El pasado 14 de marzo, Angélica Agámez terminó su ciclo en la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN, donde estuvo 14 años. EL PILÓN dialogó con la profesional con el objetivo de realizar un balance y conocer algunas posiciones.
Por Deivis Caro
El pasado 14 de marzo, Angélica Agámez terminó su ciclo en la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN, donde estuvo 14 años. En la entidad hizo carrera. Llegó como profesional en salud para luego ser nombrada coordinadora Territorial, inicialmente del Grupo Territorial Magdalena Medio y a partir del 2014 en el Grupo Territorial Cesar-La Guajira.
La ARN es la entidad del Gobierno nacional encargada de atender a la población que decide desmovilizarse de los grupos armados. En palabras simples, la función de la ARN es que no regresen a la guerra, sino que accedan a oportunidades laborales, educación, salud…
A propósito de su salida, EL PILÓN dialogó con Angélica Agámez, psicóloga de profesión y Especialista en Gerencia del Talento Humano y en Derechos Humanos. Como pocos conoce el proceso de reincorporación que han liderado los firmantes del acuerdo de paz que viven en los antiguos ETCR Tierra Grata (Manaure, Cesar) y Pondores (Fonseca, La Guajira).
Se hizo una tarea para reintegrar a la población desmovilizada y también consolidar los antiguos espacios territoriales. Aún hay desafíos, pero durante el periodo que estuvimos en la Agencia buscamos generar oportunidades, trabajar de la mano de la población excombatiente y articular con las entidades del territorio para ayudar a resolver sus necesidades
La población en proceso de reintegración y reincorporación está comprometida con sus procesos. Son personas que han sido gestoras de su propio desarrollo.
En materia de reincorporación inicialmente se buscó ganar confianza con la población y así afianzar su proceso. La Agencia los recibió en 2017 luego de la dejación de armas. Los profesionales vivían con ellos para reconocer sus necesidades.
Creo que el principal avance es el arraigo que tiene la población en el territorio. La población se reconoce en el territorio donde vive.
También logramos que accedieran a los servicios de educación, salud, entre otros, por ejemplo hoy la población y sus familias tienen cobertura en salud, educación, atención a la primera infancia.
Así mismo gestionamos el acceso a proyectos productivos individuales y colectivos. Una vez accedieron a sus proyectos, los acompañamos para que fueran sostenibles. Podemos decir que dejamos proyectos que están funcionando y que la ARN sigue acompañando, entre ellos dos proyectos colectivos.
En Pondores, La Guajira, logramos que la Agencia Nacional de Tierras entregara dos predios: Portobelo y San Luis, para que la población construya sus viviendas y desarrolle sus proyectos productivos.
Siempre trabajamos por recuperar el tejido social y que las comunidades confiaran en los excombatientes. La idea era establecer puentes. Hay algo que quiero destacar: los excombatientes siempre buscaron que los beneficios llegaran también a las comunidades donde habitaban.
No fue algo de la noche a la mañana. La reconciliación es un proceso y se logra poco a poco, trabajando con las instituciones, con las juntas de acción comunal, con las comunidades receptoras.
Habitabilidad y vivienda, que la población excombatiente pueda acceder a su vivienda para fortalecer su arraigo al territorio.
También la reincorporación comunitaria. La reincorporación sigue siendo un desafío porque la paz se hace con las comunidades. Se debe seguir construyendo puentes y generando oportunidades.
Tercero, la reincorporación económica. Es necesario seguir aportándole a la sostenibilidad de los proyectos productivos. En el Cesar y La Guajira se dejan dos proyectos colectivos, de los más grandes del país, que requieren acompañamiento y fortalecimiento técnico y financiero para su consolidación.
Y por último, el otro desafío es la incidencia en las políticas públicas, es decir lograr que los nuevos gobiernos regionales incluyan a la población dentro de sus planes de desarrollo.
Reconocer los avances, pero sobre todo escuchar a la población. En este trabajo solo se tienen buenos resultados si se interpretan las necesidades de la población que se atiende y se generan acciones de corresponsabilidad acordes. La articulación institucional es fundamental.
El acompañamiento. Por supuesto que depende de la voluntad de cada individuo, pero el seguimiento permanente, el acompañamiento integral de la ruta y acciones de corresponsabilidad garantizan el éxito del proceso.
Que la persona supere su estado de vulnerabilidad, acceda a las oportunidades que ofrecen el Estado y la sociedad, que sean sostenibles económica y socialmente y se mantengan en la legalidad.
Es una tarea de todos: sociedad, instituciones e individuos. Es un ejercicio del día a día. Pero creo que la paz es la generación de oportunidades. Es imposible lograrla sin generar oportunidades.
Aprendí que una oportunidad lo cambia todo. También tengo mucho que agradecer, sobre todo porque me ayudó como ser humano a tener otra perspectiva de la vida y las comunidades. Dentro del proceso se necesitó mucha resiliencia y tenacidad para generar transformaciones.
Muchas veces se vivió momentos de tensión tal vez porque los resultados esperados no se alcanzaban con la celeridad que se necesitaban. Como Gobierno se llevaban las ofertas, sin embargo no era posible resolver todas las necesidades de la población al mismo tiempo. Algunas veces las expectativas y necesidades eran mucho más altas que la oferta.
En esos momentos tocaba sentarse a dialogar con las comunidades. Hubo momentos de tensión, pero siempre conciliamos.
Al final uno siente satisfacción cuando ve a los reincorporados graduándose, cuando uno ve a las mujeres liderando procesos. Siento que valió cada esfuerzo.
Realizamos muchos ejercicios comunitarios. Primero dialogábamos con las comunidades para encontrar qué necesidades querían resolver. Eso evitaba realizar acciones con daño.
Dentro de ese ejercicio, lo importante es ser preciso y construir de manera conjunta. Nosotros trabajábamos acciones de convivencia, acciones de prevención, para fortalecer entornos protectores. No generar falsas expectativas, sino ser claros.
El pasado 14 de marzo, Angélica Agámez terminó su ciclo en la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN, donde estuvo 14 años. EL PILÓN dialogó con la profesional con el objetivo de realizar un balance y conocer algunas posiciones.
Por Deivis Caro
El pasado 14 de marzo, Angélica Agámez terminó su ciclo en la Agencia para la Reincorporación y Normalización, ARN, donde estuvo 14 años. En la entidad hizo carrera. Llegó como profesional en salud para luego ser nombrada coordinadora Territorial, inicialmente del Grupo Territorial Magdalena Medio y a partir del 2014 en el Grupo Territorial Cesar-La Guajira.
La ARN es la entidad del Gobierno nacional encargada de atender a la población que decide desmovilizarse de los grupos armados. En palabras simples, la función de la ARN es que no regresen a la guerra, sino que accedan a oportunidades laborales, educación, salud…
A propósito de su salida, EL PILÓN dialogó con Angélica Agámez, psicóloga de profesión y Especialista en Gerencia del Talento Humano y en Derechos Humanos. Como pocos conoce el proceso de reincorporación que han liderado los firmantes del acuerdo de paz que viven en los antiguos ETCR Tierra Grata (Manaure, Cesar) y Pondores (Fonseca, La Guajira).
Se hizo una tarea para reintegrar a la población desmovilizada y también consolidar los antiguos espacios territoriales. Aún hay desafíos, pero durante el periodo que estuvimos en la Agencia buscamos generar oportunidades, trabajar de la mano de la población excombatiente y articular con las entidades del territorio para ayudar a resolver sus necesidades
La población en proceso de reintegración y reincorporación está comprometida con sus procesos. Son personas que han sido gestoras de su propio desarrollo.
En materia de reincorporación inicialmente se buscó ganar confianza con la población y así afianzar su proceso. La Agencia los recibió en 2017 luego de la dejación de armas. Los profesionales vivían con ellos para reconocer sus necesidades.
Creo que el principal avance es el arraigo que tiene la población en el territorio. La población se reconoce en el territorio donde vive.
También logramos que accedieran a los servicios de educación, salud, entre otros, por ejemplo hoy la población y sus familias tienen cobertura en salud, educación, atención a la primera infancia.
Así mismo gestionamos el acceso a proyectos productivos individuales y colectivos. Una vez accedieron a sus proyectos, los acompañamos para que fueran sostenibles. Podemos decir que dejamos proyectos que están funcionando y que la ARN sigue acompañando, entre ellos dos proyectos colectivos.
En Pondores, La Guajira, logramos que la Agencia Nacional de Tierras entregara dos predios: Portobelo y San Luis, para que la población construya sus viviendas y desarrolle sus proyectos productivos.
Siempre trabajamos por recuperar el tejido social y que las comunidades confiaran en los excombatientes. La idea era establecer puentes. Hay algo que quiero destacar: los excombatientes siempre buscaron que los beneficios llegaran también a las comunidades donde habitaban.
No fue algo de la noche a la mañana. La reconciliación es un proceso y se logra poco a poco, trabajando con las instituciones, con las juntas de acción comunal, con las comunidades receptoras.
Habitabilidad y vivienda, que la población excombatiente pueda acceder a su vivienda para fortalecer su arraigo al territorio.
También la reincorporación comunitaria. La reincorporación sigue siendo un desafío porque la paz se hace con las comunidades. Se debe seguir construyendo puentes y generando oportunidades.
Tercero, la reincorporación económica. Es necesario seguir aportándole a la sostenibilidad de los proyectos productivos. En el Cesar y La Guajira se dejan dos proyectos colectivos, de los más grandes del país, que requieren acompañamiento y fortalecimiento técnico y financiero para su consolidación.
Y por último, el otro desafío es la incidencia en las políticas públicas, es decir lograr que los nuevos gobiernos regionales incluyan a la población dentro de sus planes de desarrollo.
Reconocer los avances, pero sobre todo escuchar a la población. En este trabajo solo se tienen buenos resultados si se interpretan las necesidades de la población que se atiende y se generan acciones de corresponsabilidad acordes. La articulación institucional es fundamental.
El acompañamiento. Por supuesto que depende de la voluntad de cada individuo, pero el seguimiento permanente, el acompañamiento integral de la ruta y acciones de corresponsabilidad garantizan el éxito del proceso.
Que la persona supere su estado de vulnerabilidad, acceda a las oportunidades que ofrecen el Estado y la sociedad, que sean sostenibles económica y socialmente y se mantengan en la legalidad.
Es una tarea de todos: sociedad, instituciones e individuos. Es un ejercicio del día a día. Pero creo que la paz es la generación de oportunidades. Es imposible lograrla sin generar oportunidades.
Aprendí que una oportunidad lo cambia todo. También tengo mucho que agradecer, sobre todo porque me ayudó como ser humano a tener otra perspectiva de la vida y las comunidades. Dentro del proceso se necesitó mucha resiliencia y tenacidad para generar transformaciones.
Muchas veces se vivió momentos de tensión tal vez porque los resultados esperados no se alcanzaban con la celeridad que se necesitaban. Como Gobierno se llevaban las ofertas, sin embargo no era posible resolver todas las necesidades de la población al mismo tiempo. Algunas veces las expectativas y necesidades eran mucho más altas que la oferta.
En esos momentos tocaba sentarse a dialogar con las comunidades. Hubo momentos de tensión, pero siempre conciliamos.
Al final uno siente satisfacción cuando ve a los reincorporados graduándose, cuando uno ve a las mujeres liderando procesos. Siento que valió cada esfuerzo.
Realizamos muchos ejercicios comunitarios. Primero dialogábamos con las comunidades para encontrar qué necesidades querían resolver. Eso evitaba realizar acciones con daño.
Dentro de ese ejercicio, lo importante es ser preciso y construir de manera conjunta. Nosotros trabajábamos acciones de convivencia, acciones de prevención, para fortalecer entornos protectores. No generar falsas expectativas, sino ser claros.