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Columnista - 4 noviembre, 2023

Viviendo en tiempos difíciles

Vivimos en tiempos brutales con las escenas de salvajismo masivo que inundan los medios de comunicación. La polarización política no tiene límites, la humanidad convive con la paradoja de tener el mejor desarrollo tecnológico, pero con restricciones deliberadas para acertar en el desacuerdo.  Se pueden contar con los dedos de una mano los lugares en el […]

Vivimos en tiempos brutales con las escenas de salvajismo masivo que inundan los medios de comunicación. La polarización política no tiene límites, la humanidad convive con la paradoja de tener el mejor desarrollo tecnológico, pero con restricciones deliberadas para acertar en el desacuerdo. 

Se pueden contar con los dedos de una mano los lugares en el mundo donde la gente no se enfrente a una avalancha de emociones negativas de conmoción, dolor, desprecio, ira, ansiedad y miedo.

En esta parte del mundo no estamos resguardados en un sótano esperando que caiga la próxima bomba, no somos el objetivo de terroristas que masacran a familias en sus hogares, sin embargo, con solo un plumazo somos susceptibles de sufrir las consecuencias de las guerras en Ucrania e Israel. 

Nos enfrentamos a un conjunto de desafíos más sutiles: ¿Cómo mantenerse mentalmente sano y espiritualmente completo en tiempos brutales? ¿Cómo evitar amargarse, llenarse de odio, endurecerse, sospechar e insensibilizarse? 

Los tiempos difíciles que vive la humanidad están antecedidos de la pandemia Covid-19, creíamos que íbamos a ser mejores por lo frágiles que somos, pero no fue así. Por eso es imperativo comenzar cada día con gratitud por las bendiciones que disfrutamos.

Los antiguos griegos conocían los tiempos violentos. Vivieron con frecuentes guerras entre ciudades-estado, con masacres y violaciones masivas. En respuesta, adoptaron una sensibilidad trágica. Esta sensibilidad comienza con la conciencia, aunque los colapsos hacia la barbarie son la norma histórica. 

No nos engañemos creyendo que estamos viviendo en una época moderna, demasiado ilustrada como para que el odio no se apodere de nosotros. 

Esa sensibilidad trágica nos prepara para los rigores de la vida de manera concreta. Enseña un sentido de humildad. Las tragedias que poblaron los escenarios griegos enviaron el mensaje de que nuestros logros eran endebles. Nos recuerdan que es fácil volverse orgulloso y engreído en momentos de paz. Empezamos a exagerar nuestra capacidad de controlar nuestros propios destinos. Empezamos a asumir que la llamada justicia de nuestra causa garantiza nuestro éxito. La humildad no es pensar humildemente de uno mismo; es la capacidad de dejar de lado ilusiones y vanidades y ver la vida como realmente es.

La esencia de la deshumanización que vivimos en la actualidad tiene el objetivo de no ver brillar al semejante, sino volverlo intrascendente e invisible. Sin embargo, con constancia se cita al filósofo griego Heráclito, diciendo que “el cambio es la única constante en la vida”.  

El principal contraataque contra la deshumanización es ofrecer a los demás el regalo de ser vistos. Lo que la luz del sol es para el vampiro, el reconocimiento es para aquellos que se sienten deshumanizados. Contraatacamos abriendo nuestro corazón y prestando una atención justa y amorosa a los demás, sintiendo curiosidad por los extraños, siendo un poco vulnerables con ellos con la esperanza de que ellos también lo sean. Este es el tipo de reparación social que puede ocurrir en nuestros encuentros diarios, en la forma en que nos presentamos ante los demás.

Contraatacar la deshumanización es una reflexión valiosa de David Brooks, autor del libro “Cómo conocer a una persona” – “How to know a person” David Brooks considera que es “peligroso endurecerse y endurecerse por los tiempos difíciles”. 

Este no es un llamado a la ingenuidad, porque naturalmente hay gente tóxica en el mundo. Esta actitud dice: El enemigo quiere destruirnos, el fin justifica los medios, el salvajismo es necesario y lo único que adoramos es el poder.

Evitar el miedo y el odio es una misión compleja para los seres humanos debido a la insaciable avalancha de emociones negativas. Nos vaticinan un futuro oscuro, pero nos ofrecen un presente ideologizado, el reto está en mantenernos cuerdos en tiempos temerarios, entendiendo que somos vulnerables y renunciando al convite de los estrategas que promueven y manipulan el odio.

Por Luis Elquis Díaz

Columnista
4 noviembre, 2023

Viviendo en tiempos difíciles

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Vivimos en tiempos brutales con las escenas de salvajismo masivo que inundan los medios de comunicación. La polarización política no tiene límites, la humanidad convive con la paradoja de tener el mejor desarrollo tecnológico, pero con restricciones deliberadas para acertar en el desacuerdo.  Se pueden contar con los dedos de una mano los lugares en el […]


Vivimos en tiempos brutales con las escenas de salvajismo masivo que inundan los medios de comunicación. La polarización política no tiene límites, la humanidad convive con la paradoja de tener el mejor desarrollo tecnológico, pero con restricciones deliberadas para acertar en el desacuerdo. 

Se pueden contar con los dedos de una mano los lugares en el mundo donde la gente no se enfrente a una avalancha de emociones negativas de conmoción, dolor, desprecio, ira, ansiedad y miedo.

En esta parte del mundo no estamos resguardados en un sótano esperando que caiga la próxima bomba, no somos el objetivo de terroristas que masacran a familias en sus hogares, sin embargo, con solo un plumazo somos susceptibles de sufrir las consecuencias de las guerras en Ucrania e Israel. 

Nos enfrentamos a un conjunto de desafíos más sutiles: ¿Cómo mantenerse mentalmente sano y espiritualmente completo en tiempos brutales? ¿Cómo evitar amargarse, llenarse de odio, endurecerse, sospechar e insensibilizarse? 

Los tiempos difíciles que vive la humanidad están antecedidos de la pandemia Covid-19, creíamos que íbamos a ser mejores por lo frágiles que somos, pero no fue así. Por eso es imperativo comenzar cada día con gratitud por las bendiciones que disfrutamos.

Los antiguos griegos conocían los tiempos violentos. Vivieron con frecuentes guerras entre ciudades-estado, con masacres y violaciones masivas. En respuesta, adoptaron una sensibilidad trágica. Esta sensibilidad comienza con la conciencia, aunque los colapsos hacia la barbarie son la norma histórica. 

No nos engañemos creyendo que estamos viviendo en una época moderna, demasiado ilustrada como para que el odio no se apodere de nosotros. 

Esa sensibilidad trágica nos prepara para los rigores de la vida de manera concreta. Enseña un sentido de humildad. Las tragedias que poblaron los escenarios griegos enviaron el mensaje de que nuestros logros eran endebles. Nos recuerdan que es fácil volverse orgulloso y engreído en momentos de paz. Empezamos a exagerar nuestra capacidad de controlar nuestros propios destinos. Empezamos a asumir que la llamada justicia de nuestra causa garantiza nuestro éxito. La humildad no es pensar humildemente de uno mismo; es la capacidad de dejar de lado ilusiones y vanidades y ver la vida como realmente es.

La esencia de la deshumanización que vivimos en la actualidad tiene el objetivo de no ver brillar al semejante, sino volverlo intrascendente e invisible. Sin embargo, con constancia se cita al filósofo griego Heráclito, diciendo que “el cambio es la única constante en la vida”.  

El principal contraataque contra la deshumanización es ofrecer a los demás el regalo de ser vistos. Lo que la luz del sol es para el vampiro, el reconocimiento es para aquellos que se sienten deshumanizados. Contraatacamos abriendo nuestro corazón y prestando una atención justa y amorosa a los demás, sintiendo curiosidad por los extraños, siendo un poco vulnerables con ellos con la esperanza de que ellos también lo sean. Este es el tipo de reparación social que puede ocurrir en nuestros encuentros diarios, en la forma en que nos presentamos ante los demás.

Contraatacar la deshumanización es una reflexión valiosa de David Brooks, autor del libro “Cómo conocer a una persona” – “How to know a person” David Brooks considera que es “peligroso endurecerse y endurecerse por los tiempos difíciles”. 

Este no es un llamado a la ingenuidad, porque naturalmente hay gente tóxica en el mundo. Esta actitud dice: El enemigo quiere destruirnos, el fin justifica los medios, el salvajismo es necesario y lo único que adoramos es el poder.

Evitar el miedo y el odio es una misión compleja para los seres humanos debido a la insaciable avalancha de emociones negativas. Nos vaticinan un futuro oscuro, pero nos ofrecen un presente ideologizado, el reto está en mantenernos cuerdos en tiempos temerarios, entendiendo que somos vulnerables y renunciando al convite de los estrategas que promueven y manipulan el odio.

Por Luis Elquis Díaz