Sucedió el 14 de agosto del año 2002, hecho protagonizado por grupos armados al margen de la ley.
Saloa es el más grande y principal corregimiento del municipio de Chimichagua, departamento del Cesar.
Habitado por personas humildes y alegres y donde florece la capacidad de estudiantes, que se destacan en las Pruebas a Saber. Convirtiéndose este entorno en tierra de poesía y canto. En esta hermosa población existe la particularidad del conocimiento mutuo de todos sus habitantes.
A continuación, el conocimiento de hechos de los cuales poco se habla:
Sucedió el 14 de agosto del año 2002. Hay que contextualizar, como esta población, remanso de paz, vio afectada su tranquilidad y alegría por un flagelo que mantuvo a Colombia bajo el terror y la muerte. Este fluir de tantos eventos donde fueron protagonistas grupos al margen de la ley, arrojan como resultados hechos acaecidos en este corregimiento. Ese 14 de agosto de 2002 se vivió una experiencia de angustia y de grande expectación.
El terror, la tribulación sobrecogió a todos los habitantes que estaban despiertos. Una horrible noche como lo narra Gaviria presidente de la JAC en el año 2002. El comandante del grupo paramilitar era de apellido Chacón.
En horas de la madrugada, llegó a Saloa un camión cisterna que transportaba gasolina. Su misión era hacer el despacho a una gasolinera de constitución informal, pues no reunía las exigencias requeridas del Ministerio de Minas y Energía para su funcionamiento.
Estaba lloviendo fuerte, y mientras se hacía la instalación eléctrica se había destapado la terminal para instalar el ducto en la cisterna o tanque, comenzó a fluir la gasolina en el ambiente, de manera simultánea hizo un corto circuito.
Se cree que la instalación eléctrica tenía algún equipo encendido y al surgir la chispa, produjo el incendio.
La conflagración fue muy pronunciada y con el conocimiento del poder de combustión causó mucho miedo en las personas presentes en la informal instalación de la estación de servicio. La terminal había sido abierta y su flujo abundante, hizo manifiesto la emergencia. El conductor se subió al carro y lo llevó a donde hoy funciona el CDI y dejarlo allí abandonado.
El agua lluvia corría por las calles, y debido a que la condición de que la gasolina es un aceite y es más liviana que el agua no se mezcla, se mantiene encima de ella, la cual sirvió para transportar el fuego. Fueron afectadas algunas viviendas y negocios.
A manera de alarma sonaron las campanas de la iglesia San Vicente Ferrer, lo cual dio como resultado que muchas personas se levantaron y llamaron a sus vecinos y auxiliaron a los afectados.
El señor Gaviria y Lascarro hicieron presencia, y con voz de autoridad, le exigieron que lo moviera y lo sacara del pueblo, el conductor se detenía e intentaba huir.
Dicen las personas que vivieron esta experiencia que el conductor intento dejarlo al lado de la tienda ‘El Cachaco’ y allí había un depósito de pipetas de gas propano. Pero el acoso, presión de estos dos héroes impactaron en el individuo, quien lo llevó bien lejos del perímetro urbano.
De toda esta narración se desprenden diversidad de conceptos: unos afirman que no existió mala intención, menos un propósito perverso de piromanía. Todo sucedió por un accidente ocasionado de la manera antes mencionada. Que son especulaciones de un pueblo pusilánime, medroso asustadizo y escandaloso, que todo lo vuelve chisme.
El señor presidente de la JAC, narraba muchas horas después, que él se había enterado de este maquiavélico plan. Y por lo tanto estaba pendiente de la llegada de este camión cisterna con el combustible. Y estaba preparando algunas familias, lo cual él no podía hacer público el conocimiento del asunto, pues su vida y la de su familia corría peligro.
Afirman que inmediato a esa madrugada en las siguientes horas, se presentó al pueblo el comandante Chacón, enfurecido y respaldado por un grupo de sus homicidas acompañantes, creyendo que ya había hecho efecto el propósito de someter a los habitantes de Saloa. Pero para su sorpresa le salieron al encuentro una gran cantidad de personas armadas con escopetas y machetes.
Ese día se unieron los habitantes y dijeron no más. Pues ya habían asesinado a Rafael Rodríguez, Adalberto Arrieta, Álvaro Zuluaga, Donaldo Gómez Payares, Jairo Carranza Rabadán, y despojaban a los labriegos de sus animales y el producido de su cosecha.
Días después, día domingo había un grupo de hombres del pueblo tomando licor en la caseta central y allí se acercó el comandante y sus hombres y le dirigió la palabra a todos, pero de manera cordial diciendo: muchachos, perdonen lo del carro de la gasolina, fue un error y no accidente. Yo quiero darle seguridad al pueblo, ¿Cómo sería posible que las cosas se hagan sin problemas? A lo cual varios hablaron al mismo tiempo: A nosotros déjenos fuera del conflicto y de los planes de ustedes, nosotros no nos metemos con ustedes.
Hay que tener en cuenta la naturalidad de los planes secretos, por alguna persona del grupo se filtra la información. Así por esta grieta de defecto de humanos, se conoció que el chofer no era paramilitar, era un conductor de profesión comercial, pero había sido intervenido y había recibido una suma de dinero para hacer realidad el propósito de estos homicidas.
Esta situación generó el desplazamiento de habitantes de Saloa hacia otros territorios para salvaguardar sus vidas, este flagelo a su lado debilitaba el liderazgo de sus caudillos a causa de las constantes amenazas, llegó el Ejército Nacional a brindar seguridad a la población.
Es la realidad de un pueblo sumido en el abandono del gobierno municipal, gubernamental y nacional.
POR ANDRÉS FELIPE CERVANTES/ESPECIAL PARA EL PILÓN
Sucedió el 14 de agosto del año 2002, hecho protagonizado por grupos armados al margen de la ley.
Saloa es el más grande y principal corregimiento del municipio de Chimichagua, departamento del Cesar.
Habitado por personas humildes y alegres y donde florece la capacidad de estudiantes, que se destacan en las Pruebas a Saber. Convirtiéndose este entorno en tierra de poesía y canto. En esta hermosa población existe la particularidad del conocimiento mutuo de todos sus habitantes.
A continuación, el conocimiento de hechos de los cuales poco se habla:
Sucedió el 14 de agosto del año 2002. Hay que contextualizar, como esta población, remanso de paz, vio afectada su tranquilidad y alegría por un flagelo que mantuvo a Colombia bajo el terror y la muerte. Este fluir de tantos eventos donde fueron protagonistas grupos al margen de la ley, arrojan como resultados hechos acaecidos en este corregimiento. Ese 14 de agosto de 2002 se vivió una experiencia de angustia y de grande expectación.
El terror, la tribulación sobrecogió a todos los habitantes que estaban despiertos. Una horrible noche como lo narra Gaviria presidente de la JAC en el año 2002. El comandante del grupo paramilitar era de apellido Chacón.
En horas de la madrugada, llegó a Saloa un camión cisterna que transportaba gasolina. Su misión era hacer el despacho a una gasolinera de constitución informal, pues no reunía las exigencias requeridas del Ministerio de Minas y Energía para su funcionamiento.
Estaba lloviendo fuerte, y mientras se hacía la instalación eléctrica se había destapado la terminal para instalar el ducto en la cisterna o tanque, comenzó a fluir la gasolina en el ambiente, de manera simultánea hizo un corto circuito.
Se cree que la instalación eléctrica tenía algún equipo encendido y al surgir la chispa, produjo el incendio.
La conflagración fue muy pronunciada y con el conocimiento del poder de combustión causó mucho miedo en las personas presentes en la informal instalación de la estación de servicio. La terminal había sido abierta y su flujo abundante, hizo manifiesto la emergencia. El conductor se subió al carro y lo llevó a donde hoy funciona el CDI y dejarlo allí abandonado.
El agua lluvia corría por las calles, y debido a que la condición de que la gasolina es un aceite y es más liviana que el agua no se mezcla, se mantiene encima de ella, la cual sirvió para transportar el fuego. Fueron afectadas algunas viviendas y negocios.
A manera de alarma sonaron las campanas de la iglesia San Vicente Ferrer, lo cual dio como resultado que muchas personas se levantaron y llamaron a sus vecinos y auxiliaron a los afectados.
El señor Gaviria y Lascarro hicieron presencia, y con voz de autoridad, le exigieron que lo moviera y lo sacara del pueblo, el conductor se detenía e intentaba huir.
Dicen las personas que vivieron esta experiencia que el conductor intento dejarlo al lado de la tienda ‘El Cachaco’ y allí había un depósito de pipetas de gas propano. Pero el acoso, presión de estos dos héroes impactaron en el individuo, quien lo llevó bien lejos del perímetro urbano.
De toda esta narración se desprenden diversidad de conceptos: unos afirman que no existió mala intención, menos un propósito perverso de piromanía. Todo sucedió por un accidente ocasionado de la manera antes mencionada. Que son especulaciones de un pueblo pusilánime, medroso asustadizo y escandaloso, que todo lo vuelve chisme.
El señor presidente de la JAC, narraba muchas horas después, que él se había enterado de este maquiavélico plan. Y por lo tanto estaba pendiente de la llegada de este camión cisterna con el combustible. Y estaba preparando algunas familias, lo cual él no podía hacer público el conocimiento del asunto, pues su vida y la de su familia corría peligro.
Afirman que inmediato a esa madrugada en las siguientes horas, se presentó al pueblo el comandante Chacón, enfurecido y respaldado por un grupo de sus homicidas acompañantes, creyendo que ya había hecho efecto el propósito de someter a los habitantes de Saloa. Pero para su sorpresa le salieron al encuentro una gran cantidad de personas armadas con escopetas y machetes.
Ese día se unieron los habitantes y dijeron no más. Pues ya habían asesinado a Rafael Rodríguez, Adalberto Arrieta, Álvaro Zuluaga, Donaldo Gómez Payares, Jairo Carranza Rabadán, y despojaban a los labriegos de sus animales y el producido de su cosecha.
Días después, día domingo había un grupo de hombres del pueblo tomando licor en la caseta central y allí se acercó el comandante y sus hombres y le dirigió la palabra a todos, pero de manera cordial diciendo: muchachos, perdonen lo del carro de la gasolina, fue un error y no accidente. Yo quiero darle seguridad al pueblo, ¿Cómo sería posible que las cosas se hagan sin problemas? A lo cual varios hablaron al mismo tiempo: A nosotros déjenos fuera del conflicto y de los planes de ustedes, nosotros no nos metemos con ustedes.
Hay que tener en cuenta la naturalidad de los planes secretos, por alguna persona del grupo se filtra la información. Así por esta grieta de defecto de humanos, se conoció que el chofer no era paramilitar, era un conductor de profesión comercial, pero había sido intervenido y había recibido una suma de dinero para hacer realidad el propósito de estos homicidas.
Esta situación generó el desplazamiento de habitantes de Saloa hacia otros territorios para salvaguardar sus vidas, este flagelo a su lado debilitaba el liderazgo de sus caudillos a causa de las constantes amenazas, llegó el Ejército Nacional a brindar seguridad a la población.
Es la realidad de un pueblo sumido en el abandono del gobierno municipal, gubernamental y nacional.
POR ANDRÉS FELIPE CERVANTES/ESPECIAL PARA EL PILÓN