Como en toda finca grande está una pequeña huerta donde permanecían los animales enfermos. Ahí estaba la ‘Cachureta’, una vaquita medio cabunga de color parduzco que en una pelea con otra vaca guapa había perdido uno de sus cachos, lo que le valió su remoquete.
‘Mi salvación’ es la finca madre de Poncho Zuleta, que originalmente fue una parcela de 300 Ha y con el correr de los años fue creciendo, absorbiendo a los vecinos del entorno a punta de saludos en los discos, compadrazgo, hijos con las hijas de algún colindante y una vida de trasnochos y mucho sudor en la actividad farandulera de casetas, conciertos y parrandas interminables. Hoy en día se comenta que el área de ‘Mi salvación’ está cerca a las 4 mil hectáreas de tierras bien trabajadas, beneficiada y productiva, llegando a representar uno de los hatos ganaderos más importantes del departamento del Cesar.
Como en toda finca grande, cerca de la quinta, está una pequeña huerta o mediano potrero donde permanecían los animales enfermos para ser atendidos con cuidado y esmero. Ahí estaba la ‘Cachureta’, una vaquita medio cabunga de color parduzco que en una pelea con otra vaca guapa había perdido uno de sus cachos, lo que le valió su remoquete.
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No fue posible cicatrizarle la herida que le dejó el cuerno arrancado de raíz y la res sangraba constantemente tomando un aspecto desagradable. Con los días, enflaquecida y anémica con un cuadro muy deplorable, no daba señales de mejoría y Zuleta ordenó que sacrificaran el animal y la carne fuera repartida entre los trabajadores de la finca. Ese día por la tarde regresaba Poncho a Valledupar y Joaquín Rodríguez, el administrador, le informó que ningún trabajador se había acercado a recibir la carne, pues entre ellos se comentaba que la “Cachureta” tenía una enfermedad rara y no hay un paladar más pretencioso con la carne que el de un pigua con ínfulas de gourmet.
Le ordenó entonces a Joaco que metiera la carne en un par de cavas grandes refrigeradas para regalarla en el asilo de Valledupar, pero una vez de regreso mantuvo la carne en el par de congeladores que tiene en su casa, esperando el fin de semana próximo, pues allá en ‘Mi Salvación’ le ofrecería una atención al alcalde de Astrea.
Regresó según lo planeado y llegó a ‘Mi Salvación’ con las dos cavas llenas de carne congelada anunciándoles a los trabajadores que era carne de Carrefour para atender al alcalde y que él dejaría que la probaran para que vieran la diferencia con la de la finca. Pero a través de uno de sus escoltas se filtró la información que era la carne de la “Cachureta” y nadie se acercó a pedirla.
Llegó el burgomaestre y Poncho anunció con bombos y platillos que iba a degollar un cerdo mono de 4 arrobas para que comieran todos el mejor arroz apastelado de toda la comarca. La fiesta sería grande: dos bultos de cerveza se repartieron entre el personal y él con el alcalde Buchanan’s 18 años. Le dio instrucciones a ‘Joaco’ para que echara la carne de la ‘Cachureta’ en el caldero militar, regalo de su amigo el coronel Mejía, y encima le tiraran las costillas y la cabeza picada del cerdo, y la pulpa se la encaletara para traérsela a Valledupar.
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Tremendo arroz apastelado que se fajó el departamento de culinaria de Salvación, tiene fama nacional; los trabajadores en temple y buen apetito se despacharon a gusto, repitieron y hasta llevaron a los campamentos donde las mujeres esperaban su ración. Zuleta se engulló la cabeza del cerdo y el costillal no le aguantó la embestida al señor alcalde que finalmente quedó raspando el cucayo del caldero. La celebración tuvo un final feliz, los trabajadores quedaron hasta donde se abrocha Suarez y destapando buena fría.
El alcalde complacido, pues era la primera vez que daba un sobregiro campestre a punta de buchanan’s 18 años y Zuleta alegre por haber logrado que sus trabajadores se hubieran atragantado con la carne de la ‘Cachureta’.
Por: Julio C. Oñate Martínez
Como en toda finca grande está una pequeña huerta donde permanecían los animales enfermos. Ahí estaba la ‘Cachureta’, una vaquita medio cabunga de color parduzco que en una pelea con otra vaca guapa había perdido uno de sus cachos, lo que le valió su remoquete.
‘Mi salvación’ es la finca madre de Poncho Zuleta, que originalmente fue una parcela de 300 Ha y con el correr de los años fue creciendo, absorbiendo a los vecinos del entorno a punta de saludos en los discos, compadrazgo, hijos con las hijas de algún colindante y una vida de trasnochos y mucho sudor en la actividad farandulera de casetas, conciertos y parrandas interminables. Hoy en día se comenta que el área de ‘Mi salvación’ está cerca a las 4 mil hectáreas de tierras bien trabajadas, beneficiada y productiva, llegando a representar uno de los hatos ganaderos más importantes del departamento del Cesar.
Como en toda finca grande, cerca de la quinta, está una pequeña huerta o mediano potrero donde permanecían los animales enfermos para ser atendidos con cuidado y esmero. Ahí estaba la ‘Cachureta’, una vaquita medio cabunga de color parduzco que en una pelea con otra vaca guapa había perdido uno de sus cachos, lo que le valió su remoquete.
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No fue posible cicatrizarle la herida que le dejó el cuerno arrancado de raíz y la res sangraba constantemente tomando un aspecto desagradable. Con los días, enflaquecida y anémica con un cuadro muy deplorable, no daba señales de mejoría y Zuleta ordenó que sacrificaran el animal y la carne fuera repartida entre los trabajadores de la finca. Ese día por la tarde regresaba Poncho a Valledupar y Joaquín Rodríguez, el administrador, le informó que ningún trabajador se había acercado a recibir la carne, pues entre ellos se comentaba que la “Cachureta” tenía una enfermedad rara y no hay un paladar más pretencioso con la carne que el de un pigua con ínfulas de gourmet.
Le ordenó entonces a Joaco que metiera la carne en un par de cavas grandes refrigeradas para regalarla en el asilo de Valledupar, pero una vez de regreso mantuvo la carne en el par de congeladores que tiene en su casa, esperando el fin de semana próximo, pues allá en ‘Mi Salvación’ le ofrecería una atención al alcalde de Astrea.
Regresó según lo planeado y llegó a ‘Mi Salvación’ con las dos cavas llenas de carne congelada anunciándoles a los trabajadores que era carne de Carrefour para atender al alcalde y que él dejaría que la probaran para que vieran la diferencia con la de la finca. Pero a través de uno de sus escoltas se filtró la información que era la carne de la “Cachureta” y nadie se acercó a pedirla.
Llegó el burgomaestre y Poncho anunció con bombos y platillos que iba a degollar un cerdo mono de 4 arrobas para que comieran todos el mejor arroz apastelado de toda la comarca. La fiesta sería grande: dos bultos de cerveza se repartieron entre el personal y él con el alcalde Buchanan’s 18 años. Le dio instrucciones a ‘Joaco’ para que echara la carne de la ‘Cachureta’ en el caldero militar, regalo de su amigo el coronel Mejía, y encima le tiraran las costillas y la cabeza picada del cerdo, y la pulpa se la encaletara para traérsela a Valledupar.
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Tremendo arroz apastelado que se fajó el departamento de culinaria de Salvación, tiene fama nacional; los trabajadores en temple y buen apetito se despacharon a gusto, repitieron y hasta llevaron a los campamentos donde las mujeres esperaban su ración. Zuleta se engulló la cabeza del cerdo y el costillal no le aguantó la embestida al señor alcalde que finalmente quedó raspando el cucayo del caldero. La celebración tuvo un final feliz, los trabajadores quedaron hasta donde se abrocha Suarez y destapando buena fría.
El alcalde complacido, pues era la primera vez que daba un sobregiro campestre a punta de buchanan’s 18 años y Zuleta alegre por haber logrado que sus trabajadores se hubieran atragantado con la carne de la ‘Cachureta’.
Por: Julio C. Oñate Martínez