Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra La manida frase del título, es propia de los voceadores de los escenarios circenses para motivar la asistencia del público a sus espectáculos. Echo mano de ella para alertar a la dirigencia empresarial, gremial, al gobierno del Cesar y a la región en general, para que se apunten, con […]
Visión Universal
Por: Luis Mendoza Sierra
La manida frase del título, es propia de los voceadores de los escenarios circenses para motivar la asistencia del público a sus espectáculos. Echo mano de ella para alertar a la dirigencia empresarial, gremial, al gobierno del Cesar y a la región en general, para que se apunten, con el derecho que les asiste por mil razones, a un macroproyecto que será desde el Cesar, orgullo nacional y vergüenza para los inversionistas de la región si se quedan quietos como están.
Desde siempre, hemos cargado con la cruz acuestas de nuestra escasa vocación empresarial. La incipiente empresa del Cesar es un accidente singular muy marcado por la presencia de líderes visionarios, provenientes del interior del país. Los más cercanos, proceden de los santanderes y son, como casi todos los demás, tolimenses, antioqueños, vallunos, caldenses, etc., tan o más cesarenses que nosotros, pues echaron raíces eternas en nuestra tierra y han promovido, sin egoísmo y con entusiasmo, el desarrollo económico y social de la región.
La expresión ‘vallenato’ connota un sentimiento mucho más amplio que el simple gentilicio de la capital. Entendido como nativos de una gran provincia surcada por el río Cesar, desborda los límites caprichosos que los miopes impusieron por ley, aunque no pudieron cercenar la tradicional hermandad de guajiros de la provincia de Padilla y habitantes de Valledupar, La Paz y Manaure. Todos son reconocidos ganaderos y agricultores, músicos y poetas, además de unos cuantos comerciantes a quienes aún, atrae el contrabando.
Sustentan su estabilidad y su seguridad económica fundamentalmente en el sector agropecuario, algo que todo el mundo y los mundos de los alrededores saben. Ejercen la actividad bajo un modelo muy primario en el que inmensísimas extensiones de tierra son dedicadas a la producción de leche y de carne.
Pocos, ya lo he dicho, se arriesgan a crear empresas. Peor aún, nadie, para no hacer ni la excepción de la regla, quiere hacer parte de sociedades ni mucho menos promoverlas. Prefieren ser islas estancadas en una producción rupestre, con algunos asomos agroindustriales consistentes en procesos primarios de transformación, algo distantes de verdaderos ejercicios productivos de valor agregado. No tenemos industrias y por tanto, estamos absolutamente limitados para competir.
Otro factor gravísimo tiene que ver con la informalidad del empresario nuestro. Si mal no recuerdo, José Horlandy Castro, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio, podrá certificarlo: cerca de un 70% de empresas y empresarios actúan en la informalidad. Prefieren perder oportunidades por no incorporarse a la formalidad creyendo que eludiendo tributos hacen el gran negocio.
Tarde que temprano tendremos que superar este modelo para alcanzar verdadero desarrollo económico y por tanto social. La creación de industrias, el empresarismo, el emprendimiento, la incorporación de tecnologías en los procesos productivos sencillamente llegan o llegan. Sino migramos aguas abajo en la cadena de valor, no superaremos el escenario de productores primarios y peor aún, de consumidores con bajo poder adquisitivo, pues si alguna consecuencia tiene la producción de commodities, es la casi nula generación de empleo.
La hora de hacer un esfuerzo hacia una estrategia de impulso a la industrialización de esta región, llegó y va lentamente pasando. Nunca es tarde, es cierto, pero estamos perdiendo grandes oportunidades. El Centro Logístico Bosconia es una de ella. Se trata de la plataforma de servicios más importante del Caribe, que con el desarrollo de un parque industrial y una Zona Franca, constituye un muy atractivo negocio para los inversionistas. ¡Después no digan que no les avisaron!
SABLAZO
La ciudadanía está descrestada con las pequeñas cosas que está desarrollando el alcalde Fernández. Sorprende su acuciosidad y deseos de hacerlo bien. Al alimón, es lo correcto, ¿cierto doctor Luis Augusto González? Lo anoto por el lapsus de la columna pasada, está el secretario de Hacienda, Álvaro Iglesias.
Y no es que el joven secretario sepa hacer billetes, pero sí sabe conseguirlos. Nuestro reconocimiento por ello y por haber derrumbado el mito de que “el vallenato es mala paga”.
Con nuestro reconocimiento, así les toque algo de zanahoria y mucho de garrote, un angustioso llamado para que el Alcalde mejore los resultados en materia de seguridad. Con la oferta de una ciudad segura, Luis Fabián conquistó muchísimos votos y con los escasos resultados, una andanada de críticas, porque sólo la vemos en la publicidad de la Alcaldía. Razón tenemos: ¡que inseguridad tan asombrosa!
Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra La manida frase del título, es propia de los voceadores de los escenarios circenses para motivar la asistencia del público a sus espectáculos. Echo mano de ella para alertar a la dirigencia empresarial, gremial, al gobierno del Cesar y a la región en general, para que se apunten, con […]
Visión Universal
Por: Luis Mendoza Sierra
La manida frase del título, es propia de los voceadores de los escenarios circenses para motivar la asistencia del público a sus espectáculos. Echo mano de ella para alertar a la dirigencia empresarial, gremial, al gobierno del Cesar y a la región en general, para que se apunten, con el derecho que les asiste por mil razones, a un macroproyecto que será desde el Cesar, orgullo nacional y vergüenza para los inversionistas de la región si se quedan quietos como están.
Desde siempre, hemos cargado con la cruz acuestas de nuestra escasa vocación empresarial. La incipiente empresa del Cesar es un accidente singular muy marcado por la presencia de líderes visionarios, provenientes del interior del país. Los más cercanos, proceden de los santanderes y son, como casi todos los demás, tolimenses, antioqueños, vallunos, caldenses, etc., tan o más cesarenses que nosotros, pues echaron raíces eternas en nuestra tierra y han promovido, sin egoísmo y con entusiasmo, el desarrollo económico y social de la región.
La expresión ‘vallenato’ connota un sentimiento mucho más amplio que el simple gentilicio de la capital. Entendido como nativos de una gran provincia surcada por el río Cesar, desborda los límites caprichosos que los miopes impusieron por ley, aunque no pudieron cercenar la tradicional hermandad de guajiros de la provincia de Padilla y habitantes de Valledupar, La Paz y Manaure. Todos son reconocidos ganaderos y agricultores, músicos y poetas, además de unos cuantos comerciantes a quienes aún, atrae el contrabando.
Sustentan su estabilidad y su seguridad económica fundamentalmente en el sector agropecuario, algo que todo el mundo y los mundos de los alrededores saben. Ejercen la actividad bajo un modelo muy primario en el que inmensísimas extensiones de tierra son dedicadas a la producción de leche y de carne.
Pocos, ya lo he dicho, se arriesgan a crear empresas. Peor aún, nadie, para no hacer ni la excepción de la regla, quiere hacer parte de sociedades ni mucho menos promoverlas. Prefieren ser islas estancadas en una producción rupestre, con algunos asomos agroindustriales consistentes en procesos primarios de transformación, algo distantes de verdaderos ejercicios productivos de valor agregado. No tenemos industrias y por tanto, estamos absolutamente limitados para competir.
Otro factor gravísimo tiene que ver con la informalidad del empresario nuestro. Si mal no recuerdo, José Horlandy Castro, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio, podrá certificarlo: cerca de un 70% de empresas y empresarios actúan en la informalidad. Prefieren perder oportunidades por no incorporarse a la formalidad creyendo que eludiendo tributos hacen el gran negocio.
Tarde que temprano tendremos que superar este modelo para alcanzar verdadero desarrollo económico y por tanto social. La creación de industrias, el empresarismo, el emprendimiento, la incorporación de tecnologías en los procesos productivos sencillamente llegan o llegan. Sino migramos aguas abajo en la cadena de valor, no superaremos el escenario de productores primarios y peor aún, de consumidores con bajo poder adquisitivo, pues si alguna consecuencia tiene la producción de commodities, es la casi nula generación de empleo.
La hora de hacer un esfuerzo hacia una estrategia de impulso a la industrialización de esta región, llegó y va lentamente pasando. Nunca es tarde, es cierto, pero estamos perdiendo grandes oportunidades. El Centro Logístico Bosconia es una de ella. Se trata de la plataforma de servicios más importante del Caribe, que con el desarrollo de un parque industrial y una Zona Franca, constituye un muy atractivo negocio para los inversionistas. ¡Después no digan que no les avisaron!
SABLAZO
La ciudadanía está descrestada con las pequeñas cosas que está desarrollando el alcalde Fernández. Sorprende su acuciosidad y deseos de hacerlo bien. Al alimón, es lo correcto, ¿cierto doctor Luis Augusto González? Lo anoto por el lapsus de la columna pasada, está el secretario de Hacienda, Álvaro Iglesias.
Y no es que el joven secretario sepa hacer billetes, pero sí sabe conseguirlos. Nuestro reconocimiento por ello y por haber derrumbado el mito de que “el vallenato es mala paga”.
Con nuestro reconocimiento, así les toque algo de zanahoria y mucho de garrote, un angustioso llamado para que el Alcalde mejore los resultados en materia de seguridad. Con la oferta de una ciudad segura, Luis Fabián conquistó muchísimos votos y con los escasos resultados, una andanada de críticas, porque sólo la vemos en la publicidad de la Alcaldía. Razón tenemos: ¡que inseguridad tan asombrosa!