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General - 5 marzo, 2017

De zonas de guerra a zonas turísticas

(EFE).- Habilitar para el turismo senderos que antes estuvieron sembrados de minas antipersona es una de las iniciativas que serán puestas en marcha en el noroeste de Colombia para rehabilitar social y económicamente áreas duramente golpeadas por el conflicto armado. “Tenemos un proyecto denominado ‘Turismo para la paz’ que tiene como objetivo potenciar el posconflicto […]

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(EFE).- Habilitar para el turismo senderos que antes estuvieron sembrados de minas antipersona es una de las iniciativas que serán puestas en marcha en el noroeste de Colombia para rehabilitar social y económicamente áreas duramente golpeadas por el conflicto armado.

“Tenemos un proyecto denominado ‘Turismo para la paz’ que tiene como objetivo potenciar el posconflicto como una oportunidad para buscar en el turismo un método de restauración social y económica”, manifestó en una entrevista con Efe el secretario de producción y competitividad de la Gobernación de Antioquia, Rodolfo Correa Vargas.

El funcionario, que estuvo presente en la Vitrina Turística de Anato, la Asociación Colombiana de Agencias de Viaje, explicó que la idea “es pasar de zonas de guerra, de llanto, de dolor, de balas, de enfrentamientos, de conflicto (…) y convertirlas en zonas de aventura, de esperanza, de alegría”.

En suma, se trata de aprovechar la paz con la guerrilla de las FARC, para que maravillas que durante décadas estuvieron vedadas a actividades normales se puedan usar con fines recreativos, de vida, para turistas nacionales y extranjeros, explicó.

La idea es que en esos lugares que además del conflicto armado sufrieron el abandono del Estado se puedan hacer senderos turísticos, para lo cual se han inspirado en las rutas de Camino de Santiago (España), añade Correa.

Una de las regiones de Antioquia donde se vivió con más intensidad el conflicto con las FARC y que ahora tiene un inmenso potencial turístico es el Cañón de la Llorona, ubicado a 230 kilómetros de Medellín, entre los municipios de Dabeiba y Mutatá.

“El Cañón de la Llorona era la antigua zona estratégica de disputa militar en el conflicto, un lugar estratégico para el cruce de cocaína, tráfico de armas, etcétera” por estar ubicado en la carretera que lleva de Medellín, la capital regional, a Turbo, puerto caribeño en la región de Urabá, cercano a la frontera con Panamá.

Sin embargo, este cañón “tiene un potencial ecológico enorme” pues “está lleno de senderos, cascadas, zonas de esparcimiento bellísimas y un territorio casi que virgen”, añade.

Para concretar el proyecto, según Correa, se buscará crear corporaciones en las que participen profesionales y excombatientes que se conviertan en guías y operadores de servicios turísticos.

También serán habilitados como parques naturales algunas de las antiguas zonas de guerra que tienen potencial ecoturístico y se integrará a los nuevos operadores de estos servicios al Plan de Macroestrategias Regionales de Desarrollo Turístico de la Gobernación de Antioquia.

Recuperar para el turismo zonas de conflicto es una tarea difícil pero que tiene a su favor el empuje de los antioqueños, pueblo que se caracteriza por su vocación y capacidad emprendedora, como la que en el siglo XIX los llevó a colonizar grandes extensiones de tierras baldías del centro de Colombia donde implantaron la cultura “paisa”.

“Antioquia le apuesta al turismo en el marco del posconflicto”, subrayó Correa, quien destacó también otras iniciativas como la promoción de los pueblos patrimonio de Jardín, Jericó y Santa Fe de Antioquia, que integran una red nacional de 17 municipios colombianos con gran valor histórico, cultural y turístico.

El plan de desarrollo turístico, un trabajo conjunto de la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín incluye además la localidad de Guatapé donde se encuentra un embalse que es una reserva hídrica y escenario para la práctica de deportes náuticos, así como la roca más grande del país.

“El objetivo es vender no un producto sino un paquete, que los turistas no vengan solo a Medellín por un día, sino que viajen por todo el departamento”, afirmó Correa, quien destacó la importancia del turismo familiar.

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5 marzo, 2017

De zonas de guerra a zonas turísticas

(EFE).- Habilitar para el turismo senderos que antes estuvieron sembrados de minas antipersona es una de las iniciativas que serán puestas en marcha en el noroeste de Colombia para rehabilitar social y económicamente áreas duramente golpeadas por el conflicto armado. “Tenemos un proyecto denominado ‘Turismo para la paz’ que tiene como objetivo potenciar el posconflicto […]


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(EFE).- Habilitar para el turismo senderos que antes estuvieron sembrados de minas antipersona es una de las iniciativas que serán puestas en marcha en el noroeste de Colombia para rehabilitar social y económicamente áreas duramente golpeadas por el conflicto armado.

“Tenemos un proyecto denominado ‘Turismo para la paz’ que tiene como objetivo potenciar el posconflicto como una oportunidad para buscar en el turismo un método de restauración social y económica”, manifestó en una entrevista con Efe el secretario de producción y competitividad de la Gobernación de Antioquia, Rodolfo Correa Vargas.

El funcionario, que estuvo presente en la Vitrina Turística de Anato, la Asociación Colombiana de Agencias de Viaje, explicó que la idea “es pasar de zonas de guerra, de llanto, de dolor, de balas, de enfrentamientos, de conflicto (…) y convertirlas en zonas de aventura, de esperanza, de alegría”.

En suma, se trata de aprovechar la paz con la guerrilla de las FARC, para que maravillas que durante décadas estuvieron vedadas a actividades normales se puedan usar con fines recreativos, de vida, para turistas nacionales y extranjeros, explicó.

La idea es que en esos lugares que además del conflicto armado sufrieron el abandono del Estado se puedan hacer senderos turísticos, para lo cual se han inspirado en las rutas de Camino de Santiago (España), añade Correa.

Una de las regiones de Antioquia donde se vivió con más intensidad el conflicto con las FARC y que ahora tiene un inmenso potencial turístico es el Cañón de la Llorona, ubicado a 230 kilómetros de Medellín, entre los municipios de Dabeiba y Mutatá.

“El Cañón de la Llorona era la antigua zona estratégica de disputa militar en el conflicto, un lugar estratégico para el cruce de cocaína, tráfico de armas, etcétera” por estar ubicado en la carretera que lleva de Medellín, la capital regional, a Turbo, puerto caribeño en la región de Urabá, cercano a la frontera con Panamá.

Sin embargo, este cañón “tiene un potencial ecológico enorme” pues “está lleno de senderos, cascadas, zonas de esparcimiento bellísimas y un territorio casi que virgen”, añade.

Para concretar el proyecto, según Correa, se buscará crear corporaciones en las que participen profesionales y excombatientes que se conviertan en guías y operadores de servicios turísticos.

También serán habilitados como parques naturales algunas de las antiguas zonas de guerra que tienen potencial ecoturístico y se integrará a los nuevos operadores de estos servicios al Plan de Macroestrategias Regionales de Desarrollo Turístico de la Gobernación de Antioquia.

Recuperar para el turismo zonas de conflicto es una tarea difícil pero que tiene a su favor el empuje de los antioqueños, pueblo que se caracteriza por su vocación y capacidad emprendedora, como la que en el siglo XIX los llevó a colonizar grandes extensiones de tierras baldías del centro de Colombia donde implantaron la cultura “paisa”.

“Antioquia le apuesta al turismo en el marco del posconflicto”, subrayó Correa, quien destacó también otras iniciativas como la promoción de los pueblos patrimonio de Jardín, Jericó y Santa Fe de Antioquia, que integran una red nacional de 17 municipios colombianos con gran valor histórico, cultural y turístico.

El plan de desarrollo turístico, un trabajo conjunto de la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín incluye además la localidad de Guatapé donde se encuentra un embalse que es una reserva hídrica y escenario para la práctica de deportes náuticos, así como la roca más grande del país.

“El objetivo es vender no un producto sino un paquete, que los turistas no vengan solo a Medellín por un día, sino que viajen por todo el departamento”, afirmó Correa, quien destacó la importancia del turismo familiar.