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Cultura - 11 junio, 2016

Rafael Orozco Maestre: un eterno enamorado del amor

Rafael Orozco, símbolo de la melodía vallenata, fue el más tierno cantor de cantores, el eterno ensoñador de la esperanza, la nobleza, y quien hizo vibrar con su canto los momentos de amor de muchos seguidores que aún lo recuerdan.

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Un ‘Eterno Enamorado’, eso es lo que fue Rafael José Orozco Maestre durante toda su vida. Prueba irrefutable de ello es la estrofa que dice:

“Yo no sé, que pasará,
ay Amor si tú no estás.
Yo soy un hombre feliz,
y esto te lo debo a ti,
yo qué más puedo pedir”.

El segmento anterior hace parte de la canción ‘Sólo para ti’, dedicada a su amada esposa Clara Elena Cabello Sarmiento, con quien se casó en Barranquilla el viernes cinco de marzo de 1976.
Sólo un año antes, había grabado su primer larga duración con ‘El Comandante’ Emilio Oviedo Corrales, acetato donde sobresalió el tema ‘Cariñito de mi vida’, de la autoría del siempre recordado Diomedes Díaz Maestre, canción que mantiene una vigencia dentro del cancionero romántico vallenato.

Talento especial
Hay que señalar que Rafael Orozco fue dotado por la Divina Providencia con una modulación sentida y natural en su voz, gracias a ello se dio a conocer como una alternativa moderna del canto vallenato, consolidando su propio estilo, muy diferente al que en esos momentos se imponía en el gusto de los seguidores del vallenato clásico.

En la ciudad de Barranquilla, de manera casual, y también atraído ‘El Pollo Irra’ por esa voz sui generis de ‘Rafa’, con motivo del cumpleaños de Mario Ceballos Araújo, tocaron juntos por primera vez los dos jóvenes que se identificaron musicalmente desde el primer momento. Dos meses después, se cristalizó el nacimiento de la agrupación ‘El Binomio de Oro’, en la celebración del cumpleaños del compositor Lenín Bueno Suárez, en el año 1976.

Su primer trabajo discográfico acompañado por el villanuevero Israel Romero Ospino fue el escenario para imponer éxitos como ‘La creciente’ de Hernando Marín Lacouture, ‘Momentos de Amor’ de Fernando Meneses y ‘La gustadera’ de Alberto ‘Beto’ Murgas.

Sus hijas y el Junior, grandes pasiones
Kelly Johana, Wendy y Loraine, los tres grandes amores que ‘Rafa’ Orozco reiteró en todos los confines de la Región Caribe, y en el resto del país, gracias a los cariñosos saludos que el ídolo de las multitudes le regaló a sus hijas en los trabajos musicales que grabó al lado de su compadre Israel.

Como buen costeño, el cantante nacido en Becerril fue hincha furibundo del glorioso Junior de ‘Curramba’, equipo al que consideraba su segunda gran pasión. Normalmente, ‘Rafa’ era el promotor de encuentros deportivos en las ciudades donde se presentaba con la agrupación que lideraba al lado de Israel Romero. En la mayoría de esos partidos, ‘Rafa’ Orozco lucía con singular orgullo la camiseta rojiblanca autografiada por jugadores del equipo tiburón.

Ídolo eterno
Rafael José Orozco Maestre tuvo la muerte terrenal el 11 de junio de 1992, hecho trágico ocurrido en la puerta de su casa en Barranquilla durante la celebración de los 15 años de su hija mayor, Kelly Johana, surgiendo la particularidad de que al igual que Diomedes Díaz Maestre, sus talentos son insustituibles, porque cada uno creó su estilo particular, que no le copiaron a nadie y que dejó huella entre los demás mortales.

Unas líneas para recordar a ‘Rafa’, al hombre que la vida premió al darle una voz que alegró a sus seguidores y a los amantes de la música vallenata, persona sencilla a quien conocí en ‘Curramba’ en el año 1977, a quien siempre vi alegre y con una mamadera de gallo permanente.

Veinticuatro años después, recuerdo de manera particular lo que me repetía constantemente, y que según Él fue lo más glorioso que le sucedió en su vida de artista: pleno Festival de Orquestas en el año 1988, en el coliseo ‘Humberto Perea’ en Barranquilla, con la apoteósica acogida que tuvo el tema ‘Qué será de mí’, de la autoría de Efrén Calderón, donde una multitud esquizofrénica se mecía agitando pañuelos blancos, y coreaba los hermosos versos de la canción que rompió esquemas de preferencia entre el público seguidor de El Binomio de Oro.

El inolvidable Rafael José Orozco Maestre y su compadre Israel Romero Ospino nunca fueron simplemente el cantor y el acordeonista, fueron la declaración viva de la responsabilidad artística, la decencia del vallenato, el folclor vallenato vestido de garbo, dos artistas que lograron imponer este ritmo popular en las clases de alcurnia e influyentes del mundo.

Rafael Orozco, símbolo de la melodía vallenata, fue el más tierno cantor de cantores, el eterno ensoñador de la esperanza, la nobleza, y quien hizo vibrar con su canto los momentos de amor de muchos seguidores que aún lo recuerdan.

Por tu gracia interpretativa, por tu canto universal, por tu voz sentida y natural de los juglares de mi tierra, Muchas Gracias por siempre compadre ‘Rafa’ Orozco.

Por: Roberto Carlos Narváez Vergara
[email protected]

Cultura
11 junio, 2016

Rafael Orozco Maestre: un eterno enamorado del amor

Rafael Orozco, símbolo de la melodía vallenata, fue el más tierno cantor de cantores, el eterno ensoñador de la esperanza, la nobleza, y quien hizo vibrar con su canto los momentos de amor de muchos seguidores que aún lo recuerdan.


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Un ‘Eterno Enamorado’, eso es lo que fue Rafael José Orozco Maestre durante toda su vida. Prueba irrefutable de ello es la estrofa que dice:

“Yo no sé, que pasará,
ay Amor si tú no estás.
Yo soy un hombre feliz,
y esto te lo debo a ti,
yo qué más puedo pedir”.

El segmento anterior hace parte de la canción ‘Sólo para ti’, dedicada a su amada esposa Clara Elena Cabello Sarmiento, con quien se casó en Barranquilla el viernes cinco de marzo de 1976.
Sólo un año antes, había grabado su primer larga duración con ‘El Comandante’ Emilio Oviedo Corrales, acetato donde sobresalió el tema ‘Cariñito de mi vida’, de la autoría del siempre recordado Diomedes Díaz Maestre, canción que mantiene una vigencia dentro del cancionero romántico vallenato.

Talento especial
Hay que señalar que Rafael Orozco fue dotado por la Divina Providencia con una modulación sentida y natural en su voz, gracias a ello se dio a conocer como una alternativa moderna del canto vallenato, consolidando su propio estilo, muy diferente al que en esos momentos se imponía en el gusto de los seguidores del vallenato clásico.

En la ciudad de Barranquilla, de manera casual, y también atraído ‘El Pollo Irra’ por esa voz sui generis de ‘Rafa’, con motivo del cumpleaños de Mario Ceballos Araújo, tocaron juntos por primera vez los dos jóvenes que se identificaron musicalmente desde el primer momento. Dos meses después, se cristalizó el nacimiento de la agrupación ‘El Binomio de Oro’, en la celebración del cumpleaños del compositor Lenín Bueno Suárez, en el año 1976.

Su primer trabajo discográfico acompañado por el villanuevero Israel Romero Ospino fue el escenario para imponer éxitos como ‘La creciente’ de Hernando Marín Lacouture, ‘Momentos de Amor’ de Fernando Meneses y ‘La gustadera’ de Alberto ‘Beto’ Murgas.

Sus hijas y el Junior, grandes pasiones
Kelly Johana, Wendy y Loraine, los tres grandes amores que ‘Rafa’ Orozco reiteró en todos los confines de la Región Caribe, y en el resto del país, gracias a los cariñosos saludos que el ídolo de las multitudes le regaló a sus hijas en los trabajos musicales que grabó al lado de su compadre Israel.

Como buen costeño, el cantante nacido en Becerril fue hincha furibundo del glorioso Junior de ‘Curramba’, equipo al que consideraba su segunda gran pasión. Normalmente, ‘Rafa’ era el promotor de encuentros deportivos en las ciudades donde se presentaba con la agrupación que lideraba al lado de Israel Romero. En la mayoría de esos partidos, ‘Rafa’ Orozco lucía con singular orgullo la camiseta rojiblanca autografiada por jugadores del equipo tiburón.

Ídolo eterno
Rafael José Orozco Maestre tuvo la muerte terrenal el 11 de junio de 1992, hecho trágico ocurrido en la puerta de su casa en Barranquilla durante la celebración de los 15 años de su hija mayor, Kelly Johana, surgiendo la particularidad de que al igual que Diomedes Díaz Maestre, sus talentos son insustituibles, porque cada uno creó su estilo particular, que no le copiaron a nadie y que dejó huella entre los demás mortales.

Unas líneas para recordar a ‘Rafa’, al hombre que la vida premió al darle una voz que alegró a sus seguidores y a los amantes de la música vallenata, persona sencilla a quien conocí en ‘Curramba’ en el año 1977, a quien siempre vi alegre y con una mamadera de gallo permanente.

Veinticuatro años después, recuerdo de manera particular lo que me repetía constantemente, y que según Él fue lo más glorioso que le sucedió en su vida de artista: pleno Festival de Orquestas en el año 1988, en el coliseo ‘Humberto Perea’ en Barranquilla, con la apoteósica acogida que tuvo el tema ‘Qué será de mí’, de la autoría de Efrén Calderón, donde una multitud esquizofrénica se mecía agitando pañuelos blancos, y coreaba los hermosos versos de la canción que rompió esquemas de preferencia entre el público seguidor de El Binomio de Oro.

El inolvidable Rafael José Orozco Maestre y su compadre Israel Romero Ospino nunca fueron simplemente el cantor y el acordeonista, fueron la declaración viva de la responsabilidad artística, la decencia del vallenato, el folclor vallenato vestido de garbo, dos artistas que lograron imponer este ritmo popular en las clases de alcurnia e influyentes del mundo.

Rafael Orozco, símbolo de la melodía vallenata, fue el más tierno cantor de cantores, el eterno ensoñador de la esperanza, la nobleza, y quien hizo vibrar con su canto los momentos de amor de muchos seguidores que aún lo recuerdan.

Por tu gracia interpretativa, por tu canto universal, por tu voz sentida y natural de los juglares de mi tierra, Muchas Gracias por siempre compadre ‘Rafa’ Orozco.

Por: Roberto Carlos Narváez Vergara
[email protected]