La verdadera vocación se construye a partir del fortalecimiento de las potencialidades con que contamos: es decir, convirtiendo las ventajas comparativas, materiales e inmateriales, en ventajas competitivas. El sector del turismo cultural tiene todas las características para estructurarlo como nuestra verdadera vocación.
Hace algunos días, como es su costumbre, el editorialista de EL PILÓN se nos vino con otro más de los temas que debemos abordar para bien del ejercicio de proyección del desarrollo endógeno. En esta ocasión intentaré responder la pregunta que titula su escrito: “¿Cuál es nuestro turismo?”.
En repetidas oportunidades, he expresado la diferencia que debemos tener en cuenta entre los conceptos tradición y vocación. La tradición hace parte de la historia y las costumbres en que esta se desarrolla. La vocación es el resultado del aprovechamiento de las potencialidades que nos ofrece el entorno. Esta conceptualización para entender que la actividad agropecuaria, que equivocadamente hemos llamado “vocación”, en todo el tiempo que le hemos dedicado, es realmente una tradición, ya que, en esta región, no se cuenta con elementos, estructurales ni ambientales, para su desarrollo y garantías de permanencia.
La verdadera vocación se construye a partir del fortalecimiento de las potencialidades con que contamos: es decir, convirtiendo las ventajas comparativas, materiales e inmateriales, en ventajas competitivas. El sector del turismo cultural tiene todas las características para estructurarlo como nuestra verdadera vocación. Bien se refiere el editorialista a este sector como un elemento diferenciador frente al turismo de playa, de la costa Caribe colombiana, que bien pudiera incluirse a Valledupar como atractivo turístico a los usuarios de estos destinos; como ejemplo de posibilidad real, aquellos que del interior del país visitan a Mompox pasan una noche en Valledupar, municipio que está a la misma distancia que de Valledupar a Santa Marta.
Recuerdo a un asesor del MinCIT, en una charla de actualización, quien respondía a la diversidad de posibilidades planteadas sobre diferentes productos turísticos, sugiriéndonos que no nos distrajéramos en promocionar actividades diferentes al turismo cultural, ya que en todo el mundo hay destinos turísticos para diferentes tipos de actividades, pero Valledupar y sus alrededores es el único destino en el mundo que cuenta con la cultura vallenata, jalonada por su música y sus leyendas; decía el asesor que las demás actividades se fortalecerían como ofertas colaterales del atractivo principal.
Sobra decir que respaldo esta apreciación, teniendo en cuenta que a pesar de contar con estudios suficientes sobre el “qué hacer” para fortalecer la infraestructura física y de servicios turísticos, seguimos sin encontrar el “cómo hacerlo”. El único respaldo real que tenemos es el posicionamiento nacional e internacional que tiene nuestra música, sus juglares y sus leyendas, que responden al “no sé qué tiene el acordeón de comunicativo, que cuando lo oímos se nos arruga el sentimiento”, en palabras de Gabriel García Márquez, en su segunda columna periodística de El Universal de Cartagena, que a sus 21 años titulaba ‘Punto y aparte’.
No es ningún secreto la gran dimensión internacional de su obra que, según él, tiene gran parte de inspiración en la forma de narrar los cantos vallenatos tradicionales cuando expresa: “Esta música y mis novelas son tejidas con la misma hebra”. Igual cuando muy niño vio el primer acordeonero: “…Para mí fue una revelación cómo se podían contar historias cantadas, cómo se podía saber de otros mundos y de otra gente a través de una canción. Después descubrí la literatura y me di cuenta que el procedimiento es el mismo…”. De todos es sabido de las citas de Francisco el Hombre y de Rafael Escalona en su magna obra literaria, las cuales corrobora con su frase: “…Yo mismo, más en serio que en broma, he dicho que ‘Cien años de soledad’ es un vallenato de 400 páginas…”, y aquella que descubre la grandeza narrativa del maestro Escalona: “…Ese pendejo recoge en cuatro versos lo que yo cuento en un libro…”.
No podemos dejar de citar su homenaje a Leandro Díaz en el epígrafe de ‘El amor en los tiempos del cólera’: “En adelanto van estos lugares: ya tienen su diosa coronada…”, y en las páginas centrales del mismo libro, a una de las 622 amantes furtivas que tuvo Florentino Ariza la llamó Ausencia Santander en reconocimiento al único ganador en 4 ocasiones de la Canción Inédita del Festival Vallenato.Igual se lee en su ‘Vivir para contarla’: “…Entre Valledupar y La Paz hice mi cosecha grande en menos de una semana y regresé a Barranquilla con la emoción de haber estado en el único lugar del mundo que de veras entendía…”.
Hasta aquí las referencias de las expresiones de Gabito sobre su identidad con la música vallenata tradicional y sus actores. Veamos ahora algunas de las opiniones de reconocidos escritores sobre la influencia del vallenato, y sus visitas a esta región, en su obra. Gerald Martin escribe: “La verdadera región en torno al pueblo literario de Macondo es la zona norte del antiguo departamento del Magdalena, que va de Santa Marta a La Guajira, por Aracataca y Valledupar…”, y: “Llegaría al extremo de decir que de su encuentro con el género vallenato y los músicos que lo creaban nació en realidad la idea de la forma narrativa de ‘Cien años de soledad’”.
Wlliam Ospina expresa: “García Márquez recorrió palmo a palmo estos lugares y tomó abundantes notas, consciente de que estaba desenterrando las raíces más profundas de sí mismo y de su obra futura…”. Igual escribe: “Pronto se dio cuenta de que la experiencia del viaje excedía el marco de un simple reportaje… y la dejó como material literario para ‘La casa’”. Este (La casa) era el título inicial de ‘Cien años de soledad’.
Ospina también escribió: “…Esto fue lo que más lo cautivó de La Paz: que en un pueblo de apacibles agricultores se encontrara la mata de la música vallenata en su estado natural”
Todas estas citas de y sobre Gabriel García Márquez con el fin de hacer tomar conciencia de que el eje central de la promoción turística para Valledupar, y sus alrededores, debe estar primordialmente enriquecida con el mensaje de ser el epicentro de la cultura y la música vallenata tradicional, acompañada con sus leyendas y sus juglares. Es claro que el mensaje es que Valledupar es territorio de ‘Macondo’, significación que debe ser aprovechada internacionalmente para lograr convertirnos en destino turístico preferente.
Intenté venderle esta idea a Freddy Socarrás, en su Alcaldía, sin tener receptividad. En la formulación del PES para MinCultura y la Unesco, incluimos algunas referencias sobre el particular, que a la postre fueron definitivas para el reconocimiento de la música vallenata tradicional en el orden internacional; si bien recuerdan, una semana antes de la Convención de la Unesco, hubo un concepto negativo de la Comisión Evaluadora, que fue derrotada en la Convención porque no era posible negar el reconocimiento a una manifestación inspiradora de la obra magna de un Nobel de Literatura.
También en el documento ‘Valledupar, capital mundial del vallenato’, formulado por la Corporación Clúster de la Cultura y la Música Vallenata, hacemos ver que el corregimiento de La Mina pudiera ser la inspiración del primer párrafo de ‘Cien años de soledad’.
Hay suficientes documentos que referencian las potencialidades turísticas de la región, sin que haya voluntad política suficiente para fortalecer la infraestructura física y la promoción de nuestro patrimonio cultural. En el año 2010 se formularon el ‘Plan Sectorial de Turismo del Cesar’ y el ‘Estudio de Mejoramiento de la Competitividad de los Prestadores de Servicios Turísticos en Valledupar’. En el año 2012 formulamos ‘Valledupar, Capital Mundial del Vallenato’, en el que presentamos los sitios claves para construir varios “Paradores Turísticos” aprovechando el programa del MinCIT para tal efecto; no hubo gestión sobre el particular. En el año 2015 formulé para el Área Metropolitana ‘Ruta de Juglares’, documento en el que se da importancia al turismo cultural.
Lo más reciente, en el 2018, se presentó el ‘Plan Sectorial de Turismo de Valledupar’, el cual no ha tenido suficiente socialización ni implementación.
Seguimos insistiendo en la necesidad imperativa de vender a Valledupar y sus alrededores como territorio de Macondo, pleno de realismo mágico, enriquecido con la narrativa cantada de su música vallenata tradicional, sus juglares y leyendas.
Por Carlos Llanos Díazgranados.
La verdadera vocación se construye a partir del fortalecimiento de las potencialidades con que contamos: es decir, convirtiendo las ventajas comparativas, materiales e inmateriales, en ventajas competitivas. El sector del turismo cultural tiene todas las características para estructurarlo como nuestra verdadera vocación.
Hace algunos días, como es su costumbre, el editorialista de EL PILÓN se nos vino con otro más de los temas que debemos abordar para bien del ejercicio de proyección del desarrollo endógeno. En esta ocasión intentaré responder la pregunta que titula su escrito: “¿Cuál es nuestro turismo?”.
En repetidas oportunidades, he expresado la diferencia que debemos tener en cuenta entre los conceptos tradición y vocación. La tradición hace parte de la historia y las costumbres en que esta se desarrolla. La vocación es el resultado del aprovechamiento de las potencialidades que nos ofrece el entorno. Esta conceptualización para entender que la actividad agropecuaria, que equivocadamente hemos llamado “vocación”, en todo el tiempo que le hemos dedicado, es realmente una tradición, ya que, en esta región, no se cuenta con elementos, estructurales ni ambientales, para su desarrollo y garantías de permanencia.
La verdadera vocación se construye a partir del fortalecimiento de las potencialidades con que contamos: es decir, convirtiendo las ventajas comparativas, materiales e inmateriales, en ventajas competitivas. El sector del turismo cultural tiene todas las características para estructurarlo como nuestra verdadera vocación. Bien se refiere el editorialista a este sector como un elemento diferenciador frente al turismo de playa, de la costa Caribe colombiana, que bien pudiera incluirse a Valledupar como atractivo turístico a los usuarios de estos destinos; como ejemplo de posibilidad real, aquellos que del interior del país visitan a Mompox pasan una noche en Valledupar, municipio que está a la misma distancia que de Valledupar a Santa Marta.
Recuerdo a un asesor del MinCIT, en una charla de actualización, quien respondía a la diversidad de posibilidades planteadas sobre diferentes productos turísticos, sugiriéndonos que no nos distrajéramos en promocionar actividades diferentes al turismo cultural, ya que en todo el mundo hay destinos turísticos para diferentes tipos de actividades, pero Valledupar y sus alrededores es el único destino en el mundo que cuenta con la cultura vallenata, jalonada por su música y sus leyendas; decía el asesor que las demás actividades se fortalecerían como ofertas colaterales del atractivo principal.
Sobra decir que respaldo esta apreciación, teniendo en cuenta que a pesar de contar con estudios suficientes sobre el “qué hacer” para fortalecer la infraestructura física y de servicios turísticos, seguimos sin encontrar el “cómo hacerlo”. El único respaldo real que tenemos es el posicionamiento nacional e internacional que tiene nuestra música, sus juglares y sus leyendas, que responden al “no sé qué tiene el acordeón de comunicativo, que cuando lo oímos se nos arruga el sentimiento”, en palabras de Gabriel García Márquez, en su segunda columna periodística de El Universal de Cartagena, que a sus 21 años titulaba ‘Punto y aparte’.
No es ningún secreto la gran dimensión internacional de su obra que, según él, tiene gran parte de inspiración en la forma de narrar los cantos vallenatos tradicionales cuando expresa: “Esta música y mis novelas son tejidas con la misma hebra”. Igual cuando muy niño vio el primer acordeonero: “…Para mí fue una revelación cómo se podían contar historias cantadas, cómo se podía saber de otros mundos y de otra gente a través de una canción. Después descubrí la literatura y me di cuenta que el procedimiento es el mismo…”. De todos es sabido de las citas de Francisco el Hombre y de Rafael Escalona en su magna obra literaria, las cuales corrobora con su frase: “…Yo mismo, más en serio que en broma, he dicho que ‘Cien años de soledad’ es un vallenato de 400 páginas…”, y aquella que descubre la grandeza narrativa del maestro Escalona: “…Ese pendejo recoge en cuatro versos lo que yo cuento en un libro…”.
No podemos dejar de citar su homenaje a Leandro Díaz en el epígrafe de ‘El amor en los tiempos del cólera’: “En adelanto van estos lugares: ya tienen su diosa coronada…”, y en las páginas centrales del mismo libro, a una de las 622 amantes furtivas que tuvo Florentino Ariza la llamó Ausencia Santander en reconocimiento al único ganador en 4 ocasiones de la Canción Inédita del Festival Vallenato.Igual se lee en su ‘Vivir para contarla’: “…Entre Valledupar y La Paz hice mi cosecha grande en menos de una semana y regresé a Barranquilla con la emoción de haber estado en el único lugar del mundo que de veras entendía…”.
Hasta aquí las referencias de las expresiones de Gabito sobre su identidad con la música vallenata tradicional y sus actores. Veamos ahora algunas de las opiniones de reconocidos escritores sobre la influencia del vallenato, y sus visitas a esta región, en su obra. Gerald Martin escribe: “La verdadera región en torno al pueblo literario de Macondo es la zona norte del antiguo departamento del Magdalena, que va de Santa Marta a La Guajira, por Aracataca y Valledupar…”, y: “Llegaría al extremo de decir que de su encuentro con el género vallenato y los músicos que lo creaban nació en realidad la idea de la forma narrativa de ‘Cien años de soledad’”.
Wlliam Ospina expresa: “García Márquez recorrió palmo a palmo estos lugares y tomó abundantes notas, consciente de que estaba desenterrando las raíces más profundas de sí mismo y de su obra futura…”. Igual escribe: “Pronto se dio cuenta de que la experiencia del viaje excedía el marco de un simple reportaje… y la dejó como material literario para ‘La casa’”. Este (La casa) era el título inicial de ‘Cien años de soledad’.
Ospina también escribió: “…Esto fue lo que más lo cautivó de La Paz: que en un pueblo de apacibles agricultores se encontrara la mata de la música vallenata en su estado natural”
Todas estas citas de y sobre Gabriel García Márquez con el fin de hacer tomar conciencia de que el eje central de la promoción turística para Valledupar, y sus alrededores, debe estar primordialmente enriquecida con el mensaje de ser el epicentro de la cultura y la música vallenata tradicional, acompañada con sus leyendas y sus juglares. Es claro que el mensaje es que Valledupar es territorio de ‘Macondo’, significación que debe ser aprovechada internacionalmente para lograr convertirnos en destino turístico preferente.
Intenté venderle esta idea a Freddy Socarrás, en su Alcaldía, sin tener receptividad. En la formulación del PES para MinCultura y la Unesco, incluimos algunas referencias sobre el particular, que a la postre fueron definitivas para el reconocimiento de la música vallenata tradicional en el orden internacional; si bien recuerdan, una semana antes de la Convención de la Unesco, hubo un concepto negativo de la Comisión Evaluadora, que fue derrotada en la Convención porque no era posible negar el reconocimiento a una manifestación inspiradora de la obra magna de un Nobel de Literatura.
También en el documento ‘Valledupar, capital mundial del vallenato’, formulado por la Corporación Clúster de la Cultura y la Música Vallenata, hacemos ver que el corregimiento de La Mina pudiera ser la inspiración del primer párrafo de ‘Cien años de soledad’.
Hay suficientes documentos que referencian las potencialidades turísticas de la región, sin que haya voluntad política suficiente para fortalecer la infraestructura física y la promoción de nuestro patrimonio cultural. En el año 2010 se formularon el ‘Plan Sectorial de Turismo del Cesar’ y el ‘Estudio de Mejoramiento de la Competitividad de los Prestadores de Servicios Turísticos en Valledupar’. En el año 2012 formulamos ‘Valledupar, Capital Mundial del Vallenato’, en el que presentamos los sitios claves para construir varios “Paradores Turísticos” aprovechando el programa del MinCIT para tal efecto; no hubo gestión sobre el particular. En el año 2015 formulé para el Área Metropolitana ‘Ruta de Juglares’, documento en el que se da importancia al turismo cultural.
Lo más reciente, en el 2018, se presentó el ‘Plan Sectorial de Turismo de Valledupar’, el cual no ha tenido suficiente socialización ni implementación.
Seguimos insistiendo en la necesidad imperativa de vender a Valledupar y sus alrededores como territorio de Macondo, pleno de realismo mágico, enriquecido con la narrativa cantada de su música vallenata tradicional, sus juglares y leyendas.
Por Carlos Llanos Díazgranados.