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Columnista - 26 abril, 2024

Y Colombia marchó

El domingo 21 de abril de 2024 sin duda pasará a la historia como el día en el que cientos de miles, quizás algo más de un millón, salieron a manifestarse públicamente, en las calles de sus ciudades, de sus municipios, en contra de un gobierno que venimos combatiendo con argumentos claros y con evidencias. […]

El domingo 21 de abril de 2024 sin duda pasará a la historia como el día en el que cientos de miles, quizás algo más de un millón, salieron a manifestarse públicamente, en las calles de sus ciudades, de sus municipios, en contra de un gobierno que venimos combatiendo con argumentos claros y con evidencias. La protesta, como siempre pacífica desde estos sectores, dejó claro a la comunidad internacional que somos muchos los que en el país estamos incómodos con lo que Petro y sus secuaces vienen haciendo. Salimos a marchar sin diferencias de color, de estrato o de filosofía política. Salimos a marchar para defender la democracia, nuestras libertades, para cerrar filas en torno a la Constitución de 1991, para manifestar nuestro apoyo irrestricto a las instituciones legítimamente constituidas. Colombia le dijo al gobierno que no somos su patio trasero, que no puede hacer con el pueblo lo que le plazca, que aquí estamos comprometidos con una lucha que nos hizo recordar aquella marcha de más de 12 millones de compatriotas que le dijimos en el 2008 a las FARC que no los queríamos en nuestras vidas. Sí, a los mismos que hoy están sentados en el Congreso de la República.

Marchamos con las camisetas de la selección Colombia de fútbol, otros con batas blancas enviando un claro mensaje de estar en contra de la reforma a la salud y otros, también de blanco, diciendo que la paz está más lejana que nunca, que el hampa se ha tomado al Estado desde su cabeza, que necesitamos retomar el orden. Llevo años construyendo argumentos, que han recibido los muchos alumnos que han pasado por mis clases, dejando ver que estoy de acuerdo con aquello que se lee en nuestro escudo: Libertad y Orden. Pero, al segundo aclaro, que con lo que no estoy cómodo, es con el orden de los conceptos. Si bien el vocablo Libertad se lee en la parte superior izquierda y el Orden a la derecha, deberíamos truncarlos. No desde una perspectiva de izquierdas y derechas sino desde aquella que muestra una mejor manera de organizar las cosas. Primero debo ordenar, organizar, para que dentro de ese orden u organización pueda yo ejercer mi libertad. No al revés, porque entonces, como sucede ahora, la libertad termina siendo un término absoluto frente a un orden que se ve minimizado.

He manifestado también admirar las teorías de los Contractualistas, de personajes como Rousseau, Locke, Hobbs, creo efectivamente que para entender la conformación de los estados nacionales sí se da un contrato tácito entre el recién nacido y el Estado en cuyo territorio se nace. Dentro de un orden lógico, adecuado, decente, podré ejercer mi libertad sin que ello implique detrimento de la del vecino. En igualdad de condiciones -esto precisamente producto del orden propuesto-, mis compatriotas y yo nos desarrollaremos gracias a condiciones justas, ejerceremos nuestras libertades, propuesta esta en la que el Estado social de derecho debe responder por sus obligaciones.

Colombia está despertando, esperemos haber dado buen ejemplo a las marchas del 1º de mayo; no quiero ser “ave de mal agüero”, pero vislumbro desórdenes, ruptura de vitrinas y saqueos a los bancos y a sus cajeros automáticos; a eso nos han acostumbrado. Que le quede claro a Laura Sarabia y a Gustavo Bolívar que la marcha del 21 de abril no generó desórdenes por las garantías ofrecidas por el gobierno para el que trabajan; la marcha fue decente, pacífica, porque así somos quienes marchamos. Ahora que el gobierno no venga a decir que por las condiciones de seguridad en que tiene a Colombia, la marcha fue tranquila y transcurrió en paz, no, no, no…

Seguimos adelante, debemos mantener esta llama encendida, hemos hablado con contundencia y los oídos sordos de la mamertería los llevará al fracaso. Por ahora, sigamos unidos, mantengamos la lucha y, si debemos convocar un paro nacional permanente para que el país goce de rumbos nuevos -como el del 10 de mayo de 1957- estaremos prestos a participar en él para recuperar el rumbo.

Petro perdió apoyo, tiene el 25 %, no podrá con el 75 % del que usted y yo hacemos parte.

Jorge Eduardo Ávila

Columnista
26 abril, 2024

Y Colombia marchó

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Eduardo Ávila

El domingo 21 de abril de 2024 sin duda pasará a la historia como el día en el que cientos de miles, quizás algo más de un millón, salieron a manifestarse públicamente, en las calles de sus ciudades, de sus municipios, en contra de un gobierno que venimos combatiendo con argumentos claros y con evidencias. […]


El domingo 21 de abril de 2024 sin duda pasará a la historia como el día en el que cientos de miles, quizás algo más de un millón, salieron a manifestarse públicamente, en las calles de sus ciudades, de sus municipios, en contra de un gobierno que venimos combatiendo con argumentos claros y con evidencias. La protesta, como siempre pacífica desde estos sectores, dejó claro a la comunidad internacional que somos muchos los que en el país estamos incómodos con lo que Petro y sus secuaces vienen haciendo. Salimos a marchar sin diferencias de color, de estrato o de filosofía política. Salimos a marchar para defender la democracia, nuestras libertades, para cerrar filas en torno a la Constitución de 1991, para manifestar nuestro apoyo irrestricto a las instituciones legítimamente constituidas. Colombia le dijo al gobierno que no somos su patio trasero, que no puede hacer con el pueblo lo que le plazca, que aquí estamos comprometidos con una lucha que nos hizo recordar aquella marcha de más de 12 millones de compatriotas que le dijimos en el 2008 a las FARC que no los queríamos en nuestras vidas. Sí, a los mismos que hoy están sentados en el Congreso de la República.

Marchamos con las camisetas de la selección Colombia de fútbol, otros con batas blancas enviando un claro mensaje de estar en contra de la reforma a la salud y otros, también de blanco, diciendo que la paz está más lejana que nunca, que el hampa se ha tomado al Estado desde su cabeza, que necesitamos retomar el orden. Llevo años construyendo argumentos, que han recibido los muchos alumnos que han pasado por mis clases, dejando ver que estoy de acuerdo con aquello que se lee en nuestro escudo: Libertad y Orden. Pero, al segundo aclaro, que con lo que no estoy cómodo, es con el orden de los conceptos. Si bien el vocablo Libertad se lee en la parte superior izquierda y el Orden a la derecha, deberíamos truncarlos. No desde una perspectiva de izquierdas y derechas sino desde aquella que muestra una mejor manera de organizar las cosas. Primero debo ordenar, organizar, para que dentro de ese orden u organización pueda yo ejercer mi libertad. No al revés, porque entonces, como sucede ahora, la libertad termina siendo un término absoluto frente a un orden que se ve minimizado.

He manifestado también admirar las teorías de los Contractualistas, de personajes como Rousseau, Locke, Hobbs, creo efectivamente que para entender la conformación de los estados nacionales sí se da un contrato tácito entre el recién nacido y el Estado en cuyo territorio se nace. Dentro de un orden lógico, adecuado, decente, podré ejercer mi libertad sin que ello implique detrimento de la del vecino. En igualdad de condiciones -esto precisamente producto del orden propuesto-, mis compatriotas y yo nos desarrollaremos gracias a condiciones justas, ejerceremos nuestras libertades, propuesta esta en la que el Estado social de derecho debe responder por sus obligaciones.

Colombia está despertando, esperemos haber dado buen ejemplo a las marchas del 1º de mayo; no quiero ser “ave de mal agüero”, pero vislumbro desórdenes, ruptura de vitrinas y saqueos a los bancos y a sus cajeros automáticos; a eso nos han acostumbrado. Que le quede claro a Laura Sarabia y a Gustavo Bolívar que la marcha del 21 de abril no generó desórdenes por las garantías ofrecidas por el gobierno para el que trabajan; la marcha fue decente, pacífica, porque así somos quienes marchamos. Ahora que el gobierno no venga a decir que por las condiciones de seguridad en que tiene a Colombia, la marcha fue tranquila y transcurrió en paz, no, no, no…

Seguimos adelante, debemos mantener esta llama encendida, hemos hablado con contundencia y los oídos sordos de la mamertería los llevará al fracaso. Por ahora, sigamos unidos, mantengamos la lucha y, si debemos convocar un paro nacional permanente para que el país goce de rumbos nuevos -como el del 10 de mayo de 1957- estaremos prestos a participar en él para recuperar el rumbo.

Petro perdió apoyo, tiene el 25 %, no podrá con el 75 % del que usted y yo hacemos parte.

Jorge Eduardo Ávila