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Columnista - 13 abril, 2023

William Chams Salum 

Diez años de ausencia, Billy. Tu partida dejó un vacío en el mundo de afectos que construiste a tu alrededor.

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Diez años de ausencia, Billy. Tu partida dejó un vacío en el mundo de afectos que construiste a tu alrededor. Un inmenso mundo de afectos te extraña. Inmenso, porque fuiste ante todo un ser afectuoso. Un gran ser humano y un hombre generoso y lo que mejor realizaste fue crear un mágico mundo de afectos. Talento te brotaba en toda tu personalidad de hombre visionario y empresario. En tu personalidad se desplegaba una combinación de la cultura árabe con la caribeña, ‘Las Mil y una noche’, esas leyendas orientales consignadas en cuentos populares y ‘Cien años de soledad’ de Gabriel García Márquez.  

Declamabas las poesías de Meira Delmar, que era tu tía Olga Chams. En ese ambiente familiar creciste.  En la cultura árabe y caribeña te formaste tomando lo mejor de esas culturas.  Culto y humanista, por ese motivo te negabas a que te redujeran a un empresario de boxeo.

El mundo del arte fue tu compañía desde la cuna hasta la sepultura. Al lado de Meira Delmar en tu niñez trataste de primera mano a los miembros del Grupo de Barranquilla que a tu hogar asistían a las tertulias que se hacían con cierta frecuencia con Gabriel García Márquez y otros geniales caribeños. Formaste matrimonio con una bella y fina artista, la maestra plástica Tully Leiva. Recuerdo las visitas a tu hogar paterno y el tuyo propio que fueron como míos por la amabilidad de tu familia.

Un humanista amigo, fue un gran regalo que la vida me ofreció y de tu amistad disfruté desde la juventud temprana hasta que viajaste a la eternidad.  Tu partida un 31 de marzo del 2013, un día antes de tu cumpleaños, fue un golpe para todos. En ese día sentí la tristeza de los versos de “Los heraldos negros” de César Vallejo y es que: “Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡Yo no  sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma”. Fuiste un gran amigo no te olvidaremos. Gracias a la vida por tu amistad. 

Billy, tu partida, fue en Barranquilla. Y, Barranquilla te lloró. Y, te lloraron los deportistas, periodistas, empleados, familiares, amigos, empresarios, deportistas y boxeadores. Si de boxeadores a los que defendiste a capa y espada con tu talento y generosidad. A los boxeadores que los condujiste al éxito, nunca ningún empresario del boxeo había logrado que el país conquistara 17 títulos mundiales de boxeo. Nunca es nunca. Tu ausencia se siente en todos los escenarios, pero más en el boxeo.

Es que el boxeo colombiano tuvo en Billy Chams, como lo llamaban los boxeadores y amigos, al más triunfador de los empresarios de boxeo. Pero no era un empresario de boxeo más, era un humanista preocupado por el bienestar de los deportistas y sus familiares. Era un asesor y padre para ellos. Y, cosas de la vida, no se entrega una medalla en su nombre, ni existe un escenario deportivo en su nombre, que bien merecido lo tiene. Se nos olvida que reconocer al otro por sus obras es un acto de justicia. Estamos en deuda con Billy Chams. Es un imperativo ético darle gracias a su memoria.       

Por Eduardo Verano De La Rosa

Columnista
13 abril, 2023

William Chams Salum 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo Verano De La Rosa

Diez años de ausencia, Billy. Tu partida dejó un vacío en el mundo de afectos que construiste a tu alrededor.


Diez años de ausencia, Billy. Tu partida dejó un vacío en el mundo de afectos que construiste a tu alrededor. Un inmenso mundo de afectos te extraña. Inmenso, porque fuiste ante todo un ser afectuoso. Un gran ser humano y un hombre generoso y lo que mejor realizaste fue crear un mágico mundo de afectos. Talento te brotaba en toda tu personalidad de hombre visionario y empresario. En tu personalidad se desplegaba una combinación de la cultura árabe con la caribeña, ‘Las Mil y una noche’, esas leyendas orientales consignadas en cuentos populares y ‘Cien años de soledad’ de Gabriel García Márquez.  

Declamabas las poesías de Meira Delmar, que era tu tía Olga Chams. En ese ambiente familiar creciste.  En la cultura árabe y caribeña te formaste tomando lo mejor de esas culturas.  Culto y humanista, por ese motivo te negabas a que te redujeran a un empresario de boxeo.

El mundo del arte fue tu compañía desde la cuna hasta la sepultura. Al lado de Meira Delmar en tu niñez trataste de primera mano a los miembros del Grupo de Barranquilla que a tu hogar asistían a las tertulias que se hacían con cierta frecuencia con Gabriel García Márquez y otros geniales caribeños. Formaste matrimonio con una bella y fina artista, la maestra plástica Tully Leiva. Recuerdo las visitas a tu hogar paterno y el tuyo propio que fueron como míos por la amabilidad de tu familia.

Un humanista amigo, fue un gran regalo que la vida me ofreció y de tu amistad disfruté desde la juventud temprana hasta que viajaste a la eternidad.  Tu partida un 31 de marzo del 2013, un día antes de tu cumpleaños, fue un golpe para todos. En ese día sentí la tristeza de los versos de “Los heraldos negros” de César Vallejo y es que: “Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡Yo no  sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma”. Fuiste un gran amigo no te olvidaremos. Gracias a la vida por tu amistad. 

Billy, tu partida, fue en Barranquilla. Y, Barranquilla te lloró. Y, te lloraron los deportistas, periodistas, empleados, familiares, amigos, empresarios, deportistas y boxeadores. Si de boxeadores a los que defendiste a capa y espada con tu talento y generosidad. A los boxeadores que los condujiste al éxito, nunca ningún empresario del boxeo había logrado que el país conquistara 17 títulos mundiales de boxeo. Nunca es nunca. Tu ausencia se siente en todos los escenarios, pero más en el boxeo.

Es que el boxeo colombiano tuvo en Billy Chams, como lo llamaban los boxeadores y amigos, al más triunfador de los empresarios de boxeo. Pero no era un empresario de boxeo más, era un humanista preocupado por el bienestar de los deportistas y sus familiares. Era un asesor y padre para ellos. Y, cosas de la vida, no se entrega una medalla en su nombre, ni existe un escenario deportivo en su nombre, que bien merecido lo tiene. Se nos olvida que reconocer al otro por sus obras es un acto de justicia. Estamos en deuda con Billy Chams. Es un imperativo ético darle gracias a su memoria.       

Por Eduardo Verano De La Rosa