Vivir felizmente es una de las ambiciones primigenias de la humanidad que, además, significa “vivir sabroso”, eslogan de la vicepresidenta Francia Márquez, proclamado en su campaña proselitista presidencial y acogido popularmente como nuevo cliché colombiano.
Por: José Romero Churio.
Vivir felizmente es una de las ambiciones primigenias de la humanidad que, además, significa “vivir sabroso”, eslogan de la vicepresidenta Francia Márquez, proclamado en su campaña proselitista presidencial y acogido popularmente como nuevo cliché colombiano. Aunque la vicepresidenta ha explicado que es una expresión tradicional de su comunidad ancestral afrodescendiente, enfocado en un estilo de vida que promulga bienestar, alegría y armonía dentro de un marco de equidad social; sus contradictores intransigentes insisten en que dicho lema fue adoptado deliberadamente con la intención de generar susceptibilidad a sus adversarios.
En todo caso, a mí me agrada el gesto facial de esta admirable mujer cuando exclama su eslogan político, porque percibo que con el ceño de su rostro complementa la investidura que representa, y que causa enorme furia a sus detractores, quienes malintencionadamente les censuran los privilegios que le corresponden, como es su seguridad personal, para lo cual dispone de un helicóptero, servicio estatal criticado por la revista Semana, a lo cual, ajustadamente a su cargo gubernamental, respondió: “De malas. Soy la vicepresidenta de este país y, mientras lo sea, el Estado tiene la responsabilidad de brindarme todas las garantías de seguridad”. Mensaje elocuente y consecuente, ajustado a la institucionalidad social universal, que deja a los fustigadores de la vicepresidenta sin argumentos válidos y solo los insensatos persisten con sus necedades abusivas.
Los seres humanos son las únicas especies vivientes dotadas de inteligencia superior y compleja, además, ilimitada. Cuyo ideal preferido es vivir felizmente, lo cual demanda cualidades especiales que, a la vez, dependen de múltiples factores, los cuales pueden ser determinantes -o influir-, para generar bienestar o para causar malestar.
Las religiones cristianas (que conjuntamente, son las que tienen más feligreses en el mundo terrenal), predican que Dios es el creador del universo y para poblarlo, de la tierra hizo el primer hombre y de una costilla de Adán formó a Eva. Y los puso a convivir en un edén con todo lo necesario de entonces; sin embargo, ignoraron a Dios prefiriendo los placeres, tales como los alimentos sabrosos, las bebidas embriagantes, recibir caricias, estimulación sexual y demás gozos materiales. Era tan incontrolable el desmadre que procedió a eliminar a esa humanidad envilecida por lo material, episodio narrado en mi columna del pasado jueves 18 de enero de 2024, titulada: “Contradictoria tendencia”. Disponible en la página web de EL PILÓN y en su edición física, que se consigue en su sede editora ubicada en Valledupar.
La humanidad es como es por su inteligencia, con la cual es capaz de descubrir e inventarse todo lo imaginario, que si bien es cierto es utilizado para bien, siempre hay quienes los aprovechan para hacer y causar maldades que, desgraciadamente, cada día son peores y más contagiosas, entre las cuales, prevalece la comunicación por las redes sociales que todo lo contaminan y distorsionan, a veces de tal manera, que la mayoría de la humanidad no distingue si las informaciones son auténticas o falsas. Lo ideal es no replicar los mensajes cuando se desconoce su veracidad. No obstante, en los grupos de chateos, que son incontables y conformados por muchas personas que, generalmente, propagan lo recibido con el propósito de que alguien aclare la información, yo soy uno de los que a menudo los reenvío con la intención de verificación.
Lo cierto es que el desbarajuste mundial ya tiene aspectos de una dimensión tan grande imposible de reversar. Por lo tanto, no es desquiciado pensar, que ya es tiempo de que Dios provoque un segundo diluvio universal o cualquier cataclismo similar, sin salvar a ningún homo sapiens, solo parejas de las otras especies de animales, para que al reproducirse no se maten por poder ni por vivir en iguales condiciones con las mismas libertades y derechos, tampoco destruyan la naturaleza por caprichos y por sus riquezas.
Vivir felizmente es una de las ambiciones primigenias de la humanidad que, además, significa “vivir sabroso”, eslogan de la vicepresidenta Francia Márquez, proclamado en su campaña proselitista presidencial y acogido popularmente como nuevo cliché colombiano.
Por: José Romero Churio.
Vivir felizmente es una de las ambiciones primigenias de la humanidad que, además, significa “vivir sabroso”, eslogan de la vicepresidenta Francia Márquez, proclamado en su campaña proselitista presidencial y acogido popularmente como nuevo cliché colombiano. Aunque la vicepresidenta ha explicado que es una expresión tradicional de su comunidad ancestral afrodescendiente, enfocado en un estilo de vida que promulga bienestar, alegría y armonía dentro de un marco de equidad social; sus contradictores intransigentes insisten en que dicho lema fue adoptado deliberadamente con la intención de generar susceptibilidad a sus adversarios.
En todo caso, a mí me agrada el gesto facial de esta admirable mujer cuando exclama su eslogan político, porque percibo que con el ceño de su rostro complementa la investidura que representa, y que causa enorme furia a sus detractores, quienes malintencionadamente les censuran los privilegios que le corresponden, como es su seguridad personal, para lo cual dispone de un helicóptero, servicio estatal criticado por la revista Semana, a lo cual, ajustadamente a su cargo gubernamental, respondió: “De malas. Soy la vicepresidenta de este país y, mientras lo sea, el Estado tiene la responsabilidad de brindarme todas las garantías de seguridad”. Mensaje elocuente y consecuente, ajustado a la institucionalidad social universal, que deja a los fustigadores de la vicepresidenta sin argumentos válidos y solo los insensatos persisten con sus necedades abusivas.
Los seres humanos son las únicas especies vivientes dotadas de inteligencia superior y compleja, además, ilimitada. Cuyo ideal preferido es vivir felizmente, lo cual demanda cualidades especiales que, a la vez, dependen de múltiples factores, los cuales pueden ser determinantes -o influir-, para generar bienestar o para causar malestar.
Las religiones cristianas (que conjuntamente, son las que tienen más feligreses en el mundo terrenal), predican que Dios es el creador del universo y para poblarlo, de la tierra hizo el primer hombre y de una costilla de Adán formó a Eva. Y los puso a convivir en un edén con todo lo necesario de entonces; sin embargo, ignoraron a Dios prefiriendo los placeres, tales como los alimentos sabrosos, las bebidas embriagantes, recibir caricias, estimulación sexual y demás gozos materiales. Era tan incontrolable el desmadre que procedió a eliminar a esa humanidad envilecida por lo material, episodio narrado en mi columna del pasado jueves 18 de enero de 2024, titulada: “Contradictoria tendencia”. Disponible en la página web de EL PILÓN y en su edición física, que se consigue en su sede editora ubicada en Valledupar.
La humanidad es como es por su inteligencia, con la cual es capaz de descubrir e inventarse todo lo imaginario, que si bien es cierto es utilizado para bien, siempre hay quienes los aprovechan para hacer y causar maldades que, desgraciadamente, cada día son peores y más contagiosas, entre las cuales, prevalece la comunicación por las redes sociales que todo lo contaminan y distorsionan, a veces de tal manera, que la mayoría de la humanidad no distingue si las informaciones son auténticas o falsas. Lo ideal es no replicar los mensajes cuando se desconoce su veracidad. No obstante, en los grupos de chateos, que son incontables y conformados por muchas personas que, generalmente, propagan lo recibido con el propósito de que alguien aclare la información, yo soy uno de los que a menudo los reenvío con la intención de verificación.
Lo cierto es que el desbarajuste mundial ya tiene aspectos de una dimensión tan grande imposible de reversar. Por lo tanto, no es desquiciado pensar, que ya es tiempo de que Dios provoque un segundo diluvio universal o cualquier cataclismo similar, sin salvar a ningún homo sapiens, solo parejas de las otras especies de animales, para que al reproducirse no se maten por poder ni por vivir en iguales condiciones con las mismas libertades y derechos, tampoco destruyan la naturaleza por caprichos y por sus riquezas.