Por estos días se realiza en Codazzi, uno de los municipios más importantes del Cesar, sus fiestas patronales de la Divina Pastora y el Encuentro Cultural de la Asociación de Profesionales de Codazzi.
Por estos días se realiza en Codazzi, uno de los municipios más importantes del Cesar, sus fiestas patronales de la Divina Pastora y el Encuentro Cultural de la Asociación de Profesionales de Codazzi.
Me ha costado reconciliar el sueño después de aquella tarde cuando escuché la frase de Napoleón Ávila Sehoane: “Antes uno moría más tranquilo que ahora, cuando Codazzi era un caserío”.
Lo dijo así de escueto, como si la muerte conociera el tiempo o los mejores momentos; pero lo dijo para significar que de aquel Codazzi cuando él nació no queda ni la sombra, porque del parque “Simón Bolívar” y los colegios insignes de su época (años 40, 60 y 70) El Buen Pastor y La Divina Pastora aledaños a la plaza principal del pueblo, se los había tragado el modernismo del cemento.
La ganadería en los años 40 y parte de los 50, solo servían para el sostenimiento de la comunidad. Los pequeños hatos fueron quedando rezagados y llegó la siembra del algodón, lo que partió en dos la historia del pueblo en donde “El Cocora” (Jaime Alvarado) un futbolista barranquillero que llegó a Codazzi por los años 60 y 70 deslumbró a todo el mundo con sus quiebres y “chalacas” futboleras.
El furor por el algodón se fue promulgando y el cultivo vislumbraba mejor porvenir para las familias del pueblo. Los terratenientes de la época le vieron mucho futuro al cultivo y empezaron a cultivar algodón.
“Sembrar algodón daba muchos lucros, las ganancias eran del carajo, muy buenas. Nosotros llegamos a sembrar hasta 400 hectáreas. La cosecha era una vez al año. Se ganaba uno muchos millones y se los gastaba en carros nuevos, viajes, parrandas, ropa y los hijos de los algodoneros estudiaban en Inglaterra, Estados Unidos, nos íbamos para Europa cada año. Uno se volvía loco cuando llegaban los millones por las cosechas algodoneras”, contó muy entusiasmado Napoleón Ávila.
“Se llegaron a sembrar hasta 100 mil hectáreas en Codazzi”, afirmó Ávila, cifra que superó todo pronóstico de siembra. Además, se convirtió el algodón en el mejor empleador. Todos los muchachos trabajaban en las desmotadoras.
De tres equipos desmotadores de algodón, se pasó rápidamente a siete equipos que fabricaban entre 90 y 110 pacas de algodón fibra por cada turno de trabajo de 12 horas. Es decir, que en cada turno en 24 horas fabricaban entre 1.400 y 1.550 pacas con un peso que oscilaba entre 220 y 240 kilos cada una.
Dinero a granel
Muchos recuerdan la época de “las vacas gordas”, cuando el gobierno creó la empresa Instituto de Fomento Agropecuario (IFA) para el desmote del algodón y años después se convirtió en Idema. Luego un grupo de algodoneros de la Costa Atlántica compró las maquinarias y nació Cenalgodón y al mismo tiempo Federalgodón, en cabeza de los dirigentes Hernán Maestre Pavajeau y Antonio Abello Roca, quienes lideraron el gremio.
En el furor de la bonanza algodonera (años 70 y principios del 80) los productores se vieron en la necesidad de crear empresas como Coral, Asocesar y Federación Nacional de Algodoneros, con el fin de tener un gremio sólido. Para la misma época llegaron a Codazzi los hermanos Sarmiento Angulo: Arturo (Ingeniero Agrónomo quien se casó con una dama de Montería) y su hermano, el médico Germán quien ejerció por muchos años la medicina en el pueblo. “Ellos compraron fincas y empezaron a sembrar algodón”, recuerdan los codacenses. Hoy es la familia más rica de Colombia y la 53 más rica del mundo.
También cuentan que “hasta los cuñados: como el doctor López y el doctor Coronado, que era gente importante del Tolima y el Huila, se vinieron para Codazzi siguiendo a los Sarmiento Angulo. Eso le sirvió mucho a Codazzi porque era gente importante del interior. También llegó el empresario Luis Peña, compró finca y sembró algodón. Luis Peña se casó con Delia una dama muy agraciada y ganadera; llegó Rómulo Vargas (fue Congresista), El Mocho Vargas y Jorge Trujillo quien terminó siendo alcalde de Codazzi, dijo Napoleón.
Al pueblo también llegó José Bolívar Mattos. Llegó a Codazzi como sastre, procedente de Manaure. Le arrendó una casa a Virginia Ávila y allí montó el negocio. Ahí conoció a Carmen Barrero de quien se enamoró y luego se casó con ella. Esta fue una de las familias más acaudaladas de la región.
La plaga
La crisis algodonera llegó en los años 80 y se afirma que la mayor causa del problema surgió porque los algodoneros nos destruían la soca (la mata de algodón, después de cosecha) y la plaga se incrementó, como pasó en México.
“Los insecticidas fueron insuficientes y nos vendían frascos muy fallos de medida, entonces las fumigaciones quedaban a media y la plaga dañaba los cultivos y luego acabó con las tierras, por el incremento de la plaga”, recordó Ramón Ávila Padró.
Era tanto el problema de los insecticidas que escaseaba y los algodoneros se vieron en la imperiosa necesidad de fumigar los cultivos con agua de jabón Fab. Los insecticidas no erradicaban las plagas (gusanos) que crecían a borbotones en los cultivos por culpa de la no destrucción de la soca. Los cultivadores se desesperaron tanto que alguien les dijo que fumigaran con jabón Fab, pero no sirvió.
“Además, se suscitó una serie de robos de los insecticidas y cada día eran más caros e inalcanzables, mientras que la plaga crecía. Nos tocaba enterrar los frascos y pimpinas de insecticidas en las fincas y las desmotadoras porque no los podíamos tener guardados. Esos químicos se demoran hasta 120 años para degradarse. Todavía están haciendo efectos, en la salud de todos”, afirman en Codazzi.
En plena bonanza algodonera, cada año en noviembre y diciembre llegaban a Codazzi entre 50 y 60 mil recolectores de algodón de todas partes del país: Tolima, Bogotá, del interior, de la Costa, Barranquilla, Bolívar, Magdalena y La Guajira.
Los pocos barrios como Primero de Mayo, El Tesoro, Buenos Aires, Machique, San José, El Instituto, Martínez Barbosa, 15 de Noviembre, El Socorro, Las Flóres, Galán, La Tranquilidad y El Obrero empezaron a llenarse de nuevos inquilinos y el pueblo empezó a desplegarse con nuevos barrios.
La marimba y el terror
Después de la bonanza algodonera se suscitó la bonanza marimbera, un gran cordón de la Serranía de Perijá fue colonizada por narcotraficantes de la región y del interior para cultivar marihuana, lo que provocó una estela de miedo, muerte y terror. Sin embargo, esta bonanza se fue a pique en pocos años.
Por los años 80, 90 y 2000 surgió la guerrilla del ELN y en Codazzi se anidó un gran número de milicianos que penetraron entodos los sectores económicos, políticos y sociales del pueblo, hasta el punto que se afirmaba que “el ELN ponía Alcalde y director del Hospital en el pueblo”.
Pero en los años 2000 comenzó a gestarse el paramilitarismo y con el nacimiento de este grupo de extrema derecha en el departamento del Cesar se comenzó una brutal persecución contra todo aquel que tenía cualquier roce con la política de izquierda, especialmente en Codazzi y pueblo aledaños.
Las consecuencias no se hicieron esperar. La primera masacre ocurrió en Codazzi, el 23 de septiembre de 1996. Un grupo de hombres llegó en varias camionetas al pueblo y casa por casa secuestró a 11 personas, a las que señalaron de ser “auxiliadores” de la guerrilla del ELN. Todo con la anuencia de la Policía y las autoridades militares y civiles. “Nadie hizo nada por detener a esos salvajes, se tomaron al pueblo, mientras la Policía y demás autoridades dormían plácidamente”, manifestaron los familiares de las víctimas.
Las víctimas de esa masacre, cuyos cuerpos aparecieron años después son: Gioberto Torres Lazcarro, Juan Martín Mendieta Arias, José Eulises Mendieta López, Robert Solano Ocaño, Esther Ospino Nisat, Edith Vergara Ramírez, Carlos José Cuello Daza, Enilda Ramos Escobar, Adolfo León Leyes Brochel, Jesús María Montejo Angarita e Isabel Rodríguez Peñaranda.
Según los testimonios de desmovilizados ante los fiscales de la Unidad de Justicia y Paz, entre ellos alias ‘Mario’, las víctimas fueron trasladadas a una hacienda de Bosconia y después de encerrarlas en una habitación de la finca, las masacraron a tiros y enterraron sus cuerpos en fosas.
También, el 16 de mayo del 2000, paramilitares irrumpieron al pueblo y asesinaron a Miguel Ángel Osorio Arellana, Luis Alberto Jaimes, Juan Carlos Villadiego Arrieta y a Euclides Corrales Martínez. El 11 de junio de 2001, también fueron asesinados por los paramilitares Edilberto Pérez Novoa, Adelina Adela Ascanio y Alfonso Cuellar Rincón y el 1 de marzo de 2002 asesinaron a Wilfran Salas Salcedo, Placida García Rico, José Brochero Cadena, César Augusto García Fuentes y a Norberto Enrique De La Cruz Payares. Todo con la indiferencia y una activa colaboración de las autoridades militares y civiles, afirman los investigadores.
Es que en Codazzi parece que han vivido las 7 pestes del pasaje bíblico. Empero, hoy se renueva con su gente hospitalaria y querendona y se muestra erguida con su gente. Los codacenses no quieren seguir viviendo esos contrastes tan abominables.
Con añoranza se recuerda la vida tranquila y sitios placenteros. El Teatro “Victoria” (1954, casa de los Agudelo) de Alfonso Ávila Quintero; el que años después se llamó teatro Tiyico en honor a un indígena Motilón que se hizo amigo de Alfonso.
El teatro se convirtió después en un club social, en la casa en donde vive hoy Alfonso Arroyo. Después fueron fundados otros como el Club Nueva Juventudes y el Club Codazzi frente a la caseta El Platanal de Tulio Suárez. En los años 50 y 60 llegaron muchos gitanos a Codazzi y proyectaban películas en la plaza Simón Bolívar y luego arrendaron un local y fundaron el teatro Internacional, el que a la postre se convirtió en abierta competencia de El Tiyico.
Con la aparición del betamax, video beam, televisión a color y luego el Internet, los teatros de Codazzi desaparecieron, porque no daban resultado económicamente.
En fin, Codazzi conserva la tradición de su gente buena y tranquila, trabajadora y hospitalaria, a pesar de las turbulencias en que se ha movido su desarrollo.
Los bajeros vs. machiqueros
En los años 40 y 50 cuando Codazzi tenía pocas calles y casas se suscitó un enfrentamiento entre dos bandos que lo integraban los muchachos del pueblo. Fueron rencillas momentáneas que a la postre nunca le hicieron daño a nadie.
Napoleón Ávila recuerda que se trataba de “Los bajeros” quienes vivían de la carrera 16 hacía abajo y “Los machiqueros” quienes residían de la carrera 16 hacía arriba (machique).
Cada fin de semana los dos bandos de muchachos se reunían para llevar a cabo pelea a puño limpio y escogían los contendores. “Codazzi era pura piedra en las calles por los años 50 y 60, y sin luz. Pero uno vivía contento, tranquilo y feliz. Era un pueblo con casas de palma, con cinco calles”, dice Napoleón Ávila, un hombre bonachón que estudió Ingeniería Química en el exterior quien fue Concejal y Personero del Municipio.
Los jefes de los de arriba eran los de la familia Paredes y los jefes de los de abajo eran dos muchachos que criaron Eustorgio López y Miguel Ávila, uno de ellos se llamaba Ismael.
Cuentan los codacenses de la época que los jefes “cuadraban” las pelear en las noches y avisaban a quién le tocaba pelear.
“Una vez me tocó pelear a mí con uno de los Corzo, pero como yo tenía un problema en el ojo sabía que el Corzo me ganaba. Entonces, en la mañana busqué a Corzo y le ofrecí un peso para que se dejara ganar o tuviera miedo. En la noche cuando me tocó el turno a mí, me llamaron y se me dio por decirle a Corzo HP. El Corzo se paró de una silla y me iba a fregar pero yo me le adelanté y le hice seña de que le iba a dar el peso y se aguantó. Entonces, como Corzo me tuvo miedo los de abajo ganamos. Eran peleas sanas, a las horas ya éramos amigos otra vez”, contó Napoleón Ávila en medio de carcajadas.
Otro día propusimos que pelearan los jefes: Paredes contra Ismael y este último le pegó una patada en los testículos a Paredes y lo privó, desde esa vez se prohibieron las peleas.
También hay personajes y habitantes que han hecho historia en Codazzi como el Teniente Martínez quien fue Alcalde del pueblo y logró erradicar la violencia; Gerardo Hoyos, quien alquilaba “paquitos” (historietas) carrera 16 esquina, en el famoso “Puente de Los Varaos”, frente al antiguo mercado viejo.
Marcos “Milo” (Marcos Fidel Gutiérrez Orozco) un guajiro sanjuanero que se casó con la sandiegana Gilma, durante más de cinco décadas vendieron milo en Codazzi. También se recuerda la zona de tolerancia llamada “La Curva”, o zona de tolerancia.
Pero también fueron creados prósperos negocios como el almacén “15 Letras” de Lucho Argote, El almacén de Amanda Gutiérrez y el de La Yundi, Ferretería Codazzi de los Correa, cacharrería Cartagena, Los Tres Hermanos (de los hermanos González quienes eran del Ecuador), La Bodeguita de los hermanos Pérez.
Es que a Codazzi llegó gente buena y mala, dicen los entrevistados y se recuerda con entusiasmo a la gente del pueblo como a Juancho Ovalle, William Mejía, los Araujo, Luis Napoleón Ariza Romero, pediatra, político. Al Médico Julio De la Hoz. Miguel Chinchía, un gran personaje de la vida práctica. Son pocos los pueblos que han tenido personajes como éste, un hombre muy inteligente a pesar de no haber estudiado nada. Cuentan que los venezolanos lo admiraban cuando llegaban a Codazzi, por sus espontaneidades. Nicolás Morales, un gran hombre, cívico, fue Notario por años. Arnaldo Contreras, docente insigne, recién fallecido.
En fin, Codazzi conserva la tradición de su gente buena y tranquila, trabajadora y hospitalaria, a pesar de las turbulencias en que se ha movido su desarrollo.
Por Aquilino Cotes Zuleta
Por estos días se realiza en Codazzi, uno de los municipios más importantes del Cesar, sus fiestas patronales de la Divina Pastora y el Encuentro Cultural de la Asociación de Profesionales de Codazzi.
Por estos días se realiza en Codazzi, uno de los municipios más importantes del Cesar, sus fiestas patronales de la Divina Pastora y el Encuentro Cultural de la Asociación de Profesionales de Codazzi.
Me ha costado reconciliar el sueño después de aquella tarde cuando escuché la frase de Napoleón Ávila Sehoane: “Antes uno moría más tranquilo que ahora, cuando Codazzi era un caserío”.
Lo dijo así de escueto, como si la muerte conociera el tiempo o los mejores momentos; pero lo dijo para significar que de aquel Codazzi cuando él nació no queda ni la sombra, porque del parque “Simón Bolívar” y los colegios insignes de su época (años 40, 60 y 70) El Buen Pastor y La Divina Pastora aledaños a la plaza principal del pueblo, se los había tragado el modernismo del cemento.
La ganadería en los años 40 y parte de los 50, solo servían para el sostenimiento de la comunidad. Los pequeños hatos fueron quedando rezagados y llegó la siembra del algodón, lo que partió en dos la historia del pueblo en donde “El Cocora” (Jaime Alvarado) un futbolista barranquillero que llegó a Codazzi por los años 60 y 70 deslumbró a todo el mundo con sus quiebres y “chalacas” futboleras.
El furor por el algodón se fue promulgando y el cultivo vislumbraba mejor porvenir para las familias del pueblo. Los terratenientes de la época le vieron mucho futuro al cultivo y empezaron a cultivar algodón.
“Sembrar algodón daba muchos lucros, las ganancias eran del carajo, muy buenas. Nosotros llegamos a sembrar hasta 400 hectáreas. La cosecha era una vez al año. Se ganaba uno muchos millones y se los gastaba en carros nuevos, viajes, parrandas, ropa y los hijos de los algodoneros estudiaban en Inglaterra, Estados Unidos, nos íbamos para Europa cada año. Uno se volvía loco cuando llegaban los millones por las cosechas algodoneras”, contó muy entusiasmado Napoleón Ávila.
“Se llegaron a sembrar hasta 100 mil hectáreas en Codazzi”, afirmó Ávila, cifra que superó todo pronóstico de siembra. Además, se convirtió el algodón en el mejor empleador. Todos los muchachos trabajaban en las desmotadoras.
De tres equipos desmotadores de algodón, se pasó rápidamente a siete equipos que fabricaban entre 90 y 110 pacas de algodón fibra por cada turno de trabajo de 12 horas. Es decir, que en cada turno en 24 horas fabricaban entre 1.400 y 1.550 pacas con un peso que oscilaba entre 220 y 240 kilos cada una.
Dinero a granel
Muchos recuerdan la época de “las vacas gordas”, cuando el gobierno creó la empresa Instituto de Fomento Agropecuario (IFA) para el desmote del algodón y años después se convirtió en Idema. Luego un grupo de algodoneros de la Costa Atlántica compró las maquinarias y nació Cenalgodón y al mismo tiempo Federalgodón, en cabeza de los dirigentes Hernán Maestre Pavajeau y Antonio Abello Roca, quienes lideraron el gremio.
En el furor de la bonanza algodonera (años 70 y principios del 80) los productores se vieron en la necesidad de crear empresas como Coral, Asocesar y Federación Nacional de Algodoneros, con el fin de tener un gremio sólido. Para la misma época llegaron a Codazzi los hermanos Sarmiento Angulo: Arturo (Ingeniero Agrónomo quien se casó con una dama de Montería) y su hermano, el médico Germán quien ejerció por muchos años la medicina en el pueblo. “Ellos compraron fincas y empezaron a sembrar algodón”, recuerdan los codacenses. Hoy es la familia más rica de Colombia y la 53 más rica del mundo.
También cuentan que “hasta los cuñados: como el doctor López y el doctor Coronado, que era gente importante del Tolima y el Huila, se vinieron para Codazzi siguiendo a los Sarmiento Angulo. Eso le sirvió mucho a Codazzi porque era gente importante del interior. También llegó el empresario Luis Peña, compró finca y sembró algodón. Luis Peña se casó con Delia una dama muy agraciada y ganadera; llegó Rómulo Vargas (fue Congresista), El Mocho Vargas y Jorge Trujillo quien terminó siendo alcalde de Codazzi, dijo Napoleón.
Al pueblo también llegó José Bolívar Mattos. Llegó a Codazzi como sastre, procedente de Manaure. Le arrendó una casa a Virginia Ávila y allí montó el negocio. Ahí conoció a Carmen Barrero de quien se enamoró y luego se casó con ella. Esta fue una de las familias más acaudaladas de la región.
La plaga
La crisis algodonera llegó en los años 80 y se afirma que la mayor causa del problema surgió porque los algodoneros nos destruían la soca (la mata de algodón, después de cosecha) y la plaga se incrementó, como pasó en México.
“Los insecticidas fueron insuficientes y nos vendían frascos muy fallos de medida, entonces las fumigaciones quedaban a media y la plaga dañaba los cultivos y luego acabó con las tierras, por el incremento de la plaga”, recordó Ramón Ávila Padró.
Era tanto el problema de los insecticidas que escaseaba y los algodoneros se vieron en la imperiosa necesidad de fumigar los cultivos con agua de jabón Fab. Los insecticidas no erradicaban las plagas (gusanos) que crecían a borbotones en los cultivos por culpa de la no destrucción de la soca. Los cultivadores se desesperaron tanto que alguien les dijo que fumigaran con jabón Fab, pero no sirvió.
“Además, se suscitó una serie de robos de los insecticidas y cada día eran más caros e inalcanzables, mientras que la plaga crecía. Nos tocaba enterrar los frascos y pimpinas de insecticidas en las fincas y las desmotadoras porque no los podíamos tener guardados. Esos químicos se demoran hasta 120 años para degradarse. Todavía están haciendo efectos, en la salud de todos”, afirman en Codazzi.
En plena bonanza algodonera, cada año en noviembre y diciembre llegaban a Codazzi entre 50 y 60 mil recolectores de algodón de todas partes del país: Tolima, Bogotá, del interior, de la Costa, Barranquilla, Bolívar, Magdalena y La Guajira.
Los pocos barrios como Primero de Mayo, El Tesoro, Buenos Aires, Machique, San José, El Instituto, Martínez Barbosa, 15 de Noviembre, El Socorro, Las Flóres, Galán, La Tranquilidad y El Obrero empezaron a llenarse de nuevos inquilinos y el pueblo empezó a desplegarse con nuevos barrios.
La marimba y el terror
Después de la bonanza algodonera se suscitó la bonanza marimbera, un gran cordón de la Serranía de Perijá fue colonizada por narcotraficantes de la región y del interior para cultivar marihuana, lo que provocó una estela de miedo, muerte y terror. Sin embargo, esta bonanza se fue a pique en pocos años.
Por los años 80, 90 y 2000 surgió la guerrilla del ELN y en Codazzi se anidó un gran número de milicianos que penetraron entodos los sectores económicos, políticos y sociales del pueblo, hasta el punto que se afirmaba que “el ELN ponía Alcalde y director del Hospital en el pueblo”.
Pero en los años 2000 comenzó a gestarse el paramilitarismo y con el nacimiento de este grupo de extrema derecha en el departamento del Cesar se comenzó una brutal persecución contra todo aquel que tenía cualquier roce con la política de izquierda, especialmente en Codazzi y pueblo aledaños.
Las consecuencias no se hicieron esperar. La primera masacre ocurrió en Codazzi, el 23 de septiembre de 1996. Un grupo de hombres llegó en varias camionetas al pueblo y casa por casa secuestró a 11 personas, a las que señalaron de ser “auxiliadores” de la guerrilla del ELN. Todo con la anuencia de la Policía y las autoridades militares y civiles. “Nadie hizo nada por detener a esos salvajes, se tomaron al pueblo, mientras la Policía y demás autoridades dormían plácidamente”, manifestaron los familiares de las víctimas.
Las víctimas de esa masacre, cuyos cuerpos aparecieron años después son: Gioberto Torres Lazcarro, Juan Martín Mendieta Arias, José Eulises Mendieta López, Robert Solano Ocaño, Esther Ospino Nisat, Edith Vergara Ramírez, Carlos José Cuello Daza, Enilda Ramos Escobar, Adolfo León Leyes Brochel, Jesús María Montejo Angarita e Isabel Rodríguez Peñaranda.
Según los testimonios de desmovilizados ante los fiscales de la Unidad de Justicia y Paz, entre ellos alias ‘Mario’, las víctimas fueron trasladadas a una hacienda de Bosconia y después de encerrarlas en una habitación de la finca, las masacraron a tiros y enterraron sus cuerpos en fosas.
También, el 16 de mayo del 2000, paramilitares irrumpieron al pueblo y asesinaron a Miguel Ángel Osorio Arellana, Luis Alberto Jaimes, Juan Carlos Villadiego Arrieta y a Euclides Corrales Martínez. El 11 de junio de 2001, también fueron asesinados por los paramilitares Edilberto Pérez Novoa, Adelina Adela Ascanio y Alfonso Cuellar Rincón y el 1 de marzo de 2002 asesinaron a Wilfran Salas Salcedo, Placida García Rico, José Brochero Cadena, César Augusto García Fuentes y a Norberto Enrique De La Cruz Payares. Todo con la indiferencia y una activa colaboración de las autoridades militares y civiles, afirman los investigadores.
Es que en Codazzi parece que han vivido las 7 pestes del pasaje bíblico. Empero, hoy se renueva con su gente hospitalaria y querendona y se muestra erguida con su gente. Los codacenses no quieren seguir viviendo esos contrastes tan abominables.
Con añoranza se recuerda la vida tranquila y sitios placenteros. El Teatro “Victoria” (1954, casa de los Agudelo) de Alfonso Ávila Quintero; el que años después se llamó teatro Tiyico en honor a un indígena Motilón que se hizo amigo de Alfonso.
El teatro se convirtió después en un club social, en la casa en donde vive hoy Alfonso Arroyo. Después fueron fundados otros como el Club Nueva Juventudes y el Club Codazzi frente a la caseta El Platanal de Tulio Suárez. En los años 50 y 60 llegaron muchos gitanos a Codazzi y proyectaban películas en la plaza Simón Bolívar y luego arrendaron un local y fundaron el teatro Internacional, el que a la postre se convirtió en abierta competencia de El Tiyico.
Con la aparición del betamax, video beam, televisión a color y luego el Internet, los teatros de Codazzi desaparecieron, porque no daban resultado económicamente.
En fin, Codazzi conserva la tradición de su gente buena y tranquila, trabajadora y hospitalaria, a pesar de las turbulencias en que se ha movido su desarrollo.
Los bajeros vs. machiqueros
En los años 40 y 50 cuando Codazzi tenía pocas calles y casas se suscitó un enfrentamiento entre dos bandos que lo integraban los muchachos del pueblo. Fueron rencillas momentáneas que a la postre nunca le hicieron daño a nadie.
Napoleón Ávila recuerda que se trataba de “Los bajeros” quienes vivían de la carrera 16 hacía abajo y “Los machiqueros” quienes residían de la carrera 16 hacía arriba (machique).
Cada fin de semana los dos bandos de muchachos se reunían para llevar a cabo pelea a puño limpio y escogían los contendores. “Codazzi era pura piedra en las calles por los años 50 y 60, y sin luz. Pero uno vivía contento, tranquilo y feliz. Era un pueblo con casas de palma, con cinco calles”, dice Napoleón Ávila, un hombre bonachón que estudió Ingeniería Química en el exterior quien fue Concejal y Personero del Municipio.
Los jefes de los de arriba eran los de la familia Paredes y los jefes de los de abajo eran dos muchachos que criaron Eustorgio López y Miguel Ávila, uno de ellos se llamaba Ismael.
Cuentan los codacenses de la época que los jefes “cuadraban” las pelear en las noches y avisaban a quién le tocaba pelear.
“Una vez me tocó pelear a mí con uno de los Corzo, pero como yo tenía un problema en el ojo sabía que el Corzo me ganaba. Entonces, en la mañana busqué a Corzo y le ofrecí un peso para que se dejara ganar o tuviera miedo. En la noche cuando me tocó el turno a mí, me llamaron y se me dio por decirle a Corzo HP. El Corzo se paró de una silla y me iba a fregar pero yo me le adelanté y le hice seña de que le iba a dar el peso y se aguantó. Entonces, como Corzo me tuvo miedo los de abajo ganamos. Eran peleas sanas, a las horas ya éramos amigos otra vez”, contó Napoleón Ávila en medio de carcajadas.
Otro día propusimos que pelearan los jefes: Paredes contra Ismael y este último le pegó una patada en los testículos a Paredes y lo privó, desde esa vez se prohibieron las peleas.
También hay personajes y habitantes que han hecho historia en Codazzi como el Teniente Martínez quien fue Alcalde del pueblo y logró erradicar la violencia; Gerardo Hoyos, quien alquilaba “paquitos” (historietas) carrera 16 esquina, en el famoso “Puente de Los Varaos”, frente al antiguo mercado viejo.
Marcos “Milo” (Marcos Fidel Gutiérrez Orozco) un guajiro sanjuanero que se casó con la sandiegana Gilma, durante más de cinco décadas vendieron milo en Codazzi. También se recuerda la zona de tolerancia llamada “La Curva”, o zona de tolerancia.
Pero también fueron creados prósperos negocios como el almacén “15 Letras” de Lucho Argote, El almacén de Amanda Gutiérrez y el de La Yundi, Ferretería Codazzi de los Correa, cacharrería Cartagena, Los Tres Hermanos (de los hermanos González quienes eran del Ecuador), La Bodeguita de los hermanos Pérez.
Es que a Codazzi llegó gente buena y mala, dicen los entrevistados y se recuerda con entusiasmo a la gente del pueblo como a Juancho Ovalle, William Mejía, los Araujo, Luis Napoleón Ariza Romero, pediatra, político. Al Médico Julio De la Hoz. Miguel Chinchía, un gran personaje de la vida práctica. Son pocos los pueblos que han tenido personajes como éste, un hombre muy inteligente a pesar de no haber estudiado nada. Cuentan que los venezolanos lo admiraban cuando llegaban a Codazzi, por sus espontaneidades. Nicolás Morales, un gran hombre, cívico, fue Notario por años. Arnaldo Contreras, docente insigne, recién fallecido.
En fin, Codazzi conserva la tradición de su gente buena y tranquila, trabajadora y hospitalaria, a pesar de las turbulencias en que se ha movido su desarrollo.
Por Aquilino Cotes Zuleta