El maestro Escalona, En la esfera del poder político, fue considerado como el embajador de la música vallenata en la capital del país.
El maestro Rafael Escalona Martínez se consagró como compositor desde los años 60, sus éxitos musicales le permitieron gozar de las mieles del poder, satisfacción personal que disfrutaba, le fascinaba codearse con personajes de talla Nacional que constituían la estructura jerárquica del Estado.
En la esfera del poder político fue considerado como el embajador de la música vallenata en la capital del país; nadaba fácilmente como pez en el agua por los salones del Congreso de la República, era admirado por senadores, ministros, embajadores, generales, presidentes y expresidentes; amigo de la familia Santos, Alfonso López y de mandatarios como el general Omar Torrijos y Carlos Andrés Pérez, presidentes de la Republicas de Panamá y Venezuela, respectivamente.
Sus relaciones fueron siempre en beneficio del folklor; fue el primero en llevar un conjunto vallenato al palacio presidencial, siendo gobernante el payanes Guillermo León Valencia, quien gobernó el país en el periodo constitucional 1962 – 1966.
El presidente Valencia había escuchado ‘El Testamento’, canción interpretada por Bovea y sus Vallenatos; en alguna oportunidad le pidió un favor personal a su buen amigo y senador Pedro Castro Monsalvo, llevar a palacio al renombrado maestro, quería escuchar las canciones de Escalona cantadas a viva voz por su autor.
Escalona, encantado por la invitación, se hizo acompañar de Julio Cesar Bovea Fandiño, Alberto Fernández y José Alfredo Angarita, quienes en la época constituían el trío musical de más renombre en Colombia, por sus éxitos se habían catapultado en el escenario nacional como los mejores intérpretes del vallenato de Escalona; el primero con la guitarra, el segundo con la primera voz y la guacharaca y el tercero con la segunda voz y la segunda guitarra. Ellos dieron a conocer obras como ‘El Almirante Padilla’, ‘La Brasilera’, ‘El Pobre Migue’, ’El Chevrolito’, ‘La Molinera’ y ‘La Maye’, canciones que debido a su éxito musical popularizaron el vallenato en Colombia y lo dieron a conocer en el exterior.
Valencia era reconocido en su tierra como furibundo cazador, gozaba de buena puntería, les tenía amor a las armas, le gustaba el wiski, la fama y gozaba de un olfato especial para conquistar hermosas mujeres, cualidades idénticas a las del maestro Rafael Escalona Martínez, por ello la identidad inmediata de esas almas gemelas.
Lo que empezó con formalismos y respetuoso protocolo presidencial, con el calor de unos wiskis, la jocosidad e inteligencia de Escalona para contar la historia de cada canción, terminó metido en el corazón del presidente Valencia, quien gozó hasta el amanecer de las canciones interpretadas por Bovea y sus vallenatos.
A Valencia le gustaba recitar poesías y como anfitrión esbozó su cortesía de caballero para tener un detalle con el invitado, le obsequió a Escalona una garra de águila en presencia de todos los invitados a la fiesta vallenata que se hizo en el palacio presidencial, simbolismo de amistad al desprenderse como cazador de su primer trofeo, de la primera águila que él mató cuando estaba muy niño en Popayan.
POR: PEDRO NORBERTO CASTRO ARAUJO/ESPECIAL PARA EL PILÓN
El maestro Escalona, En la esfera del poder político, fue considerado como el embajador de la música vallenata en la capital del país.
El maestro Rafael Escalona Martínez se consagró como compositor desde los años 60, sus éxitos musicales le permitieron gozar de las mieles del poder, satisfacción personal que disfrutaba, le fascinaba codearse con personajes de talla Nacional que constituían la estructura jerárquica del Estado.
En la esfera del poder político fue considerado como el embajador de la música vallenata en la capital del país; nadaba fácilmente como pez en el agua por los salones del Congreso de la República, era admirado por senadores, ministros, embajadores, generales, presidentes y expresidentes; amigo de la familia Santos, Alfonso López y de mandatarios como el general Omar Torrijos y Carlos Andrés Pérez, presidentes de la Republicas de Panamá y Venezuela, respectivamente.
Sus relaciones fueron siempre en beneficio del folklor; fue el primero en llevar un conjunto vallenato al palacio presidencial, siendo gobernante el payanes Guillermo León Valencia, quien gobernó el país en el periodo constitucional 1962 – 1966.
El presidente Valencia había escuchado ‘El Testamento’, canción interpretada por Bovea y sus Vallenatos; en alguna oportunidad le pidió un favor personal a su buen amigo y senador Pedro Castro Monsalvo, llevar a palacio al renombrado maestro, quería escuchar las canciones de Escalona cantadas a viva voz por su autor.
Escalona, encantado por la invitación, se hizo acompañar de Julio Cesar Bovea Fandiño, Alberto Fernández y José Alfredo Angarita, quienes en la época constituían el trío musical de más renombre en Colombia, por sus éxitos se habían catapultado en el escenario nacional como los mejores intérpretes del vallenato de Escalona; el primero con la guitarra, el segundo con la primera voz y la guacharaca y el tercero con la segunda voz y la segunda guitarra. Ellos dieron a conocer obras como ‘El Almirante Padilla’, ‘La Brasilera’, ‘El Pobre Migue’, ’El Chevrolito’, ‘La Molinera’ y ‘La Maye’, canciones que debido a su éxito musical popularizaron el vallenato en Colombia y lo dieron a conocer en el exterior.
Valencia era reconocido en su tierra como furibundo cazador, gozaba de buena puntería, les tenía amor a las armas, le gustaba el wiski, la fama y gozaba de un olfato especial para conquistar hermosas mujeres, cualidades idénticas a las del maestro Rafael Escalona Martínez, por ello la identidad inmediata de esas almas gemelas.
Lo que empezó con formalismos y respetuoso protocolo presidencial, con el calor de unos wiskis, la jocosidad e inteligencia de Escalona para contar la historia de cada canción, terminó metido en el corazón del presidente Valencia, quien gozó hasta el amanecer de las canciones interpretadas por Bovea y sus vallenatos.
A Valencia le gustaba recitar poesías y como anfitrión esbozó su cortesía de caballero para tener un detalle con el invitado, le obsequió a Escalona una garra de águila en presencia de todos los invitados a la fiesta vallenata que se hizo en el palacio presidencial, simbolismo de amistad al desprenderse como cazador de su primer trofeo, de la primera águila que él mató cuando estaba muy niño en Popayan.
POR: PEDRO NORBERTO CASTRO ARAUJO/ESPECIAL PARA EL PILÓN