Publicidad
Categorías
Categorías
Económicas - 27 julio, 2014

Treinta años vendiendo periódicos en la plaza Alfonso López

“Me han querido sacar de aquí pero los vecinos no han dejado”, dice Manuel Antonio Otero Maldonado, quien se gana la vida vendiendo periódicos en el marco de la plaza Alfonso López.

Manuel Otero Maldonado, se gana la vida  hace 30 años vendiendo el periódico en los alrededores de la plaza Alfonso López.
Manuel Otero Maldonado, se gana la vida hace 30 años vendiendo el periódico en los alrededores de la plaza Alfonso López.

Manuel Otero Maldonado, tiene 67 años de edad, de los cuales ha dedicado 30 a convivir con los vallenatos vendiendo periódicos y dulces en una chaza que tiene en la terraza del antiguo edificio de Telecom en la Plaza Alfonso López. Este hombre, oriundo de San Vicente del Chucurí Santander; hace 38 años llegó a tierras Cesarenses por ofertas laborales. “un señor me ofreció trabajar con él en siembras de arroz, que me pagaría por cada bulto según él, pero cuando se sacaba la cosecha me quedaban 100 mil o doscientos mil pesos”.

Decepcionado porque las cosas no salían como esperaba, decidió no continuar trabajando para otros, su suegro, que ya estaba radicado hacía un tiempo en Valledupar, lo convenció para que cambiara de oficio y entonces se dedicó a bultear en el mercado, vender chicharrón de coco y guarapo, actividades que realizó para subsistir y no dejar caer en la miseria a su familia, junto con su hija de 12 años, que lo acompañaba mientras su esposa se encargaba de la casa.

La historia

Manuel dice que como todo en la vida se gana y no es de un día para otro, él no fue la excepción. “Mi suegro tenía una venta de tutifruti en la plaza Alfonso López, se puso enfermo y me dijo que me dedicara a esa labor, partíamos utilidades, después las ventas se pusieron difíciles, luego conseguí otro carro comencé a vender avenas, y empanadas. Cerca de mí estaba el que vendía periódicos con una chaza yo veía que hacía mucha plata, en esa época se vendía el periódico bastante, también revistas y la mayor parte del comercio estaba alrededor de la plaza”.

“Para sacarme de aquí me tendrán que indemnizar porque llevo 30 años en este lugar”. Señala Manuel Otero.

Mi hija era entusiasmada al estudio, llegó al negocio y me dijo: Papá estoy pensando que usted con estas ventas que no son muy buenas ahora viene el bachillerato ¿Cómo voy a estudiar? no se va a poder le dije; porque gano muy poco. Ella se puso a llorar y de inmediato me retracté, solo quería probarla a ver si realmente anhelaba estudiar.

El dueño de ventas de periódicos se le partió el corazón al escuchar lo que dije a mi hija, y como se iba para su tierra me ofreció quedarme con su negocio, “me vendió todo a la tercera parte de lo que realmente costaba” que se lo pagara en cuotas”.

Así fue como inició Manuel Otero quien en esa época recogía diario 150 mil a 200 mil pesos, aunque ese buen momento solo le demoró alrededor de ocho años porque los juzgados, notarias y demás locales los quitaron de ese lugar. El periódico no se vende mucho desde que salió virtual y hace seis u ocho años las ventas no son muy buenas.

“Gracias a Dios tengo una mujer mas ahorrativa que un Ford bajando, ella aprovechó la temporada buena, administraba excelente el dinero, fue ahorrando cualquier día dijo tener dijo tres millones de pesos, con lo que paramos el rancho en el barrio Las Palmas”.

Hoy por hoy no tiene las mismas ganancias, solo vende uno que otro periódico, además dijo que hacen malabares para tener el diario, vendiendo desde bolsas con agua, pasabocas y confites, “menos mal mi esposa es ahorradora y cuando no hay, saca recursos, los dos vendemos aquí, ella desde el medio día viene a acompañarme, a las 6:00 a.m. inicia mi labor y a las 7:00 p.m. cierro.

“Treinta años de estar aquí y ahora llegaron a ponerme competencia, quienes tenían anteriormente los locales no compraban dulces para vender, eran considerados para no dañarme el negocio, pero mi Dios no me desampara”, puntualizó Manuel quien manifiesta que después de tantos años, han querido sacarlo de la terraza del antiguo Telecom, donde ahora funcionan juzgados, pero los vecinos no lo han permitido. “Me mandaron un policía para sacarme, pero a un abogado se le ablandó el corazón me ayudó, recogí firmas se las entregué y me arregló esos documentos para llevarlos a la alcaldía”.

Por Letty Polo Thomas
[email protected]

Económicas
27 julio, 2014

Treinta años vendiendo periódicos en la plaza Alfonso López

“Me han querido sacar de aquí pero los vecinos no han dejado”, dice Manuel Antonio Otero Maldonado, quien se gana la vida vendiendo periódicos en el marco de la plaza Alfonso López.


Manuel Otero Maldonado, se gana la vida  hace 30 años vendiendo el periódico en los alrededores de la plaza Alfonso López.
Manuel Otero Maldonado, se gana la vida hace 30 años vendiendo el periódico en los alrededores de la plaza Alfonso López.

Manuel Otero Maldonado, tiene 67 años de edad, de los cuales ha dedicado 30 a convivir con los vallenatos vendiendo periódicos y dulces en una chaza que tiene en la terraza del antiguo edificio de Telecom en la Plaza Alfonso López. Este hombre, oriundo de San Vicente del Chucurí Santander; hace 38 años llegó a tierras Cesarenses por ofertas laborales. “un señor me ofreció trabajar con él en siembras de arroz, que me pagaría por cada bulto según él, pero cuando se sacaba la cosecha me quedaban 100 mil o doscientos mil pesos”.

Decepcionado porque las cosas no salían como esperaba, decidió no continuar trabajando para otros, su suegro, que ya estaba radicado hacía un tiempo en Valledupar, lo convenció para que cambiara de oficio y entonces se dedicó a bultear en el mercado, vender chicharrón de coco y guarapo, actividades que realizó para subsistir y no dejar caer en la miseria a su familia, junto con su hija de 12 años, que lo acompañaba mientras su esposa se encargaba de la casa.

La historia

Manuel dice que como todo en la vida se gana y no es de un día para otro, él no fue la excepción. “Mi suegro tenía una venta de tutifruti en la plaza Alfonso López, se puso enfermo y me dijo que me dedicara a esa labor, partíamos utilidades, después las ventas se pusieron difíciles, luego conseguí otro carro comencé a vender avenas, y empanadas. Cerca de mí estaba el que vendía periódicos con una chaza yo veía que hacía mucha plata, en esa época se vendía el periódico bastante, también revistas y la mayor parte del comercio estaba alrededor de la plaza”.

“Para sacarme de aquí me tendrán que indemnizar porque llevo 30 años en este lugar”. Señala Manuel Otero.

Mi hija era entusiasmada al estudio, llegó al negocio y me dijo: Papá estoy pensando que usted con estas ventas que no son muy buenas ahora viene el bachillerato ¿Cómo voy a estudiar? no se va a poder le dije; porque gano muy poco. Ella se puso a llorar y de inmediato me retracté, solo quería probarla a ver si realmente anhelaba estudiar.

El dueño de ventas de periódicos se le partió el corazón al escuchar lo que dije a mi hija, y como se iba para su tierra me ofreció quedarme con su negocio, “me vendió todo a la tercera parte de lo que realmente costaba” que se lo pagara en cuotas”.

Así fue como inició Manuel Otero quien en esa época recogía diario 150 mil a 200 mil pesos, aunque ese buen momento solo le demoró alrededor de ocho años porque los juzgados, notarias y demás locales los quitaron de ese lugar. El periódico no se vende mucho desde que salió virtual y hace seis u ocho años las ventas no son muy buenas.

“Gracias a Dios tengo una mujer mas ahorrativa que un Ford bajando, ella aprovechó la temporada buena, administraba excelente el dinero, fue ahorrando cualquier día dijo tener dijo tres millones de pesos, con lo que paramos el rancho en el barrio Las Palmas”.

Hoy por hoy no tiene las mismas ganancias, solo vende uno que otro periódico, además dijo que hacen malabares para tener el diario, vendiendo desde bolsas con agua, pasabocas y confites, “menos mal mi esposa es ahorradora y cuando no hay, saca recursos, los dos vendemos aquí, ella desde el medio día viene a acompañarme, a las 6:00 a.m. inicia mi labor y a las 7:00 p.m. cierro.

“Treinta años de estar aquí y ahora llegaron a ponerme competencia, quienes tenían anteriormente los locales no compraban dulces para vender, eran considerados para no dañarme el negocio, pero mi Dios no me desampara”, puntualizó Manuel quien manifiesta que después de tantos años, han querido sacarlo de la terraza del antiguo Telecom, donde ahora funcionan juzgados, pero los vecinos no lo han permitido. “Me mandaron un policía para sacarme, pero a un abogado se le ablandó el corazón me ayudó, recogí firmas se las entregué y me arregló esos documentos para llevarlos a la alcaldía”.

Por Letty Polo Thomas
[email protected]