Una invasión que está en proceso de formalización como barrio, donde sus habitantes luchan todos los días por sobrevivir en medio de muchas dificultades.
Los Guasimales, ubicado en el noroccidente de Valledupar, es uno de los sectores que entró al Plan de Ordenamiento Territorial, POT, hace menos de un año. Esta zona necesita que la administración municipal haga presencia con buenas obras de inversión social para que sus habitantes puedan superar la pobreza que los consume ante tanto abandono y olvido estatal.
Un 30 de noviembre, hace siete años, un grupo de familias carente de un techo propio invadió los terrenos y desde entonces, a pesar de las necesidades, buscan sobrevivir en medio de la ilegalidad porque aún no han escriturado los predios.
Cuando las familias llegaron a ocupar los suelos en donde construyeron sus humildes ranchos de tablas, cartón, plástico verde y zinc, los árboles de guácimo eran los que refrescaban el ambiente y por eso el nombre del barrio.
“Acá se nos presentan muchas dificultades con la falta de energía, agua, alcantarillado, alumbrado público y escenarios deportivos”, dijo Yeiner Fernando Ardila, un habitante del sector.
Una de las peticiones más urgentes que hacen las casi 500 personas que residen en Los Guasimales, es la legalización de los servicios públicos, ya que son precarios y desmejoran su calidad de vida.
La mayor parte de las viviendas no cuentan con servicio de alcantarillado, la energía la adquieren de manera artesanal, troncos de aspecto inestable hacen las veces de postes de energía y alumbrado público representando un eminente peligro para esta comunidad.
Las condiciones de pobreza extrema y la falta de oportunidades laborales hacen que muchos de sus habitantes se rebusquen la vida en las calles del centro de Valledupar, como vendedores ambulantes, empleadas domésticas y pequeños negocios dentro del mismo sector.
Montar una tienda en la sala de sus casas también ha sido opción para recibir ingresos y alimentar a sus familias, son negocios pequeños pero todos ofrecen lo necesario para la preparación de las comidas y llevar algo al estómago.
Este sector sufre por la estigmatización al ser catalogado como peligroso e inseguro, por lo que sus pobladores se defienden y aseguran que “solo es un grupo de jóvenes los que han sembrado el terror en el barrio y que por eso no deberían juzgarlos a todos”.
Al recorrer las calles de esta comunidad me encontré con gente muy amable, acogedora y habida de soluciones y proyectos para el desarrollo socioeconómico.
Don Pilo
Una invasión que está en proceso de formalización como barrio, donde sus habitantes luchan todos los días por sobrevivir en medio de muchas dificultades.
Los Guasimales, ubicado en el noroccidente de Valledupar, es uno de los sectores que entró al Plan de Ordenamiento Territorial, POT, hace menos de un año. Esta zona necesita que la administración municipal haga presencia con buenas obras de inversión social para que sus habitantes puedan superar la pobreza que los consume ante tanto abandono y olvido estatal.
Un 30 de noviembre, hace siete años, un grupo de familias carente de un techo propio invadió los terrenos y desde entonces, a pesar de las necesidades, buscan sobrevivir en medio de la ilegalidad porque aún no han escriturado los predios.
Cuando las familias llegaron a ocupar los suelos en donde construyeron sus humildes ranchos de tablas, cartón, plástico verde y zinc, los árboles de guácimo eran los que refrescaban el ambiente y por eso el nombre del barrio.
“Acá se nos presentan muchas dificultades con la falta de energía, agua, alcantarillado, alumbrado público y escenarios deportivos”, dijo Yeiner Fernando Ardila, un habitante del sector.
Una de las peticiones más urgentes que hacen las casi 500 personas que residen en Los Guasimales, es la legalización de los servicios públicos, ya que son precarios y desmejoran su calidad de vida.
La mayor parte de las viviendas no cuentan con servicio de alcantarillado, la energía la adquieren de manera artesanal, troncos de aspecto inestable hacen las veces de postes de energía y alumbrado público representando un eminente peligro para esta comunidad.
Las condiciones de pobreza extrema y la falta de oportunidades laborales hacen que muchos de sus habitantes se rebusquen la vida en las calles del centro de Valledupar, como vendedores ambulantes, empleadas domésticas y pequeños negocios dentro del mismo sector.
Montar una tienda en la sala de sus casas también ha sido opción para recibir ingresos y alimentar a sus familias, son negocios pequeños pero todos ofrecen lo necesario para la preparación de las comidas y llevar algo al estómago.
Este sector sufre por la estigmatización al ser catalogado como peligroso e inseguro, por lo que sus pobladores se defienden y aseguran que “solo es un grupo de jóvenes los que han sembrado el terror en el barrio y que por eso no deberían juzgarlos a todos”.
Al recorrer las calles de esta comunidad me encontré con gente muy amable, acogedora y habida de soluciones y proyectos para el desarrollo socioeconómico.
Don Pilo