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Especial - 31 marzo, 2014

El fin de la nieve en la Sierra Nevada

En marzo del año 2014, EL PILÓN publicó este trabajo periodístico que daba cuenta de la crisis de la Sierra Nevada.

Boton Wpp

En la lengua arhuaca la palabra goatapore traduce agua fría; así es la corriente que emerge desde el nacimiento del río Guatapurí, un caudal que proviene de más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar.

Cerca de siete lagunas, entre esas Kokigui, Curiba, Naboba y Dumariba, le dan vida a los ríos Guatapurí y Donachuí, que se encuentran en Jordán (pueblo arhuaco), adquiriendo la misma cantidad de agua para posteriormente recorrer diferentes localidades del Cesar, La Guajira y Magdalena.

Hacia la vertiente suroriental, el río Guatapurí recoge los drenajes provenientes del río Dunachuí y Curiba, los cuales ocupan el 8% del total de los glaciares de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Poco se ha hablado del deshielo que se viene presentando hace muchos años en los altos picos de la Sierra Nevada. En Valledupar, simplemente se han dedicado a murmurar por qué el cauce abastecedor de agua potable para casi 450.000 habitantes de la capital del Cesar, ha bajado enormemente.

El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM), publicó hace algunos años un informe en el que revela que desde 1977 se viene presentando un fenómeno continuo de calentamiento y reducción de los glaciares en todo el mundo. En términos generales y según el documento, en Colombia, entre los años 1980 y 2010 se ha perdido el 57% del área glaciar.

El Chundúa, como le llaman los arhuacos a la parte nevada de la Sierra Nevada de Santa Marta, es, según su tradición, el lugar donde se originaron la vida, la sabiduría y las leyes. Sus cumbres son consideradas como personas y guardianes de honor. Para salvaguardar estos mitos, los mamos de las poblaciones indígenas hacen pagas.

En estos picos, los datos demuestran que en 1930 había 30.565 hectáreas de nieve; en 1950, 22.312; en 1980, 17.850 y en 2007, 7.140.

La pérdida de la nieve en la Sierra Nevada, en el norte de Colombia, entre 1954 y 1995 fue de 71.5 kilómetros cuadrados, proporcionalmente a 7.150 hectáreas. Mientras que, para el 2010 la nieve habría disminuido a 7.14 km2, igual a 7.140 hectáreas y, en el año 2050, posiblemente se estimaría la desaparición de la nieve.

“El deshielo está acelerado y cada día hace más calor. Es una preocupación muy grande, claro que los mamos están haciendo trabajos, pagando promesas y tributos”: Sacuco mayor de Nabusímake.

EL PILÓN constató que la Corporación Autónoma del Cesar, Corpocesar, sabe desde el 2001 que en el 2050 no habría nieve en la Sierra Nevada de Santa Marta, pero no se ha escuchado pronunciamiento oficial con respecto a la prevención de la situación, que ha logrado la desaparición de ocho nevados desde 1940 en Colombia.

El hecho se podría confirmar teniendo en cuenta que en Nabusímake, resguardo indígena enclavado en el corazón de la vertiente suroriental de la Sierra Nevada de Santa Marta, la temperatura no baja de 20 grados, y la sensación es muy húmeda, según José Camilo Niño, sacuco mayor de este pueblo.

De lejos ya se vislumbra el aspecto totalmente deshelado de las montañas y al sobrevolar la zona, a unos 2.200 metros de altura, el frío abre el camino del paraíso que se ‘ahoga’ por el acelerado calentamiento de la Tierra.

El IDEAM revela que los seis nevados que actualmente tiene Colombia (volcán Nevado del Huila o Wila; volcán Nevado del Tolima; volcán Nevado Santa Isabel; volcán Nevado del Ruiz; Sierra Nevada de El Cocuy, Güicán o Chita; Sierra Nevada de Santa Marta), son pequeñas masas de hielo, casi insignificantes en la contabilidad de las superficies heladas del planeta, pero revelan una importancia por su ubicación ecuatorial y como los últimos relictos de antiguos ambientes más fríos.

Hoy en día y, frente a los efectos del cambio climático, se enfrentan a una extinción segura en el transcurso de algunas decenas de años. Los nuestros por su ubicación altitudinal se denominan glaciares de montaña, por su ubicación latitudinal, glaciares ecuatoriales; esto los hace únicos, especiales, sensibles y dinámicos.

Según los datos anteriores, la pérdida de área para cada nevado está entre 60 y 80%. La Sierra Nevada del Cocuy seguido de la Sierra Nevada de Santa Marta son los nevados que han sufrido una mayor desglaciación, y los nevados del Ruiz y Tolima serían los más próximos a desaparecer en el tiempo.

Todas las variaciones en los parámetros del clima provocarían inevitablemente impactos en los ecosistemas de la alta montaña, los cuales son considerados como áreas ideales para detectar y analizar estos cambios, en los mecanismos de adaptabilidad de las especies vivas y en los sectores socioeconómicos debido al alto grado de vulnerabilidad y fragilidad que estos ecosistemas presentan.

Aunque desde 1850 se ha perdido más del 85% del nevado de la Sierra Nevada, el incremento de temperatura ha sido radical y está afectando los ecosistemas de páramo, disminuyendo casi totalmente su extensión y perdiendo, en consecuencia, su capacidad de intercepción, almacenamiento y regulación hídrica, poniendo en peligro el abastecimiento acuático de buena parte de la población colombiana, entre esas la de Valledupar.

“Si ese hielo no va estar ahí, no habrá río Guatapurí”

El tema sobre la terminación de la nieve de lo más alto de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el año 2050, ha sido casi que nula como punto de debate en las diferentes poblaciones cesarenses. EL PILÓN se encarga de abrirlo.

La fuente hídrica que alimenta el acueducto de Valledupar sería la principal en pasar a la historia. Su estado es crítico y, según un diagnóstico revelado en 1995, había comenzado su etapa terminal.

El historiador e investigador Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, narró a este medio una de sus travesías por la Sierra Nevada de Santa Marta, macizo declarado en emergencia en febrero de 1994 por la Fundación Prosierra, ante el acelerado proceso de deforestación.

“Hace unos 15 años subí hasta los picos de la Sierra Nevada con un amigo arhuaco, el inolvidable Adán Villafañe; cuando hicimos la última jornada de Meyuaca (asentamiento arhuaco a 3.200 metros sobre el nivel del mar), íbamos en medio de dos paredes de color marrón rocosas, cuando llegamos a la laguna Naboba, a las bases de los picos, me decía Adán: Tomás Darío yo siempre he sido guía y hace 20 años todo lo que recorrimos hoy era hielo (no habíamos visto un gramo de hielo); quiere decir que sobre el descongelamiento tenemos consciencia hace diez años, pero eso está pasando hace mucho tiempo: si esa área recorrida por hombre en buen estado físico durante ocho horas se descongeló en 20 años y el calentamiento se ha acelerado en los últimos tiempos en una barbaridad, lo que debe quedar de nuestro nevado es muy poco”, aseguró el abogado.

Tomás Darío agregó que el río Guatapurí nace a partir de las 10:00 de la mañana, cuando el sol comienza a descongelar el hielo de los nevados: “si ese hielo no va estar ahí no habrá río Guatapurí. Será doloroso. La única posibilidad de subsistencia de Valledupar sería el embalse (represa) Los Besotes, porque el río va a correr en invierno y hay que guardar esa agua que baje”.

Análisis desde Nabusímake

Desde hace algunos años la corriente del Guatapurí dejó de ser briosa, guapetona e impetuosa. Aunque no atraviesa específicamente la región de Nabusímake, José Camilo Niño, sacuco mayor de esta población, explicó que las autoridades del resguardo indígena trabajan para evitar la terminación de la nieve.

“El deshielo está acelerado y cada día hace más calor. Es una preocupación muy grande, claro que los mamos están haciendo trabajos, pagando promesas y tributos; acá todo lo que hace daño es el hombre”, aseguró el descendiente de la etnia arhuaca.

Nabusímake es una región que tiene un radio de acción de 5.000 habitantes, pertenecientes a los 47.000 de todo el resguardo arhuaco. Para el hombre de 72 años, “la naturaleza está resentida y por eso cobra, no con dinero, pero sí espiritualmente”.

“Estamos sintiendo mucho calor a pesar de estar cerca a los nevados: el turismo siempre afecta porque no es organizado”, señaló Niño.

Un dato

1.800 litros de agua por segundo recibe Emdupar para el acueducto de Valledupar.

Consecuencias de que no haya nieve:

1. Pérdida de caudal de los ríos que nacen de la nevada.
2. Mayor riesgo de avalanchas y crecientes.
3. La nevada deja de ser nevada.
4. Desaparece un ecosistema completo.
6. Menos agua en verano y más en invierno.
7. No se podría recuperar.
8. Muchas especies de plantas, animales y aves desaparecerán.

rodolfo

Asesoría: Centro de Pensamiento Cesarense

Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN

Especial
31 marzo, 2014

El fin de la nieve en la Sierra Nevada

En marzo del año 2014, EL PILÓN publicó este trabajo periodístico que daba cuenta de la crisis de la Sierra Nevada.


Boton Wpp

En la lengua arhuaca la palabra goatapore traduce agua fría; así es la corriente que emerge desde el nacimiento del río Guatapurí, un caudal que proviene de más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar.

Cerca de siete lagunas, entre esas Kokigui, Curiba, Naboba y Dumariba, le dan vida a los ríos Guatapurí y Donachuí, que se encuentran en Jordán (pueblo arhuaco), adquiriendo la misma cantidad de agua para posteriormente recorrer diferentes localidades del Cesar, La Guajira y Magdalena.

Hacia la vertiente suroriental, el río Guatapurí recoge los drenajes provenientes del río Dunachuí y Curiba, los cuales ocupan el 8% del total de los glaciares de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Poco se ha hablado del deshielo que se viene presentando hace muchos años en los altos picos de la Sierra Nevada. En Valledupar, simplemente se han dedicado a murmurar por qué el cauce abastecedor de agua potable para casi 450.000 habitantes de la capital del Cesar, ha bajado enormemente.

El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM), publicó hace algunos años un informe en el que revela que desde 1977 se viene presentando un fenómeno continuo de calentamiento y reducción de los glaciares en todo el mundo. En términos generales y según el documento, en Colombia, entre los años 1980 y 2010 se ha perdido el 57% del área glaciar.

El Chundúa, como le llaman los arhuacos a la parte nevada de la Sierra Nevada de Santa Marta, es, según su tradición, el lugar donde se originaron la vida, la sabiduría y las leyes. Sus cumbres son consideradas como personas y guardianes de honor. Para salvaguardar estos mitos, los mamos de las poblaciones indígenas hacen pagas.

En estos picos, los datos demuestran que en 1930 había 30.565 hectáreas de nieve; en 1950, 22.312; en 1980, 17.850 y en 2007, 7.140.

La pérdida de la nieve en la Sierra Nevada, en el norte de Colombia, entre 1954 y 1995 fue de 71.5 kilómetros cuadrados, proporcionalmente a 7.150 hectáreas. Mientras que, para el 2010 la nieve habría disminuido a 7.14 km2, igual a 7.140 hectáreas y, en el año 2050, posiblemente se estimaría la desaparición de la nieve.

“El deshielo está acelerado y cada día hace más calor. Es una preocupación muy grande, claro que los mamos están haciendo trabajos, pagando promesas y tributos”: Sacuco mayor de Nabusímake.

EL PILÓN constató que la Corporación Autónoma del Cesar, Corpocesar, sabe desde el 2001 que en el 2050 no habría nieve en la Sierra Nevada de Santa Marta, pero no se ha escuchado pronunciamiento oficial con respecto a la prevención de la situación, que ha logrado la desaparición de ocho nevados desde 1940 en Colombia.

El hecho se podría confirmar teniendo en cuenta que en Nabusímake, resguardo indígena enclavado en el corazón de la vertiente suroriental de la Sierra Nevada de Santa Marta, la temperatura no baja de 20 grados, y la sensación es muy húmeda, según José Camilo Niño, sacuco mayor de este pueblo.

De lejos ya se vislumbra el aspecto totalmente deshelado de las montañas y al sobrevolar la zona, a unos 2.200 metros de altura, el frío abre el camino del paraíso que se ‘ahoga’ por el acelerado calentamiento de la Tierra.

El IDEAM revela que los seis nevados que actualmente tiene Colombia (volcán Nevado del Huila o Wila; volcán Nevado del Tolima; volcán Nevado Santa Isabel; volcán Nevado del Ruiz; Sierra Nevada de El Cocuy, Güicán o Chita; Sierra Nevada de Santa Marta), son pequeñas masas de hielo, casi insignificantes en la contabilidad de las superficies heladas del planeta, pero revelan una importancia por su ubicación ecuatorial y como los últimos relictos de antiguos ambientes más fríos.

Hoy en día y, frente a los efectos del cambio climático, se enfrentan a una extinción segura en el transcurso de algunas decenas de años. Los nuestros por su ubicación altitudinal se denominan glaciares de montaña, por su ubicación latitudinal, glaciares ecuatoriales; esto los hace únicos, especiales, sensibles y dinámicos.

Según los datos anteriores, la pérdida de área para cada nevado está entre 60 y 80%. La Sierra Nevada del Cocuy seguido de la Sierra Nevada de Santa Marta son los nevados que han sufrido una mayor desglaciación, y los nevados del Ruiz y Tolima serían los más próximos a desaparecer en el tiempo.

Todas las variaciones en los parámetros del clima provocarían inevitablemente impactos en los ecosistemas de la alta montaña, los cuales son considerados como áreas ideales para detectar y analizar estos cambios, en los mecanismos de adaptabilidad de las especies vivas y en los sectores socioeconómicos debido al alto grado de vulnerabilidad y fragilidad que estos ecosistemas presentan.

Aunque desde 1850 se ha perdido más del 85% del nevado de la Sierra Nevada, el incremento de temperatura ha sido radical y está afectando los ecosistemas de páramo, disminuyendo casi totalmente su extensión y perdiendo, en consecuencia, su capacidad de intercepción, almacenamiento y regulación hídrica, poniendo en peligro el abastecimiento acuático de buena parte de la población colombiana, entre esas la de Valledupar.

“Si ese hielo no va estar ahí, no habrá río Guatapurí”

El tema sobre la terminación de la nieve de lo más alto de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el año 2050, ha sido casi que nula como punto de debate en las diferentes poblaciones cesarenses. EL PILÓN se encarga de abrirlo.

La fuente hídrica que alimenta el acueducto de Valledupar sería la principal en pasar a la historia. Su estado es crítico y, según un diagnóstico revelado en 1995, había comenzado su etapa terminal.

El historiador e investigador Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, narró a este medio una de sus travesías por la Sierra Nevada de Santa Marta, macizo declarado en emergencia en febrero de 1994 por la Fundación Prosierra, ante el acelerado proceso de deforestación.

“Hace unos 15 años subí hasta los picos de la Sierra Nevada con un amigo arhuaco, el inolvidable Adán Villafañe; cuando hicimos la última jornada de Meyuaca (asentamiento arhuaco a 3.200 metros sobre el nivel del mar), íbamos en medio de dos paredes de color marrón rocosas, cuando llegamos a la laguna Naboba, a las bases de los picos, me decía Adán: Tomás Darío yo siempre he sido guía y hace 20 años todo lo que recorrimos hoy era hielo (no habíamos visto un gramo de hielo); quiere decir que sobre el descongelamiento tenemos consciencia hace diez años, pero eso está pasando hace mucho tiempo: si esa área recorrida por hombre en buen estado físico durante ocho horas se descongeló en 20 años y el calentamiento se ha acelerado en los últimos tiempos en una barbaridad, lo que debe quedar de nuestro nevado es muy poco”, aseguró el abogado.

Tomás Darío agregó que el río Guatapurí nace a partir de las 10:00 de la mañana, cuando el sol comienza a descongelar el hielo de los nevados: “si ese hielo no va estar ahí no habrá río Guatapurí. Será doloroso. La única posibilidad de subsistencia de Valledupar sería el embalse (represa) Los Besotes, porque el río va a correr en invierno y hay que guardar esa agua que baje”.

Análisis desde Nabusímake

Desde hace algunos años la corriente del Guatapurí dejó de ser briosa, guapetona e impetuosa. Aunque no atraviesa específicamente la región de Nabusímake, José Camilo Niño, sacuco mayor de esta población, explicó que las autoridades del resguardo indígena trabajan para evitar la terminación de la nieve.

“El deshielo está acelerado y cada día hace más calor. Es una preocupación muy grande, claro que los mamos están haciendo trabajos, pagando promesas y tributos; acá todo lo que hace daño es el hombre”, aseguró el descendiente de la etnia arhuaca.

Nabusímake es una región que tiene un radio de acción de 5.000 habitantes, pertenecientes a los 47.000 de todo el resguardo arhuaco. Para el hombre de 72 años, “la naturaleza está resentida y por eso cobra, no con dinero, pero sí espiritualmente”.

“Estamos sintiendo mucho calor a pesar de estar cerca a los nevados: el turismo siempre afecta porque no es organizado”, señaló Niño.

Un dato

1.800 litros de agua por segundo recibe Emdupar para el acueducto de Valledupar.

Consecuencias de que no haya nieve:

1. Pérdida de caudal de los ríos que nacen de la nevada.
2. Mayor riesgo de avalanchas y crecientes.
3. La nevada deja de ser nevada.
4. Desaparece un ecosistema completo.
6. Menos agua en verano y más en invierno.
7. No se podría recuperar.
8. Muchas especies de plantas, animales y aves desaparecerán.

rodolfo

Asesoría: Centro de Pensamiento Cesarense

Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN