Publicidad
Categorías
Categorías
Comunidad - 24 enero, 2018

‘Tin Nieves’, de panadero a artista y actor

Miguel Agustín Nieves Carrillo, hijo de Miguel Nieves y María Magdalena Carrillo, nació en el barrio Gaitán al lado del bar Águila

‘Tin’ Nieves – Leonardo Alvarado
‘Tin’ Nieves – Leonardo Alvarado

Miguel Agustín Nieves Carrillo, hijo de Miguel Nieves y María Magdalena Carrillo, nació en el barrio Gaitán al lado del bar Águila. Su madrina Efigenia Oñate fue quien lo recibió en el momento del nacimiento. De esa manera su mamá le otorgó la condición de comadre porque en ese tiempo, cuando la comadrona recibía un niño ya tenía ganado el compadrazgo; además, que influyó mucho el acercamiento que tenía con su papá.

Después de su nacimiento se trasladó junto con sus padres al barrio Cañaguate de la ciudad de Valledupar, donde vivieron un corto tiempo y después de trasladaron a la Serranía de Azúcar Buena.

Tiempo después se desplazaron a la casa de su abuela materna, ubicada en el barrio Primero de Mayo, donde en ese tiempo eran pocas las casas de ladrillo que existían. Ubicado ahí, creció como todos los jóvenes que se criaron en el lugar, con dificultades, pero con una gran capacidad intelectual para seguir adelante.

“No fui al colegio, pero no quiere decir que no he estudiado, me ha tocado sacrificarme más de los que si les ha tocado ir al colegio”, afirmó Nieves.

Labores cotidianas

Cuando creció, tuvo que salir a buscar la manera de ayudar a sus papás a subsistir. Salía acompañado de su padre en el anca de un burro, desde la madrugada recorrían lo que hoy día se conoce como el barrio La Nevada, tierra de los Pupo, y era allá donde le permitían a su papá cortar leña, trabajo al que se dedicó durante mucho tiempo.

La hora de regreso se centraba entre las 12:00 del día y 1:00 la tarde. Llegaban con la leña y con cantaros de leche porque el dueño del terreno tenía gran amabilidad hacía las personas que visitaban el sector.

Su mamá y sus hermanos esperaban que llegaran con la carga para salir a entregarla ya que días previos se encontraba ofrecida. Una de sus clientes era la señora Clemencia Molina, quien vendía peto, mondongo, caribañola y empanadas, entonces, canjeaba la carga de leña con lo que podía traer en la noche de los productos que la mujer vendía.

Luego comenzó a acercase a la familia Rapalino, que se dedicaba a vender panochas y otros productos de panadería. Su preocupación principal era trabajar y traer a su casa para ayudar a su familia. Y del mismo modo pensar en los estudios de sus hermanos menores.

“Aquí en la cola del patio había una panadería, y me pasaba donde el vecino. Ayudé a limpiar las latas, lo hacía por el pan que uno podía comerse. Entonces eso lo ayudaba a uno. Allí aprendía a conocer lo que es la panificación”, señaló Miguel.

Luego, a través del crecimiento que iba teniendo Valledupar, comenzaron a llegar nuevas panaderías. Una de ellas, la de la familia Rueda, provenientes del Magdalena. “Allá trabajaba mi hermano de empacador y yo me iba a ayudarle y logré con un tipo del Tolima, aprender sobre este oficio, él trabaja el tema de la dulcería y a mí me gustaba eso, entonces, yo le limpiaba las latas y era como el ayudante de él y me fue enseñando cómo se preparaba un pudín, un matrimonio, cómo se preparaba lo que era ya lo de mayor gusto”, indicó.

Al gustarle el tema y las enseñanzas de la panadería, se hizo amigo de unas personas que llegaron de Bucaramanga, los Sandoval Lobo. “Soy la primera persona que comienza a venderles sus productos a ellos, les vendía los huevos, ya que ellos traían camionadas de este producto”.
Luego los propietarios del local se mudaron y montaron una de las empresas panaderas más importantes de Valledupar, Servipan. Le solicitó a los dueños un trabajo y entró como limpiador de latas y recogedor de pan.

Al dar a conocer las destrezas de lo aprendido anteriormente, fue ascendido a preparar otros ingredientes y viendo su comportamiento lo ascendieron nuevamente, esta vez a ser acompañante del dulcero. “Yo estaba ahí elegantemente. Entonces ya entraba un poco más tarde y salía un poco más temprano”.

En repetidas ocasiones José Pertúz, encargado del área que enloquecía a ‘Tin’ Nieves, le hacía énfasis a él para que aprendieran sobre este cargo. Un día, el joven decidió no ir “entonces me conducen a que haga esto. Lo hago con temor, pero con seguridad porque ya el muchacho me había puesto a aprender sobre esto, pero el jefe nunca me había colocado. Cuando ya el jefe se asoma al horno, que eran de gas, y los ve por la vitrina y viene de allá y dice: Miguel usted es el dulcero, que no venga más José. El producto está bien”.

Es de esa forma como se convirtió en maestro de panadería, lo que le permitió trabajar en otras panaderías y formar otras en la ciudad de Valledupar.

El arte cultural

No me quedo quieto y es cuando descubro el arte”, expresa Nieves. “Si alguna persona cumplía años, entonces era yo el que elaboraba la piñata. Me ingeniaba cosas. Si venía el siete de diciembre y todas esas cosas, entonces yo elaboraba los faroles, pero con creatividad y eso iba dando pie para que la gente me valorara y acudieran donde mí”.

Descubrió el arte y la pintura por medio de una novia que necesitaba una cartelera. “Yo la hice, fue una buena cartelera, entonces permitió que los demás alumnos se interesaban y preguntarán ‘quién te hizo esa cartelera’?”. Y fue así como comenzó a adquirir trabajos en esta área.

Fue así como, al darse a conocer gracias a ese trabajo ajeno a sus compromisos, se trasladaba al barrio San Joaquín porque ya tenía pedidos. “Era una cartelera y otra, y empecé a conocer lo que era la química, geografía, todo lo que a ellos les pedían”.

Comienza a relacionarse de lleno con el dibujo y la pintura hasta que logra vincularse con un vecino publicista, considerado buen dibujante y colorista, Manuel Consuegra Iglesias. “Fui ayudante de él y logré trabajar en el campo de la publicidad haciendo los murales de las grandes compraventas de Valledupar”.

Actualmente incursiona en la música y en la gramática por medio del maestro Néstor García. Además, se ha convertido en un gran actor que ha realizado papeles actorales de talla internacional y nacional.

“Agradecerle a Dios que logré salir en una película muy bien elaborada, con un gran equipo de Ciro Guerra, a quien hay que darle los méritos porque es un gran cineasta”.

Por ese trabajo hoy es llamado para otros proyectos. como ‘Los viajes del Viento’, ‘Rafael Orozco’, ‘Diomedes El Cacique de La Junta’, ‘La Cacica’ y la ‘Dinastía Morales’.

 

Comunidad
24 enero, 2018

‘Tin Nieves’, de panadero a artista y actor

Miguel Agustín Nieves Carrillo, hijo de Miguel Nieves y María Magdalena Carrillo, nació en el barrio Gaitán al lado del bar Águila


‘Tin’ Nieves – Leonardo Alvarado
‘Tin’ Nieves – Leonardo Alvarado

Miguel Agustín Nieves Carrillo, hijo de Miguel Nieves y María Magdalena Carrillo, nació en el barrio Gaitán al lado del bar Águila. Su madrina Efigenia Oñate fue quien lo recibió en el momento del nacimiento. De esa manera su mamá le otorgó la condición de comadre porque en ese tiempo, cuando la comadrona recibía un niño ya tenía ganado el compadrazgo; además, que influyó mucho el acercamiento que tenía con su papá.

Después de su nacimiento se trasladó junto con sus padres al barrio Cañaguate de la ciudad de Valledupar, donde vivieron un corto tiempo y después de trasladaron a la Serranía de Azúcar Buena.

Tiempo después se desplazaron a la casa de su abuela materna, ubicada en el barrio Primero de Mayo, donde en ese tiempo eran pocas las casas de ladrillo que existían. Ubicado ahí, creció como todos los jóvenes que se criaron en el lugar, con dificultades, pero con una gran capacidad intelectual para seguir adelante.

“No fui al colegio, pero no quiere decir que no he estudiado, me ha tocado sacrificarme más de los que si les ha tocado ir al colegio”, afirmó Nieves.

Labores cotidianas

Cuando creció, tuvo que salir a buscar la manera de ayudar a sus papás a subsistir. Salía acompañado de su padre en el anca de un burro, desde la madrugada recorrían lo que hoy día se conoce como el barrio La Nevada, tierra de los Pupo, y era allá donde le permitían a su papá cortar leña, trabajo al que se dedicó durante mucho tiempo.

La hora de regreso se centraba entre las 12:00 del día y 1:00 la tarde. Llegaban con la leña y con cantaros de leche porque el dueño del terreno tenía gran amabilidad hacía las personas que visitaban el sector.

Su mamá y sus hermanos esperaban que llegaran con la carga para salir a entregarla ya que días previos se encontraba ofrecida. Una de sus clientes era la señora Clemencia Molina, quien vendía peto, mondongo, caribañola y empanadas, entonces, canjeaba la carga de leña con lo que podía traer en la noche de los productos que la mujer vendía.

Luego comenzó a acercase a la familia Rapalino, que se dedicaba a vender panochas y otros productos de panadería. Su preocupación principal era trabajar y traer a su casa para ayudar a su familia. Y del mismo modo pensar en los estudios de sus hermanos menores.

“Aquí en la cola del patio había una panadería, y me pasaba donde el vecino. Ayudé a limpiar las latas, lo hacía por el pan que uno podía comerse. Entonces eso lo ayudaba a uno. Allí aprendía a conocer lo que es la panificación”, señaló Miguel.

Luego, a través del crecimiento que iba teniendo Valledupar, comenzaron a llegar nuevas panaderías. Una de ellas, la de la familia Rueda, provenientes del Magdalena. “Allá trabajaba mi hermano de empacador y yo me iba a ayudarle y logré con un tipo del Tolima, aprender sobre este oficio, él trabaja el tema de la dulcería y a mí me gustaba eso, entonces, yo le limpiaba las latas y era como el ayudante de él y me fue enseñando cómo se preparaba un pudín, un matrimonio, cómo se preparaba lo que era ya lo de mayor gusto”, indicó.

Al gustarle el tema y las enseñanzas de la panadería, se hizo amigo de unas personas que llegaron de Bucaramanga, los Sandoval Lobo. “Soy la primera persona que comienza a venderles sus productos a ellos, les vendía los huevos, ya que ellos traían camionadas de este producto”.
Luego los propietarios del local se mudaron y montaron una de las empresas panaderas más importantes de Valledupar, Servipan. Le solicitó a los dueños un trabajo y entró como limpiador de latas y recogedor de pan.

Al dar a conocer las destrezas de lo aprendido anteriormente, fue ascendido a preparar otros ingredientes y viendo su comportamiento lo ascendieron nuevamente, esta vez a ser acompañante del dulcero. “Yo estaba ahí elegantemente. Entonces ya entraba un poco más tarde y salía un poco más temprano”.

En repetidas ocasiones José Pertúz, encargado del área que enloquecía a ‘Tin’ Nieves, le hacía énfasis a él para que aprendieran sobre este cargo. Un día, el joven decidió no ir “entonces me conducen a que haga esto. Lo hago con temor, pero con seguridad porque ya el muchacho me había puesto a aprender sobre esto, pero el jefe nunca me había colocado. Cuando ya el jefe se asoma al horno, que eran de gas, y los ve por la vitrina y viene de allá y dice: Miguel usted es el dulcero, que no venga más José. El producto está bien”.

Es de esa forma como se convirtió en maestro de panadería, lo que le permitió trabajar en otras panaderías y formar otras en la ciudad de Valledupar.

El arte cultural

No me quedo quieto y es cuando descubro el arte”, expresa Nieves. “Si alguna persona cumplía años, entonces era yo el que elaboraba la piñata. Me ingeniaba cosas. Si venía el siete de diciembre y todas esas cosas, entonces yo elaboraba los faroles, pero con creatividad y eso iba dando pie para que la gente me valorara y acudieran donde mí”.

Descubrió el arte y la pintura por medio de una novia que necesitaba una cartelera. “Yo la hice, fue una buena cartelera, entonces permitió que los demás alumnos se interesaban y preguntarán ‘quién te hizo esa cartelera’?”. Y fue así como comenzó a adquirir trabajos en esta área.

Fue así como, al darse a conocer gracias a ese trabajo ajeno a sus compromisos, se trasladaba al barrio San Joaquín porque ya tenía pedidos. “Era una cartelera y otra, y empecé a conocer lo que era la química, geografía, todo lo que a ellos les pedían”.

Comienza a relacionarse de lleno con el dibujo y la pintura hasta que logra vincularse con un vecino publicista, considerado buen dibujante y colorista, Manuel Consuegra Iglesias. “Fui ayudante de él y logré trabajar en el campo de la publicidad haciendo los murales de las grandes compraventas de Valledupar”.

Actualmente incursiona en la música y en la gramática por medio del maestro Néstor García. Además, se ha convertido en un gran actor que ha realizado papeles actorales de talla internacional y nacional.

“Agradecerle a Dios que logré salir en una película muy bien elaborada, con un gran equipo de Ciro Guerra, a quien hay que darle los méritos porque es un gran cineasta”.

Por ese trabajo hoy es llamado para otros proyectos. como ‘Los viajes del Viento’, ‘Rafael Orozco’, ‘Diomedes El Cacique de La Junta’, ‘La Cacica’ y la ‘Dinastía Morales’.