Desde Maracaibo hasta los picos de la Sierra Nevada de Santa Marta, fanáticos, familiares y amigos del cantautor Diomedes Díaz se congregaron en el cementerio Jardines del Ecce Homo para conmemorar el undécimo aniversario de su fallecimiento. En la mañana del 22 de diciembre de 2024, la comunidad vallenata se unió para rendir homenaje al […]
Desde Maracaibo hasta los picos de la Sierra Nevada de Santa Marta, fanáticos, familiares y amigos del cantautor Diomedes Díaz se congregaron en el cementerio Jardines del Ecce Homo para conmemorar el undécimo aniversario de su fallecimiento. En la mañana del 22 de diciembre de 2024, la comunidad vallenata se unió para rendir homenaje al Cacique de La Junta, recordando su legado musical que sigue uniendo a personas de diversas procedencias y que resuena en el corazón de sus seguidores.
Indígenas de la etnia arhuaca dejaron a un lado sus luchas para rendir homenaje al único hombre capaz de atraer a las cuatro etnias indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, pobres y ricos, venezolanos y colombianos, en fin, vallenatos de cualquier parte del mundo. La presencia de estos grupos indígenas es un testamento a la capacidad de Diomedes para trascender las barreras culturales y geográficas.
Mientras Joaco Guillén agradece la interpretación y compañía de un grupo de arhuacos, en especial de Checha, sobre todo por la coyuntura que atraviesa ese sector con los gobiernos nacionales y locales. Checha toma la palabra y dice: “Hoy es el día de celebrar a Diomedes y de venir a visitarlo a su tumba,” afirmó Checha, mostrando así que Diomedes es una presencia etérea y unificadora.
La tumba de Diomedes Díaz, adornada con ofrendas florales que incluyen las iniciales del cantante en flores rojas y globos en color blanco y dorado, se convirtió en un punto de congregación para aquellos que no lo olvidan. Cada flor y cada persona ahí reunida con una mochila llena de canciones y cerveza, son un homenaje a la alegría y el folklore vallenato, porque como se repitió muchas veces: “Diomedes seguirá vivo por los siguientes 4.000 años y solo van 11”.
“Yo vengo desde Maracaibo, vivo desde hace un tiempo en Valledupar. A Diomedes lo conocí en un concierto ahí en Venezuela”, relata Angélica Mayorca, asistente al homenaje en el cementerio y autodenominada diomedista. “Diomedes fue especial en mi vida y siempre lo será, siempre está con nosotros, él no ha muerto. Todos los años vengo a visitarlo porque su vida y obra me han dado mucho”, contó Angélica. Reconoció que las letras que más le “pegan” son: “Tú eres la reina” y “La suerte está echada.”
“El 22 de diciembre y el 26 de mayo, como en años anteriores, vino muchísima gente a rendir homenaje a Diomedes Díaz. A pesar del tiempo transcurrido, la afición y el cariño hacia él no han cambiado; sigue siendo el mismo, si no es que ha aumentado. Aquí, en este barrio (señala las tumbas en el cementerio), tenemos a la señora Elvira cerca, a Martín Elías, a Omar Geles… Es un barrio de artistas”, destaca Joaco Guillén.
Elver Díaz, hermano de Diomedes, llegó para pedir que todo aquel que tuviera anécdotas de su hermano las compartiera y empezó él. Una de estas historias, relacionada con la creación de la canción “Los recuerdos de ella”.
En una época en la que el pueblo donde crecieron era aún un lugar rodeado de monte en el barrio Los Cortijos, Diomedes solía regresar a casa después de largas caminatas. Elver recuerda cómo su hermano mayor llegaba a la casa familiar alrededor de las doce de la noche. “Yo me despertaba, dormía en el primer cuarto, me tocaba abrirle la puerta, y él se sentaba en un mueble con una grabadora para escuchar música de Alejo Durán y de los Zuleta“, describe Elver.
En esos momentos, Elver era el encargado de buscarle agua a su hermano, una tarea que, aunque simple, le permitía estar cerca de Diomedes y compartir sus pasatiempos. Sin embargo, había momentos en los que la tranquilidad se rompía debido a la fama creciente de Diomedes. “Cuando los recuerdos de ella, un día me dijo que el tráfico allá afuera se paralizaba porque la gente se detenía a verlo. Yo sabía que era verdad, pero yo le llevaba la contraria”, relata Elver.
Una de esas ocasiones, mientras Diomedes se sentaba en la terraza y el tráfico se paralizaba debido a su presencia, Elver expresó su cansancio por tener que comprar tanta cerveza para satisfacer las demandas de los visitantes. “Le dije que estaba cansado de comprar tanta cerveza y me sugirió que pusiera una tienda para vender cerveza y ganar algo con eso”, recuerda Elver. La respuesta de Diomedes fue inmediata y característica: se echó a reír y, en apenas 20 minutos, comenzó a cantar la primera estrofa de lo que sería “Los recuerdos de ella.”
“Yo cantaba así: ‘Voy a poner una tiendecita para vender una cervecita y ganarle una plática,’ con el mismo ritmo. Él cogió un poquito de eso y enseguida hizo la canción. Me dijo que el nombre de la canción era mío porque la idea era mía”, cuenta Elver.
Javier Ávila Ríos, un devoto seguidor de Diomedes desde su infancia, compartió una anécdota y una composición realizada como una promesa once años después del aniversario de fallecimiento, que ilustra la pasión y dedicación que caracterizan a los verdaderos fanáticos del Cacique de La Junta.
“Mi nombre es Javier Ávila Ríos, y desde la cuna he sido un seguidor incondicional de Diomedes Díaz,” comienza Javier. Su amor por la música de Diomedes se remonta a cuando tenía solo 7 años. En aquellos días, la emoción de cada lanzamiento de Diomedes era algo especial, una experiencia que Javier no podía perderse por nada del mundo.
“Yo iba a la caseta de Diomedes sin tener plata para pagar la entrada. Me volaba, literalmente, para poder ver a Diomedes cantar. Me quedaba allí hasta que terminara su presentación”, recuerda Javier con una sonrisa gastada y entristecida. Esta dedicación no pasaba desapercibida para su familia, especialmente su madre, quien a menudo le imponía castigos por sus escapadas. “Cuando me volaba, mi mamá me esperaba con unos chancletazos y me ponía un castigo: no podía salir a la calle por dos días. Pero esos días eran los que más anhelaba, porque eran los días en que podía compartir con el Cacique”.
La determinación de Javier lo llevó a establecer una conexión atemporal con la familia Díaz. “Me fui donde Mamá Vila, donde vivía Diomedes, y me quedé allí con el fin de verlo. Un día, logré que Diomedes me viera y me preguntara quién era. Cuando le dije mi nombre, él sonrió y dijo: ‘Ah, este es un amiguito mío’. Desde ese momento, empecé a ser parte de la familia Díaz, como un hermano de Elver, Rafael Santos, Diomedes de Jesús y María Alejandra”, cuenta Javier.
La conexión de Javier con Diomedes trascendió más allá de la admiración; se convirtió en una parte de su vida. “Hace 11 años, compuse una canción para Diomedes, pero nunca tuve la oportunidad de cantársela en vida. Hoy, en este día especial, tuve por fin un domingo de descanso en el trabajo para venir a cantarle la canción que lleva por título ‘Que Viva Diomedes’. Es mi tributo a un artista que admiro con todo mi corazón”, explica Javier.
En la medida que Javier entonaba esos versos, sus ojos se ahogaban y un dolor que salió de la voz daba a entender la humildad y el cariño que la gente de su región siente por Diomedes.
“Yo quiero componer una canción para un artista que admiro mucho,
para Diomedes, con todo el corazón.
Y estos versos, con mucho gusto,
porque él es nativo de mi región,
y es humilde; la gente lo quiere.
Que viva Diomedes y que cante Diomedes,
que la Virgen del Carmen por siempre nos cuide a Diomedes”.
Estas anécdotas muestran la capacidad lírica innata y la inspiración espontánea que caracterizaron la carrera de Diomedes Díaz como las de sus seguidores. A medida que pasan los años, Diomedes Díaz se ha convertido en un símbolo de unidad, trascendiendo las barreras sociales, económicas, políticas, culturales y geográficas.
La esencia de Diomedes Díaz radica en su conexión innata con la gente común, en su capacidad para capturar la esencia de la vida cotidiana y transformarla en canciones que son tanto universales como íntimamente personales. Su legado no se limita a sus éxitos musicales, sino que se extiende a la forma en que unió a comunidades, inspiró a generaciones y dejó una huella imborrable en el corazón de la música vallenata. Diomedes Díaz sigue siendo una figura icónica, cuya música y espíritu continúan vivos, recordándonos que, incluso en su ausencia, su presencia sigue siendo palpable en cada nota, cada letra y cada memoria.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN
Desde Maracaibo hasta los picos de la Sierra Nevada de Santa Marta, fanáticos, familiares y amigos del cantautor Diomedes Díaz se congregaron en el cementerio Jardines del Ecce Homo para conmemorar el undécimo aniversario de su fallecimiento. En la mañana del 22 de diciembre de 2024, la comunidad vallenata se unió para rendir homenaje al […]
Desde Maracaibo hasta los picos de la Sierra Nevada de Santa Marta, fanáticos, familiares y amigos del cantautor Diomedes Díaz se congregaron en el cementerio Jardines del Ecce Homo para conmemorar el undécimo aniversario de su fallecimiento. En la mañana del 22 de diciembre de 2024, la comunidad vallenata se unió para rendir homenaje al Cacique de La Junta, recordando su legado musical que sigue uniendo a personas de diversas procedencias y que resuena en el corazón de sus seguidores.
Indígenas de la etnia arhuaca dejaron a un lado sus luchas para rendir homenaje al único hombre capaz de atraer a las cuatro etnias indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, pobres y ricos, venezolanos y colombianos, en fin, vallenatos de cualquier parte del mundo. La presencia de estos grupos indígenas es un testamento a la capacidad de Diomedes para trascender las barreras culturales y geográficas.
Mientras Joaco Guillén agradece la interpretación y compañía de un grupo de arhuacos, en especial de Checha, sobre todo por la coyuntura que atraviesa ese sector con los gobiernos nacionales y locales. Checha toma la palabra y dice: “Hoy es el día de celebrar a Diomedes y de venir a visitarlo a su tumba,” afirmó Checha, mostrando así que Diomedes es una presencia etérea y unificadora.
La tumba de Diomedes Díaz, adornada con ofrendas florales que incluyen las iniciales del cantante en flores rojas y globos en color blanco y dorado, se convirtió en un punto de congregación para aquellos que no lo olvidan. Cada flor y cada persona ahí reunida con una mochila llena de canciones y cerveza, son un homenaje a la alegría y el folklore vallenato, porque como se repitió muchas veces: “Diomedes seguirá vivo por los siguientes 4.000 años y solo van 11”.
“Yo vengo desde Maracaibo, vivo desde hace un tiempo en Valledupar. A Diomedes lo conocí en un concierto ahí en Venezuela”, relata Angélica Mayorca, asistente al homenaje en el cementerio y autodenominada diomedista. “Diomedes fue especial en mi vida y siempre lo será, siempre está con nosotros, él no ha muerto. Todos los años vengo a visitarlo porque su vida y obra me han dado mucho”, contó Angélica. Reconoció que las letras que más le “pegan” son: “Tú eres la reina” y “La suerte está echada.”
“El 22 de diciembre y el 26 de mayo, como en años anteriores, vino muchísima gente a rendir homenaje a Diomedes Díaz. A pesar del tiempo transcurrido, la afición y el cariño hacia él no han cambiado; sigue siendo el mismo, si no es que ha aumentado. Aquí, en este barrio (señala las tumbas en el cementerio), tenemos a la señora Elvira cerca, a Martín Elías, a Omar Geles… Es un barrio de artistas”, destaca Joaco Guillén.
Elver Díaz, hermano de Diomedes, llegó para pedir que todo aquel que tuviera anécdotas de su hermano las compartiera y empezó él. Una de estas historias, relacionada con la creación de la canción “Los recuerdos de ella”.
En una época en la que el pueblo donde crecieron era aún un lugar rodeado de monte en el barrio Los Cortijos, Diomedes solía regresar a casa después de largas caminatas. Elver recuerda cómo su hermano mayor llegaba a la casa familiar alrededor de las doce de la noche. “Yo me despertaba, dormía en el primer cuarto, me tocaba abrirle la puerta, y él se sentaba en un mueble con una grabadora para escuchar música de Alejo Durán y de los Zuleta“, describe Elver.
En esos momentos, Elver era el encargado de buscarle agua a su hermano, una tarea que, aunque simple, le permitía estar cerca de Diomedes y compartir sus pasatiempos. Sin embargo, había momentos en los que la tranquilidad se rompía debido a la fama creciente de Diomedes. “Cuando los recuerdos de ella, un día me dijo que el tráfico allá afuera se paralizaba porque la gente se detenía a verlo. Yo sabía que era verdad, pero yo le llevaba la contraria”, relata Elver.
Una de esas ocasiones, mientras Diomedes se sentaba en la terraza y el tráfico se paralizaba debido a su presencia, Elver expresó su cansancio por tener que comprar tanta cerveza para satisfacer las demandas de los visitantes. “Le dije que estaba cansado de comprar tanta cerveza y me sugirió que pusiera una tienda para vender cerveza y ganar algo con eso”, recuerda Elver. La respuesta de Diomedes fue inmediata y característica: se echó a reír y, en apenas 20 minutos, comenzó a cantar la primera estrofa de lo que sería “Los recuerdos de ella.”
“Yo cantaba así: ‘Voy a poner una tiendecita para vender una cervecita y ganarle una plática,’ con el mismo ritmo. Él cogió un poquito de eso y enseguida hizo la canción. Me dijo que el nombre de la canción era mío porque la idea era mía”, cuenta Elver.
Javier Ávila Ríos, un devoto seguidor de Diomedes desde su infancia, compartió una anécdota y una composición realizada como una promesa once años después del aniversario de fallecimiento, que ilustra la pasión y dedicación que caracterizan a los verdaderos fanáticos del Cacique de La Junta.
“Mi nombre es Javier Ávila Ríos, y desde la cuna he sido un seguidor incondicional de Diomedes Díaz,” comienza Javier. Su amor por la música de Diomedes se remonta a cuando tenía solo 7 años. En aquellos días, la emoción de cada lanzamiento de Diomedes era algo especial, una experiencia que Javier no podía perderse por nada del mundo.
“Yo iba a la caseta de Diomedes sin tener plata para pagar la entrada. Me volaba, literalmente, para poder ver a Diomedes cantar. Me quedaba allí hasta que terminara su presentación”, recuerda Javier con una sonrisa gastada y entristecida. Esta dedicación no pasaba desapercibida para su familia, especialmente su madre, quien a menudo le imponía castigos por sus escapadas. “Cuando me volaba, mi mamá me esperaba con unos chancletazos y me ponía un castigo: no podía salir a la calle por dos días. Pero esos días eran los que más anhelaba, porque eran los días en que podía compartir con el Cacique”.
La determinación de Javier lo llevó a establecer una conexión atemporal con la familia Díaz. “Me fui donde Mamá Vila, donde vivía Diomedes, y me quedé allí con el fin de verlo. Un día, logré que Diomedes me viera y me preguntara quién era. Cuando le dije mi nombre, él sonrió y dijo: ‘Ah, este es un amiguito mío’. Desde ese momento, empecé a ser parte de la familia Díaz, como un hermano de Elver, Rafael Santos, Diomedes de Jesús y María Alejandra”, cuenta Javier.
La conexión de Javier con Diomedes trascendió más allá de la admiración; se convirtió en una parte de su vida. “Hace 11 años, compuse una canción para Diomedes, pero nunca tuve la oportunidad de cantársela en vida. Hoy, en este día especial, tuve por fin un domingo de descanso en el trabajo para venir a cantarle la canción que lleva por título ‘Que Viva Diomedes’. Es mi tributo a un artista que admiro con todo mi corazón”, explica Javier.
En la medida que Javier entonaba esos versos, sus ojos se ahogaban y un dolor que salió de la voz daba a entender la humildad y el cariño que la gente de su región siente por Diomedes.
“Yo quiero componer una canción para un artista que admiro mucho,
para Diomedes, con todo el corazón.
Y estos versos, con mucho gusto,
porque él es nativo de mi región,
y es humilde; la gente lo quiere.
Que viva Diomedes y que cante Diomedes,
que la Virgen del Carmen por siempre nos cuide a Diomedes”.
Estas anécdotas muestran la capacidad lírica innata y la inspiración espontánea que caracterizaron la carrera de Diomedes Díaz como las de sus seguidores. A medida que pasan los años, Diomedes Díaz se ha convertido en un símbolo de unidad, trascendiendo las barreras sociales, económicas, políticas, culturales y geográficas.
La esencia de Diomedes Díaz radica en su conexión innata con la gente común, en su capacidad para capturar la esencia de la vida cotidiana y transformarla en canciones que son tanto universales como íntimamente personales. Su legado no se limita a sus éxitos musicales, sino que se extiende a la forma en que unió a comunidades, inspiró a generaciones y dejó una huella imborrable en el corazón de la música vallenata. Diomedes Díaz sigue siendo una figura icónica, cuya música y espíritu continúan vivos, recordándonos que, incluso en su ausencia, su presencia sigue siendo palpable en cada nota, cada letra y cada memoria.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN