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Valledupar - 18 septiembre, 2024

Historias de conversión y peticiones de apoyo para resocialización son el clamor de ‘La Tramacúa’

El 30 % de los privados de la libertad participan en proyectos productivos y en programas de resocialización como repostería, ebanistería, artesanías, entre otros.

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Estands de artesanías, pastelería y hasta de arborización, fueron protagonistas en el marco de la celebración de la Virgen de las Mercedes en el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, conocido popularmente como ‘La Tramacúa’. En esta celebración, los privados de la libertad también expusieron la necesidad de un mayor apoyo por parte de los entes gubernamentales para el fortalecimiento de los programas de resocialización que se desarrollan en ese centro carcelario.  

De acuerdo con el director del centro penitenciario, el mayor Carlos Yecid Molina Chaparro, el 30 % de los privados de la libertad hacen parte de programas de resocialización como ebanistería, pastelería, ornamentación y artesanías, sin embargo, necesitan que la Gobernación del Cesar, Alcaldía de Valledupar y empresas del municipio, apoyen estas iniciativas a través de la donación de materias primas. 

“Necesitamos un apoyo total para los programas de resocialización Inpec. En ebanistería los privados de la libertad necesitan el maderable para poderlo trabajar, en ornamentación, el hierro para poder realizar las figuras, en pastelería, harinas, e ingredientes. En estos programas los privados de la libertad mantienen su cabeza ocupada y aprenden nuevas artes para su reincorporación a la sociedad”, explicó Molina. 

En ese sentido, manifestó que uno de los propósitos de haber invitado a la sociedad civil a dicha celebración, es para que conocieran más a fondo el “trabajo social interno del centro penitenciario”. Acotando así que por programa tienen cupos limitados, debido a la poca materia prima con la que cuentan, por lo que piden un mayor apoyo para que más privados de la libertad puedan entrar a los programas. 

Educación tras barrotes 

De acuerdo con el director de ‘La Tramacúa’, al centro penitenciario están adscritos un grupo de docentes con horarios regulares que les brindan a los privados de la libertad, clases en los grados de educación primaria, secundaria y educación universitaria. 

De los 1.573 privados de la libertad que están en el establecimiento penitenciario, 673 están dentro del programa de educación y alfabetización. Sin embargo, hacen falta equipos tecnológicos como computadores para aquellos que están en la educación superior. Actualmente solo cuentan con dos computadores. 

Al respecto, Luis Fernando Gutiérrez, privado de la libertad desde hace más de nueve años, manifestó que a través del estudio está transformando su vida y el entorno donde vive que es el centro penitenciario. Precisó que él y otros compañeros cuentan con matrícula cero, pero necesitan recursos tecnológicos. 

“Gracias a la Mesa de Transformación para La Paz tenemos un salón donde podemos estudiar, que es la sala para visitas virtuales y no para educación. Nosotros compartimos con los compañeros, pero necesitamos un apoyo con la donación de computadores porque somos estudiantes universitarios 100 % virtuales que no tenemos esta herramienta”, dijo Gutiérrez. 

Pasteles sin nombre

En el espacio dispuesto dentro del centro penitenciario para la celebración de la patrona de los privados de la libertad, hubo exposición de artesanías, una feria del libro y muestras gastronómicas que deleitaron a los asistentes. Detrás de las manos de las tan minuciosas tortas y cupcakes, hay un privado de la libertad que prefirió omitir su nombre para contar con franqueza que en la harina y en el polvo para hornear, encontró la paz que nunca pudo hallar en una larga vida de delincuencia y asesinatos que lo tienen actualmente pagando una condena en ‘La Tramacúa’. 

“A pesar de que muchos piensan que llegar a la cárcel es el final de la vida, es en realidad todo lo contrario. Aquí uno vuelve a empezar porque no hay nadie más que uno mismo con los pecados del pasado. Yo estuve involucrado en asesinatos, secuestros y extorsiones, incluso estando aquí, pero desde que conocí el oficio de la pastelería eso me cambió. Encontré algo que me hace verdaderamente feliz y ya no le encuentro sentido a hacer el mal”, dijo el privado de la libertad. 

Este hombre de ojos cansados y voz tenue, contó al diario EL PILÓN que en más de una ocasión pensó en acabar con su vida, sin embargo, el oficio de la pastelería le dio otra visión y una idea de negocio que espera un día compartir con su familia. 

Un canto de alabanza 

Mi vida comenzó, cuando el señor llegó, y hoy puedo contar de su amor. Deja que Cristo te transforme a ti, que cambie tu vida también; piensa en la cruz en donde murió por ti, ábrele tu corazón”, esta canción la entonó con emoción Luis Carlos Ávila, desmovilizado y exmiembro del bloque norte de las Autodefensas. 

Este hombre que tiene alrededor de nueve años privado de la libertad, contó que entre los años 1996 y 1998 estuvo involucrado en “las primeras masacres perpetradas por los Autodefensas en el corregimiento de Media Luna, Agustín Codazzi, Villa Nueva e infinidades de crímenes en el departamento”. 

“Estuve involucrado en secuestros, asesinatos y extorsiones que he venido afrontando ante los diferentes entes de control. Hoy yo soy un hombre nuevo porque Dios hizo la obra en mí y me cambió. Hay quienes me preguntan cuántos años de condena me hacen falta por cumplir y siempre les digo que solo Dios sabe porque ni Matusalén paga la condena que yo tengo”, comentó Ávila. 

Con convicción en su mirada, aseveró que está condenado por más de 800 años por todos los crímenes que ha cometido. Puntualizó que está en Ley 600 y está ayudando a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, UBPD, en la ubicación de fosas humanas porque tiene conocimiento de muchas en el Cesar y el Magdalena. 

Agregó que la “nueva vida” que tiene actualmente es producto del llamado de Dios que recibió un día en un culto al que asistió dentro del establecimiento penitenciario. Con alegría recordó, que Jesús le habló a través de una alabanza “si quito la mirada del señor Jesús, mi vida se atribula y no puedo ver la luz. Esa alabanza entró a mi corazón y hoy soy un hombre transformado al servicio de Dios”.  

Por Namieh Baute Barrios

Valledupar
18 septiembre, 2024

Historias de conversión y peticiones de apoyo para resocialización son el clamor de ‘La Tramacúa’

El 30 % de los privados de la libertad participan en proyectos productivos y en programas de resocialización como repostería, ebanistería, artesanías, entre otros.


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Estands de artesanías, pastelería y hasta de arborización, fueron protagonistas en el marco de la celebración de la Virgen de las Mercedes en el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, conocido popularmente como ‘La Tramacúa’. En esta celebración, los privados de la libertad también expusieron la necesidad de un mayor apoyo por parte de los entes gubernamentales para el fortalecimiento de los programas de resocialización que se desarrollan en ese centro carcelario.  

De acuerdo con el director del centro penitenciario, el mayor Carlos Yecid Molina Chaparro, el 30 % de los privados de la libertad hacen parte de programas de resocialización como ebanistería, pastelería, ornamentación y artesanías, sin embargo, necesitan que la Gobernación del Cesar, Alcaldía de Valledupar y empresas del municipio, apoyen estas iniciativas a través de la donación de materias primas. 

“Necesitamos un apoyo total para los programas de resocialización Inpec. En ebanistería los privados de la libertad necesitan el maderable para poderlo trabajar, en ornamentación, el hierro para poder realizar las figuras, en pastelería, harinas, e ingredientes. En estos programas los privados de la libertad mantienen su cabeza ocupada y aprenden nuevas artes para su reincorporación a la sociedad”, explicó Molina. 

En ese sentido, manifestó que uno de los propósitos de haber invitado a la sociedad civil a dicha celebración, es para que conocieran más a fondo el “trabajo social interno del centro penitenciario”. Acotando así que por programa tienen cupos limitados, debido a la poca materia prima con la que cuentan, por lo que piden un mayor apoyo para que más privados de la libertad puedan entrar a los programas. 

Educación tras barrotes 

De acuerdo con el director de ‘La Tramacúa’, al centro penitenciario están adscritos un grupo de docentes con horarios regulares que les brindan a los privados de la libertad, clases en los grados de educación primaria, secundaria y educación universitaria. 

De los 1.573 privados de la libertad que están en el establecimiento penitenciario, 673 están dentro del programa de educación y alfabetización. Sin embargo, hacen falta equipos tecnológicos como computadores para aquellos que están en la educación superior. Actualmente solo cuentan con dos computadores. 

Al respecto, Luis Fernando Gutiérrez, privado de la libertad desde hace más de nueve años, manifestó que a través del estudio está transformando su vida y el entorno donde vive que es el centro penitenciario. Precisó que él y otros compañeros cuentan con matrícula cero, pero necesitan recursos tecnológicos. 

“Gracias a la Mesa de Transformación para La Paz tenemos un salón donde podemos estudiar, que es la sala para visitas virtuales y no para educación. Nosotros compartimos con los compañeros, pero necesitamos un apoyo con la donación de computadores porque somos estudiantes universitarios 100 % virtuales que no tenemos esta herramienta”, dijo Gutiérrez. 

Pasteles sin nombre

En el espacio dispuesto dentro del centro penitenciario para la celebración de la patrona de los privados de la libertad, hubo exposición de artesanías, una feria del libro y muestras gastronómicas que deleitaron a los asistentes. Detrás de las manos de las tan minuciosas tortas y cupcakes, hay un privado de la libertad que prefirió omitir su nombre para contar con franqueza que en la harina y en el polvo para hornear, encontró la paz que nunca pudo hallar en una larga vida de delincuencia y asesinatos que lo tienen actualmente pagando una condena en ‘La Tramacúa’. 

“A pesar de que muchos piensan que llegar a la cárcel es el final de la vida, es en realidad todo lo contrario. Aquí uno vuelve a empezar porque no hay nadie más que uno mismo con los pecados del pasado. Yo estuve involucrado en asesinatos, secuestros y extorsiones, incluso estando aquí, pero desde que conocí el oficio de la pastelería eso me cambió. Encontré algo que me hace verdaderamente feliz y ya no le encuentro sentido a hacer el mal”, dijo el privado de la libertad. 

Este hombre de ojos cansados y voz tenue, contó al diario EL PILÓN que en más de una ocasión pensó en acabar con su vida, sin embargo, el oficio de la pastelería le dio otra visión y una idea de negocio que espera un día compartir con su familia. 

Un canto de alabanza 

Mi vida comenzó, cuando el señor llegó, y hoy puedo contar de su amor. Deja que Cristo te transforme a ti, que cambie tu vida también; piensa en la cruz en donde murió por ti, ábrele tu corazón”, esta canción la entonó con emoción Luis Carlos Ávila, desmovilizado y exmiembro del bloque norte de las Autodefensas. 

Este hombre que tiene alrededor de nueve años privado de la libertad, contó que entre los años 1996 y 1998 estuvo involucrado en “las primeras masacres perpetradas por los Autodefensas en el corregimiento de Media Luna, Agustín Codazzi, Villa Nueva e infinidades de crímenes en el departamento”. 

“Estuve involucrado en secuestros, asesinatos y extorsiones que he venido afrontando ante los diferentes entes de control. Hoy yo soy un hombre nuevo porque Dios hizo la obra en mí y me cambió. Hay quienes me preguntan cuántos años de condena me hacen falta por cumplir y siempre les digo que solo Dios sabe porque ni Matusalén paga la condena que yo tengo”, comentó Ávila. 

Con convicción en su mirada, aseveró que está condenado por más de 800 años por todos los crímenes que ha cometido. Puntualizó que está en Ley 600 y está ayudando a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, UBPD, en la ubicación de fosas humanas porque tiene conocimiento de muchas en el Cesar y el Magdalena. 

Agregó que la “nueva vida” que tiene actualmente es producto del llamado de Dios que recibió un día en un culto al que asistió dentro del establecimiento penitenciario. Con alegría recordó, que Jesús le habló a través de una alabanza “si quito la mirada del señor Jesús, mi vida se atribula y no puedo ver la luz. Esa alabanza entró a mi corazón y hoy soy un hombre transformado al servicio de Dios”.  

Por Namieh Baute Barrios