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Columnista - 30 abril, 2021

¿Y dónde está el vallenato?

El diciembre pasado tuve la oportunidad de disfrutar de esas festividades con mis familiares más cercanos y en mi pueblo natal, como acostumbro. Allí me di cuenta cómo la música que se impuso y con la que la gente disfrutó en la costa el fin de año, estuvo encabezada por el más reciente trabajo de […]

El diciembre pasado tuve la oportunidad de disfrutar de esas festividades con mis familiares más cercanos y en mi pueblo natal, como acostumbro. Allí me di cuenta cómo la música que se impuso y con la que la gente disfrutó en la costa el fin de año, estuvo encabezada por el más reciente trabajo de Silvestre Dangond, titulado ‘Las locuras mías’. Ningún otro artista vallenato se atrevió a lanzar nada, me imagino que le estarán echando la culpa a la pandemia y sus consecuencias.

Realmente la música vallenata se encuentra atravesando por un letargo peligrosísimo, mientras los otros géneros que le compiten se encuentran avanzando, lo que realmente preocupa. Los ‘reguetoneros’ no han dejado de grabar y lanzar música, durante toda la pandemia y las emisoras no han dejado de sonarla.

Las emisoras de música tropical en Colombia deben extrañar las épocas en las que se llegaban a lanzar y promocionar en un mismo mes varios trabajos musicales vallenatos. El público tenía música de donde escoger, uno podía comparar, se escuchaba decir tal trabajo está mejor que tal otro, los compositores se esmeraban por tener material, porque los interpretes demandaban permanentemente música inédita para grabar. 

¿Dónde está la música que están haciendo los nuevos cantantes y acordeoneros vallenatos?, ¿cuál es la causa por la que las nuevas figuras no se atreven a grabar? y si lo hacen no pasa nada con su música.

Parece que los nuevos intérpretes ya no están pensando en hacer música, para de esa manera hacerse conocer, como en las últimas tres décadas del siglo pasado, ahora en la era digital y de redes sociales, nuestros artistas quieren ser influencers, es decir, les interesa más conseguir seguidores, y me gustas en sus perfiles, que hacer un buen trabajo musical y sonar en los medios convencionales.

No me parece que ese sea el camino correcto, creo que se está perdiendo el horizonte por parte de nuestros artistas, es cierto que por estas épocas la sociedad ha dado un viraje, prefiriendo las imágenes audiovisuales a los meros audios, pero el artista vallenato no es un actor, es un músico, por lo tanto debe hacer su música con calidad y, como valor agregado, hacerle su respectivo y buen video para procurar llegar al público por los medios más eficaces, incluidas, obviamente, las redes sociales.

Presiento que estas dos décadas que llevamos del siglo XXI pasarán a la historia como tiempo dormido de nuestra música vallenata, una especie de periodo frío en el que los intérpretes, que son quienes mueven y promueven un género, decidieron más promocionarse ellos, su imagen y su cuerpo, que su música, sin caer en cuenta que el nombre de un artista permanece en la recordación del pueblo en la medida en que se escuchen sus obras.  

COLOFÓN: En asuntos de pandemia y de ayudas del gobierno a los músicos, si por allá llueve, por acá no escampa; me contaron varios artistas vallenatos residentes en Bogotá que la Secretaría Distrital de Cultura les hizo un vulgar ‘conejo’ con una ayuda que les ofreció desde el año pasado y no se sabe a dónde fueron a parar los recursos. El caso concreto ocurrió con los beneficiarios del Decreto Legislativo 561 del 2020 y la Resolución 530 de 2020 de la SDC de Bogotá. Los dejaron chiflando iguana.       

Columnista
30 abril, 2021

¿Y dónde está el vallenato?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain

El diciembre pasado tuve la oportunidad de disfrutar de esas festividades con mis familiares más cercanos y en mi pueblo natal, como acostumbro. Allí me di cuenta cómo la música que se impuso y con la que la gente disfrutó en la costa el fin de año, estuvo encabezada por el más reciente trabajo de […]


El diciembre pasado tuve la oportunidad de disfrutar de esas festividades con mis familiares más cercanos y en mi pueblo natal, como acostumbro. Allí me di cuenta cómo la música que se impuso y con la que la gente disfrutó en la costa el fin de año, estuvo encabezada por el más reciente trabajo de Silvestre Dangond, titulado ‘Las locuras mías’. Ningún otro artista vallenato se atrevió a lanzar nada, me imagino que le estarán echando la culpa a la pandemia y sus consecuencias.

Realmente la música vallenata se encuentra atravesando por un letargo peligrosísimo, mientras los otros géneros que le compiten se encuentran avanzando, lo que realmente preocupa. Los ‘reguetoneros’ no han dejado de grabar y lanzar música, durante toda la pandemia y las emisoras no han dejado de sonarla.

Las emisoras de música tropical en Colombia deben extrañar las épocas en las que se llegaban a lanzar y promocionar en un mismo mes varios trabajos musicales vallenatos. El público tenía música de donde escoger, uno podía comparar, se escuchaba decir tal trabajo está mejor que tal otro, los compositores se esmeraban por tener material, porque los interpretes demandaban permanentemente música inédita para grabar. 

¿Dónde está la música que están haciendo los nuevos cantantes y acordeoneros vallenatos?, ¿cuál es la causa por la que las nuevas figuras no se atreven a grabar? y si lo hacen no pasa nada con su música.

Parece que los nuevos intérpretes ya no están pensando en hacer música, para de esa manera hacerse conocer, como en las últimas tres décadas del siglo pasado, ahora en la era digital y de redes sociales, nuestros artistas quieren ser influencers, es decir, les interesa más conseguir seguidores, y me gustas en sus perfiles, que hacer un buen trabajo musical y sonar en los medios convencionales.

No me parece que ese sea el camino correcto, creo que se está perdiendo el horizonte por parte de nuestros artistas, es cierto que por estas épocas la sociedad ha dado un viraje, prefiriendo las imágenes audiovisuales a los meros audios, pero el artista vallenato no es un actor, es un músico, por lo tanto debe hacer su música con calidad y, como valor agregado, hacerle su respectivo y buen video para procurar llegar al público por los medios más eficaces, incluidas, obviamente, las redes sociales.

Presiento que estas dos décadas que llevamos del siglo XXI pasarán a la historia como tiempo dormido de nuestra música vallenata, una especie de periodo frío en el que los intérpretes, que son quienes mueven y promueven un género, decidieron más promocionarse ellos, su imagen y su cuerpo, que su música, sin caer en cuenta que el nombre de un artista permanece en la recordación del pueblo en la medida en que se escuchen sus obras.  

COLOFÓN: En asuntos de pandemia y de ayudas del gobierno a los músicos, si por allá llueve, por acá no escampa; me contaron varios artistas vallenatos residentes en Bogotá que la Secretaría Distrital de Cultura les hizo un vulgar ‘conejo’ con una ayuda que les ofreció desde el año pasado y no se sabe a dónde fueron a parar los recursos. El caso concreto ocurrió con los beneficiarios del Decreto Legislativo 561 del 2020 y la Resolución 530 de 2020 de la SDC de Bogotá. Los dejaron chiflando iguana.