OPINIÓN

¿$15.000 pesos? ¿Eso vale una vida en Valledupar?

Cada piedra lanzada, cada vidrio roto, cada amenaza o disparo son una pieza de ese rompecabezas violento que limita la convivencia y genera zozobra en medio de la precariedad y necesidad.

Foto referencia de violencia,

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Valledupar, una ciudad convulsionada por la violencia; historias que nos estremecen, pero que ya no sorprenden. Sin embargo, hay casos que deberían encender todas las alarmas. El reciente ataque contra una familia por unos “pago-diario”, a causa de una deuda de apenas $15.000 pesos, saca a la luz una realidad aterradora: deudas minúsculas desencadenan tragedias imperdonables.

$15.000 pesos no son sino el valor de una salchipapa sencilla en una esquina de Valledupar. Sin embargo, para ciertos prestamistas, conocidos como “pago-diarios” o “gota a gota”, representan una facultad o derecho a ejercer violencia. Un reclamo por un pago ínfimo resultó en una puñalada mortal al corazón de la sociedad vallenata, o así considero que deberíamos estarlo asumiendo como ciudad. Estas detestables prácticas son una manera de sembrar miedo y hacer sentir poderío sobre una clase social abandonada, vulnerable y dominada por la desesperanza.

La vulnerabilidad económica de nuestra población obliga a muchos a acudir a estas redes, que ofrecen soluciones rápidas, pero abusan en los porcentajes o condiciones de préstamos y amenazan con frecuencia, sin que nadie pueda hacer nada. No es un asunto aislado: en Valledupar y otros espacios del país se han documentado agresiones a menores, intimidaciones a mujeres mayores e incluso homicidios, como en este caso atroz, todo en nombre del cobro de cifras irrisorias.

Estas dinámicas no solo destruyen vidas, quebrantan la cohesión social. Vecinos viven sumergidos al miedo, familias se desintegran, la violencia se normaliza, y lo peor de todo es que la hemos aceptado. No podemos seguir mirando para otro lado, creyendo que no es con nosotros, porque si lo es.

Cada piedra lanzada, cada vidrio roto, cada amenaza o disparo son una pieza de ese rompecabezas violento que limita la convivencia y genera zozobra en medio de la precariedad y necesidad.

Lo anterior no demuestra otra cosa que fallas estructurales del “sistema”. Por eso, algunos precandidatos presidenciales de manera oportunista y populista versan sobre “romper el sistema”, pero no plantean la construcción de una propuesta integral; una que ofrezca alternativas reales de microcréditos a esos sectores vulnerables de la población. Lo anterior debe ser un trabajo mancomunado entre apuestas inclusivas del sector financiero y políticas públicas por parte de representaciones gubernamentales.

Ahora bien, nada de lo que se pueda plantear tiene sentido si no existen programas de educación financiera y prevención de este tipo de endeudamiento.

Este hecho solo ha denotado dolor entre familiares y amigos. Sorprende el desinterés con que la sociedad vallenata asume estos crímenes; la frialdad e indiferencia de nuestros dirigentes causa enojo y dolor. No hay resultados inmediatos, ni pronunciamiento alguno sobre investigaciones, mucho menos capturas de unos asesinos que se creen los más poderosos de nuestro Valle de Upar. Algunos están respaldados por estructuras criminales locales y nacionales, con dineros producto del narcotráfico que nos dejan muertos, una población sumergida en el miedo y a disposición de quienes merecen todo el peso de la ley y el repudio de una ciudad cansada, herida y ultrajada.

En silencio ya marchó parte de este país. Ahora llego el momento de alzar la voz en un solo tono, uno en el que se sienta representado todo aquel que, por necesidad, acudió a un crédito informal, abusivo y cobradores violentos.

No podemos permitir que la informalidad y el miedo sigan teniendo el control de nuestra población más vulnerable. Esto es apenas un llamado de atención ante una situación que podría salirse aún más de las manos de nuestros dirigentes. Ah, pero seguro en los próximos meses veremos a mas de uno, barrio a barrio, prometiendo proyectos de ley que incentiven “capital semilla” para quienes no tienen capacidad de pago ante entidades bancarias o, en su defecto, créditos flexibles. ¡Reflexionemos!

Escrito por: Jamer Cortina Silva

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