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Columnista - 24 julio, 2013

Volcán Colombia, en erupción

Por Luis Napoleón de Armas Colombia parece un volcán en alerta roja; la presión de los gases sociales ha llegado a su saturación, el calor de la lava se siente, los puntos de refugio se agotan. El sismógrafo está en la casa de Nariño, la fumarola lo invade. Primero fue el volcán del Ruiz cuyas […]

Por Luis Napoleón de Armas

Colombia parece un volcán en alerta roja; la presión de los gases sociales ha llegado a su saturación, el calor de la lava se siente, los puntos de refugio se agotan. El sismógrafo está en la casa de Nariño, la fumarola lo invade. Primero fue el volcán del Ruiz cuyas cenizas olían a café quemado, su miasma puso a temblar al gobierno y sigue la alerta amarilla, el peligro subyace; después entró en erupción el volcán del Catatumbo cuyas emisiones cubren todo el oriente colombiano con amenazas para todo el país; su lava es una amalgama variopinta con partículas de campesinos, farianos, elenos, bacrimos y narcos.

Pero los volcanes no son como los clubes sociales que se pueden reservar el derecho de admisión; aquí todo arde, todo es inflamable, la combustión es de alto poder calorífico. El volcán del Pacífico ya está en alerta naranja cuya lava será plurialimentada y el de los camioneros ya humea. Por su lado, los cafeteros quieren mas plata. El país terminará incendiándose. Lo que estamos contemplando es catastrófico. La tierra es como una olla de presión que, al acumular muchos gases, sube la presión que debe soltar, es un principio de la termodinámica.

Así son, también, los procesos sociales, cuya lava es la protesta pero los tratamientos,alopáticos, solo se recetancon el agua al cuello. Santos debe estar muy preocupado no tanto por prevenir sino por la forma como ha de contener esta coincidente y sostenida explosión ígnea nacional. El problema es muy complejo. En el caso de la minería, donde el gobierno defiende la explotación de la gran minería mediante un papel firmado llamado licencia de explotación, también existe la pequeña minería que no tiene ese papel pero aquí, están miles de compatriotas que, por generaciones, han encontrado el trajo que no le brindaron ni el Estado ni el sector privado;a esos se les llama ilegales y se les quiere cercenar su derecho a vivir.

Claro, también son ilegales grupos criminales en mediana escala pero con maquinaria y procedimientos industriales,deteriorando el medio ambiente. Esto es un jeroglífico social. En el Catatumbo se conjugan todos los factores, con cuyos habitantes el Estado tiene una deuda social no pagada y poco pagadera. El gobierno de Santos tiene dos alternativas: una, cumplirles desde ya en sus reivindicaciones sociales a los moradores de la región, viabilizando así, su reelección; dos, utilizar la fuerza, tapando el cráter, al menos por ahora, para complacer a los amigos de la guerra. Ese es el quid.¿Valdrá la pena celebrar el 20 de julio?

[email protected]

 

Columnista
24 julio, 2013

Volcán Colombia, en erupción

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por Luis Napoleón de Armas Colombia parece un volcán en alerta roja; la presión de los gases sociales ha llegado a su saturación, el calor de la lava se siente, los puntos de refugio se agotan. El sismógrafo está en la casa de Nariño, la fumarola lo invade. Primero fue el volcán del Ruiz cuyas […]


Por Luis Napoleón de Armas

Colombia parece un volcán en alerta roja; la presión de los gases sociales ha llegado a su saturación, el calor de la lava se siente, los puntos de refugio se agotan. El sismógrafo está en la casa de Nariño, la fumarola lo invade. Primero fue el volcán del Ruiz cuyas cenizas olían a café quemado, su miasma puso a temblar al gobierno y sigue la alerta amarilla, el peligro subyace; después entró en erupción el volcán del Catatumbo cuyas emisiones cubren todo el oriente colombiano con amenazas para todo el país; su lava es una amalgama variopinta con partículas de campesinos, farianos, elenos, bacrimos y narcos.

Pero los volcanes no son como los clubes sociales que se pueden reservar el derecho de admisión; aquí todo arde, todo es inflamable, la combustión es de alto poder calorífico. El volcán del Pacífico ya está en alerta naranja cuya lava será plurialimentada y el de los camioneros ya humea. Por su lado, los cafeteros quieren mas plata. El país terminará incendiándose. Lo que estamos contemplando es catastrófico. La tierra es como una olla de presión que, al acumular muchos gases, sube la presión que debe soltar, es un principio de la termodinámica.

Así son, también, los procesos sociales, cuya lava es la protesta pero los tratamientos,alopáticos, solo se recetancon el agua al cuello. Santos debe estar muy preocupado no tanto por prevenir sino por la forma como ha de contener esta coincidente y sostenida explosión ígnea nacional. El problema es muy complejo. En el caso de la minería, donde el gobierno defiende la explotación de la gran minería mediante un papel firmado llamado licencia de explotación, también existe la pequeña minería que no tiene ese papel pero aquí, están miles de compatriotas que, por generaciones, han encontrado el trajo que no le brindaron ni el Estado ni el sector privado;a esos se les llama ilegales y se les quiere cercenar su derecho a vivir.

Claro, también son ilegales grupos criminales en mediana escala pero con maquinaria y procedimientos industriales,deteriorando el medio ambiente. Esto es un jeroglífico social. En el Catatumbo se conjugan todos los factores, con cuyos habitantes el Estado tiene una deuda social no pagada y poco pagadera. El gobierno de Santos tiene dos alternativas: una, cumplirles desde ya en sus reivindicaciones sociales a los moradores de la región, viabilizando así, su reelección; dos, utilizar la fuerza, tapando el cráter, al menos por ahora, para complacer a los amigos de la guerra. Ese es el quid.¿Valdrá la pena celebrar el 20 de julio?

[email protected]