Es muy triste que cada 4 años el modelo de estado en Colombia esté en juego.
Sé que cada 4 años, cuando se acercan las elecciones para Senado de la República y Cámara de Representantes, decimos que esas son las más importantes de la historia. Eso suena a disco rayado. Sin embargo, retomaremos esa afirmación para muy respetuosamente solicitarle a los millones de ciudadanos en edad de votar, a mis lectores, a mis amigos, que lo hagamos responsablemente.
¿El motivo? Sencillo: pronto también elegiremos Presidente de la República, la primera vuelta será a finales de mayo y la segunda, 3 semanas después. Pase lo que pase en esa elección, el Congreso de la República deberá ser, como bien lo ha dicho un candidato a la Cámara por Bogotá, el seguro de vida de los colombianos. Si gana Petro, los congresistas deberán ser el muro de contención del Socialismo del Siglo XXI. Un Congreso fuerte, decente, haría bulla, le hablaría de frente al país, al mundo, y haría lo que estuviera en sus manos por defender nuestras libertades y repeler el totalitarismo. ¿Y si lo cierran?
Y en caso de que Petro no sea ungido por los colombianos, esperanza de muchos, pues el Congreso acompañaría la gobernabilidad de personajes como Fico Gutiérrez, David Barguil o Rodolfo Hernández. Esa gobernabilidad debería encaminarse a blindar las instituciones, a protegerlas y hacerlas más fuertes para, precisamente, bloquear a la izquierda en el 2026.
Es muy triste que cada 4 años el modelo de estado en Colombia esté en juego. Compartimos que falta presencia en los territorios, hay que trabajar muy duro para mejorar eso y evitar que el narcoterrorismo y la delincuencia llenen esos espacios y sigan afectando nuestra institucionalidad. Compartimos que hay que seguir invirtiendo en los social, en la creación de empleo bien remunerado que genere oportunidades de crecimiento para todos. Compartimos que son urgentes políticas públicas para mejorar la educación, el acceso a la vivienda digna, a los servicios públicos, a una salud diligente que respete y pondere siempre las necesidades de los pacientes. Compartimos que el campo colombiano debe fortalecerse, que el campesinado debe tener la posibilidad de vender sus productos a precios justos que reconozcan su esfuerzo y trabajo, que los empresarios deben apostarle a invertir en la gente cada vez más.
Compartimos que el estado debe apoyar el emprendimiento y cualquier iniciativa que permita la construcción de un mejor futuro. Compartimos, tema importante, que las condiciones del país permitan seguir recibiendo inversión extranjera, ojalá cada vez en mayores cuantías.
Estas condiciones y muchas más que se les parezcan deben ser los derroteros del gobierno que asuma el próximo 7 de agosto.
En nuestras manos está que Colombia, como la concebimos hoy, la de la libre empresa, la de la iniciativa privada, la de la propiedad privada, la que para algunos expertos tiene la Constitución más garantista de América Latina, la que siembra café, la que exporta petróleo, aquella que tiene las condiciones para ser potencia agrícola y ganadera, la que se ha industrializado de manera importante en el último tiempo, la que tiene una economía envidiada por muchos vecinos, la Colombia grande que todos queremos, la que estimula y potencia el bienestar de su gente, esa Colombia, debemos defenderla a través del voto, de decisiones adecuadas a la hora de elegir.
Aprovecho esta oportunidad también para invitar a los adultos que tenemos recuerdos frescos de la vida que este país nos ofreció durante la década de los noventas, para hablar con los jóvenes, con esos primeros votantes que nacieron en condiciones muy diferentes gracias a políticas como la de la seguridad democrática. Debemos contarles lo que vivimos para que no tomen decisiones a la ligera, para que recuerden los destrozos y desmanes de la primera línea, para que no pongan en riesgo nuestra democracia. Si esos muchachos quieren tener la oportunidad de ser prósperos en el futuro deberán apoyar un modelo; si lo que buscan es que el estado los mantenga y lo que pretenden es seguir tirando piedra contra los bienes que son de todos, votarán por otro.
Es su decisión…
Por Jorge Eduardo Avila
Es muy triste que cada 4 años el modelo de estado en Colombia esté en juego.
Sé que cada 4 años, cuando se acercan las elecciones para Senado de la República y Cámara de Representantes, decimos que esas son las más importantes de la historia. Eso suena a disco rayado. Sin embargo, retomaremos esa afirmación para muy respetuosamente solicitarle a los millones de ciudadanos en edad de votar, a mis lectores, a mis amigos, que lo hagamos responsablemente.
¿El motivo? Sencillo: pronto también elegiremos Presidente de la República, la primera vuelta será a finales de mayo y la segunda, 3 semanas después. Pase lo que pase en esa elección, el Congreso de la República deberá ser, como bien lo ha dicho un candidato a la Cámara por Bogotá, el seguro de vida de los colombianos. Si gana Petro, los congresistas deberán ser el muro de contención del Socialismo del Siglo XXI. Un Congreso fuerte, decente, haría bulla, le hablaría de frente al país, al mundo, y haría lo que estuviera en sus manos por defender nuestras libertades y repeler el totalitarismo. ¿Y si lo cierran?
Y en caso de que Petro no sea ungido por los colombianos, esperanza de muchos, pues el Congreso acompañaría la gobernabilidad de personajes como Fico Gutiérrez, David Barguil o Rodolfo Hernández. Esa gobernabilidad debería encaminarse a blindar las instituciones, a protegerlas y hacerlas más fuertes para, precisamente, bloquear a la izquierda en el 2026.
Es muy triste que cada 4 años el modelo de estado en Colombia esté en juego. Compartimos que falta presencia en los territorios, hay que trabajar muy duro para mejorar eso y evitar que el narcoterrorismo y la delincuencia llenen esos espacios y sigan afectando nuestra institucionalidad. Compartimos que hay que seguir invirtiendo en los social, en la creación de empleo bien remunerado que genere oportunidades de crecimiento para todos. Compartimos que son urgentes políticas públicas para mejorar la educación, el acceso a la vivienda digna, a los servicios públicos, a una salud diligente que respete y pondere siempre las necesidades de los pacientes. Compartimos que el campo colombiano debe fortalecerse, que el campesinado debe tener la posibilidad de vender sus productos a precios justos que reconozcan su esfuerzo y trabajo, que los empresarios deben apostarle a invertir en la gente cada vez más.
Compartimos que el estado debe apoyar el emprendimiento y cualquier iniciativa que permita la construcción de un mejor futuro. Compartimos, tema importante, que las condiciones del país permitan seguir recibiendo inversión extranjera, ojalá cada vez en mayores cuantías.
Estas condiciones y muchas más que se les parezcan deben ser los derroteros del gobierno que asuma el próximo 7 de agosto.
En nuestras manos está que Colombia, como la concebimos hoy, la de la libre empresa, la de la iniciativa privada, la de la propiedad privada, la que para algunos expertos tiene la Constitución más garantista de América Latina, la que siembra café, la que exporta petróleo, aquella que tiene las condiciones para ser potencia agrícola y ganadera, la que se ha industrializado de manera importante en el último tiempo, la que tiene una economía envidiada por muchos vecinos, la Colombia grande que todos queremos, la que estimula y potencia el bienestar de su gente, esa Colombia, debemos defenderla a través del voto, de decisiones adecuadas a la hora de elegir.
Aprovecho esta oportunidad también para invitar a los adultos que tenemos recuerdos frescos de la vida que este país nos ofreció durante la década de los noventas, para hablar con los jóvenes, con esos primeros votantes que nacieron en condiciones muy diferentes gracias a políticas como la de la seguridad democrática. Debemos contarles lo que vivimos para que no tomen decisiones a la ligera, para que recuerden los destrozos y desmanes de la primera línea, para que no pongan en riesgo nuestra democracia. Si esos muchachos quieren tener la oportunidad de ser prósperos en el futuro deberán apoyar un modelo; si lo que buscan es que el estado los mantenga y lo que pretenden es seguir tirando piedra contra los bienes que son de todos, votarán por otro.
Es su decisión…
Por Jorge Eduardo Avila