Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 7 noviembre, 2021

¿Y si gana Petro?

“Vayan organizando sus visas y sacando a sus hijos del país”, “tengo miedo que Petro gane porque nos vamos a convertir en Venezuela”, “no quiero ver a mis hijos limpiando vidrios en los semáforos o vendiendo café en las calles de otro país o viviendo como inmigrantes”, este tipo de expresiones abundan por doquier y […]

Boton Wpp

Vayan organizando sus visas y sacando a sus hijos del país”, “tengo miedo que Petro gane porque nos vamos a convertir en Venezuela”, “no quiero ver a mis hijos limpiando vidrios en los semáforos o vendiendo café en las calles de otro país o viviendo como inmigrantes”, este tipo de expresiones abundan por doquier y se han convertido en tema obligado en las conversaciones y en el discurso político muy bien alimentado por los oportunistas; pero, ¿Qué hay detrás de todo esto y qué tan posible sea que nos convirtamos en “Venezuela”? (Así entre comillas con sarcasmo y de manera despectiva).

Para la década de los 80s e inicio de los 90s, el bipartidismo en Venezuela tenía a ese país en los mas altos niveles de corrupción y desigualdad, a pesar de su bonanza petrolera y el abultado presupuesto para subsidiar un estilo de vida en la gran mayoría de sus habitantes.

La sociedad llegó al punto de hastiarse de su clase política y ese sentimiento llevó a creer en un discurso que prometió el oro y el moro, a acabar con la corrupción y a construir un país igual para todos con las consecuencias que hoy conocemos; pero quizá el remedio que quisieron aplicar para poner fin a la era Chávez/Maduro, es de hecho la principal razón de la crisis y no la crisis en sí, porque el precio que están pagando para poner fin a la dictadura se asemeja a quien incendia la casa para hacer salir a los ratones. Ahora: ¿Qué tan cerca estamos de llegar a una situación como esta? Pues según mi opinión, muy cerca.

Ese mismo sentimiento de desazón, de inmundicia, de asco y de cero confianza en los partidos políticos, en los liderazgos actuales, en la democracia misma y lo que es peor, en las instituciones y el Estado en su conjunto, está creando el caldo de cultivo para que los cantos de sirena que suenan desde todos lados y en especial desde la izquierda radical, podría dar paso al triunfo de un proyecto político como el que encarna Gustavo Petro en Colombia, no por lo que él representa como propuesta, porque si bien es cierto que aglutina a una porción importante de la intención del voto, podría también convertirse en el receptor del voto “en contra de”; entonces bajo el posible escenario de un gobierno de este tipo, se debe proyectar una realidad que debe tomarse con mucha cautela.

Colombia es un país que se “ultra derechizó” a través de un discurso “antisocialista” al que hábilmente asociaron con lo que pasó en Venezuela y con los grupos subversivos que supieron ganarse su puesto de honor y el rechazo generalizado por las razones que son conocidas.

Desde entonces, y después de dos décadas de gobiernos de derecha, no solo hicieron un Estado que actúa bajo la premisa de la seguridad, sino a una sociedad que es fácil de alimentarle su miedo, pero además en nombre de esa promesa, el Congreso, las altas cortes, las fuerzas militares, los gremios productivos, los organismos de control, y una porción muy alta de la sociedad, no quiere ni está dispuesta a permitir un ensayo de este tipo.

Siendo así, y conociendo la personalidad del candidato Petro, ¿Con quién armaría su eventual gobierno a sabiendas que todo el Estado y sus estructuras, las instancias de poder, y parte de la sociedad no lo quieren? ¿Tiene la capacidad de maniobrar una férrea oposición que no cesará hasta sacarlo del poder? Yo no lo creo, lo que sí podría pasar es que como ya lo mencioné, en el intento de sacarlo, el Estado se desbarajuste y se justifique el fin con los medios que están siendo usados en Venezuela para sacar a Maduro.

Así las cosas, es claro que hoy ni el bipartidismo, la izquierda, ni el falso centro, son fórmulas de solución para esta crisis, por lo que se requiere un proyecto de sociedad que construya una causa país y dé vía libre a la posibilidad de transitar a la social democracia, como hicieron muchos países de la Europa de la post guerra, una donde quepamos todos y en paz.

Columnista
7 noviembre, 2021

¿Y si gana Petro?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

“Vayan organizando sus visas y sacando a sus hijos del país”, “tengo miedo que Petro gane porque nos vamos a convertir en Venezuela”, “no quiero ver a mis hijos limpiando vidrios en los semáforos o vendiendo café en las calles de otro país o viviendo como inmigrantes”, este tipo de expresiones abundan por doquier y […]


Vayan organizando sus visas y sacando a sus hijos del país”, “tengo miedo que Petro gane porque nos vamos a convertir en Venezuela”, “no quiero ver a mis hijos limpiando vidrios en los semáforos o vendiendo café en las calles de otro país o viviendo como inmigrantes”, este tipo de expresiones abundan por doquier y se han convertido en tema obligado en las conversaciones y en el discurso político muy bien alimentado por los oportunistas; pero, ¿Qué hay detrás de todo esto y qué tan posible sea que nos convirtamos en “Venezuela”? (Así entre comillas con sarcasmo y de manera despectiva).

Para la década de los 80s e inicio de los 90s, el bipartidismo en Venezuela tenía a ese país en los mas altos niveles de corrupción y desigualdad, a pesar de su bonanza petrolera y el abultado presupuesto para subsidiar un estilo de vida en la gran mayoría de sus habitantes.

La sociedad llegó al punto de hastiarse de su clase política y ese sentimiento llevó a creer en un discurso que prometió el oro y el moro, a acabar con la corrupción y a construir un país igual para todos con las consecuencias que hoy conocemos; pero quizá el remedio que quisieron aplicar para poner fin a la era Chávez/Maduro, es de hecho la principal razón de la crisis y no la crisis en sí, porque el precio que están pagando para poner fin a la dictadura se asemeja a quien incendia la casa para hacer salir a los ratones. Ahora: ¿Qué tan cerca estamos de llegar a una situación como esta? Pues según mi opinión, muy cerca.

Ese mismo sentimiento de desazón, de inmundicia, de asco y de cero confianza en los partidos políticos, en los liderazgos actuales, en la democracia misma y lo que es peor, en las instituciones y el Estado en su conjunto, está creando el caldo de cultivo para que los cantos de sirena que suenan desde todos lados y en especial desde la izquierda radical, podría dar paso al triunfo de un proyecto político como el que encarna Gustavo Petro en Colombia, no por lo que él representa como propuesta, porque si bien es cierto que aglutina a una porción importante de la intención del voto, podría también convertirse en el receptor del voto “en contra de”; entonces bajo el posible escenario de un gobierno de este tipo, se debe proyectar una realidad que debe tomarse con mucha cautela.

Colombia es un país que se “ultra derechizó” a través de un discurso “antisocialista” al que hábilmente asociaron con lo que pasó en Venezuela y con los grupos subversivos que supieron ganarse su puesto de honor y el rechazo generalizado por las razones que son conocidas.

Desde entonces, y después de dos décadas de gobiernos de derecha, no solo hicieron un Estado que actúa bajo la premisa de la seguridad, sino a una sociedad que es fácil de alimentarle su miedo, pero además en nombre de esa promesa, el Congreso, las altas cortes, las fuerzas militares, los gremios productivos, los organismos de control, y una porción muy alta de la sociedad, no quiere ni está dispuesta a permitir un ensayo de este tipo.

Siendo así, y conociendo la personalidad del candidato Petro, ¿Con quién armaría su eventual gobierno a sabiendas que todo el Estado y sus estructuras, las instancias de poder, y parte de la sociedad no lo quieren? ¿Tiene la capacidad de maniobrar una férrea oposición que no cesará hasta sacarlo del poder? Yo no lo creo, lo que sí podría pasar es que como ya lo mencioné, en el intento de sacarlo, el Estado se desbarajuste y se justifique el fin con los medios que están siendo usados en Venezuela para sacar a Maduro.

Así las cosas, es claro que hoy ni el bipartidismo, la izquierda, ni el falso centro, son fórmulas de solución para esta crisis, por lo que se requiere un proyecto de sociedad que construya una causa país y dé vía libre a la posibilidad de transitar a la social democracia, como hicieron muchos países de la Europa de la post guerra, una donde quepamos todos y en paz.