De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, los departamentos de Córdoba, Cesar, Magdalena, Sucre y Bolívar suman alrededor de 965.171 hectáreas con aptitud alta (A1) para la siembra de algodón.
El algodón, conocido en el Cesar como el ‘oro blanco’, es uno de los cultivos que más escasea en el departamento, luego de haber sido entre la década de los 60 y 70 la actividad económica que más generó empleos y riquezas para el territorio. De acuerdo con algunos agricultores, en el municipio de Agustín Codazzi aún se cultiva algodón en unas escasas 150 hectáreas de la vereda La Palizada.
En ese sentido, David Hernández, agricultor de Agustín Codazzi, señaló que en ese territorio se llegaron a sembrar hasta 60.000 hectáreas de algodón que catapultaron la economía del municipio. Fue tanto el auge de esta actividad agrícola, que este municipio era llamado la “capital blanca del algodón”, pero la falta de políticas agropecuarias acabó con la rentabilidad de los cultivos y los productores dejaron el campo.
“Se sembraba algodón en muchos municipios del departamento, entre estos estaban San Diego, La Paz, Becerril, Aguachica, Curumaní, Valledupar, entre otros. A pesar de que estábamos en una época de bonanza, la caída del precio del algodón en los 80 y el costo elevado de los insumos inició la crisis algodonera hasta llegar al desolador panorama actual”, comentó Hernández.
Precisó que en el Cesar se llegaron a sembrar más de 100.000 hectáreas de algodón, pero de esas tierras actualmente no queda nada. Las pocas que son sembradas en Agustín Codazzi producen por cosecha entre dos y una tonelada de fibra, las cuales son vendidas a la empresa Diagonal a un precio de 7 millones aproximadamente por tonelada.
Comentó que volverán a sembrar algodón en el mes de agosto para recoger la cosecha entre los meses de enero, febrero, marzo y abril del 2022. Agustín Codazzi cuenta con 2 desmontadoras de algodón, una inversión que realizaron dos agricultores con la esperanza de que se reactivara esta actividad económica.
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Otro municipio algodonero era Aguachica, en ese territorio se sembraron hasta 20.000 hectáreas. De esta alta producción solo quedaban en el 2015 alrededor de 2.000 hectáreas, las últimas en ‘pintar de blanco’ los terrenos de ese municipio, según el agricultor Oscar Serrano.
De acuerdo con este trabajador del campo, desde ese año en Aguachica no se siembra algodón. Precisó que actualmente puede haber alrededor de 1.500 hectáreas disponibles para el cultivo si son financiadas por alguna empresa privada que le permita a los agricultores retomar el campo, con el apoyo de herramientas agropecuarias e insumos que permitan sembrar el algodón debido a que es un cultivo costoso.
De acuerdo con archivos de Asocesar, gremio algodonero de la época de los 70, el cultivo de algodón en el departamento logró consolidarse en la década de 1970; sin embargo, la proliferación de plagas, el aumento de los precios de los insumos y su alta representación en los costos de producción, sin un aumento sustancial en los precios, produjo la crisis de los algodoneros en 1977.
De acuerdo con Enrique Valera, agricultor del municipio de Becerril, hasta la mitad de los noventa la economía del Cesar se dividió en dos periodos: uno de auge comprendido entre 1960-1975, así como con otro de crisis entre 1975 y 1996. Luego entre 1997 y 2002 la crisis se intensificó, los sectores productivos que generaron crecimiento en años anteriores colapsaron y la economía “se estancó”.
De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, en 1978 en el Cesar se cultivaban 125.200 hectáreas de algodón, panorama que cambió drásticamente hasta llegar en el 2002 a solo 1.836 hectáreas cosechadas, área que representaba el 1,7 % de todos los cultivos de ese año y menos del 2 % del área cosechada en 1978. Otros cultivos como el sorgo y el arroz también disminuyeron, pero ninguno lo hizo como el algodón.
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De acuerdo con el agricultor José Mora, para que en el Cesar se reactive verdaderamente la siembra de algodón debe hacerse una inversión por parte de las entidades gubernamentales y la posibilidad de créditos para los algodoneros.
“Los 60 fue la época de mayor bonanza económica en el Cesar gracias a la agricultura, donde los campesinos tenían ayudas por parte del estado. Eso permitía que el algodonero comprara los insumos y le apostara a la producción, tanto así que el Producto Interno Bruto, PIB, per cápita del departamento era superior al nacional entre 1960 y 1975”, manifestó Mora.
Precisó que entre dichos años, el PIB per cápita a nivel nacional era de 2,24 % y el del Cesar 3,12 %, acotando así que para 1974 el Cesar representó el 50 % del área cultivada con 130.000 hectáreas.
Por otro lado, Oscar Serrano, agricultor de Aguachica, señaló que la aplicación de incentivos para los productores sería “un impulso importante para que los campesinos se “arriesgaran a cultivar algodón”. De acuerdo con él, un ejemplo de esa medida sería que a los agricultores se les diera $500.000 por hectáreas sembrada, agregando que en Aguachica están dispuestos 30 agricultores a volver al campo si hay garantías.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN
@namiibb
De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, los departamentos de Córdoba, Cesar, Magdalena, Sucre y Bolívar suman alrededor de 965.171 hectáreas con aptitud alta (A1) para la siembra de algodón.
El algodón, conocido en el Cesar como el ‘oro blanco’, es uno de los cultivos que más escasea en el departamento, luego de haber sido entre la década de los 60 y 70 la actividad económica que más generó empleos y riquezas para el territorio. De acuerdo con algunos agricultores, en el municipio de Agustín Codazzi aún se cultiva algodón en unas escasas 150 hectáreas de la vereda La Palizada.
En ese sentido, David Hernández, agricultor de Agustín Codazzi, señaló que en ese territorio se llegaron a sembrar hasta 60.000 hectáreas de algodón que catapultaron la economía del municipio. Fue tanto el auge de esta actividad agrícola, que este municipio era llamado la “capital blanca del algodón”, pero la falta de políticas agropecuarias acabó con la rentabilidad de los cultivos y los productores dejaron el campo.
“Se sembraba algodón en muchos municipios del departamento, entre estos estaban San Diego, La Paz, Becerril, Aguachica, Curumaní, Valledupar, entre otros. A pesar de que estábamos en una época de bonanza, la caída del precio del algodón en los 80 y el costo elevado de los insumos inició la crisis algodonera hasta llegar al desolador panorama actual”, comentó Hernández.
Precisó que en el Cesar se llegaron a sembrar más de 100.000 hectáreas de algodón, pero de esas tierras actualmente no queda nada. Las pocas que son sembradas en Agustín Codazzi producen por cosecha entre dos y una tonelada de fibra, las cuales son vendidas a la empresa Diagonal a un precio de 7 millones aproximadamente por tonelada.
Comentó que volverán a sembrar algodón en el mes de agosto para recoger la cosecha entre los meses de enero, febrero, marzo y abril del 2022. Agustín Codazzi cuenta con 2 desmontadoras de algodón, una inversión que realizaron dos agricultores con la esperanza de que se reactivara esta actividad económica.
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Otro municipio algodonero era Aguachica, en ese territorio se sembraron hasta 20.000 hectáreas. De esta alta producción solo quedaban en el 2015 alrededor de 2.000 hectáreas, las últimas en ‘pintar de blanco’ los terrenos de ese municipio, según el agricultor Oscar Serrano.
De acuerdo con este trabajador del campo, desde ese año en Aguachica no se siembra algodón. Precisó que actualmente puede haber alrededor de 1.500 hectáreas disponibles para el cultivo si son financiadas por alguna empresa privada que le permita a los agricultores retomar el campo, con el apoyo de herramientas agropecuarias e insumos que permitan sembrar el algodón debido a que es un cultivo costoso.
De acuerdo con archivos de Asocesar, gremio algodonero de la época de los 70, el cultivo de algodón en el departamento logró consolidarse en la década de 1970; sin embargo, la proliferación de plagas, el aumento de los precios de los insumos y su alta representación en los costos de producción, sin un aumento sustancial en los precios, produjo la crisis de los algodoneros en 1977.
De acuerdo con Enrique Valera, agricultor del municipio de Becerril, hasta la mitad de los noventa la economía del Cesar se dividió en dos periodos: uno de auge comprendido entre 1960-1975, así como con otro de crisis entre 1975 y 1996. Luego entre 1997 y 2002 la crisis se intensificó, los sectores productivos que generaron crecimiento en años anteriores colapsaron y la economía “se estancó”.
De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, en 1978 en el Cesar se cultivaban 125.200 hectáreas de algodón, panorama que cambió drásticamente hasta llegar en el 2002 a solo 1.836 hectáreas cosechadas, área que representaba el 1,7 % de todos los cultivos de ese año y menos del 2 % del área cosechada en 1978. Otros cultivos como el sorgo y el arroz también disminuyeron, pero ninguno lo hizo como el algodón.
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De acuerdo con el agricultor José Mora, para que en el Cesar se reactive verdaderamente la siembra de algodón debe hacerse una inversión por parte de las entidades gubernamentales y la posibilidad de créditos para los algodoneros.
“Los 60 fue la época de mayor bonanza económica en el Cesar gracias a la agricultura, donde los campesinos tenían ayudas por parte del estado. Eso permitía que el algodonero comprara los insumos y le apostara a la producción, tanto así que el Producto Interno Bruto, PIB, per cápita del departamento era superior al nacional entre 1960 y 1975”, manifestó Mora.
Precisó que entre dichos años, el PIB per cápita a nivel nacional era de 2,24 % y el del Cesar 3,12 %, acotando así que para 1974 el Cesar representó el 50 % del área cultivada con 130.000 hectáreas.
Por otro lado, Oscar Serrano, agricultor de Aguachica, señaló que la aplicación de incentivos para los productores sería “un impulso importante para que los campesinos se “arriesgaran a cultivar algodón”. De acuerdo con él, un ejemplo de esa medida sería que a los agricultores se les diera $500.000 por hectáreas sembrada, agregando que en Aguachica están dispuestos 30 agricultores a volver al campo si hay garantías.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN
@namiibb