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Económicas - 11 abril, 2013

La gasolina de contrabando en el Cesar un problema caliente

En los patios de las casas de La Paz, donde antes había hornos para cocinar almojábanas, hoy se arruman sin ningún tipo de control ni seguridad cientos de pimpinas; ya son pocos los que se dedican a las almojábanas que hicieron fama en la región y ahora el 90 por ciento de las personas, incluso niños y jóvenes, de esta población se dedican al negocio de la venta ilegal de gasolina,

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Por Yelene Cuan / EL PILÓN
[email protected]

EL PILÓN hace una radiografía del contrabando de gasolina. Peligrosas persecuciones y todo un mercado que mueve millones de pesos es la fuente de trabajo para cientos de familias a lo largo de la frontera.

En los patios de las casas de La Paz, donde antes había hornos para cocinar almojábanas, hoy se arruman sin ningún tipo de control ni seguridad cientos de pimpinas. La moneda ha cambiado de cara, ya son pocos los que se dedican a las almojábanas que hicieron fama en la región y ahora el 90 por ciento de las personas, incluso niños y jóvenes, de esta población se dedican al negocio de la venta ilegal de gasolina, según el censo realizado por la Universidad Popular del Cesar en convenio con la Fundación Ecopetrol – Fundescat- y miembros de Cooperativa Multiactiva de Comercializadores y Distribuidores de Combustible y todos sus derivados, Multicom, que reúne a este gremio.

Hay bonanza gasolinera

Es tan abierto el contrabando que en barrios como el Fray Joaquín de Orihuela, tradicional por la producción de almojábanas, hoy existen algunos de los depósitos más grandes de gasolina de contrabando, procedente de Venezuela. Allí llegan a diario entre cuatro y cinco camiones, que tienen capacidad para transportar 69 tanques plásticos. De uno de ellos se saca en promedio ocho pimpinas que contienen cinco galones de combustible.

Otros sectores en donde también se puede ver cómo las casas son usadas como depósitos de gasolina son José María Oñate más conocido como ‘Los Enanos’, ubicado en la entrada al pueblo, en la vía que conduce a Valledupar; el 19 de Marzo, Canadá y Jorge Eliécer Gaitán. Pero el mercado más grande se encuentra en la entrada a La Paz, en donde, a un lado de la vía se ubican más de 30 pimpineros; ocurre lo mismo en la avenida aledaña al colegio Ciro Pupo, en la vía a San Diego y en la zona llamada Cuestecitas.

Un reciente estudio de la UPC y Fundescat, reveló que esta actividad se ha vuelto la principal fuente de ingresos de las familias de La Paz, ingresos que no son nada despreciables, en promedio según el estudio, llegan a ganar unos 86 mil pesos al día.

El comandante del Primer Distrito de Policía, mayor Johnny Padilla Acevedo, reveló que los pimpineros de La Paz hacen las veces del minorista, es el que finalmente vende el producto, pero los grandes inversionistas son personas de otras regiones que nunca ponen la cara. Así las autoridades terminan persiguiendo a jóvenes, que en muchos casos no superan los 25 años, que transportan el combustible desde La Alta Guajira hasta los puntos de ventas en el Cesar.

Las ganancias de los transportadores, distribuidores y vendedores, van desde los 150 mil pesos hasta más de cuatro millones de pesos semanales. Un 30 por ciento de los pimpineros le presta dinero a paga-diarios.

Las rutas

El negocio de la compra y venta de gasolina ilegal que viene de Venezuela, comienza en Paraguachón, en donde algunos indígenas Wayúu se encargan del tanqueo de los carros y cisternas. De acuerdo con la investigación de la Policía, a diario se cargan entre 100 y 150 carros que son acompañados por otros que hacen las veces de ‘mosca’, como se llama en la jerga de la gasolina a los vehículos encargados de avisar si hay retenes de control de las autoridades y les coordinan rutas alternas.

De Paraguachón los carros salen hasta Uribia, en la Alta Guajira, en un recorrido que pasa por el sitio conocido como ‘Chivo Feliz’, en donde según las autoridades se debería hacer el control que lograría frenar el contrabando hacia Colombia. Nadie sabe explicar las razones por las cuáles no se hace.

Otra ruta que usan los traficantes comienza en Guana, en el estado de Zulia, Venezuela, a pocos kilómetros de Maicao. De allí llevan el combustible hasta Monte Lara, una zona de frontera entre los dos países, hasta llegar a ‘Chivo Feliz’. Desde ese punto toman trochas internándose por la Serranía de Perijá.

Algunos llegan hasta el corregimiento San José de Oriente, jurisdicción de La Paz. Otros toman caminos destapados cuyo punto de llegada es el corregimiento de El Desastre, entre San Diego y Codazzi, porque la idea es llevar estos cargamentos de gasolina y ACPM hasta Cuatro Vientos, Cesar, siendo el centro de acopio, por así llamarlo, La Paz.

Una tercera ruta, con la que los contrabandistas buscan evadir los controles que podrían montar las autoridades en los pueblos guajiros es a través de trochas que terminan en la nueva vía que de San Juan del Cesar conduce a Valledupar.

Para el transporte de la gasolina, se utilizan, según la información de las autoridades, camiones: cisterna, Criptón y 600, además de camionetas 350, que llegan hasta Cuestecitas, La Guajira, en donde se reúnen hasta 80 carros tipo sedán que los escoltan hasta llegar a La Paz y en el camino sobornan a quienes estén en los puestos de control.

Las autoridades calculan que por estas rutas ingresan a la semana un promedio 1.374.500 galones de combustible, que pueden mover alrededor de dos mil millones de pesos al mes.

Las caravanas de la muerte

En la vía que de La Guajira conduce al Cesar, el principal riesgo son ‘las caravanas de la muerte’. Así se les llama a grupos de carros entre 15 y 20 Renault 18 y 21 y Mazdas en su mayoría en mal estado y conducidos por jóvenes. “Van cargados de gasolina y a exceso de velocidad, lo que hace difícil detenerlos, porque al intentar hacerlo se presentan accidentes con resultados nefastos”, contó el mayor Padilla.

José Manuel tiene 25 años, trabajaba en una finca de la región y con los cuatro millones de pesos que le dieron de liquidación más un capital que buscó prestado al 10 por ciento y para pagarlo diariamente, compró un Renault 21, al que le mandó ampliar el tanque de la gasolina que quedó con capacidad para cuatro pimpinas, y adaptó la parte trasera del vehículo para transportar 36 pimpinas, en total son 40 canecas de gasolina, es decir 200 galones, los que lleva en su carro. En ocasiones hace dos, máximo tres viajes al día.

Según datos suministrados por algunos miembros de Multicom, en los últimos seis años, 40 personas entre los 15 y 30 años han perdido la vida en accidentes de tránsito y quemados, la mayoría como resultado de persecución por parte de la Policía.

El mayor Padilla aseguró que cuando se incrementan los controles en las carreteras, estos transportadores informales utilizan las trochas para evitar las incautaciones. Pero lo cierto es que a los propietarios de los cargamentos no les interesa tanto el combustible como los vehículos y llegan a ofrecer hasta 20 millones de pesos en sobornos para quien se los ayude a rescatar.

Pero los gasolineros informales culpan a la Policía por las persecuciones en las que mueren estos jóvenes contrabandistas. En ocasiones los accidentes en los que se han incinerado personas, han provocado asonadas, una de las más recordadas es la del 19 de agosto de 2007, en la que los pimpineros quemaron las instalaciones de la Alcaldía, Banco Agrario y la Estación de Policía de La Paz, en señal de rechazo por la muerte de uno de ellos que cayó en medio de un enfrentamiento con uniformados.

En 1999 comenzó un proceso para controlar el ingreso de la gasolina de Venezuela. Pero después de un paro histórico en Paraguachón y Tierra de Nadie en la frontera entre Colombia y Venezuela, que duró 15 días, nació la Cooperativa Ayatawacoop, que en wayúu significa trabajo. Luego esa cooperativa fue intervenida por los paramilitares y tocó dejar el negocio, pero se consiguió que el gobierno firmara convenios de importación y exportación de combustible. Ese proyecto que se presentó en La Guajira por los gasolineros de La Paz fue tomado como modelo en Cúcuta pero no se ha hecho en el municipio cesarense.

Después del proceso de desmovilización de las Auc, se reinició la actividad del combustible en la frontera colombo-venezolana, específicamente en el corregimiento de Monte Lara, desde ese momento, estas personas que se dedican al comercio de la gasolina dicen que son perseguidos no solo por los controles policivos, sino también por grupos de delincuencia común y grupos al margen de la ley, que además de buscar controlar este negocio ilegal también los extorsionan y para dejar pasar los carros cargados de combustible, exigen un pago de 1.800.000 pesos.

Agremiados

La mayoría de pimpineros de La Paz están agremiados en Multicom, que nació con 52 socios y ahora hay 480, pero según el censo realizado hace un par de meses, hay 1.111 personas dedicadas al comercio informal de gasolina, aunque existen más de este número, debido a que muchos tuvieron miedo de inscribirse en el censo.-

El presidente de Multicom, Campo Elías Araújo manifestó que el comercio de combustible en La Guajira nació entre los años 1994 y 1995, cuando se le quitaron los subsidios a la gasolina colombiana, presentándose una diferencia abismal en los precios. “Un litro de gasolina en Venezuela cuesta 90 bolívares, por tanto un galón sale en 360 bolívares, que serían unos 50 pesos colombianos, por ello comenzó un intercambio comercial entre los indígenas de Venezuela y la gente colombiana, esto primero se dio en La Guajira, pero luego se extendió a varios municipios del Cesar, lo que conllevó a que la gente se saliera de su trabajo en el campo para dedicarse a la venta de este combustible”.

La reconversión

Las autoridades consideran que una de las formas para que el municipio de La Paz deje de ser una ‘bomba de tiempo’ por los innumerables depósitos de gasolina, es cambiando de actividad. Campo Elías Araújo explicó que “a los comerciantes del combustible se les propone un cambio de actividad, por lo que les dictará capacitación a través del SENA y las universidades Nacional y Popular del Cesar. A estas personas se les daría el capital semilla y créditos para desarrollar su iniciativa de negocio, esto aún no se ejecuta porque falta la firma del convenio entre la cooperativa, Gobernación, Alcaldía, Fundescat y la UPC”.

 

Económicas
11 abril, 2013

La gasolina de contrabando en el Cesar un problema caliente

En los patios de las casas de La Paz, donde antes había hornos para cocinar almojábanas, hoy se arruman sin ningún tipo de control ni seguridad cientos de pimpinas; ya son pocos los que se dedican a las almojábanas que hicieron fama en la región y ahora el 90 por ciento de las personas, incluso niños y jóvenes, de esta población se dedican al negocio de la venta ilegal de gasolina,


Boton Wpp

Por Yelene Cuan / EL PILÓN
[email protected]

EL PILÓN hace una radiografía del contrabando de gasolina. Peligrosas persecuciones y todo un mercado que mueve millones de pesos es la fuente de trabajo para cientos de familias a lo largo de la frontera.

En los patios de las casas de La Paz, donde antes había hornos para cocinar almojábanas, hoy se arruman sin ningún tipo de control ni seguridad cientos de pimpinas. La moneda ha cambiado de cara, ya son pocos los que se dedican a las almojábanas que hicieron fama en la región y ahora el 90 por ciento de las personas, incluso niños y jóvenes, de esta población se dedican al negocio de la venta ilegal de gasolina, según el censo realizado por la Universidad Popular del Cesar en convenio con la Fundación Ecopetrol – Fundescat- y miembros de Cooperativa Multiactiva de Comercializadores y Distribuidores de Combustible y todos sus derivados, Multicom, que reúne a este gremio.

Hay bonanza gasolinera

Es tan abierto el contrabando que en barrios como el Fray Joaquín de Orihuela, tradicional por la producción de almojábanas, hoy existen algunos de los depósitos más grandes de gasolina de contrabando, procedente de Venezuela. Allí llegan a diario entre cuatro y cinco camiones, que tienen capacidad para transportar 69 tanques plásticos. De uno de ellos se saca en promedio ocho pimpinas que contienen cinco galones de combustible.

Otros sectores en donde también se puede ver cómo las casas son usadas como depósitos de gasolina son José María Oñate más conocido como ‘Los Enanos’, ubicado en la entrada al pueblo, en la vía que conduce a Valledupar; el 19 de Marzo, Canadá y Jorge Eliécer Gaitán. Pero el mercado más grande se encuentra en la entrada a La Paz, en donde, a un lado de la vía se ubican más de 30 pimpineros; ocurre lo mismo en la avenida aledaña al colegio Ciro Pupo, en la vía a San Diego y en la zona llamada Cuestecitas.

Un reciente estudio de la UPC y Fundescat, reveló que esta actividad se ha vuelto la principal fuente de ingresos de las familias de La Paz, ingresos que no son nada despreciables, en promedio según el estudio, llegan a ganar unos 86 mil pesos al día.

El comandante del Primer Distrito de Policía, mayor Johnny Padilla Acevedo, reveló que los pimpineros de La Paz hacen las veces del minorista, es el que finalmente vende el producto, pero los grandes inversionistas son personas de otras regiones que nunca ponen la cara. Así las autoridades terminan persiguiendo a jóvenes, que en muchos casos no superan los 25 años, que transportan el combustible desde La Alta Guajira hasta los puntos de ventas en el Cesar.

Las ganancias de los transportadores, distribuidores y vendedores, van desde los 150 mil pesos hasta más de cuatro millones de pesos semanales. Un 30 por ciento de los pimpineros le presta dinero a paga-diarios.

Las rutas

El negocio de la compra y venta de gasolina ilegal que viene de Venezuela, comienza en Paraguachón, en donde algunos indígenas Wayúu se encargan del tanqueo de los carros y cisternas. De acuerdo con la investigación de la Policía, a diario se cargan entre 100 y 150 carros que son acompañados por otros que hacen las veces de ‘mosca’, como se llama en la jerga de la gasolina a los vehículos encargados de avisar si hay retenes de control de las autoridades y les coordinan rutas alternas.

De Paraguachón los carros salen hasta Uribia, en la Alta Guajira, en un recorrido que pasa por el sitio conocido como ‘Chivo Feliz’, en donde según las autoridades se debería hacer el control que lograría frenar el contrabando hacia Colombia. Nadie sabe explicar las razones por las cuáles no se hace.

Otra ruta que usan los traficantes comienza en Guana, en el estado de Zulia, Venezuela, a pocos kilómetros de Maicao. De allí llevan el combustible hasta Monte Lara, una zona de frontera entre los dos países, hasta llegar a ‘Chivo Feliz’. Desde ese punto toman trochas internándose por la Serranía de Perijá.

Algunos llegan hasta el corregimiento San José de Oriente, jurisdicción de La Paz. Otros toman caminos destapados cuyo punto de llegada es el corregimiento de El Desastre, entre San Diego y Codazzi, porque la idea es llevar estos cargamentos de gasolina y ACPM hasta Cuatro Vientos, Cesar, siendo el centro de acopio, por así llamarlo, La Paz.

Una tercera ruta, con la que los contrabandistas buscan evadir los controles que podrían montar las autoridades en los pueblos guajiros es a través de trochas que terminan en la nueva vía que de San Juan del Cesar conduce a Valledupar.

Para el transporte de la gasolina, se utilizan, según la información de las autoridades, camiones: cisterna, Criptón y 600, además de camionetas 350, que llegan hasta Cuestecitas, La Guajira, en donde se reúnen hasta 80 carros tipo sedán que los escoltan hasta llegar a La Paz y en el camino sobornan a quienes estén en los puestos de control.

Las autoridades calculan que por estas rutas ingresan a la semana un promedio 1.374.500 galones de combustible, que pueden mover alrededor de dos mil millones de pesos al mes.

Las caravanas de la muerte

En la vía que de La Guajira conduce al Cesar, el principal riesgo son ‘las caravanas de la muerte’. Así se les llama a grupos de carros entre 15 y 20 Renault 18 y 21 y Mazdas en su mayoría en mal estado y conducidos por jóvenes. “Van cargados de gasolina y a exceso de velocidad, lo que hace difícil detenerlos, porque al intentar hacerlo se presentan accidentes con resultados nefastos”, contó el mayor Padilla.

José Manuel tiene 25 años, trabajaba en una finca de la región y con los cuatro millones de pesos que le dieron de liquidación más un capital que buscó prestado al 10 por ciento y para pagarlo diariamente, compró un Renault 21, al que le mandó ampliar el tanque de la gasolina que quedó con capacidad para cuatro pimpinas, y adaptó la parte trasera del vehículo para transportar 36 pimpinas, en total son 40 canecas de gasolina, es decir 200 galones, los que lleva en su carro. En ocasiones hace dos, máximo tres viajes al día.

Según datos suministrados por algunos miembros de Multicom, en los últimos seis años, 40 personas entre los 15 y 30 años han perdido la vida en accidentes de tránsito y quemados, la mayoría como resultado de persecución por parte de la Policía.

El mayor Padilla aseguró que cuando se incrementan los controles en las carreteras, estos transportadores informales utilizan las trochas para evitar las incautaciones. Pero lo cierto es que a los propietarios de los cargamentos no les interesa tanto el combustible como los vehículos y llegan a ofrecer hasta 20 millones de pesos en sobornos para quien se los ayude a rescatar.

Pero los gasolineros informales culpan a la Policía por las persecuciones en las que mueren estos jóvenes contrabandistas. En ocasiones los accidentes en los que se han incinerado personas, han provocado asonadas, una de las más recordadas es la del 19 de agosto de 2007, en la que los pimpineros quemaron las instalaciones de la Alcaldía, Banco Agrario y la Estación de Policía de La Paz, en señal de rechazo por la muerte de uno de ellos que cayó en medio de un enfrentamiento con uniformados.

En 1999 comenzó un proceso para controlar el ingreso de la gasolina de Venezuela. Pero después de un paro histórico en Paraguachón y Tierra de Nadie en la frontera entre Colombia y Venezuela, que duró 15 días, nació la Cooperativa Ayatawacoop, que en wayúu significa trabajo. Luego esa cooperativa fue intervenida por los paramilitares y tocó dejar el negocio, pero se consiguió que el gobierno firmara convenios de importación y exportación de combustible. Ese proyecto que se presentó en La Guajira por los gasolineros de La Paz fue tomado como modelo en Cúcuta pero no se ha hecho en el municipio cesarense.

Después del proceso de desmovilización de las Auc, se reinició la actividad del combustible en la frontera colombo-venezolana, específicamente en el corregimiento de Monte Lara, desde ese momento, estas personas que se dedican al comercio de la gasolina dicen que son perseguidos no solo por los controles policivos, sino también por grupos de delincuencia común y grupos al margen de la ley, que además de buscar controlar este negocio ilegal también los extorsionan y para dejar pasar los carros cargados de combustible, exigen un pago de 1.800.000 pesos.

Agremiados

La mayoría de pimpineros de La Paz están agremiados en Multicom, que nació con 52 socios y ahora hay 480, pero según el censo realizado hace un par de meses, hay 1.111 personas dedicadas al comercio informal de gasolina, aunque existen más de este número, debido a que muchos tuvieron miedo de inscribirse en el censo.-

El presidente de Multicom, Campo Elías Araújo manifestó que el comercio de combustible en La Guajira nació entre los años 1994 y 1995, cuando se le quitaron los subsidios a la gasolina colombiana, presentándose una diferencia abismal en los precios. “Un litro de gasolina en Venezuela cuesta 90 bolívares, por tanto un galón sale en 360 bolívares, que serían unos 50 pesos colombianos, por ello comenzó un intercambio comercial entre los indígenas de Venezuela y la gente colombiana, esto primero se dio en La Guajira, pero luego se extendió a varios municipios del Cesar, lo que conllevó a que la gente se saliera de su trabajo en el campo para dedicarse a la venta de este combustible”.

La reconversión

Las autoridades consideran que una de las formas para que el municipio de La Paz deje de ser una ‘bomba de tiempo’ por los innumerables depósitos de gasolina, es cambiando de actividad. Campo Elías Araújo explicó que “a los comerciantes del combustible se les propone un cambio de actividad, por lo que les dictará capacitación a través del SENA y las universidades Nacional y Popular del Cesar. A estas personas se les daría el capital semilla y créditos para desarrollar su iniciativa de negocio, esto aún no se ejecuta porque falta la firma del convenio entre la cooperativa, Gobernación, Alcaldía, Fundescat y la UPC”.