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Columnista - 7 octubre, 2017

Y ahora, ¿cómo vamos a crecer?

Es bien difícil la hora que vive el país. Si bien nuestra historia nos demuestra que nunca la hemos tenido fácil, la coyuntura actual ha sintonizado varios problemas como no se veían hace mucho rato. A la dispersión política y altísima polarización, se le suma la crisis de la rama judicial y también el complejo […]

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Es bien difícil la hora que vive el país. Si bien nuestra historia nos demuestra que nunca la hemos tenido fácil, la coyuntura actual ha sintonizado varios problemas como no se veían hace mucho rato. A la dispersión política y altísima polarización, se le suma la crisis de la rama judicial y también el complejo panorama económico.

Cada uno de esos temas da para un comentario aparte. Ya me he referido a la crisis de la justicia, cuando reseñé el libro de Ciro Quiroz, próximamente lo haré sobre el panorama político; en este comentario quiero volver a los temas económicos.

Colombia es un país conocido en los escenarios internacionales como un caso especial de crecimiento moderado, pero persistente; también de inflación moderada. A diferencia de México, Brasil y Argentina, para hablar solo de tres países de América Latina, con algunas características similares a las nuestras, que han tenido altibajos en su ritmo de crecimiento, períodos de altas bonanzas y caídas, también pronunciadas, nuestro país ha tenido tasas que han oscilado entre el 3 y el 6 por ciento, con una tendencia promedio al 4 ó 5 por ciento. Un crecimiento de “nadadito de perro”, como se dice popularmente.

Pues bien, en 2015 tuvimos una tasa de crecimiento de 3,1 por ciento del PIB, en 2016 fue del 2 por ciento y ahora, en 2017, es posible que no se alcance el 2 por ciento. El fenómeno, reitero, se llama desaceleración y no hemos podido salir de la misma.

Durante buena parte de nuestra historia, unos ochenta años o más, crecimos del lado del café, una bebida de lujo, pero no indispensable. A partir de la década de los ochenta y noventa crecimos al lado del petróleo y el carbón, materias primas cuyos precios han entrado en desgracia en los mercados.

Desde entonces, no hemos encontrado otro producto o sector con proyección internacional que nos ayude a crecer a los ritmos que necesitamos para generar empleo y atacar la pobreza. Mucho se ha dicho y escrito. Inclusive yo he vuelto sobre el tema varias veces. Ahora, me pregunto, ¿cómo vamos a crecer hacia el futuro?

El teórico Alain Young, y en Colombia el profesor Lauchlin Currie, hablaba de la teoría de los sectores líderes. En pocas palabras: estos países, que tienen recursos escasos, deben concentrarlos en sectores claves que halen el resto de la demanda y generen mucho empleo. Uno de ellos fue la construcción, el elegido durante el gobierno de Misael Pastrana. En el gobierno de López y los siguientes fueron las exportaciones no tradicionales, pero estas últimas no han despegado lo que se esperaba.

Ahora, nuevamente necesitamos volver a concertar estrategias de crecimiento con base en la agroindustria, la industria, la construcción y servicios como el turismo, principalmente. Estos procesos debería liderarlos el DNP, pero esta entidad ha perdido el liderazgo que tenía hace algunos años.

¿Qué pasa con la agroindustria? La Andi ha hecho una buena propuesta, cada Ministro de Agricultura lanza la suya, pero seguimos sin aprovechar muchas ventajas comparativas que tenemos que podrían hacer de Colombia una verdadera despensa agrícola y pecuaria. ¿Qué nos falta?…

Otro sector que muestra potencialidad es el turismo. Colombia tiene mucho que mostrarle al mundo: paisaje, cultura, música, gente con encanto, historia, mestizaje, etc. Pero, vuelvo a la misma pregunta: ¿Qué nos falta?…

En lugar de estar mirando encuestas con miras a la Presidencia de la República, quien sube y quien baja, los equipos económicos de los candidatos deberían estar haciéndose esa pregunta: cómo vamos a crecer, a generar el empleo que necesita nuestra gente más joven, atacar la pobreza y eliminar la marginalidad. En una próxima oportunidad hablaré de agroindustria y turismo, sectores en los cuales el Cesar tiene muchas posibilidades.

*Analista económico-Docente Universitario.

Por Carlos Alberto Maestre Maya

 

 

Columnista
7 octubre, 2017

Y ahora, ¿cómo vamos a crecer?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

Es bien difícil la hora que vive el país. Si bien nuestra historia nos demuestra que nunca la hemos tenido fácil, la coyuntura actual ha sintonizado varios problemas como no se veían hace mucho rato. A la dispersión política y altísima polarización, se le suma la crisis de la rama judicial y también el complejo […]


Es bien difícil la hora que vive el país. Si bien nuestra historia nos demuestra que nunca la hemos tenido fácil, la coyuntura actual ha sintonizado varios problemas como no se veían hace mucho rato. A la dispersión política y altísima polarización, se le suma la crisis de la rama judicial y también el complejo panorama económico.

Cada uno de esos temas da para un comentario aparte. Ya me he referido a la crisis de la justicia, cuando reseñé el libro de Ciro Quiroz, próximamente lo haré sobre el panorama político; en este comentario quiero volver a los temas económicos.

Colombia es un país conocido en los escenarios internacionales como un caso especial de crecimiento moderado, pero persistente; también de inflación moderada. A diferencia de México, Brasil y Argentina, para hablar solo de tres países de América Latina, con algunas características similares a las nuestras, que han tenido altibajos en su ritmo de crecimiento, períodos de altas bonanzas y caídas, también pronunciadas, nuestro país ha tenido tasas que han oscilado entre el 3 y el 6 por ciento, con una tendencia promedio al 4 ó 5 por ciento. Un crecimiento de “nadadito de perro”, como se dice popularmente.

Pues bien, en 2015 tuvimos una tasa de crecimiento de 3,1 por ciento del PIB, en 2016 fue del 2 por ciento y ahora, en 2017, es posible que no se alcance el 2 por ciento. El fenómeno, reitero, se llama desaceleración y no hemos podido salir de la misma.

Durante buena parte de nuestra historia, unos ochenta años o más, crecimos del lado del café, una bebida de lujo, pero no indispensable. A partir de la década de los ochenta y noventa crecimos al lado del petróleo y el carbón, materias primas cuyos precios han entrado en desgracia en los mercados.

Desde entonces, no hemos encontrado otro producto o sector con proyección internacional que nos ayude a crecer a los ritmos que necesitamos para generar empleo y atacar la pobreza. Mucho se ha dicho y escrito. Inclusive yo he vuelto sobre el tema varias veces. Ahora, me pregunto, ¿cómo vamos a crecer hacia el futuro?

El teórico Alain Young, y en Colombia el profesor Lauchlin Currie, hablaba de la teoría de los sectores líderes. En pocas palabras: estos países, que tienen recursos escasos, deben concentrarlos en sectores claves que halen el resto de la demanda y generen mucho empleo. Uno de ellos fue la construcción, el elegido durante el gobierno de Misael Pastrana. En el gobierno de López y los siguientes fueron las exportaciones no tradicionales, pero estas últimas no han despegado lo que se esperaba.

Ahora, nuevamente necesitamos volver a concertar estrategias de crecimiento con base en la agroindustria, la industria, la construcción y servicios como el turismo, principalmente. Estos procesos debería liderarlos el DNP, pero esta entidad ha perdido el liderazgo que tenía hace algunos años.

¿Qué pasa con la agroindustria? La Andi ha hecho una buena propuesta, cada Ministro de Agricultura lanza la suya, pero seguimos sin aprovechar muchas ventajas comparativas que tenemos que podrían hacer de Colombia una verdadera despensa agrícola y pecuaria. ¿Qué nos falta?…

Otro sector que muestra potencialidad es el turismo. Colombia tiene mucho que mostrarle al mundo: paisaje, cultura, música, gente con encanto, historia, mestizaje, etc. Pero, vuelvo a la misma pregunta: ¿Qué nos falta?…

En lugar de estar mirando encuestas con miras a la Presidencia de la República, quien sube y quien baja, los equipos económicos de los candidatos deberían estar haciéndose esa pregunta: cómo vamos a crecer, a generar el empleo que necesita nuestra gente más joven, atacar la pobreza y eliminar la marginalidad. En una próxima oportunidad hablaré de agroindustria y turismo, sectores en los cuales el Cesar tiene muchas posibilidades.

*Analista económico-Docente Universitario.

Por Carlos Alberto Maestre Maya