Hacer un turno nocturno es una tarea compleja. Mientras muchos duermen, el encargado de la vigilancia mantiene los ojos bien abiertos.
Cuando la luz del sol empieza a ocultarse y la luna se asoma en el cielo vallenato, muchos trabajadores retornan a sus hogares. Allí, los espera el cariño de su familia y una cena caliente; finalmente entre las cobijas de una cama confortable se aseguran dulces sueños. En contraste hay quienes dejan a sus familias para pasar la noche en vela al interior de alguna clínica, entidad bancaria, institución educativa, conjunto residencial, e incluso las manzanas de algún barrio de la capital del Cesar donde brindan seguridad.
Se trata de los vigilantes, cuyo oficio representa un rol importante para garantizar la tranquilidad de la comunidad. Estos trabajadores cargan sobre sus hombros una gran responsabilidad, además del compromiso de volver a sus viviendas a la mañana siguiente con la satisfacción del deber cumplido.
La jornada laboral de un vigilante puede variar entre ocho o doce horas. José Enrique Molina Guerra, de 33 años de edad, se desempeña como guardia de seguridad en una clínica de la ciudad y asegura que esta no es una labor fácil como algunas personas creen. “Es de mucha responsabilidad porque nos corresponde cuidar la integridad tanto de las personas que se encuentren dentro del lugar, como del mismo inmueble”, expresó.
Una sopa de letras, un libro o escuchar música pueden ser la mejor compañía para mantenerse alerta ante cualquier eventualidad a lo largo de la noche, también para evitar caer ‘en brazos de Morfeo’. Los guardas de seguridad son en su mayoría esposos y padres que hacen un esfuerzo por dejar a los suyos para cuidar de otros. Sin embargo, esta labor puede llegar a ser menospreciada.
Hay ocasiones en que las personas pueden llegar a irrespetar o tratar de pasar por alto las funciones de un guarda de seguridad. Ante esto, Molina Guerra considera que es mejor guardar silencio. “Somos humanos y la reacción depende de cada persona. Yo en ese caso me tomo unos segundos para hacerle entender a las personas nuestra labor con el debido respeto”, afirmó.
Hacer un turno nocturno es una tarea compleja. Mientras muchos duermen, el encargado de la vigilancia mantiene los ojos bien abiertos. Pero esos desvelos tienen otra razón de peso, volver a su casa al amanecer. “Es complicado dejar a tu esposa y tus hijos, mucho más cuando son niños porque nunca quieres dejarlos. Pero hay que hacerlo”, expresó Molina.
La seguridad del lugar donde laboran se puede ver vulnerada por múltiples factores y es para eso que están capacitados los vigilantes. “Se hacen unos filtros antes de permitirle el ingreso a la persona al inmueble, dependiendo del proceso que vaya a realizar. Para que pase alguna situación inesperada que ponga en riesgo a las personas o al área de trabajo es más probable que venga de alguien que se encuentre en el interior del lugar que de alguien que quiera ingresar, pero para lograr evitarlo se hacen estos filtros”, reveló. El compromiso es mayor a lo que muchos se imaginan, la labor de un vigilante es velar por el bien de muchos, sin descuidar a los suyos, poniendo su vida al servicio de todos.
Por Andreina Galvez/ EL PILÓN.
Hacer un turno nocturno es una tarea compleja. Mientras muchos duermen, el encargado de la vigilancia mantiene los ojos bien abiertos.
Cuando la luz del sol empieza a ocultarse y la luna se asoma en el cielo vallenato, muchos trabajadores retornan a sus hogares. Allí, los espera el cariño de su familia y una cena caliente; finalmente entre las cobijas de una cama confortable se aseguran dulces sueños. En contraste hay quienes dejan a sus familias para pasar la noche en vela al interior de alguna clínica, entidad bancaria, institución educativa, conjunto residencial, e incluso las manzanas de algún barrio de la capital del Cesar donde brindan seguridad.
Se trata de los vigilantes, cuyo oficio representa un rol importante para garantizar la tranquilidad de la comunidad. Estos trabajadores cargan sobre sus hombros una gran responsabilidad, además del compromiso de volver a sus viviendas a la mañana siguiente con la satisfacción del deber cumplido.
La jornada laboral de un vigilante puede variar entre ocho o doce horas. José Enrique Molina Guerra, de 33 años de edad, se desempeña como guardia de seguridad en una clínica de la ciudad y asegura que esta no es una labor fácil como algunas personas creen. “Es de mucha responsabilidad porque nos corresponde cuidar la integridad tanto de las personas que se encuentren dentro del lugar, como del mismo inmueble”, expresó.
Una sopa de letras, un libro o escuchar música pueden ser la mejor compañía para mantenerse alerta ante cualquier eventualidad a lo largo de la noche, también para evitar caer ‘en brazos de Morfeo’. Los guardas de seguridad son en su mayoría esposos y padres que hacen un esfuerzo por dejar a los suyos para cuidar de otros. Sin embargo, esta labor puede llegar a ser menospreciada.
Hay ocasiones en que las personas pueden llegar a irrespetar o tratar de pasar por alto las funciones de un guarda de seguridad. Ante esto, Molina Guerra considera que es mejor guardar silencio. “Somos humanos y la reacción depende de cada persona. Yo en ese caso me tomo unos segundos para hacerle entender a las personas nuestra labor con el debido respeto”, afirmó.
Hacer un turno nocturno es una tarea compleja. Mientras muchos duermen, el encargado de la vigilancia mantiene los ojos bien abiertos. Pero esos desvelos tienen otra razón de peso, volver a su casa al amanecer. “Es complicado dejar a tu esposa y tus hijos, mucho más cuando son niños porque nunca quieres dejarlos. Pero hay que hacerlo”, expresó Molina.
La seguridad del lugar donde laboran se puede ver vulnerada por múltiples factores y es para eso que están capacitados los vigilantes. “Se hacen unos filtros antes de permitirle el ingreso a la persona al inmueble, dependiendo del proceso que vaya a realizar. Para que pase alguna situación inesperada que ponga en riesgo a las personas o al área de trabajo es más probable que venga de alguien que se encuentre en el interior del lugar que de alguien que quiera ingresar, pero para lograr evitarlo se hacen estos filtros”, reveló. El compromiso es mayor a lo que muchos se imaginan, la labor de un vigilante es velar por el bien de muchos, sin descuidar a los suyos, poniendo su vida al servicio de todos.
Por Andreina Galvez/ EL PILÓN.