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Comunidad - 10 octubre, 2010

Causas y consecuencias de la pérdida de valores

  El hombre de hoy contempla en su conciencia un gran vacío de valores, por lo que no es posible separar la crisis de valores de la crisis social. Los cambios sociales acaecidos en el último cuarto de siglo son tan radicales que se puede hablar de una metamorfosis social y cultural, debido a que […]

 

El hombre de hoy contempla en su conciencia un gran vacío de valores, por lo que no es posible separar la crisis de valores de la crisis social.

Los cambios sociales acaecidos en el último cuarto de siglo son tan radicales que se puede hablar de una metamorfosis social y cultural, debido a que cualquier reajuste social y mucho más un cambio social, implica siempre un reflejo en el sistema de valores.

Entre las causas que han llevado a la pérdida de valores encontramos: la desintegración y los conflictos familiares; los divorcios; la situación económica; deserción escolar; desobediencia; drogadicción, entre otros tantos factores que han acabado con los valores en el país y han dejado como consecuencia: surgimiento de bandas; prostitución; embarazos prematuros y no deseados; robos; transculturación; abortos en jóvenes a temprana edad; relaciones sexuales promiscuas, etc…

El gran vacío de los valores

El vacío de los valores, es el vacío de unos imperativos cuya razón de ser no es nada obvia. ¿Por qué? Por que la racionalidad económica y pragmática lo ha invadido todo.

Encontramos pensamientos erróneos como: nada vale por si mismo, sino por su utilidad; la obra de arte no se deslumbra por su belleza, si no por la ocasión de invertir que representa; estudiar no es un placer, es un tramite para ganar mas dinero; solo lo numérico y cuantificable -lo aparente en suma- es objeto de complacencia, con esta y otras formas de pensar nos preguntamos ¿Satisface un mundo así?.

Tal vez la razón fundamental del vacío de los valores que constatamos no sea otra que el haber condenado al sentimiento a un papel secundario en nuestro trato con los hombres y las cosas. Hay valores están ahí, porque tienen que orientar las preferencias y elecciones de los humanos, pero son valores fácticos llamados “valores de mercado”, lo cual no distingue entre lo categóricamente bueno o malo, ni entre lo justo o lo injusto.

Nunca los valores fueron tan mudables, tan dependientes de intereses extraños a las cosas mismas, sujetos a modas y caprichos imprevisibles.

Estamos ante una evidente crisis y vacío de valores y preocupa en primer lugar la superficialidad, el vacío y la desinteriorización del hombre que le lleva a vivir de cara al exterior, aturdido entre prisas y ruidos, sin saber a donde va y quien es. Por ello es preciso abrir caminos seguros y coherentes a la Familia, a la escuela, a la juventud y a la sociedad, para buscar valores que den sentido a nuestras vidas, máxime cuando los jóvenes necesitan valores que den sentido a su existencia y que vayan guiando sus pasos por los caminos de la plena realización.

Todas las culturas han aceptado los conceptos de amistad, amor, justicia, paz, solidaridad, buen entendimiento, fraternidad. Hay que elevar todo lo hermoso, bueno, verdadero, justo y bello que vemos en la humanidad para consolidar la paz y la buena convivencia.
La familia y la escuela tiene hoy un reto inaplazable: abrir causes para que los grandes valores del humanismo cristiano afloren en sus tareas educativas.

Pero no olvidemos que los valores impuestos a la fuerza suelen ser valores rechazados, mientras que los valores sugeridos que dejan un amplio margen a la reflexión serena y a la decisión responsable, suelen ser valores libremente asumidos.

Algunos expertos consideran que ha llegado la hora de encontrar auténticos criterios morales, debidamente ponderados, que vayan más allá de la simple eficacia, como el sentido de la autonomía personal, la fuerza de la responsabilidad, la madurez espiritual y moral, la solidaridad hacia los hermanos. Será oportuno recordar que nuestra sociedad vive una profunda desmoralización porque, en el fondo, ha perdido el verdadero sentido de la vida.

Los valores, la familia y la educación

Entre los mejores regalos que pueden hacer los padres a sus hijos figura el amor incondicional y los valores que estos empleen para regir la vida de aquella persona, que en un futuro será el hombre o la mujer de una sociedad.

La carencia de valores se puede observar en todas las clases sociales, desde el más rico hasta el más pobre y entre estos están la perdida de respeto a la autoridad, la impuntualidad, la descortesía, la agresividad, la discriminación, etc.

Una de las principales causas que se dan por la carencia de valores en las personas es porque muchas crecieron en un entorno familiar en el que no les enseñaron un modelo de persona que represente valores éticos y morales.

El valor como tal es uno de los rasgos más importantes que se aprenden en el seno de la educación familiar, por lo que implica una mejor planificación en el campo familiar y en el campo escolar.

El proceso de la educación hace referencia siempre a algún modelo axiológico, en cuanto intenta reproducir los valores, actitudes, hábitos, técnicas y conocimientos que predominan en una sociedad determinada, pero las condiciones sociales y tecnológicas de nuestro tiempo exigen un nuevo replanteamiento y quizás una profunda revisión de las funciones que tradicionalmente se le asignan a la educación, para buscar una mejoría en el tema de la recuperación de los valores.

Dada la trascendencia de los valores en el hogar, la familia no puede olvidar que allí el hijo recibe las primeras caricias, las primeras enseñanzas, percibe los comportamientos iníciales, es allí donde se ponen los fundamentos éticos que deben gobernar a la persona a atreves de su vida y que luego esos valores los pondrán en práctica en los planteles educativos, no sólo para su crecimiento personal, sino para la buena convivencia con sus compañeros y profesores.

Desde el hogar y los colegios se deben fomentar valores como: las religiones que oficialmente promueven la bondad, el valor de lo sagrado y los valores trascendentales y sobrenaturales, tales como la adoración y la salvación eterna.

La política que  promueve valores sociales y el bien común, además del deporte que conlleva a la disciplina y la salud, también es importante inculcar valores como la cultura, la confianza, la paz, la limpieza, la libertad, la democracia, la rapidez, el perdón, el respeto, la intimidad, la independencia, entre otros tantos que son fundamentales en la vida y que poco a poco se han ido perdiendo.

Los valores humanos han sido siempre tema importante de reflexión por parte de los hombres más profundos y más responsables, por ello hoy los queremos llamar a la reflexión por el rescate de nuestros valores.

Comunidad
10 octubre, 2010

Causas y consecuencias de la pérdida de valores

  El hombre de hoy contempla en su conciencia un gran vacío de valores, por lo que no es posible separar la crisis de valores de la crisis social. Los cambios sociales acaecidos en el último cuarto de siglo son tan radicales que se puede hablar de una metamorfosis social y cultural, debido a que […]


 

El hombre de hoy contempla en su conciencia un gran vacío de valores, por lo que no es posible separar la crisis de valores de la crisis social.

Los cambios sociales acaecidos en el último cuarto de siglo son tan radicales que se puede hablar de una metamorfosis social y cultural, debido a que cualquier reajuste social y mucho más un cambio social, implica siempre un reflejo en el sistema de valores.

Entre las causas que han llevado a la pérdida de valores encontramos: la desintegración y los conflictos familiares; los divorcios; la situación económica; deserción escolar; desobediencia; drogadicción, entre otros tantos factores que han acabado con los valores en el país y han dejado como consecuencia: surgimiento de bandas; prostitución; embarazos prematuros y no deseados; robos; transculturación; abortos en jóvenes a temprana edad; relaciones sexuales promiscuas, etc…

El gran vacío de los valores

El vacío de los valores, es el vacío de unos imperativos cuya razón de ser no es nada obvia. ¿Por qué? Por que la racionalidad económica y pragmática lo ha invadido todo.

Encontramos pensamientos erróneos como: nada vale por si mismo, sino por su utilidad; la obra de arte no se deslumbra por su belleza, si no por la ocasión de invertir que representa; estudiar no es un placer, es un tramite para ganar mas dinero; solo lo numérico y cuantificable -lo aparente en suma- es objeto de complacencia, con esta y otras formas de pensar nos preguntamos ¿Satisface un mundo así?.

Tal vez la razón fundamental del vacío de los valores que constatamos no sea otra que el haber condenado al sentimiento a un papel secundario en nuestro trato con los hombres y las cosas. Hay valores están ahí, porque tienen que orientar las preferencias y elecciones de los humanos, pero son valores fácticos llamados “valores de mercado”, lo cual no distingue entre lo categóricamente bueno o malo, ni entre lo justo o lo injusto.

Nunca los valores fueron tan mudables, tan dependientes de intereses extraños a las cosas mismas, sujetos a modas y caprichos imprevisibles.

Estamos ante una evidente crisis y vacío de valores y preocupa en primer lugar la superficialidad, el vacío y la desinteriorización del hombre que le lleva a vivir de cara al exterior, aturdido entre prisas y ruidos, sin saber a donde va y quien es. Por ello es preciso abrir caminos seguros y coherentes a la Familia, a la escuela, a la juventud y a la sociedad, para buscar valores que den sentido a nuestras vidas, máxime cuando los jóvenes necesitan valores que den sentido a su existencia y que vayan guiando sus pasos por los caminos de la plena realización.

Todas las culturas han aceptado los conceptos de amistad, amor, justicia, paz, solidaridad, buen entendimiento, fraternidad. Hay que elevar todo lo hermoso, bueno, verdadero, justo y bello que vemos en la humanidad para consolidar la paz y la buena convivencia.
La familia y la escuela tiene hoy un reto inaplazable: abrir causes para que los grandes valores del humanismo cristiano afloren en sus tareas educativas.

Pero no olvidemos que los valores impuestos a la fuerza suelen ser valores rechazados, mientras que los valores sugeridos que dejan un amplio margen a la reflexión serena y a la decisión responsable, suelen ser valores libremente asumidos.

Algunos expertos consideran que ha llegado la hora de encontrar auténticos criterios morales, debidamente ponderados, que vayan más allá de la simple eficacia, como el sentido de la autonomía personal, la fuerza de la responsabilidad, la madurez espiritual y moral, la solidaridad hacia los hermanos. Será oportuno recordar que nuestra sociedad vive una profunda desmoralización porque, en el fondo, ha perdido el verdadero sentido de la vida.

Los valores, la familia y la educación

Entre los mejores regalos que pueden hacer los padres a sus hijos figura el amor incondicional y los valores que estos empleen para regir la vida de aquella persona, que en un futuro será el hombre o la mujer de una sociedad.

La carencia de valores se puede observar en todas las clases sociales, desde el más rico hasta el más pobre y entre estos están la perdida de respeto a la autoridad, la impuntualidad, la descortesía, la agresividad, la discriminación, etc.

Una de las principales causas que se dan por la carencia de valores en las personas es porque muchas crecieron en un entorno familiar en el que no les enseñaron un modelo de persona que represente valores éticos y morales.

El valor como tal es uno de los rasgos más importantes que se aprenden en el seno de la educación familiar, por lo que implica una mejor planificación en el campo familiar y en el campo escolar.

El proceso de la educación hace referencia siempre a algún modelo axiológico, en cuanto intenta reproducir los valores, actitudes, hábitos, técnicas y conocimientos que predominan en una sociedad determinada, pero las condiciones sociales y tecnológicas de nuestro tiempo exigen un nuevo replanteamiento y quizás una profunda revisión de las funciones que tradicionalmente se le asignan a la educación, para buscar una mejoría en el tema de la recuperación de los valores.

Dada la trascendencia de los valores en el hogar, la familia no puede olvidar que allí el hijo recibe las primeras caricias, las primeras enseñanzas, percibe los comportamientos iníciales, es allí donde se ponen los fundamentos éticos que deben gobernar a la persona a atreves de su vida y que luego esos valores los pondrán en práctica en los planteles educativos, no sólo para su crecimiento personal, sino para la buena convivencia con sus compañeros y profesores.

Desde el hogar y los colegios se deben fomentar valores como: las religiones que oficialmente promueven la bondad, el valor de lo sagrado y los valores trascendentales y sobrenaturales, tales como la adoración y la salvación eterna.

La política que  promueve valores sociales y el bien común, además del deporte que conlleva a la disciplina y la salud, también es importante inculcar valores como la cultura, la confianza, la paz, la limpieza, la libertad, la democracia, la rapidez, el perdón, el respeto, la intimidad, la independencia, entre otros tantos que son fundamentales en la vida y que poco a poco se han ido perdiendo.

Los valores humanos han sido siempre tema importante de reflexión por parte de los hombres más profundos y más responsables, por ello hoy los queremos llamar a la reflexión por el rescate de nuestros valores.