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Columnista - 9 febrero, 2014

Voto en blanco y abstención: Entre la rabia y el escepticismo

Los resultados de las últimas encuestas electorales revelan que la intención de voto de la mitad de los colombianos habilitados para votar, oscila entre el voto en blanco(27%) y la abstención(23%).

Por Imelda Daza Cotes

Los resultados de las últimas encuestas electorales revelan que la intención de voto de la mitad de los colombianos habilitados para votar, oscila entre el voto en blanco(27%) y la abstención(23%).

Con frecuencia los votantes que se niegan a participar en los procesos han sido mayoría(hasta 54%); esto es algo que cuestiona la legitimidad de la democracia y de las elecciones, pero legalmente nunca las ha afectado.

La abstención tradicional puede interpretarse como escepticismo, incredulidad, pesimismo, indiferencia o apatía. No votan los que no creen o se aburrieron de creer en las promesas electorales, ningún candidato los convence, nadie los entusiasma, no creen en el futuro, no se sienten representados por partido o movimiento político alguno, ni de derecha ni de izquierda. Otros son indolentes frente a los problemas sociales, desconocen la importancia del voto y tampoco se esmeran por informarse mejor. Pero la abstención pasiva no ha pasado de ser una cifra(porcentaje) que registran los censos electorales.

Ahora estamos frente a hechos nuevos. Las grandes movilizaciones sociales que se dieron en el último año y la información que ágilmente circula en las redes parecen haber contribuido a despertar la conciencia ciudadana que busca canalizar su inconformidad de otra manera e incidir políticamente. Son los que proponen votar en blanco. Su actitud refleja rabia, inconformidad, repudio a la politiquería y a los empresarios electorales dispuestos a servirse a sí mismos antes que a la sociedad, expresan rechazo a tantos problemas que afectan al país: La corrupción que lo ha invadido todo, el desempleo, la informalidad laboral, la locomotora minera, la contaminación ambiental, la violencia sin fin, las chuzadas oficiales, la crisis de la salud y de la educación, los TLC que arruinan la economía campesina, las privatizaciones de los servicios públicos, etc. Los promotores del voto en blanco, por razones variadas, tampoco se sienten interpretados por ningún partido político, aspiran a representar el 51% de los votantes y obligar así a la repetición de las elecciones con candidatos nuevos, quieren generar hechos de impacto sociopolítico, quieren cuestionar a fondo la democracia.

La abstención y el voto en blanco deberían ser opciones marginales y no mayoritarias, todo indica que estamos ante un desgaste de la democracia representativa; el escenario legislativo parece agotado y la democracia participativa no arranca porque cuando la ciudadanía pretende impulsarla el establecimiento la aplasta y las voces que claman por una mayor participación se ahogan en medio de la represión y los abusos de los poderosos.

Columnista
9 febrero, 2014

Voto en blanco y abstención: Entre la rabia y el escepticismo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

Los resultados de las últimas encuestas electorales revelan que la intención de voto de la mitad de los colombianos habilitados para votar, oscila entre el voto en blanco(27%) y la abstención(23%).


Por Imelda Daza Cotes

Los resultados de las últimas encuestas electorales revelan que la intención de voto de la mitad de los colombianos habilitados para votar, oscila entre el voto en blanco(27%) y la abstención(23%).

Con frecuencia los votantes que se niegan a participar en los procesos han sido mayoría(hasta 54%); esto es algo que cuestiona la legitimidad de la democracia y de las elecciones, pero legalmente nunca las ha afectado.

La abstención tradicional puede interpretarse como escepticismo, incredulidad, pesimismo, indiferencia o apatía. No votan los que no creen o se aburrieron de creer en las promesas electorales, ningún candidato los convence, nadie los entusiasma, no creen en el futuro, no se sienten representados por partido o movimiento político alguno, ni de derecha ni de izquierda. Otros son indolentes frente a los problemas sociales, desconocen la importancia del voto y tampoco se esmeran por informarse mejor. Pero la abstención pasiva no ha pasado de ser una cifra(porcentaje) que registran los censos electorales.

Ahora estamos frente a hechos nuevos. Las grandes movilizaciones sociales que se dieron en el último año y la información que ágilmente circula en las redes parecen haber contribuido a despertar la conciencia ciudadana que busca canalizar su inconformidad de otra manera e incidir políticamente. Son los que proponen votar en blanco. Su actitud refleja rabia, inconformidad, repudio a la politiquería y a los empresarios electorales dispuestos a servirse a sí mismos antes que a la sociedad, expresan rechazo a tantos problemas que afectan al país: La corrupción que lo ha invadido todo, el desempleo, la informalidad laboral, la locomotora minera, la contaminación ambiental, la violencia sin fin, las chuzadas oficiales, la crisis de la salud y de la educación, los TLC que arruinan la economía campesina, las privatizaciones de los servicios públicos, etc. Los promotores del voto en blanco, por razones variadas, tampoco se sienten interpretados por ningún partido político, aspiran a representar el 51% de los votantes y obligar así a la repetición de las elecciones con candidatos nuevos, quieren generar hechos de impacto sociopolítico, quieren cuestionar a fondo la democracia.

La abstención y el voto en blanco deberían ser opciones marginales y no mayoritarias, todo indica que estamos ante un desgaste de la democracia representativa; el escenario legislativo parece agotado y la democracia participativa no arranca porque cuando la ciudadanía pretende impulsarla el establecimiento la aplasta y las voces que claman por una mayor participación se ahogan en medio de la represión y los abusos de los poderosos.