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Cultura - 21 diciembre, 2014

Noche de Paz, Noche silenciosa

El mes de diciembre se asocia con las celebraciones navideñas y la de año nuevo. Una serie de elementos se conjugan para expresar que ha entrado un aire nuevo, una temporada diferente a la del resto del año. Son los momentos propicios para la manifestación de los sentimientos que unen los espíritus colmándolos de mensajes […]

Los niños se reúnen alrededor del pesebre a entonar los villancicos. Referencia/ EL PILÓN
Los niños se reúnen alrededor del pesebre a entonar los villancicos. Referencia/ EL PILÓN

El mes de diciembre se asocia con las celebraciones navideñas y la de año nuevo. Una serie de elementos se conjugan para expresar que ha entrado un aire nuevo, una temporada diferente a la del resto del año.

Son los momentos propicios para la manifestación de los sentimientos que unen los espíritus colmándolos de mensajes de paz, armonía, esperanza y amor, los que son patentes a través de diversas manifestaciones artísticas, en especial de la música.

Desde la antigüedad y en especial en la Edad Media, las canciones espirituales y los villancicos forman parte de la liturgia navideña, con una gran tradición en Praga ciudad musical por excelencia. La palabra villancico deriva de villanos, denominación dada a los habitantes de las villas, para diferenciarlo de los nobles.

Son escritos literarios peculiares, construcciones poéticas y musicales de carácter popular, arreglos sencillos que al evolucionar forman parte de la cultura intelectual y musical de los pueblos cristianos. Basada en tonadas populares en el caso español, influenciados por los  musulmanes, tradición asentada  especialmente en Sevilla desde donde se hizo extensiva a otros pueblos  hasta que en los siglos XIV y XV se fortalece esta costumbre definitivamente en España. Uno de los primeros villancicos fue “Puer Natus Est”, considerado de los más antiguos. Del siglo IV data “Jesús refulsit omnium”, atribuido a Saint Hilary de Potiers. Con el tiempo, la música cristiana de esta época siguió la tradición del canto gregoriano.

‘Noche de Paz’ es considerado el más hermoso y tierno de los villancicos navideños, el más simbólico. La historia nos cuenta sobre el origen de tan extraordinaria composición, que una noche de 1840, el coro de la catedral de Berlín dirigido por Félix Mendelsohn la incluyó en el repertorio para conmemorar el nacimiento de Cristo, melodía que emocionó e impresionó al Rey Federico de Prusia.

Mendelsohn no pudo dar al Rey razón del autor, por lo cual recurrió a Ludwig, el maestro de conciertos reales de reconocida experiencia en descubrir el origen de canciones desconocidas, quien indagó infructuosamente en bibliotecas, ciudades y principados de Alemania y Sajonia. Hizo tantos esfuerzos en esta tarea que lo apodaron “El cazador de canciones”, observó que el estilo de la música parecía austriaco. Se dirigió a Viena sin obtener resultado.

Un músico anciano de la época, le dio una pista. Michel Haydn, hermano del famoso compositor había hecho muchas obras desconocidas que se perdieron, lo cual lo llevó a interrogarse si no sería de él. A pesar de ser una pista remota Ludwig decidió regresar a la corte. Mientras pernoctaba en una hospedería, sintió la alegría de los trinos de un pájaro que entonaba la linda canción navideña.

Fue tal su interés que el dueño del hospedaje le regaló el pajarito que provenía de Salzburgo, donde había vivido Michael Haydn. Al regresar fue recibido con honores en la corte. Pero los monjes consideraron que era forzar la naturaleza enseñar canciones a los pajarillos. Por casualidad en la cena se encontraba un maestro de escuela, Ambrosio Preisttamer, quien se interesó por la historia del pajarito.

Puede ser cosa de los niños del coro- dijo el maestro. Días después, apostado junto a la ventana de la escuela del pueblo, silbó la melodía imitando al pajarito y logró el resultado esperado. Al rato salió el niño Félix Grubber sorprendido y asustado al ver que había caído en la trampa. La canción se la había enseñado su padre, Franz Grubber. Letra de Joseph Mohr, párroco de un pueblo de Austria. Poco antes de la navidad de 1818 el autor la interpreta en esta fecha en guitarra junto con sus feligreses y hoy es conocida universalmente.

Este y otros villancicos no tardaron en extenderse por Hispanoamérica, en los procesos de evangelización, por la convivencia paulatina, la asimilación de prédicas ancestrales, medio a través del cual se incorporaron los nuevos ritos y repertorios sagrados, evidencia que dejó profundas huellas en la música religiosa.

En nuestro caso en el mestizaje musical alternan con la sagrada, la caribeña profana, llámese salsa, merengue, la música vallenata y los más variados ritmos musicales con tejido social y espiritual, e ideales que buscan la reconciliación y el acercamiento desde un camino signado por la alegría, traducidos en composiciones resultando un amplio inventario, del cual mencionamos algunos temas de autores vernáculos, que durante estos días abren un espacio a los artistas populares, canciones que año tras año se tararean y cantan en este período y que mantienen toda su frescura y sabor.

Algunas de ellas, son: Arbolito de navidad y Navidad negra, del maestro José Benito Barros; Víspera de año nuevo, de Tobías Enrique Pumarejo; Regalito de Navidad, del maestro Rafael Escalona Martínez; Navidad (1982) y Mensaje de Navidad (1980), del ‘Poeta de Villanueva’ Rosendo Romero; Canto de Navidad, de Gabriel Romero, Comparsa de año Viejo, de Marco A. Posada, interpretada por Noel Petro. Asimismo, Recuerdos del año Viejo, Calixto Ochoa. El año viejo, de Crescencio Salcedo, interpretado por la orquesta de Pacho Galán.

Otra Navidad, de Luis Pérez Cedón. Otro Año, de Ramón Vargas ejecutado por Los Chiches del Vallenato; El Niño Dios, de Santos Montalvo, interpretado por Joe Arroyo.

Por Giomar Lucía Guerra Bonilla

Cultura
21 diciembre, 2014

Noche de Paz, Noche silenciosa

El mes de diciembre se asocia con las celebraciones navideñas y la de año nuevo. Una serie de elementos se conjugan para expresar que ha entrado un aire nuevo, una temporada diferente a la del resto del año. Son los momentos propicios para la manifestación de los sentimientos que unen los espíritus colmándolos de mensajes […]


Los niños se reúnen alrededor del pesebre a entonar los villancicos. Referencia/ EL PILÓN
Los niños se reúnen alrededor del pesebre a entonar los villancicos. Referencia/ EL PILÓN

El mes de diciembre se asocia con las celebraciones navideñas y la de año nuevo. Una serie de elementos se conjugan para expresar que ha entrado un aire nuevo, una temporada diferente a la del resto del año.

Son los momentos propicios para la manifestación de los sentimientos que unen los espíritus colmándolos de mensajes de paz, armonía, esperanza y amor, los que son patentes a través de diversas manifestaciones artísticas, en especial de la música.

Desde la antigüedad y en especial en la Edad Media, las canciones espirituales y los villancicos forman parte de la liturgia navideña, con una gran tradición en Praga ciudad musical por excelencia. La palabra villancico deriva de villanos, denominación dada a los habitantes de las villas, para diferenciarlo de los nobles.

Son escritos literarios peculiares, construcciones poéticas y musicales de carácter popular, arreglos sencillos que al evolucionar forman parte de la cultura intelectual y musical de los pueblos cristianos. Basada en tonadas populares en el caso español, influenciados por los  musulmanes, tradición asentada  especialmente en Sevilla desde donde se hizo extensiva a otros pueblos  hasta que en los siglos XIV y XV se fortalece esta costumbre definitivamente en España. Uno de los primeros villancicos fue “Puer Natus Est”, considerado de los más antiguos. Del siglo IV data “Jesús refulsit omnium”, atribuido a Saint Hilary de Potiers. Con el tiempo, la música cristiana de esta época siguió la tradición del canto gregoriano.

‘Noche de Paz’ es considerado el más hermoso y tierno de los villancicos navideños, el más simbólico. La historia nos cuenta sobre el origen de tan extraordinaria composición, que una noche de 1840, el coro de la catedral de Berlín dirigido por Félix Mendelsohn la incluyó en el repertorio para conmemorar el nacimiento de Cristo, melodía que emocionó e impresionó al Rey Federico de Prusia.

Mendelsohn no pudo dar al Rey razón del autor, por lo cual recurrió a Ludwig, el maestro de conciertos reales de reconocida experiencia en descubrir el origen de canciones desconocidas, quien indagó infructuosamente en bibliotecas, ciudades y principados de Alemania y Sajonia. Hizo tantos esfuerzos en esta tarea que lo apodaron “El cazador de canciones”, observó que el estilo de la música parecía austriaco. Se dirigió a Viena sin obtener resultado.

Un músico anciano de la época, le dio una pista. Michel Haydn, hermano del famoso compositor había hecho muchas obras desconocidas que se perdieron, lo cual lo llevó a interrogarse si no sería de él. A pesar de ser una pista remota Ludwig decidió regresar a la corte. Mientras pernoctaba en una hospedería, sintió la alegría de los trinos de un pájaro que entonaba la linda canción navideña.

Fue tal su interés que el dueño del hospedaje le regaló el pajarito que provenía de Salzburgo, donde había vivido Michael Haydn. Al regresar fue recibido con honores en la corte. Pero los monjes consideraron que era forzar la naturaleza enseñar canciones a los pajarillos. Por casualidad en la cena se encontraba un maestro de escuela, Ambrosio Preisttamer, quien se interesó por la historia del pajarito.

Puede ser cosa de los niños del coro- dijo el maestro. Días después, apostado junto a la ventana de la escuela del pueblo, silbó la melodía imitando al pajarito y logró el resultado esperado. Al rato salió el niño Félix Grubber sorprendido y asustado al ver que había caído en la trampa. La canción se la había enseñado su padre, Franz Grubber. Letra de Joseph Mohr, párroco de un pueblo de Austria. Poco antes de la navidad de 1818 el autor la interpreta en esta fecha en guitarra junto con sus feligreses y hoy es conocida universalmente.

Este y otros villancicos no tardaron en extenderse por Hispanoamérica, en los procesos de evangelización, por la convivencia paulatina, la asimilación de prédicas ancestrales, medio a través del cual se incorporaron los nuevos ritos y repertorios sagrados, evidencia que dejó profundas huellas en la música religiosa.

En nuestro caso en el mestizaje musical alternan con la sagrada, la caribeña profana, llámese salsa, merengue, la música vallenata y los más variados ritmos musicales con tejido social y espiritual, e ideales que buscan la reconciliación y el acercamiento desde un camino signado por la alegría, traducidos en composiciones resultando un amplio inventario, del cual mencionamos algunos temas de autores vernáculos, que durante estos días abren un espacio a los artistas populares, canciones que año tras año se tararean y cantan en este período y que mantienen toda su frescura y sabor.

Algunas de ellas, son: Arbolito de navidad y Navidad negra, del maestro José Benito Barros; Víspera de año nuevo, de Tobías Enrique Pumarejo; Regalito de Navidad, del maestro Rafael Escalona Martínez; Navidad (1982) y Mensaje de Navidad (1980), del ‘Poeta de Villanueva’ Rosendo Romero; Canto de Navidad, de Gabriel Romero, Comparsa de año Viejo, de Marco A. Posada, interpretada por Noel Petro. Asimismo, Recuerdos del año Viejo, Calixto Ochoa. El año viejo, de Crescencio Salcedo, interpretado por la orquesta de Pacho Galán.

Otra Navidad, de Luis Pérez Cedón. Otro Año, de Ramón Vargas ejecutado por Los Chiches del Vallenato; El Niño Dios, de Santos Montalvo, interpretado por Joe Arroyo.

Por Giomar Lucía Guerra Bonilla