El rey vallenato quiere cerrar el capítulo que vivió con Jorge Oñate, quien lo llamó “basuquero” en medio de una presentación. Julián asegura que salió de las drogas hace cuatro años.
El sello de Julián Rojas en el folclor vallenato aparece desde 1991, cuando derrotó a ‘Juancho’ Rois con su propio acordeón en el Festival de la Leyenda Vallenata 1991. Ese es un capítulo que para el acordeonero nacido en Villanueva, La Guajira, debe quedar en los grandes recuerdos del género, porque “no puedo vivir de la historia”. La vida de este rey vallenato ha sido polémica, tiene un expediente en las drogas, el alcohol y la vida mundana.
Recientemente tuvo un inconveniente con Jorge Oñate frente al público de Zambrano, Bolívar, el cantante lo trató de “basuquero” en plena presentación, Julián tiró el acordeón al piso pero finalmente terminó su compromiso y se bajó rabioso de la tarima. Eso provocó una reacción negativa tanto del acordeonero como del público que rechazó la actitud de ‘El Jilguero de América’, quien terminó retirando a Julián de su agrupación.
Calmado, con un cambio de ánimos, Julián de 45 años, charló con NUESTRO FOLCLOR y contó cómo ha sido el proceso en la drogadicción, el inconveniente amargo con Jorge Oñate y qué planes tiene en la música vallenata ahora que se quedó sin agrupación.
Después del insulto por parte de Jorge Oñate, ¿cómo se siente?
Muy bien, me siento en paz con Dios, rodeado del cariño de la gente. Los medios de comunicación fueron muy solidarios conmigo y estoy de la mejor manera porque no he obrado bien.
Antes de la presentación en Zambrano, ¿qué habló con Jorge Oñate?
Nosotros estábamos en la iglesia, el ambiente estaba bien, llegamos a Zambrano, Bolívar, y la presentación arrancó normal. Todo el mundo sabe el problema que hay entorno al sistema del sonido, sobre todo en la agrupación de Jorge Oñate, ahí el sonido arriba es para la voz pero eso no importa, yo me dedico a tocar con el volumen que consideren. Cuando estamos tocando la canción ‘La aplanadora’ y entró la voz, desapareció el sonido del acordeón, no había volumen, yo pude desbaratar el acordeón, el fuelle y los pitos hubiesen salido volando, pero como no tenía sonido cómo se iba a escuchar; cuando tenía que entrar el acordeón, al técnico se le olvidó abrir el botón de la consola y el micrófono sonó feo, Oñate se le dio por abalanzarse a mí con insultos delante del público. Considero que no hice las cosas mal, hay un video que respalda todo.
No quiero seguir machacando este tema porque la gente sabe qué pasó, pero quiero darle a entender al público que yo no puedo ser esquivo a las preguntas, tengo el deber de responder y con la verdad. Yo pedí respeto porque ni mi papá que está muerto me regañaba. Cuando me quité el acordeón y lo puse en el suelo, Jorge Oñate sabía que no iba más, decidí terminar la presentación por respeto pero recuerdo que le pedí a Dios mucha tolerancia en ese instante: terminé tocando como el payaso, tenía una máscara y por dentro me estaba muriendo.
¿Por qué Jorge Oñate reaccionó de esa manera?
Pasa una sola cosa, Jorge Oñate quiere tener un grupo que lo pueda manipular y que soporte todas las injusticias, que el pago sea a su gusto y uno no puedo poner un precio al trabajo de otra persona. Yo exijo mis derechos y si trabajo es porque necesito.
Jorge Oñate tenía listo su anticipo musical, ‘El palo’, con el acordeón de Julián Rojas. ¿Fue cierto que le borraron su participación?
Sí, pero en un 95 % los arreglos son iguales, disfrazaron todo dentro de los tiempos. Hay un dibujo arquitectónico musical que se traza en los estudios de grabación, el acordeón de esa canción tiene arreglos originales de lo hecho por Joe Arroyo y el resto de arreglos los acomodamos en los estudios. Yo no puedo pretender y echarme todos los créditos de la producción, se trabajó en equipo, pero la parte creativa sí puedo decir que es mía.
No es como dice Jorge Oñate, que él le chifla todos los arreglos a sus acordeoneros, no creo que lo haya hecho con ‘Juancho’ Rois y a muchos de sus compañeros; bendito Dios que me dio un manantial de ideas, tanto que Oñate me tienen siete casete repletos de arreglos y no me los quieren devolver.
En la tarima se escuchó cuando le dijeron “¿Qué le pasa a este basuquero?”, acaso ¿usted sigue consumiendo drogas’
La recuperación ha sido integral, no solamente es dejar de consumir, es también pulir la parte roñosa de la actitud personal, de las capacidades del carácter, yo no soy ningún santo, soy un ser humano, pero la droga y el alcohol conllevan siempre a las personas a que tengan problemas de carácter, atentan contra el sistema central nervioso.
Lo mío lo considero como una bendición muy grande de Dios, yo estuve en diferentes tratamientos y salía era a prenderme de la cola del relámpago como dice el dicho, tiempos de turbulencia, pero llegó un momento en el cual me vi entre la espada y la pared entonces una decepción definitiva me llevó a decir ¡Ya no más! le debo todo y le brindo la gloria y la honra a Dios, no soy fanático, soy cristiano por ser seguidor de Jesucristo, trato de ser un mejor humano aunque tenga muy claro que hay errores y virtudes.
¿Entonces asegura y jura que salió de las drogas?
Hasta el momento voy para cuatro años de haber dejado las drogas, realmente aquí uno no puede darse golpes de pecho porque ahora debo estar alerta, tener los radares prendidos. Mi mayor temor es el miedo, porque me conlleva a mí a tener encendido los focos y alertas prendidas, no puedo dar papaya, aprendí a desenvolverme en los ambientes donde hay licor y lógicamente drogas, a veces me encuentro personas en los baños y como no saben que ya la dejé, me ofrecen.
Aprendí a caminar en medio de las espinas sin puyarme, y a caminar por las brasas sin quemarme, gracias a Dios.
¿Tiene alguna preocupación ahora?
Yo vengo trabajando desde los cinco años, cuando aprendí a tocar el acordeón ya estaba en las playas de San Andrés y Providencia para ayudar a mi madre Ligia Terán que en paz descanse. Me falta mucho por hacer en la música, los galardones vendrán poco a poco, pero igual yo sigo trabajando y tocando el acordeón porque me encanta la competencia. Estoy como un gallo de pelea que tiene 20 o 30 peleas y sigue parado firme.
Le temo a la droga y el alcohol, es uno de mis miedos más grandes. Primero mi temor por Dios, pero a la vida mundana le tengo miedo, por eso estoy alerta todos los días, por eso digo que el mandamiento 11, porque son 10, es no dar papaya. No quisiera caer más nunca en el flagelo de las drogas, no quisiera sufrir esa pesadilla tenebrosa, quiero ser ejemplo para las nuevas generaciones y que sepan lo que yo sufrí y no se les ocurra caer en esa trampa mortal.
¿Qué viene para su vida?
Por lo pronto estoy tranquilo, no tengo afán para mostrar un nuevo cantante, nada de eso. En estos momentos estoy en manos de Dios, que sea el quien guíe mis pasos en el camino. Estoy muy pendiente de trabajar y unos muchachos jóvenes ya me llamaron y voy a trabajar, lo de una nueva pareja tendré que analizarlo muy bien.
Con esta entrevista quiero cerrar el capítulo Jorge Oñate, yo lo quiero mucho, es un gran maestro de la música vallenata y por eso le digo que siempre lo voy a querer y respetar.
“La droga y el alcohol conllevan siempre a las personas a que tengan problemas de carácter, atentan contra el sistema central nervioso”.
El rey vallenato quiere cerrar el capítulo que vivió con Jorge Oñate, quien lo llamó “basuquero” en medio de una presentación. Julián asegura que salió de las drogas hace cuatro años.
El sello de Julián Rojas en el folclor vallenato aparece desde 1991, cuando derrotó a ‘Juancho’ Rois con su propio acordeón en el Festival de la Leyenda Vallenata 1991. Ese es un capítulo que para el acordeonero nacido en Villanueva, La Guajira, debe quedar en los grandes recuerdos del género, porque “no puedo vivir de la historia”. La vida de este rey vallenato ha sido polémica, tiene un expediente en las drogas, el alcohol y la vida mundana.
Recientemente tuvo un inconveniente con Jorge Oñate frente al público de Zambrano, Bolívar, el cantante lo trató de “basuquero” en plena presentación, Julián tiró el acordeón al piso pero finalmente terminó su compromiso y se bajó rabioso de la tarima. Eso provocó una reacción negativa tanto del acordeonero como del público que rechazó la actitud de ‘El Jilguero de América’, quien terminó retirando a Julián de su agrupación.
Calmado, con un cambio de ánimos, Julián de 45 años, charló con NUESTRO FOLCLOR y contó cómo ha sido el proceso en la drogadicción, el inconveniente amargo con Jorge Oñate y qué planes tiene en la música vallenata ahora que se quedó sin agrupación.
Después del insulto por parte de Jorge Oñate, ¿cómo se siente?
Muy bien, me siento en paz con Dios, rodeado del cariño de la gente. Los medios de comunicación fueron muy solidarios conmigo y estoy de la mejor manera porque no he obrado bien.
Antes de la presentación en Zambrano, ¿qué habló con Jorge Oñate?
Nosotros estábamos en la iglesia, el ambiente estaba bien, llegamos a Zambrano, Bolívar, y la presentación arrancó normal. Todo el mundo sabe el problema que hay entorno al sistema del sonido, sobre todo en la agrupación de Jorge Oñate, ahí el sonido arriba es para la voz pero eso no importa, yo me dedico a tocar con el volumen que consideren. Cuando estamos tocando la canción ‘La aplanadora’ y entró la voz, desapareció el sonido del acordeón, no había volumen, yo pude desbaratar el acordeón, el fuelle y los pitos hubiesen salido volando, pero como no tenía sonido cómo se iba a escuchar; cuando tenía que entrar el acordeón, al técnico se le olvidó abrir el botón de la consola y el micrófono sonó feo, Oñate se le dio por abalanzarse a mí con insultos delante del público. Considero que no hice las cosas mal, hay un video que respalda todo.
No quiero seguir machacando este tema porque la gente sabe qué pasó, pero quiero darle a entender al público que yo no puedo ser esquivo a las preguntas, tengo el deber de responder y con la verdad. Yo pedí respeto porque ni mi papá que está muerto me regañaba. Cuando me quité el acordeón y lo puse en el suelo, Jorge Oñate sabía que no iba más, decidí terminar la presentación por respeto pero recuerdo que le pedí a Dios mucha tolerancia en ese instante: terminé tocando como el payaso, tenía una máscara y por dentro me estaba muriendo.
¿Por qué Jorge Oñate reaccionó de esa manera?
Pasa una sola cosa, Jorge Oñate quiere tener un grupo que lo pueda manipular y que soporte todas las injusticias, que el pago sea a su gusto y uno no puedo poner un precio al trabajo de otra persona. Yo exijo mis derechos y si trabajo es porque necesito.
Jorge Oñate tenía listo su anticipo musical, ‘El palo’, con el acordeón de Julián Rojas. ¿Fue cierto que le borraron su participación?
Sí, pero en un 95 % los arreglos son iguales, disfrazaron todo dentro de los tiempos. Hay un dibujo arquitectónico musical que se traza en los estudios de grabación, el acordeón de esa canción tiene arreglos originales de lo hecho por Joe Arroyo y el resto de arreglos los acomodamos en los estudios. Yo no puedo pretender y echarme todos los créditos de la producción, se trabajó en equipo, pero la parte creativa sí puedo decir que es mía.
No es como dice Jorge Oñate, que él le chifla todos los arreglos a sus acordeoneros, no creo que lo haya hecho con ‘Juancho’ Rois y a muchos de sus compañeros; bendito Dios que me dio un manantial de ideas, tanto que Oñate me tienen siete casete repletos de arreglos y no me los quieren devolver.
En la tarima se escuchó cuando le dijeron “¿Qué le pasa a este basuquero?”, acaso ¿usted sigue consumiendo drogas’
La recuperación ha sido integral, no solamente es dejar de consumir, es también pulir la parte roñosa de la actitud personal, de las capacidades del carácter, yo no soy ningún santo, soy un ser humano, pero la droga y el alcohol conllevan siempre a las personas a que tengan problemas de carácter, atentan contra el sistema central nervioso.
Lo mío lo considero como una bendición muy grande de Dios, yo estuve en diferentes tratamientos y salía era a prenderme de la cola del relámpago como dice el dicho, tiempos de turbulencia, pero llegó un momento en el cual me vi entre la espada y la pared entonces una decepción definitiva me llevó a decir ¡Ya no más! le debo todo y le brindo la gloria y la honra a Dios, no soy fanático, soy cristiano por ser seguidor de Jesucristo, trato de ser un mejor humano aunque tenga muy claro que hay errores y virtudes.
¿Entonces asegura y jura que salió de las drogas?
Hasta el momento voy para cuatro años de haber dejado las drogas, realmente aquí uno no puede darse golpes de pecho porque ahora debo estar alerta, tener los radares prendidos. Mi mayor temor es el miedo, porque me conlleva a mí a tener encendido los focos y alertas prendidas, no puedo dar papaya, aprendí a desenvolverme en los ambientes donde hay licor y lógicamente drogas, a veces me encuentro personas en los baños y como no saben que ya la dejé, me ofrecen.
Aprendí a caminar en medio de las espinas sin puyarme, y a caminar por las brasas sin quemarme, gracias a Dios.
¿Tiene alguna preocupación ahora?
Yo vengo trabajando desde los cinco años, cuando aprendí a tocar el acordeón ya estaba en las playas de San Andrés y Providencia para ayudar a mi madre Ligia Terán que en paz descanse. Me falta mucho por hacer en la música, los galardones vendrán poco a poco, pero igual yo sigo trabajando y tocando el acordeón porque me encanta la competencia. Estoy como un gallo de pelea que tiene 20 o 30 peleas y sigue parado firme.
Le temo a la droga y el alcohol, es uno de mis miedos más grandes. Primero mi temor por Dios, pero a la vida mundana le tengo miedo, por eso estoy alerta todos los días, por eso digo que el mandamiento 11, porque son 10, es no dar papaya. No quisiera caer más nunca en el flagelo de las drogas, no quisiera sufrir esa pesadilla tenebrosa, quiero ser ejemplo para las nuevas generaciones y que sepan lo que yo sufrí y no se les ocurra caer en esa trampa mortal.
¿Qué viene para su vida?
Por lo pronto estoy tranquilo, no tengo afán para mostrar un nuevo cantante, nada de eso. En estos momentos estoy en manos de Dios, que sea el quien guíe mis pasos en el camino. Estoy muy pendiente de trabajar y unos muchachos jóvenes ya me llamaron y voy a trabajar, lo de una nueva pareja tendré que analizarlo muy bien.
Con esta entrevista quiero cerrar el capítulo Jorge Oñate, yo lo quiero mucho, es un gran maestro de la música vallenata y por eso le digo que siempre lo voy a querer y respetar.
“La droga y el alcohol conllevan siempre a las personas a que tengan problemas de carácter, atentan contra el sistema central nervioso”.