Un ejercicio escénico de estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, sede de La Paz, con apoyo de Maderos Teatro.
Con el apoyo de Maderos Teatro y del semillero Arte y Resistencia de la Dirección de Investigaciones de la Universidad Nacional de Colombia, sede de La Paz, un grupo de estudiantes construyeron, desde sus subjetividades, una narrativa juvenil sobre el ejercicio periodístico en el departamento del Cesar. Una forma de agradecer por ese trabajo y enaltecer esta labor.
Dedicado a todas aquellas personas que fueron silenciadas, gracias a ellas hoy podemos hablar: tenemos voz. A las personas caminantes que enfrentan la guerra y el odio con la voz, la escritura, la cámara, y un micrófono, que no se esconden, aunque su armadura sea destrozada de la peor manera. Quienes nos dejan huellas imborrables, huellas que son tintero, libro, periódico, máquina de escribir, poesía. Huellas que relatan la historia de un territorio que hoy existe a pesar de la crueldad. Huellas que hablan del ímpetu de aquellas personas valientes que desde su inmortalidad hoy nos dan la fuerza para hablar de frente a las injusticias.
Aquellas que con su vida no dudaron en defender la libertad de este pueblo acongojado en el silencio, las mismas que con cada parte de su ser renuncian al miedo y día a día se exponen a lo que quizás será su final. Quienes no temen enfrentar la máquina del olvido que, incansable, trata de borrar sus nombres.
Pero he aquí una generación que crece en la memoria, cansada del silencio sin fin que quiso llegar para quedarse, ese silencio tan arraigado en la gente, que la sometió como un amo a su esclavo. Querían construir un fantasma de silencio, un lugar donde hablar fuese una condena, un castigo, una pesadilla. La memoria viva será nuestra posible redención, la manera en la que hoy les agradecemos a quienes con el arte y la cultura defendieron nuestra libertad de expresión.
Hoy nos unen los cantos de justicia que inspiran nuestros andares y nos muestran la realidad de esta tierra, donde la valentía tomó la voz se hizo viento, río, árbol. Las palabras de nuestros muertos resuenan en el canto de nuestros jóvenes que no olvidan. Aunque en un tiempo el miedo se vistió de silencio, hoy regresa la voz, la poesía, la canción. Ahora somos un pueblo con historias que contar en cada esquina y un ejemplo de que las balas no son suficientes para asesinar la vida.
El ejercicio escénico buscó acercarse a una voz íntima, subjetiva y universal frente a los riesgos que enfrentan las personas que asumen la labor periodística. A continuación, un fragmento del ejercicio dramatúrgico.
“En esta lluviosa noche mi espíritu se ahoga en melancolía, me siento atrapado en un insomnio que me consume, he perdido la cuenta de cuántas veces he soñado con esa sombra sin rostro que me persigue, no es que me preocupe la muerte, me preocupa el silencio que le continúa, porque si muero ¿acaso habrá alguien que hable por mí?
Alguien que escriba como la violencia se carcome a la Serranía del Perijá, alguien que hable de cómo todos ven, pero se hacen los ciegos ante las injusticias, que hable de las balas que en el aire ponen en riesgo la vida de inocentes, que exponga a quienes infundiendo miedo nos silencian, que cuente cuantas muertes hay de un titular a otro y logre, de alguna manera, sensibilizar este pueblo temeroso ¿es mucho pedir?
No quisiera parecer ambicioso, pero tengo razón, las noticias que escribo no son inventadas, hablan del dolor de un pueblo que se ha venido desangrando por el miedo a la muerte, puede que denunciar sea la medicina que nos cure. Tengo el presentimiento de que los rumores son ciertos y firmando esta nota me he condenado a la muerte, hablar tanto será mi suicidio.
Punto. El dedo sobre la tecla. Punto, punto final.”
Este es un escrito colectivo del Proyecto de investigación-creación escénica del Semillero Arte y Resistencia, UNAL, sede de La Paz, con el apoyo de profesores UNAL, sede de La Paz: A. Orjuela, M. Pérez y J. Parra; H. Fuentes, periodista El Pilón; Dirección de Investigación y Extensión UNAL, sede de La Paz y Maderos Teatro.
Un ejercicio escénico de estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, sede de La Paz, con apoyo de Maderos Teatro.
Con el apoyo de Maderos Teatro y del semillero Arte y Resistencia de la Dirección de Investigaciones de la Universidad Nacional de Colombia, sede de La Paz, un grupo de estudiantes construyeron, desde sus subjetividades, una narrativa juvenil sobre el ejercicio periodístico en el departamento del Cesar. Una forma de agradecer por ese trabajo y enaltecer esta labor.
Dedicado a todas aquellas personas que fueron silenciadas, gracias a ellas hoy podemos hablar: tenemos voz. A las personas caminantes que enfrentan la guerra y el odio con la voz, la escritura, la cámara, y un micrófono, que no se esconden, aunque su armadura sea destrozada de la peor manera. Quienes nos dejan huellas imborrables, huellas que son tintero, libro, periódico, máquina de escribir, poesía. Huellas que relatan la historia de un territorio que hoy existe a pesar de la crueldad. Huellas que hablan del ímpetu de aquellas personas valientes que desde su inmortalidad hoy nos dan la fuerza para hablar de frente a las injusticias.
Aquellas que con su vida no dudaron en defender la libertad de este pueblo acongojado en el silencio, las mismas que con cada parte de su ser renuncian al miedo y día a día se exponen a lo que quizás será su final. Quienes no temen enfrentar la máquina del olvido que, incansable, trata de borrar sus nombres.
Pero he aquí una generación que crece en la memoria, cansada del silencio sin fin que quiso llegar para quedarse, ese silencio tan arraigado en la gente, que la sometió como un amo a su esclavo. Querían construir un fantasma de silencio, un lugar donde hablar fuese una condena, un castigo, una pesadilla. La memoria viva será nuestra posible redención, la manera en la que hoy les agradecemos a quienes con el arte y la cultura defendieron nuestra libertad de expresión.
Hoy nos unen los cantos de justicia que inspiran nuestros andares y nos muestran la realidad de esta tierra, donde la valentía tomó la voz se hizo viento, río, árbol. Las palabras de nuestros muertos resuenan en el canto de nuestros jóvenes que no olvidan. Aunque en un tiempo el miedo se vistió de silencio, hoy regresa la voz, la poesía, la canción. Ahora somos un pueblo con historias que contar en cada esquina y un ejemplo de que las balas no son suficientes para asesinar la vida.
El ejercicio escénico buscó acercarse a una voz íntima, subjetiva y universal frente a los riesgos que enfrentan las personas que asumen la labor periodística. A continuación, un fragmento del ejercicio dramatúrgico.
“En esta lluviosa noche mi espíritu se ahoga en melancolía, me siento atrapado en un insomnio que me consume, he perdido la cuenta de cuántas veces he soñado con esa sombra sin rostro que me persigue, no es que me preocupe la muerte, me preocupa el silencio que le continúa, porque si muero ¿acaso habrá alguien que hable por mí?
Alguien que escriba como la violencia se carcome a la Serranía del Perijá, alguien que hable de cómo todos ven, pero se hacen los ciegos ante las injusticias, que hable de las balas que en el aire ponen en riesgo la vida de inocentes, que exponga a quienes infundiendo miedo nos silencian, que cuente cuantas muertes hay de un titular a otro y logre, de alguna manera, sensibilizar este pueblo temeroso ¿es mucho pedir?
No quisiera parecer ambicioso, pero tengo razón, las noticias que escribo no son inventadas, hablan del dolor de un pueblo que se ha venido desangrando por el miedo a la muerte, puede que denunciar sea la medicina que nos cure. Tengo el presentimiento de que los rumores son ciertos y firmando esta nota me he condenado a la muerte, hablar tanto será mi suicidio.
Punto. El dedo sobre la tecla. Punto, punto final.”
Este es un escrito colectivo del Proyecto de investigación-creación escénica del Semillero Arte y Resistencia, UNAL, sede de La Paz, con el apoyo de profesores UNAL, sede de La Paz: A. Orjuela, M. Pérez y J. Parra; H. Fuentes, periodista El Pilón; Dirección de Investigación y Extensión UNAL, sede de La Paz y Maderos Teatro.