El cronista Juan Rincón Vanegas hace un relato sobre el rencuentro de dos generaciones de la música vallenata en torno a un éxito romántico que marcó una época y ahora se graba de nuevo.
Cuando se tocaron los propios terrenos del corazón, y se tenía al lado al padrino que es un guía musical, las lágrimas llegaron sin falta como aquel aguacero de finales de abril en Valledupar. Eso le sucedió a Silvestre Dangond el día que cantó con Jorge Oñate la canción ‘Volví a llorar’, de la autoría del compositor sanjuanero Amilkar Calderón Cujia.
Era un anhelo, un sueño de los dos grabar juntos para dejar sus voces para la historia. Se volvieron a encontrar, como aquella vez en la iglesia Santa Cruz de Urumita, La Guajira, donde Jorge Oñate fue padrino de bautismo de Silvestre, comprometiéndose a procurar por su bienestar y convertirse en un ejemplo a seguir para el ahijado. Y siguió su ejemplo, hasta tenerlo a su lado, y por eso no logró esquivar las lágrimas.
Jorge Oñate, con la emoción a todo galope, inicialmente acudió a la historia al manifestar que la canción la había grabado en el año 1988 con el rey de reyes Álvaro López en la producción musical ‘El folclor se viste de gala’, y en esta ocasión tuvo el acompañamiento del acordeonero Franco Arguelles Coronel.
Mira a su señora, Nancy Zuleta, sonríe y cuenta: “Hace algún tiempo me encontré con el ahijado, me dijo que debíamos grabar algunas canciones, porque yo era de él y me llevaba en el corazón. Esas palabras me conmovieron y sellamos el compromiso que gracias a Dios se cumplió con total éxito. Enseguida, sin pensarlo mucho nos pusimos de acuerdo que la canción sería ‘Volví a llorar’. Esa era”.
Entrando en materia del momento de la grabación, añade: “Como lo digo en la animación, se cumplió el sueño y además de cantar, también lloramos. Me acordé cuando el ahijado, siendo muy niño, me veía cantar en la caseta ‘Hamaca grande’ de su tierra Urumita. Muchos recuerdos juntos”.
Como conclusión de ese hecho, expresa: “Volví a sentir que Silvestre ama el vallenato. Él nació con el vallenato y ahora se hace acompañar en sus giras por grandes acordeoneros. Eso es una maravilla. Vea, dónde ha llegado Silvestre, es el número uno en Colombia. Lo que está pasando con Silvestre y conmigo es algo maravilloso para la música vallenata”.
El turno le correspondió a Silvestre Dangond, y en pocas palabras detalló ese acontecimiento con su padrino Jorge Oñate: “Esto ha sido una bendición y un alto honor grabar dos canciones con mi padrino. Ya lo dije, que se me aguaron los ojos. La grabación ha sido un acontecimiento y la canción ‘Volví a llorar’ está ocupando los primeros puestos”.
Un hombre triste llora más de una vez y hasta el corazón lo acolita, porque un desamor vuela hasta encontrar las lágrimas que en ese momento eran el mayor adorno del rostro. Así le sucedió hace 33 años al compositor Amilkar Calderón Cujia, cuando vivió una decepción amorosa no teniendo otra salida que ponerle letra y música. Él, no solamente se limitó a narrar en versos precisos ese sufrimiento, donde hasta su alma estaba herida teniendo que cargar con una pesada cruz.
Era tanta la angustia existencial que surgió la pregunta: ¿Qué hago?, porque las benditas penas querían obligarlo a actuar; y eso de estar entre la espada y la pared era un enigma que lo convocaba con el dolor a cuestas.
El compositor, al escuchar la nueva versión grabada por Jorge Oñate y Silvestre Dangond, revivió aquella atadura del destino pintada de dolor y contó: “Extraordinaria interpretación, porque a los dos les gusta la canción y la hicieron extensiva a la nueva generación que ahora la canta como suya. También lloré al escucharla”.
La historia de la canción tuvo como epicentro a Barranquilla, Colombia y Maracaibo, Venezuela; donde dos mujeres en distintos momentos tocaron el corazón del compositor y siempre llegaba a la meta de la decepción. A la primera, solamente la recordó en el siguiente verso:
Sufro de nuevo corazón
como la vez aquella,
llenan de herida mi amor
como la vez aquella.
Que entregue toda el alma y el amor más puro
y cometí un error y se me cayó el mundo.
Con la segunda, cuyo nombre es Estela Portillo, quien contaba con 22 años, sí se soslayó en lamentos por haberla perdido cuando pensaba que la brújula de la pasión lo guiaba por un camino real. En otras palabras, estuvo a punto de permitir que las lágrimas callaran su voz y hasta deambuló en busca de ese amor lejano.
‘Volví a llorar’ era la segunda canción que componía, y la primera fue ‘Amor ausente’. Todo sucedió a principios del año 1987, cuando se tomó varios días para hacerla, porque siempre ha requerido darle la mejor forma y tener los versos precisos.
“Viví dos años en Maracaibo, a donde me llevó mi hermano Teobaldo Calderón a estudiar medicina, antes había intentado con arquitectura en Barranquilla, pero al cabo del tiempo no se logró porque requería visa de residencia. Se hicieron todos los esfuerzos y nada”, recuerda Amilkar Calderón.
Lo que sí funcionó bien fue el corazón, porque se enamoró perdidamente de una joven maracucha que le descargó todo su encanto y le hipnotizó hasta el pensamiento.
Al no lograr estudiar, con el dolor del alma le tocó regresar a su tierra San Juan del Cesar, donde al llegar y encontrarse con aquella famosa luna entró en duelo de amor llegando a sentirse impotente y hundido en la desdicha. En esa circunstancia, y teniendo los insumos necesarios, comenzó a construir su célebre canción.
En aquel recorrido de la inspiración, de repente se encontró con una frase esencial que le regaló su padre, Gonzalo Calderón Mendoza, quien le explicó la realidad de ese territorio: “Al guajiro hasta la muerte le llega tarde”.
Amilkar, al fijar su memoria en el ayer, rememora: “Mi papá me decía que no me preocupara porque se había acabado la relación sentimental, que no sufriera porque pronto se me iba a pasar. Me animaba mucho, y en una parranda me regaló la frase. Para que no se me olvidara, busqué un lapicero y la escribí en una servilleta. Cuando al día siguiente desperté, me emocioné, porque esa frase era la realidad nuestra, y de inmediato la incluí en uno de los versos del canto”.
Me animan las palabras que decía mi padre
que al guajiro hasta la muerte le llega tarde,
y entonces por qué llorar así, si no puedo morir ahora
si hay vida para ser feliz, y vida pa’ buscar la gloria.
El compositor también cuenta la historia de la grabación de su canción de la siguiente manera: “En cierta ocasión supe que Jorge Oñate quería grabarle al menor de los Calderón, y llegó a mi casa el compositor y amigo Hernando Marín, quien lo apoyaba en la recolección de canciones. Me llevaron a Valledupar a una audición donde estaban varios compositores, entre ellos mi hermano Efrén, a quien ya le había grabado la canción ‘Me pides tanto’. Cuando me tocó el turno y la canté, Jorge Oñate se emocionó, y me dijo que esa canción era fija. Efectivamente, así sucedió, y con el paso del tiempo se convirtió en un clásico vallenato”.
Ahora, la gran sorpresa para Amilkar fue saber que Jorge Oñate y Silvestre Dangond la iban a grabar nuevamente. Esperó con paciencia y calma, y ahora que conoce el resultado comentó: “Extraordinaria interpretación porque a los dos les gusta la canción, la hicieron extensiva a la nueva generación que la canta como suya. Estoy muy agradecido con los dos y con el acordeonero Franco Arguelles, quien le hizo unos bellos arreglos”.
La canción ‘Volví a llorar’ participó en el Festival Flores y Calagualas de Urumita, La Guajira, en el año 1987, y fue eliminada en la primera ronda. Cuenta Amilkar que uno de los jurados fue Fabio Zuleta Díaz, y cuando la grabó Jorge Oñate y fue éxito, el compositor le hizo ver lo sucedido en el concurso. Fabio lo escuchó atentamente y le indicó: “Vea, querido Amilkar, yo hubiera sabido que esa canción se iba a pegar la declaro fuera de concurso”.
El hijo de Gonzalo Calderón Mendoza y Ana Berta Cujia, después de aquel suceso lleno de tristezas a granel, ha tenido vida para ser feliz porque aquel amor que le producía llanto se quedó en el laberinto del olvido, donde ni las palabras llegaron a tiempo porque se las llevó la tormenta del adiós. Todo quedó encerrado en un canto que hoy repiten con total aceptación millones de amantes del folclor vallenato.
“Ojalá todas las afugias del corazón se reviertan en alegrías, y después de tantos años se cante como ese primer día en que me desahogué en medio de tantas preguntas sin respuestas”, indica el compositor.
Así como el señor padre de Amilkar Calderón regaló aquella famosa frase, también llega a la orilla del recuerdo la dicha por Gabriel García Márquez en su libro ‘El amor en los tiempos del cólera’: “Deja que el tiempo pase y ya veremos lo que trae”… Y mientras haya vida quedan esperanzas, y hasta permiso para volver a llorar por un amor esquivo que traspasó todas las barreras del sentimiento.
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
El cronista Juan Rincón Vanegas hace un relato sobre el rencuentro de dos generaciones de la música vallenata en torno a un éxito romántico que marcó una época y ahora se graba de nuevo.
Cuando se tocaron los propios terrenos del corazón, y se tenía al lado al padrino que es un guía musical, las lágrimas llegaron sin falta como aquel aguacero de finales de abril en Valledupar. Eso le sucedió a Silvestre Dangond el día que cantó con Jorge Oñate la canción ‘Volví a llorar’, de la autoría del compositor sanjuanero Amilkar Calderón Cujia.
Era un anhelo, un sueño de los dos grabar juntos para dejar sus voces para la historia. Se volvieron a encontrar, como aquella vez en la iglesia Santa Cruz de Urumita, La Guajira, donde Jorge Oñate fue padrino de bautismo de Silvestre, comprometiéndose a procurar por su bienestar y convertirse en un ejemplo a seguir para el ahijado. Y siguió su ejemplo, hasta tenerlo a su lado, y por eso no logró esquivar las lágrimas.
Jorge Oñate, con la emoción a todo galope, inicialmente acudió a la historia al manifestar que la canción la había grabado en el año 1988 con el rey de reyes Álvaro López en la producción musical ‘El folclor se viste de gala’, y en esta ocasión tuvo el acompañamiento del acordeonero Franco Arguelles Coronel.
Mira a su señora, Nancy Zuleta, sonríe y cuenta: “Hace algún tiempo me encontré con el ahijado, me dijo que debíamos grabar algunas canciones, porque yo era de él y me llevaba en el corazón. Esas palabras me conmovieron y sellamos el compromiso que gracias a Dios se cumplió con total éxito. Enseguida, sin pensarlo mucho nos pusimos de acuerdo que la canción sería ‘Volví a llorar’. Esa era”.
Entrando en materia del momento de la grabación, añade: “Como lo digo en la animación, se cumplió el sueño y además de cantar, también lloramos. Me acordé cuando el ahijado, siendo muy niño, me veía cantar en la caseta ‘Hamaca grande’ de su tierra Urumita. Muchos recuerdos juntos”.
Como conclusión de ese hecho, expresa: “Volví a sentir que Silvestre ama el vallenato. Él nació con el vallenato y ahora se hace acompañar en sus giras por grandes acordeoneros. Eso es una maravilla. Vea, dónde ha llegado Silvestre, es el número uno en Colombia. Lo que está pasando con Silvestre y conmigo es algo maravilloso para la música vallenata”.
El turno le correspondió a Silvestre Dangond, y en pocas palabras detalló ese acontecimiento con su padrino Jorge Oñate: “Esto ha sido una bendición y un alto honor grabar dos canciones con mi padrino. Ya lo dije, que se me aguaron los ojos. La grabación ha sido un acontecimiento y la canción ‘Volví a llorar’ está ocupando los primeros puestos”.
Un hombre triste llora más de una vez y hasta el corazón lo acolita, porque un desamor vuela hasta encontrar las lágrimas que en ese momento eran el mayor adorno del rostro. Así le sucedió hace 33 años al compositor Amilkar Calderón Cujia, cuando vivió una decepción amorosa no teniendo otra salida que ponerle letra y música. Él, no solamente se limitó a narrar en versos precisos ese sufrimiento, donde hasta su alma estaba herida teniendo que cargar con una pesada cruz.
Era tanta la angustia existencial que surgió la pregunta: ¿Qué hago?, porque las benditas penas querían obligarlo a actuar; y eso de estar entre la espada y la pared era un enigma que lo convocaba con el dolor a cuestas.
El compositor, al escuchar la nueva versión grabada por Jorge Oñate y Silvestre Dangond, revivió aquella atadura del destino pintada de dolor y contó: “Extraordinaria interpretación, porque a los dos les gusta la canción y la hicieron extensiva a la nueva generación que ahora la canta como suya. También lloré al escucharla”.
La historia de la canción tuvo como epicentro a Barranquilla, Colombia y Maracaibo, Venezuela; donde dos mujeres en distintos momentos tocaron el corazón del compositor y siempre llegaba a la meta de la decepción. A la primera, solamente la recordó en el siguiente verso:
Sufro de nuevo corazón
como la vez aquella,
llenan de herida mi amor
como la vez aquella.
Que entregue toda el alma y el amor más puro
y cometí un error y se me cayó el mundo.
Con la segunda, cuyo nombre es Estela Portillo, quien contaba con 22 años, sí se soslayó en lamentos por haberla perdido cuando pensaba que la brújula de la pasión lo guiaba por un camino real. En otras palabras, estuvo a punto de permitir que las lágrimas callaran su voz y hasta deambuló en busca de ese amor lejano.
‘Volví a llorar’ era la segunda canción que componía, y la primera fue ‘Amor ausente’. Todo sucedió a principios del año 1987, cuando se tomó varios días para hacerla, porque siempre ha requerido darle la mejor forma y tener los versos precisos.
“Viví dos años en Maracaibo, a donde me llevó mi hermano Teobaldo Calderón a estudiar medicina, antes había intentado con arquitectura en Barranquilla, pero al cabo del tiempo no se logró porque requería visa de residencia. Se hicieron todos los esfuerzos y nada”, recuerda Amilkar Calderón.
Lo que sí funcionó bien fue el corazón, porque se enamoró perdidamente de una joven maracucha que le descargó todo su encanto y le hipnotizó hasta el pensamiento.
Al no lograr estudiar, con el dolor del alma le tocó regresar a su tierra San Juan del Cesar, donde al llegar y encontrarse con aquella famosa luna entró en duelo de amor llegando a sentirse impotente y hundido en la desdicha. En esa circunstancia, y teniendo los insumos necesarios, comenzó a construir su célebre canción.
En aquel recorrido de la inspiración, de repente se encontró con una frase esencial que le regaló su padre, Gonzalo Calderón Mendoza, quien le explicó la realidad de ese territorio: “Al guajiro hasta la muerte le llega tarde”.
Amilkar, al fijar su memoria en el ayer, rememora: “Mi papá me decía que no me preocupara porque se había acabado la relación sentimental, que no sufriera porque pronto se me iba a pasar. Me animaba mucho, y en una parranda me regaló la frase. Para que no se me olvidara, busqué un lapicero y la escribí en una servilleta. Cuando al día siguiente desperté, me emocioné, porque esa frase era la realidad nuestra, y de inmediato la incluí en uno de los versos del canto”.
Me animan las palabras que decía mi padre
que al guajiro hasta la muerte le llega tarde,
y entonces por qué llorar así, si no puedo morir ahora
si hay vida para ser feliz, y vida pa’ buscar la gloria.
El compositor también cuenta la historia de la grabación de su canción de la siguiente manera: “En cierta ocasión supe que Jorge Oñate quería grabarle al menor de los Calderón, y llegó a mi casa el compositor y amigo Hernando Marín, quien lo apoyaba en la recolección de canciones. Me llevaron a Valledupar a una audición donde estaban varios compositores, entre ellos mi hermano Efrén, a quien ya le había grabado la canción ‘Me pides tanto’. Cuando me tocó el turno y la canté, Jorge Oñate se emocionó, y me dijo que esa canción era fija. Efectivamente, así sucedió, y con el paso del tiempo se convirtió en un clásico vallenato”.
Ahora, la gran sorpresa para Amilkar fue saber que Jorge Oñate y Silvestre Dangond la iban a grabar nuevamente. Esperó con paciencia y calma, y ahora que conoce el resultado comentó: “Extraordinaria interpretación porque a los dos les gusta la canción, la hicieron extensiva a la nueva generación que la canta como suya. Estoy muy agradecido con los dos y con el acordeonero Franco Arguelles, quien le hizo unos bellos arreglos”.
La canción ‘Volví a llorar’ participó en el Festival Flores y Calagualas de Urumita, La Guajira, en el año 1987, y fue eliminada en la primera ronda. Cuenta Amilkar que uno de los jurados fue Fabio Zuleta Díaz, y cuando la grabó Jorge Oñate y fue éxito, el compositor le hizo ver lo sucedido en el concurso. Fabio lo escuchó atentamente y le indicó: “Vea, querido Amilkar, yo hubiera sabido que esa canción se iba a pegar la declaro fuera de concurso”.
El hijo de Gonzalo Calderón Mendoza y Ana Berta Cujia, después de aquel suceso lleno de tristezas a granel, ha tenido vida para ser feliz porque aquel amor que le producía llanto se quedó en el laberinto del olvido, donde ni las palabras llegaron a tiempo porque se las llevó la tormenta del adiós. Todo quedó encerrado en un canto que hoy repiten con total aceptación millones de amantes del folclor vallenato.
“Ojalá todas las afugias del corazón se reviertan en alegrías, y después de tantos años se cante como ese primer día en que me desahogué en medio de tantas preguntas sin respuestas”, indica el compositor.
Así como el señor padre de Amilkar Calderón regaló aquella famosa frase, también llega a la orilla del recuerdo la dicha por Gabriel García Márquez en su libro ‘El amor en los tiempos del cólera’: “Deja que el tiempo pase y ya veremos lo que trae”… Y mientras haya vida quedan esperanzas, y hasta permiso para volver a llorar por un amor esquivo que traspasó todas las barreras del sentimiento.
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv