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Leer es nuestro cuento - 5 agosto, 2019

Cocinero de buen corazón

Hace muchos años en un pequeño pueblo vivía un joven cocinero llamado Jesser. Su sueño era cocinar para la realeza sus deliciosas recetas. Un día partió en su caballo tirando una carretilla con 40 platillos a presentarlos al rey.

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Kevinly Sánchez Castro

Hace muchos años en un pequeño pueblo vivía un joven cocinero llamado Jesser.  Su sueño era cocinar para la realeza sus deliciosas recetas. Un día partió en su caballo tirando una carretilla con 40 platillos a presentarlos al rey.

Al llegar, los soldados permitieron su entrada. Su majestad –dijo- haciendo una reverencia. – Soy Jesser Craner, cocinero, y vengo a ofrecerle mis mejores platillos para que pueda degustarlos.

El rey probó y dijo -no están nada mal, pero no es comida digna para este palacio, así que toma tus cosas y vete.

-Pero rey, yo… -Desconcertado salió, tiró la comida y regresó al pueblo. Durante una semana iba y venía con la misma respuesta; por más que se esforzaba el rey no parecía cambiar de opinión. Jesser intento una vez más.. Y a diferencia de los anteriores viajes tomó un descanso a mitad de camino. Allí vio un niño de  rostro sucio al igual que su ropa, quien le brindó de su  trozo de carne que encontró en la basura.

No te molestes, –respondió el cocinero con asco por la falta de higiene del niño. Éste sonriente respondió: -no todos tienen la suerte de encontrarse un  pedazo de carne en la basura. De alguna manera el niño había logrado hacer sentir mal al cocinero, quien se arrepintió de haber tirado muchas veces la comida a la basura, sintió que era una mala persona y sus ojos de humedecieron. El joven tenía un objetivo, ser grande, pero ¿De qué le serviría si por dentro era pequeño su corazón? Una lágrima asomó.

Tenga, creo que sí lo necesita – le tendió el trozo de carne nuevamente el niño.

¡Tengo una mejor idea! –  dijo el cocinero. Escucha.

El niño escuchó atentamente. Luego dio un chiflido y al instante otros sucios y  hambrientos como él, habitantes de la calle, se sentaron a disfrutar los platillos preparados para el rey. El joven cocinero se encontraba satisfecho viendo como todos  le agradecían con una sonrisa.

Jesser entendió que no es hacer el recorrido sino el cómo lo haces. Él no se había detenido a ser solidario con los que lo rodeaban, así que tal vez no sería el cocinero del rey, pero sí “El cocinero de buen corazón”.

Por: Kevinly Sánchez Castro – I. E. Tecnico José Celestino Mutis

Leer es nuestro cuento
5 agosto, 2019

Cocinero de buen corazón

Hace muchos años en un pequeño pueblo vivía un joven cocinero llamado Jesser. Su sueño era cocinar para la realeza sus deliciosas recetas. Un día partió en su caballo tirando una carretilla con 40 platillos a presentarlos al rey.


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Kevinly Sánchez Castro

Hace muchos años en un pequeño pueblo vivía un joven cocinero llamado Jesser.  Su sueño era cocinar para la realeza sus deliciosas recetas. Un día partió en su caballo tirando una carretilla con 40 platillos a presentarlos al rey.

Al llegar, los soldados permitieron su entrada. Su majestad –dijo- haciendo una reverencia. – Soy Jesser Craner, cocinero, y vengo a ofrecerle mis mejores platillos para que pueda degustarlos.

El rey probó y dijo -no están nada mal, pero no es comida digna para este palacio, así que toma tus cosas y vete.

-Pero rey, yo… -Desconcertado salió, tiró la comida y regresó al pueblo. Durante una semana iba y venía con la misma respuesta; por más que se esforzaba el rey no parecía cambiar de opinión. Jesser intento una vez más.. Y a diferencia de los anteriores viajes tomó un descanso a mitad de camino. Allí vio un niño de  rostro sucio al igual que su ropa, quien le brindó de su  trozo de carne que encontró en la basura.

No te molestes, –respondió el cocinero con asco por la falta de higiene del niño. Éste sonriente respondió: -no todos tienen la suerte de encontrarse un  pedazo de carne en la basura. De alguna manera el niño había logrado hacer sentir mal al cocinero, quien se arrepintió de haber tirado muchas veces la comida a la basura, sintió que era una mala persona y sus ojos de humedecieron. El joven tenía un objetivo, ser grande, pero ¿De qué le serviría si por dentro era pequeño su corazón? Una lágrima asomó.

Tenga, creo que sí lo necesita – le tendió el trozo de carne nuevamente el niño.

¡Tengo una mejor idea! –  dijo el cocinero. Escucha.

El niño escuchó atentamente. Luego dio un chiflido y al instante otros sucios y  hambrientos como él, habitantes de la calle, se sentaron a disfrutar los platillos preparados para el rey. El joven cocinero se encontraba satisfecho viendo como todos  le agradecían con una sonrisa.

Jesser entendió que no es hacer el recorrido sino el cómo lo haces. Él no se había detenido a ser solidario con los que lo rodeaban, así que tal vez no sería el cocinero del rey, pero sí “El cocinero de buen corazón”.

Por: Kevinly Sánchez Castro – I. E. Tecnico José Celestino Mutis