo capítulo de secuestro en el contexto del conflicto armado y la inseguridad que habita en la región demandan una valoración del mundo local y sus elementos fácticos que deben ser abordados por el conjunto de la la institucionalidad, las autoridades y la propia comunidad sometida a los vejámenes que desde principios de  los ochenta ha padecido el territorio.

En efecto, la llegada hace más de cuatro décadas de la organización del ELN al centro del departamento del Cesar, en cabeza del entonces legendario cura Pérez, quien recorría  la serranía de San Lucas-Catatumbo-Perijá agitando las bases guerrilleras con las doctrinas de  la teología de la liberación y la teorías marxistas, incorporó a muchos de mi generación en los frentes de la guerra fratricida que ha sacrificado nuestras familias y degradó la entidad humana con sus múltiples y perversas manifestaciones. Y aún sigue creciendo la pila.

La indiferencia de las autoridades

La situación denunciada a las autoridades  por la base social demanda los mínimos de respuesta; conozco que desde finales de 2022 varias organizaciones sociales han requerido al Gobierno nacional, a la Gobernación del departamento y alcaldes locales, documentando los hechos concretos que afectan la vida, la seguridad y el desarrollo. 

El ruego de la federación de juntas comunales, la mesa departamental de  víctimas y defensores de derechos humanos durante el 2023 al departamento del Cesar para instalar la Mesa Territorial Garantías por cuenta de las denuncias de desplazamientos forzados, despojos de bienes, confinamientos de familias y otras infracciones al principio de distinción y al artículo 3 común del Protocolo de Ginebra fueron soslayados  por el gobierno de la época a pesar del sólido respaldo de la Defensoría del Pueblo. 

La indiferencia y desprecio de los gobiernos a la seguridad y suerte de los campos y localidades la pagamos con muertos, secuestros, extorsiones, chantajes que están en la rutina de Curumaní, Pailitas, Pelaya, Chimichagua y hasta Tamalameque, para no seguir oteando el horizonte.

Los actos de la autoridad territorial no se pueden limitar a repetir los anuncios de ‘plan candado’, recompensas por  información y compromiso de investigaciones exhaustivas; ese cuento del gallo capón se agotó hace rato, pues los jefes de policía y responsables de la seguridad y orden público son la cabeza de los municipios y la del departamento junto al mismo presidente, por lo que todos ellos deben activar las herramientas y atribuciones que la ley les dispone. 

La tragedia de la familia Velásquez Rodríguez derivada del secuestro y las culebras que deriva esa experiencia, es muy próxima a la que padecen en “silencio obligado” y sin alternativas muchos de quienes insistimos en seguir la tarea de vivir los años de soledad y violencia, esperando el cambio.

Estamos convocando a la Conferencia Episcopal de Colombia, la Defensoría del Pueblo, la Cruz Roja Internacional, a la Misión de Verificación de Naciones Unidas que acompaña la mesa de diálogos con el ELN, la Defensoría del Pueblo,  para que con los gobiernos locales y nacional, la fuerza pública, los jueces y sus organismos de investigación, podamos los ciudadanos de este territorio compartir una agenda de trabajo y cooperación que ampare las garantías y derechos para atrevernos a usar el colchón.

Por: Cristian Moreno.

Opinión
26 diciembre, 2024

El ELN opera en el centro del Cesar, y las autoridades poco hacen

Estamos convocando a las autoridades para que con los gobiernos locales y nacional podamos los ciudadanos de este territorio compartir una agenda de trabajo y cooperación que ampare las garantías y derechos para atrevernos a usar el colchón.


El ELN hace presencia en el departamento del Cesar.
El ELN hace presencia en el departamento del Cesar.
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A propósito de secuestros, “ahora es cuando”, dijo la que compró el colchón y llevaba el marido enmuñecado y la compra en la cabeza.

El ambiente de Navidad y las emociones de la ciudadanía en Curumaní fueron impactadas en grado sumo por el regreso con el alba de Víctor Julio Velázquez Rodríguez, quien estuvo 14 días secuestrado en los confines de la serranía del Perijá. 

Después de las caminatas y movimientos en filos y laderas, lo llevaron a la estación de Policía; aterrizó con los suyos que lo vieron llegar barbado, alterado y descompuesto, pero con el ímpetu de vida y disposición que siempre advierte. Por ahora la tragedia de la señora Emilce y sus hijos se diluyó con su furtiva presencia. 

Los alcances de este nuevo capítulo de secuestro en el contexto del conflicto armado y la inseguridad que habita en la región demandan una valoración del mundo local y sus elementos fácticos que deben ser abordados por el conjunto de la la institucionalidad, las autoridades y la propia comunidad sometida a los vejámenes que desde principios de  los ochenta ha padecido el territorio.

En efecto, la llegada hace más de cuatro décadas de la organización del ELN al centro del departamento del Cesar, en cabeza del entonces legendario cura Pérez, quien recorría  la serranía de San Lucas-Catatumbo-Perijá agitando las bases guerrilleras con las doctrinas de  la teología de la liberación y la teorías marxistas, incorporó a muchos de mi generación en los frentes de la guerra fratricida que ha sacrificado nuestras familias y degradó la entidad humana con sus múltiples y perversas manifestaciones. Y aún sigue creciendo la pila.

La indiferencia de las autoridades

La situación denunciada a las autoridades  por la base social demanda los mínimos de respuesta; conozco que desde finales de 2022 varias organizaciones sociales han requerido al Gobierno nacional, a la Gobernación del departamento y alcaldes locales, documentando los hechos concretos que afectan la vida, la seguridad y el desarrollo. 

El ruego de la federación de juntas comunales, la mesa departamental de  víctimas y defensores de derechos humanos durante el 2023 al departamento del Cesar para instalar la Mesa Territorial Garantías por cuenta de las denuncias de desplazamientos forzados, despojos de bienes, confinamientos de familias y otras infracciones al principio de distinción y al artículo 3 común del Protocolo de Ginebra fueron soslayados  por el gobierno de la época a pesar del sólido respaldo de la Defensoría del Pueblo. 

La indiferencia y desprecio de los gobiernos a la seguridad y suerte de los campos y localidades la pagamos con muertos, secuestros, extorsiones, chantajes que están en la rutina de Curumaní, Pailitas, Pelaya, Chimichagua y hasta Tamalameque, para no seguir oteando el horizonte.

Los actos de la autoridad territorial no se pueden limitar a repetir los anuncios de ‘plan candado’, recompensas por  información y compromiso de investigaciones exhaustivas; ese cuento del gallo capón se agotó hace rato, pues los jefes de policía y responsables de la seguridad y orden público son la cabeza de los municipios y la del departamento junto al mismo presidente, por lo que todos ellos deben activar las herramientas y atribuciones que la ley les dispone. 

La tragedia de la familia Velásquez Rodríguez derivada del secuestro y las culebras que deriva esa experiencia, es muy próxima a la que padecen en “silencio obligado” y sin alternativas muchos de quienes insistimos en seguir la tarea de vivir los años de soledad y violencia, esperando el cambio.

Estamos convocando a la Conferencia Episcopal de Colombia, la Defensoría del Pueblo, la Cruz Roja Internacional, a la Misión de Verificación de Naciones Unidas que acompaña la mesa de diálogos con el ELN, la Defensoría del Pueblo,  para que con los gobiernos locales y nacional, la fuerza pública, los jueces y sus organismos de investigación, podamos los ciudadanos de este territorio compartir una agenda de trabajo y cooperación que ampare las garantías y derechos para atrevernos a usar el colchón.

Por: Cristian Moreno.