EL PILÓN dialogó con Pedro Norberto Castro, candidato a las curules de las víctimas en la Cámara de Representantes. Víctima del conflicto, integrante de una familia tradicional y política de la región, Castro contó su visión sobre las próximas elecciones y sus competidores.
Con un discurso sobre el pasado (hechos victimizantes) y el futuro (propuestas), Pedro Norberto Castro dialogó con EL PILÓN sobre las elecciones para elegir a los representantes de las víctimas.
¿Cómo ve la región frente a la Circunscripción Especial de Paz, ahora llamada de víctimas?
Para empezar, hay que dejar de hablar de la aspiración de Pedro Norberto Castro, y empecemos a hablar de las víctimas del conflicto armado.
No tendría ningún sentido que esta fuese una pretensión personal ni voy a caer en el narcisismo común de decir que fue un grupo de amigos que consideraron que debía postularme.
Fue una decisión personal tomada muy en serio pensando en que esas víctimas necesitan una voz que represente su sufrimiento con legitimidad.
Mi experiencia con el conflicto es doblemente victimizada: fui secuestrado por más de 9 meses por el ELN y luego fui víctima directa del Bloque Norte de las autodefensas. Me explico: en 2002 fui candidato a la Cámara de Representantes en fórmula con Juanita Ramírez; el entonces comandante Jorge 40 me hizo ir hasta San Ángel a su campamento madre y allí me notificó de que ni Juanita ni yo podíamos presentar nuestros nombres en esa elección.
Yo no podía aspirar porque estaba en el Movimiento de Renovación Liberal, el MRL, que era a la sazón el bloque político más disciplinado del departamento y que fue disuelto por Jorge 40 con un decreto de fusil.
No solo no pude aspirar sino que fui desplazado de mi propia finca, a la que solo pude regresar después de la desmovilización.
¿Por qué decidió aspirar al Congreso por esta vía y no por las ordinarias?
Uno debe ser testigo de su tiempo. Cuando uno busca un espacio político, no puede salir con que es su deseo para servirle a la gente, debe tener claro qué es lo que busca con su postulación.
Ángela Merkel lo dejó muy claro: nadie puede lanzarse a ningún cargo de elección para después salir con que heredó muchos problemas. No, porque se supone que esos problemas los conoce y por eso se lanza.
Yo tengo mucho que decir porque sé con mucha precisión lo que se siente no tener la libertad de ni siquiera escoger la hora de hacer las necesidades del cuerpo; sentir lo que un ave silvestre siente cuando una tijera corta sus alas; el miedo constante de que si el sádico que te vigila decide matarte, lo puede hacer y decir al día siguiente que intentabas fugarte, también la guerrilla tiene sus falsos positivos, tiene muchos.
Muchos hemos guardado silencio sobre lo que nos pasó mientras estábamos secuestrados: nunca hablamos de ese tema, esa catarsis es imperativa, alguien debe ir a contar la historia de las verdaderas víctimas, esas que no tuvieron infancia, esas cuyos únicos viajes de sus hijos fue a semáforos de las ciudades para ser revictimizados con el desprecio, no la voz de aquellos hijos de actores cuyas vacaciones eran en Italia o en Francia. No es lo mismo ser hijo de víctima que ser hijo de victimario.
¿A quién o a qué se refiere?
Y con eso no me refiero al hijo de Jorge 40, para nada. Me refiero a todos los hijos de victimarios que ahora quieren quedarse con la credencial de las verdaderas víctimas. No solo el hijo de 40 tuvo infancia de príncipe: también los hijos de Tirofijo, de Márquez y de todas las cúpulas guerrilleras y paramilitares, que vivieron infancias principescas y estudiaron fuera del país en naciones europeas.
Yo hablo de los niños de los semáforos, del desplazado de la guerrilla, los paramilitares y el miedo que solo viajaron a la miseria y al desprecio de una sociedad que es pobre, pero que odia a los que son más pobres que ellos.
A eso voy, a dignificar las condiciones de los que no tienen voz y eso no es un juego de palabras de campaña barata porque mis palabras llevan el peso de la convicción. Les ofrezco a mis electores seriedad.
Su trayectoria como víctima, ¿lo hace diferenciar de otros aspirantes?
Lo que acabo de expresar lo podría haber definido claramente un amigo que ya murió: los ricos lloran y los pobres también, pero no es lo mismo llorar en un Mercedes Benz con aire acondicionado que llorar encima de un carro e’ mula a las 2:00 de la tarde.
Alguien tiene que ir a decir eso no solo al Congreso sino a la nación entera y a la comunidad internacional; no soy un marginado ni pretendo pasar por serlo; pero sé lo que es estar amarrado del tobillo a un árbol mientras me daban permiso de bañarme a la orilla de un arroyo; sé lo que es que un asesino te mire con odio y que la única distancia entre su deseo de asesinarte y hacerlo es el miedo que le tiene a un superior, quizá más sádico y asesino que él.
¿Su fortaleza corresponde solo al Cesar?
Mi fortaleza consiste en no ser una voz solitaria que grita en el desierto, está en la medida en que esas víctimas tengan claro que están al frente de una oportunidad única de tener vocero.
La víctima no tiene líneas de geografía que la distingan porque un secuestrado es un secuestrado, un desplazado es un desplazado; un huérfano es un huérfano o una viuda es una viuda, o una niña violada o un mutilado, es similar y nada tiene que ver que el hecho haya sucedido en un departamento o en otro.
¿Podría estimar con cuántos votos se alcanzaría esa curul?
Ese cálculo es imposible de hacer hasta que no se verifique la elección. Ahora, una víctima que venda el voto tiene que tener claro que lo único que está haciendo es comprando pintura para poner más elegante su propia cruz.
El hecho de que un elector pueda votar por un candidato ordinario y otro de esa circunscripción los lleva a alianzas con sectores tradicionales de la política. ¿Usted qué opina?
Eso es un hecho real. Y aquí lo están haciendo. Ningún candidato de víctimas puede estar en alianzas con políticos y casas políticas existentes, pero los que están en ese plan van a ver muy pronto que esas alianzas restan, no solo al que cree que con el candidato a víctimas va a ganar votos.
Al candidato de víctimas se le cae la máscara tan pronto empiece a tratar de tejer un amarre tan antinatural como ese.
¿Cómo identifica a sus competidores?
No es lo mismo ser hijo de víctima que ser hijo de victimario, eso ya lo expresé y lo amplío: nadie quiere ser víctima, pero el victimario decide serlo. No creo necesario explicar más ese punto.
Hay víctimas, entre comillas, de su propio invento, como lo es un candidato que quizá sea víctima de la obesidad y el apetito de poder de una casa de gobierno, que tiene una crisis interna tan grande que hasta va por la curul de los afrodescendientes, como ‘La Gata’ en sus mejores tiempos.
Por Redacción EL PILÓN
EL PILÓN dialogó con Pedro Norberto Castro, candidato a las curules de las víctimas en la Cámara de Representantes. Víctima del conflicto, integrante de una familia tradicional y política de la región, Castro contó su visión sobre las próximas elecciones y sus competidores.
Con un discurso sobre el pasado (hechos victimizantes) y el futuro (propuestas), Pedro Norberto Castro dialogó con EL PILÓN sobre las elecciones para elegir a los representantes de las víctimas.
¿Cómo ve la región frente a la Circunscripción Especial de Paz, ahora llamada de víctimas?
Para empezar, hay que dejar de hablar de la aspiración de Pedro Norberto Castro, y empecemos a hablar de las víctimas del conflicto armado.
No tendría ningún sentido que esta fuese una pretensión personal ni voy a caer en el narcisismo común de decir que fue un grupo de amigos que consideraron que debía postularme.
Fue una decisión personal tomada muy en serio pensando en que esas víctimas necesitan una voz que represente su sufrimiento con legitimidad.
Mi experiencia con el conflicto es doblemente victimizada: fui secuestrado por más de 9 meses por el ELN y luego fui víctima directa del Bloque Norte de las autodefensas. Me explico: en 2002 fui candidato a la Cámara de Representantes en fórmula con Juanita Ramírez; el entonces comandante Jorge 40 me hizo ir hasta San Ángel a su campamento madre y allí me notificó de que ni Juanita ni yo podíamos presentar nuestros nombres en esa elección.
Yo no podía aspirar porque estaba en el Movimiento de Renovación Liberal, el MRL, que era a la sazón el bloque político más disciplinado del departamento y que fue disuelto por Jorge 40 con un decreto de fusil.
No solo no pude aspirar sino que fui desplazado de mi propia finca, a la que solo pude regresar después de la desmovilización.
¿Por qué decidió aspirar al Congreso por esta vía y no por las ordinarias?
Uno debe ser testigo de su tiempo. Cuando uno busca un espacio político, no puede salir con que es su deseo para servirle a la gente, debe tener claro qué es lo que busca con su postulación.
Ángela Merkel lo dejó muy claro: nadie puede lanzarse a ningún cargo de elección para después salir con que heredó muchos problemas. No, porque se supone que esos problemas los conoce y por eso se lanza.
Yo tengo mucho que decir porque sé con mucha precisión lo que se siente no tener la libertad de ni siquiera escoger la hora de hacer las necesidades del cuerpo; sentir lo que un ave silvestre siente cuando una tijera corta sus alas; el miedo constante de que si el sádico que te vigila decide matarte, lo puede hacer y decir al día siguiente que intentabas fugarte, también la guerrilla tiene sus falsos positivos, tiene muchos.
Muchos hemos guardado silencio sobre lo que nos pasó mientras estábamos secuestrados: nunca hablamos de ese tema, esa catarsis es imperativa, alguien debe ir a contar la historia de las verdaderas víctimas, esas que no tuvieron infancia, esas cuyos únicos viajes de sus hijos fue a semáforos de las ciudades para ser revictimizados con el desprecio, no la voz de aquellos hijos de actores cuyas vacaciones eran en Italia o en Francia. No es lo mismo ser hijo de víctima que ser hijo de victimario.
¿A quién o a qué se refiere?
Y con eso no me refiero al hijo de Jorge 40, para nada. Me refiero a todos los hijos de victimarios que ahora quieren quedarse con la credencial de las verdaderas víctimas. No solo el hijo de 40 tuvo infancia de príncipe: también los hijos de Tirofijo, de Márquez y de todas las cúpulas guerrilleras y paramilitares, que vivieron infancias principescas y estudiaron fuera del país en naciones europeas.
Yo hablo de los niños de los semáforos, del desplazado de la guerrilla, los paramilitares y el miedo que solo viajaron a la miseria y al desprecio de una sociedad que es pobre, pero que odia a los que son más pobres que ellos.
A eso voy, a dignificar las condiciones de los que no tienen voz y eso no es un juego de palabras de campaña barata porque mis palabras llevan el peso de la convicción. Les ofrezco a mis electores seriedad.
Su trayectoria como víctima, ¿lo hace diferenciar de otros aspirantes?
Lo que acabo de expresar lo podría haber definido claramente un amigo que ya murió: los ricos lloran y los pobres también, pero no es lo mismo llorar en un Mercedes Benz con aire acondicionado que llorar encima de un carro e’ mula a las 2:00 de la tarde.
Alguien tiene que ir a decir eso no solo al Congreso sino a la nación entera y a la comunidad internacional; no soy un marginado ni pretendo pasar por serlo; pero sé lo que es estar amarrado del tobillo a un árbol mientras me daban permiso de bañarme a la orilla de un arroyo; sé lo que es que un asesino te mire con odio y que la única distancia entre su deseo de asesinarte y hacerlo es el miedo que le tiene a un superior, quizá más sádico y asesino que él.
¿Su fortaleza corresponde solo al Cesar?
Mi fortaleza consiste en no ser una voz solitaria que grita en el desierto, está en la medida en que esas víctimas tengan claro que están al frente de una oportunidad única de tener vocero.
La víctima no tiene líneas de geografía que la distingan porque un secuestrado es un secuestrado, un desplazado es un desplazado; un huérfano es un huérfano o una viuda es una viuda, o una niña violada o un mutilado, es similar y nada tiene que ver que el hecho haya sucedido en un departamento o en otro.
¿Podría estimar con cuántos votos se alcanzaría esa curul?
Ese cálculo es imposible de hacer hasta que no se verifique la elección. Ahora, una víctima que venda el voto tiene que tener claro que lo único que está haciendo es comprando pintura para poner más elegante su propia cruz.
El hecho de que un elector pueda votar por un candidato ordinario y otro de esa circunscripción los lleva a alianzas con sectores tradicionales de la política. ¿Usted qué opina?
Eso es un hecho real. Y aquí lo están haciendo. Ningún candidato de víctimas puede estar en alianzas con políticos y casas políticas existentes, pero los que están en ese plan van a ver muy pronto que esas alianzas restan, no solo al que cree que con el candidato a víctimas va a ganar votos.
Al candidato de víctimas se le cae la máscara tan pronto empiece a tratar de tejer un amarre tan antinatural como ese.
¿Cómo identifica a sus competidores?
No es lo mismo ser hijo de víctima que ser hijo de victimario, eso ya lo expresé y lo amplío: nadie quiere ser víctima, pero el victimario decide serlo. No creo necesario explicar más ese punto.
Hay víctimas, entre comillas, de su propio invento, como lo es un candidato que quizá sea víctima de la obesidad y el apetito de poder de una casa de gobierno, que tiene una crisis interna tan grande que hasta va por la curul de los afrodescendientes, como ‘La Gata’ en sus mejores tiempos.
Por Redacción EL PILÓN