La buena energía que irradia este hombre es quizás la prueba fehaciente de una vida tranquila que hoy le facilita tener lucidez para recordar cada momento de su vida.
La edad no fue un obstáculo para Tomás Rafael Maestre Ochoa, quien a sus 93 años recibió su título como bachiller en el Instituto Técnico Industrial Pedro Castro Monsalve, Instpecam, bajo la modalidad de honoris causa.
Este vallenato de nacimiento, a pesar su avanzada edad, aún mantiene intacta su memoria y con una alegría inminente en su rostro cuenta cómo fue su paso por la vida académica.
Cuando Tomás era un adolescente, en 1940, fue enviado a trabajar durante un año al campo, interrumpiendo sus estudios de colegio, pero su interés por prepararse académicamente lo llevaron a retomar rápidamente a las aulas al enterarse de un concurso de becas que brindaba la escuela de Artes y Oficios, hoy en día renombrada como Instpecam, en la cual salió beneficiado.
Gracias a su disciplina, aquel muchacho inquieto con la lectura pasó de cursar cuarto de primaria a sexto de bachillerato en dicha escuela y fue allí donde realizó sus cuatro años como bachiller.
Por distintas circunstancias de la vida no pudo continuar estudiando, pero su paso por la institución educativa le brindó las herramientas para desempeñarse como herrero; siendo experto en herrería y ajuste, trabajó en diferentes talleres para obtener el sustento diario.
“Trabajé la herraría un buen tiempo y la soldadura. Tuve mi propio taller, pero antes de eso fui empleado de un almacén de textiles; siempre me gustó trabajar”, dijo Tomás.
Sin embargo, este longevo, de caminar titubeante pero de sonrisa permanente que mantiene fresco su sentido del humor, contó lo mucho que le hubiese gustado ser profesional en la carrera de arquitectura o veterinaria.
“A mí me hubiese gustado ir a la universidad, pero mi papá pobrecito, le daba a uno hasta donde podía. Anteriormente no era tan sencillo ingresar a una universidad, al menos no sin el suficiente dinero, razón por la que empecé a trabajar desde muy joven”, contó el recién graduado.
Después de tantos años dedicados a la vida laboral, le costó mucho reingresar al sistema educativo y aunque consiguió aprobar las materias de bachillerato hace más de 40 años, nunca obtuvo el diploma formal de parte del colegio que había tenido que abandonar para ir a trabajar como herrero.
Pero hoy, gracias a la gestión de Breiner Maestre, uno de sus ocho hijos, recibió su título en una ceremonia formal acompañado de más de 100 jóvenes y sus seres queridos. Así que con toga, birrete y una gran felicidad, Tomás posó para su mejor momento, la entrega de su diploma.
“Estoy agradecido por recibir este título a honoris causa a mi avanzada edad y con mi hijo por esmerarse al querer que yo disfrute de este momento. Ya no tenía en mente recibirlo, pero que dicha para mí lograrlo. Este es mi aguinaldo”, manifestó el hombre entre risas que contagian.
Todos los hijos de Tomás son profesionales, Breiner por su parte es un Contador Público y agradece al hombre que lo trajo al mundo porque siempre le inculcó el amor por los estudios, luchando incansablemente por brindarle la oportunidad que el no tuvo cuando joven: ir a la universidad.
“Para mí es una gran satisfacción que mi padre primero esté consiente, que esté en este mundo aun pensante, y segundo que este año haya alcanzado el escaño de poderse graduar como bachiller. Hice el trámite porque considero que mi padre se merece vivir este momento, siempre fue un hombre que nos inculcó no solo el amor, sino la necesidad de ser personas preparadas y capacitadas”, señaló Breiner Maestre.
Su esposa, Amada Rosa Ramos, con quien tuvo cinco de sus ocho hijos, ha sido la mujer que lo acompañó en los buenos y malos momentos de su vida, razón por la que siente como suyo también este homenaje encabezado inicialmente por su hijo.
Con su contextura sencilla y sus ojos ya tornando a un azul muy tenue, manifestó que le agradece a Dios no tanto la dureza de su cuerpo, sino por la claridad en su mente que no le ha fallado gracias a Él.
Tomás vive en una acogedora casa de uno de los barrios más tradicionales de la capital del vallenato, San Joaquín, desde que se entra a su vivienda se respira un ambiente cálido y tranquilo, sin muchos lujos pero que deja entrever el esfuerzo de una familia pujante y de buenos valores.
“Estoy agradecido por recibir este título a honor y causa a mi avanzada edad y con mi hijo por esmerarse al querer que yo disfrute de este momento. Ya no tenía en mente recibirlo pero que dicha para mí lograrlo. Este es mi aguinaldo”: Tomás Rafael Maestre Ochoa.
Con su contextura sencilla y sus ojos ya tornando a un azul muy tenue manifiesta que le agradece a Dios no tanto la dureza de su cuerpo sino por la claridad en su mente que no le ha fallado gracias a Él.
Por Jennifer Polo / EL PILÓN
La buena energía que irradia este hombre es quizás la prueba fehaciente de una vida tranquila que hoy le facilita tener lucidez para recordar cada momento de su vida.
La edad no fue un obstáculo para Tomás Rafael Maestre Ochoa, quien a sus 93 años recibió su título como bachiller en el Instituto Técnico Industrial Pedro Castro Monsalve, Instpecam, bajo la modalidad de honoris causa.
Este vallenato de nacimiento, a pesar su avanzada edad, aún mantiene intacta su memoria y con una alegría inminente en su rostro cuenta cómo fue su paso por la vida académica.
Cuando Tomás era un adolescente, en 1940, fue enviado a trabajar durante un año al campo, interrumpiendo sus estudios de colegio, pero su interés por prepararse académicamente lo llevaron a retomar rápidamente a las aulas al enterarse de un concurso de becas que brindaba la escuela de Artes y Oficios, hoy en día renombrada como Instpecam, en la cual salió beneficiado.
Gracias a su disciplina, aquel muchacho inquieto con la lectura pasó de cursar cuarto de primaria a sexto de bachillerato en dicha escuela y fue allí donde realizó sus cuatro años como bachiller.
Por distintas circunstancias de la vida no pudo continuar estudiando, pero su paso por la institución educativa le brindó las herramientas para desempeñarse como herrero; siendo experto en herrería y ajuste, trabajó en diferentes talleres para obtener el sustento diario.
“Trabajé la herraría un buen tiempo y la soldadura. Tuve mi propio taller, pero antes de eso fui empleado de un almacén de textiles; siempre me gustó trabajar”, dijo Tomás.
Sin embargo, este longevo, de caminar titubeante pero de sonrisa permanente que mantiene fresco su sentido del humor, contó lo mucho que le hubiese gustado ser profesional en la carrera de arquitectura o veterinaria.
“A mí me hubiese gustado ir a la universidad, pero mi papá pobrecito, le daba a uno hasta donde podía. Anteriormente no era tan sencillo ingresar a una universidad, al menos no sin el suficiente dinero, razón por la que empecé a trabajar desde muy joven”, contó el recién graduado.
Después de tantos años dedicados a la vida laboral, le costó mucho reingresar al sistema educativo y aunque consiguió aprobar las materias de bachillerato hace más de 40 años, nunca obtuvo el diploma formal de parte del colegio que había tenido que abandonar para ir a trabajar como herrero.
Pero hoy, gracias a la gestión de Breiner Maestre, uno de sus ocho hijos, recibió su título en una ceremonia formal acompañado de más de 100 jóvenes y sus seres queridos. Así que con toga, birrete y una gran felicidad, Tomás posó para su mejor momento, la entrega de su diploma.
“Estoy agradecido por recibir este título a honoris causa a mi avanzada edad y con mi hijo por esmerarse al querer que yo disfrute de este momento. Ya no tenía en mente recibirlo, pero que dicha para mí lograrlo. Este es mi aguinaldo”, manifestó el hombre entre risas que contagian.
Todos los hijos de Tomás son profesionales, Breiner por su parte es un Contador Público y agradece al hombre que lo trajo al mundo porque siempre le inculcó el amor por los estudios, luchando incansablemente por brindarle la oportunidad que el no tuvo cuando joven: ir a la universidad.
“Para mí es una gran satisfacción que mi padre primero esté consiente, que esté en este mundo aun pensante, y segundo que este año haya alcanzado el escaño de poderse graduar como bachiller. Hice el trámite porque considero que mi padre se merece vivir este momento, siempre fue un hombre que nos inculcó no solo el amor, sino la necesidad de ser personas preparadas y capacitadas”, señaló Breiner Maestre.
Su esposa, Amada Rosa Ramos, con quien tuvo cinco de sus ocho hijos, ha sido la mujer que lo acompañó en los buenos y malos momentos de su vida, razón por la que siente como suyo también este homenaje encabezado inicialmente por su hijo.
Con su contextura sencilla y sus ojos ya tornando a un azul muy tenue, manifestó que le agradece a Dios no tanto la dureza de su cuerpo, sino por la claridad en su mente que no le ha fallado gracias a Él.
Tomás vive en una acogedora casa de uno de los barrios más tradicionales de la capital del vallenato, San Joaquín, desde que se entra a su vivienda se respira un ambiente cálido y tranquilo, sin muchos lujos pero que deja entrever el esfuerzo de una familia pujante y de buenos valores.
“Estoy agradecido por recibir este título a honor y causa a mi avanzada edad y con mi hijo por esmerarse al querer que yo disfrute de este momento. Ya no tenía en mente recibirlo pero que dicha para mí lograrlo. Este es mi aguinaldo”: Tomás Rafael Maestre Ochoa.
Con su contextura sencilla y sus ojos ya tornando a un azul muy tenue manifiesta que le agradece a Dios no tanto la dureza de su cuerpo sino por la claridad en su mente que no le ha fallado gracias a Él.
Por Jennifer Polo / EL PILÓN