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Columnista - 5 abril, 2015

Y al siguiente periodo resucitó

“Somos creadores y podemos fabricar hoy el mundo en el que viviremos mañana”. Las religiones consolidan la fe de sus practicantes o creyentes en misterios o circunstancias fuera de lo común, que dan el sentido y la orientación al espíritu del ser humano sobre la base del dogmatismo. Por ello para los cristianos, la resurrección […]

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“Somos creadores y podemos fabricar hoy el mundo en el que viviremos mañana”.

Las religiones consolidan la fe de sus practicantes o creyentes en misterios o circunstancias fuera de lo común, que dan el sentido y la orientación al espíritu del ser humano sobre la base del dogmatismo. Por ello para los cristianos, la resurrección no reconoce sino un sujeto activo en el que se basa toda la filosofía religiosa, que no admite la más mínima contradicción o cuestionamiento, solo es necesario creer e invocar para asentir carismáticamente toda el conocimiento y visión de la vida y la muerte en paralelo al discernimiento y gnosis del alma y el cuerpo.

Difieren en esencia el fenómeno de la resurrección y el acto de resucitar, así la primera solo es interpretada en el ámbito místico y controvertirla es irrespetar la ideología religiosa y a la misma omnipotencia que estableció el prodigio como la recompensa final, razón de ser y epílogo incondicional del sufrimiento terrenal, las resucitaciones se dan a diario y trascienden la existencia del individuo y sus actividades dentro de las sociedades que conforman el Estado.

La parábola discurre que aquella vez se creía que el gobierno estaba a punto de dar final y hacer desaparecer a la anarquía y amenaza del grupo terrorista diezmado y arrinconado, pero un cambio de gobierno nacido en el fundamento de la traición, la mentira y amancebamiento con criminales, hizo resucitar, no milagrosamente sino consecuencialmente para desgracia de toda una nación con el calificativo y bajo el punto de vista que se le quiera referenciar a la Inseguridad ciudadana, terrorismo, corrupción, desgobierno, pobreza.

Resucitaron antiguas prácticas políticas corruptas a costa del enterramiento de leyes y conductas instituidas y promovidas para controlar el comportamiento de administrados y administradores, renacieron los fantasmas del narcotráfico, el secuestro, la extorsión, el contrabando, la violencia generalizada, el delito y otros anexos que estrecharán las ilusiones de regodearnos en un Estado que preste eficientemente los servicios públicos, cuide y proteja el sistema de salud, incentive y proporcione el mejor sistema educativo y ejerza un gobierno justo y equitativo digno representante del poder soberano.

La resurrección seguirá siendo para el mundo cristiano el motivo de alborozo y celebración después de la iniquidad, pero la reaparición de los males de la sociedad producto de la ignominia y soberbios procederes de gobernantes legitimados será el motivo de tristeza más grande para todo un pueblo, que siempre ha referido y confundido la esperanza de llegar a un mundo mejor prometido por el verdadero y único Dios con las promesas falsarias de endiosados humanos contemplados transitoriamente en el poder terrenal.

Alfonso Suarez Arias

Columnista
5 abril, 2015

Y al siguiente periodo resucitó

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“Somos creadores y podemos fabricar hoy el mundo en el que viviremos mañana”. Las religiones consolidan la fe de sus practicantes o creyentes en misterios o circunstancias fuera de lo común, que dan el sentido y la orientación al espíritu del ser humano sobre la base del dogmatismo. Por ello para los cristianos, la resurrección […]


“Somos creadores y podemos fabricar hoy el mundo en el que viviremos mañana”.

Las religiones consolidan la fe de sus practicantes o creyentes en misterios o circunstancias fuera de lo común, que dan el sentido y la orientación al espíritu del ser humano sobre la base del dogmatismo. Por ello para los cristianos, la resurrección no reconoce sino un sujeto activo en el que se basa toda la filosofía religiosa, que no admite la más mínima contradicción o cuestionamiento, solo es necesario creer e invocar para asentir carismáticamente toda el conocimiento y visión de la vida y la muerte en paralelo al discernimiento y gnosis del alma y el cuerpo.

Difieren en esencia el fenómeno de la resurrección y el acto de resucitar, así la primera solo es interpretada en el ámbito místico y controvertirla es irrespetar la ideología religiosa y a la misma omnipotencia que estableció el prodigio como la recompensa final, razón de ser y epílogo incondicional del sufrimiento terrenal, las resucitaciones se dan a diario y trascienden la existencia del individuo y sus actividades dentro de las sociedades que conforman el Estado.

La parábola discurre que aquella vez se creía que el gobierno estaba a punto de dar final y hacer desaparecer a la anarquía y amenaza del grupo terrorista diezmado y arrinconado, pero un cambio de gobierno nacido en el fundamento de la traición, la mentira y amancebamiento con criminales, hizo resucitar, no milagrosamente sino consecuencialmente para desgracia de toda una nación con el calificativo y bajo el punto de vista que se le quiera referenciar a la Inseguridad ciudadana, terrorismo, corrupción, desgobierno, pobreza.

Resucitaron antiguas prácticas políticas corruptas a costa del enterramiento de leyes y conductas instituidas y promovidas para controlar el comportamiento de administrados y administradores, renacieron los fantasmas del narcotráfico, el secuestro, la extorsión, el contrabando, la violencia generalizada, el delito y otros anexos que estrecharán las ilusiones de regodearnos en un Estado que preste eficientemente los servicios públicos, cuide y proteja el sistema de salud, incentive y proporcione el mejor sistema educativo y ejerza un gobierno justo y equitativo digno representante del poder soberano.

La resurrección seguirá siendo para el mundo cristiano el motivo de alborozo y celebración después de la iniquidad, pero la reaparición de los males de la sociedad producto de la ignominia y soberbios procederes de gobernantes legitimados será el motivo de tristeza más grande para todo un pueblo, que siempre ha referido y confundido la esperanza de llegar a un mundo mejor prometido por el verdadero y único Dios con las promesas falsarias de endiosados humanos contemplados transitoriamente en el poder terrenal.

Alfonso Suarez Arias