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Columnista - 15 mayo, 2024

¿Vives y Dangond vs. Gabo?

La pasión por unas cosas nos lleva a desatar y expresar algunas veces nuestras emociones de una forma incontenible, tal es el punto, que desconocemos la realidad y la creación de las mismas y aun así, nos atrevemos a plantar la propia, aunque sea sembrada en una tierra débil, abonada y regada, con argumentos falsos […]

La pasión por unas cosas nos lleva a desatar y expresar algunas veces nuestras emociones de una forma incontenible, tal es el punto, que desconocemos la realidad y la creación de las mismas y aun así, nos atrevemos a plantar la propia, aunque sea sembrada en una tierra débil, abonada y regada, con argumentos falsos o ficticios.

Quién creería que el guajiro Armando Zabaleta, gran compositor auténtico del género vallenato, sonara nuevamente y fuera recordado a plenitud en estos tiempos aunque no lo sea propiamente por su canción más sentida ‘No voy a Patillal’, ganadora como la canción inédita en la sexta versión del Festival de la leyenda vallenata, inspirada por la muerte de su gran amigo Freddy Molina o por la ‘Contestación a la brasilera’, sino por su gran diatriba contra Gabriel García Márquez, la que muchos apenas, hasta hace unos días, escuchaba por primera vez, ‘Aracataca espera’.

Un discurso musical más acre que violento en contra de nuestro Nobel por el supuesto abandono y olvido en que sumió a Aracataca, el pueblo que lo vio nacer, criticándolo porque no había hecho nada por él. Una canción, como todas las de él, nacida por vivencias y apreciaciones propias de su entorno.

Pues bien, como decía, Zabaleta nuevamente sonó, gracias a la parranda hoy vista en las redes por miles de internautas que ofreció el artista Silvestre Dangond en Valledupar con ocasión al Festival de la Leyenda Vallenata, recién celebrado y en donde el cantautor samario Carlos Vives, en el calor de la exquisita parranda, cantó a capela los versos que componen la canción del molinero ‘Aracataca espera’. Y, por supuesto, semejante parrandón no podía quedar por fuera de las publicaciones de los asistentes invitados o gorreros de la misma, la que se hizo viral en cuestión de horas. Y, fue entonces, en donde la gente empezó a digerir la información compartida y retuiteada posteadas en los perfiles de los faranduleros que se esforzaban para que el mundo supiera que estaban en el Festival y especialmente en la parranda de Silvestre, codeándose con artistas de talla internacional, llevándose al buche unos buenos tragos de whisky gorreado, que sabe y se deleita con más exquisitez y que no da guayabo.

El vallenato fue cantado por Carlos Vives, emocionado, sintiendo su interpretación como el artista que es, acompañado nada más ni nada menos que por otro grande, Silvestre, quien coreaba a su lado aplaudidos por invitados y por los que no lo eran, quienes se ocupaban de las selfies que servirían de prueba que ahí estaban.

Después de la interpretación de esa pieza musical, que como dije, pocos conocían, iniciaron las especulaciones moralistas, apasionadas y hasta estúpidamente eruditas en torno a la misma, ya que con horror veo, que algunos endilgan la autoría de la canción a una improvisación del cantante samario, nacida por el odio, que también le endilgan, en contra de Gabriel García Márquez. Nada más lejos de la realidad.

Y ahí se desata la ira, uno de los pecados capitales, Twitter, hoy ‘X’, dispone su plataforma para que se publique con odio el pensamiento de una parranda de imbéciles que trastornados por la incultura, pues me atrevería a asegurar que los que hoy despotrican de Carlos Vives y Silvestre Dangond ni siquiera han leído un libro de García Márquez, consignan insultos contra los artistas por atentar contra el buen nombre del Nobel.

Ahora bien, como decía ‘Kid Pambelé’, también gloria pugilística de nuestro país y protagonista mencionado en la canción: “Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, si bien es cierto que la letra de la canción es una diatriba en contra del escritor, éste en su momento, incluso manifestado por el autor de la canción, lo felicitó por la misma, siendo el presunto agraviado, por allá a finales de la década de los setenta, para ilustración de los bárbaros que creen a estas alturas que la canción fue compuesta por Carlos Vives en la parranda. Y su contenido expresa el sentir y pensamiento del desaparecido compositor, lo que dio origen a la misma. Lo que los demás pensemos es trivial, pues los detalles por los que se le critica al escritor son de apreciación subjetiva de cada quien. Al menos, por mi parte, compartiendo el oficio de escritor y en mi humilde opinión, creería que las satisfacciones de las necesidades básicas del pueblo son obligación del Estado y no de aquellos que por sus dones o talentos han merecido ser reconocidos por el arte oficiado.

La grandeza de nuestros artistas merece respeto desde las orillas en donde estén y no somos los llamados a criticar con odios y rencores, que en este momento sobran, más bien sintámonos orgullosos de todos y abracémonos como colombianos en hermandad.

Columnista
15 mayo, 2024

¿Vives y Dangond vs. Gabo?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Mejía Cuello

La pasión por unas cosas nos lleva a desatar y expresar algunas veces nuestras emociones de una forma incontenible, tal es el punto, que desconocemos la realidad y la creación de las mismas y aun así, nos atrevemos a plantar la propia, aunque sea sembrada en una tierra débil, abonada y regada, con argumentos falsos […]


La pasión por unas cosas nos lleva a desatar y expresar algunas veces nuestras emociones de una forma incontenible, tal es el punto, que desconocemos la realidad y la creación de las mismas y aun así, nos atrevemos a plantar la propia, aunque sea sembrada en una tierra débil, abonada y regada, con argumentos falsos o ficticios.

Quién creería que el guajiro Armando Zabaleta, gran compositor auténtico del género vallenato, sonara nuevamente y fuera recordado a plenitud en estos tiempos aunque no lo sea propiamente por su canción más sentida ‘No voy a Patillal’, ganadora como la canción inédita en la sexta versión del Festival de la leyenda vallenata, inspirada por la muerte de su gran amigo Freddy Molina o por la ‘Contestación a la brasilera’, sino por su gran diatriba contra Gabriel García Márquez, la que muchos apenas, hasta hace unos días, escuchaba por primera vez, ‘Aracataca espera’.

Un discurso musical más acre que violento en contra de nuestro Nobel por el supuesto abandono y olvido en que sumió a Aracataca, el pueblo que lo vio nacer, criticándolo porque no había hecho nada por él. Una canción, como todas las de él, nacida por vivencias y apreciaciones propias de su entorno.

Pues bien, como decía, Zabaleta nuevamente sonó, gracias a la parranda hoy vista en las redes por miles de internautas que ofreció el artista Silvestre Dangond en Valledupar con ocasión al Festival de la Leyenda Vallenata, recién celebrado y en donde el cantautor samario Carlos Vives, en el calor de la exquisita parranda, cantó a capela los versos que componen la canción del molinero ‘Aracataca espera’. Y, por supuesto, semejante parrandón no podía quedar por fuera de las publicaciones de los asistentes invitados o gorreros de la misma, la que se hizo viral en cuestión de horas. Y, fue entonces, en donde la gente empezó a digerir la información compartida y retuiteada posteadas en los perfiles de los faranduleros que se esforzaban para que el mundo supiera que estaban en el Festival y especialmente en la parranda de Silvestre, codeándose con artistas de talla internacional, llevándose al buche unos buenos tragos de whisky gorreado, que sabe y se deleita con más exquisitez y que no da guayabo.

El vallenato fue cantado por Carlos Vives, emocionado, sintiendo su interpretación como el artista que es, acompañado nada más ni nada menos que por otro grande, Silvestre, quien coreaba a su lado aplaudidos por invitados y por los que no lo eran, quienes se ocupaban de las selfies que servirían de prueba que ahí estaban.

Después de la interpretación de esa pieza musical, que como dije, pocos conocían, iniciaron las especulaciones moralistas, apasionadas y hasta estúpidamente eruditas en torno a la misma, ya que con horror veo, que algunos endilgan la autoría de la canción a una improvisación del cantante samario, nacida por el odio, que también le endilgan, en contra de Gabriel García Márquez. Nada más lejos de la realidad.

Y ahí se desata la ira, uno de los pecados capitales, Twitter, hoy ‘X’, dispone su plataforma para que se publique con odio el pensamiento de una parranda de imbéciles que trastornados por la incultura, pues me atrevería a asegurar que los que hoy despotrican de Carlos Vives y Silvestre Dangond ni siquiera han leído un libro de García Márquez, consignan insultos contra los artistas por atentar contra el buen nombre del Nobel.

Ahora bien, como decía ‘Kid Pambelé’, también gloria pugilística de nuestro país y protagonista mencionado en la canción: “Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, si bien es cierto que la letra de la canción es una diatriba en contra del escritor, éste en su momento, incluso manifestado por el autor de la canción, lo felicitó por la misma, siendo el presunto agraviado, por allá a finales de la década de los setenta, para ilustración de los bárbaros que creen a estas alturas que la canción fue compuesta por Carlos Vives en la parranda. Y su contenido expresa el sentir y pensamiento del desaparecido compositor, lo que dio origen a la misma. Lo que los demás pensemos es trivial, pues los detalles por los que se le critica al escritor son de apreciación subjetiva de cada quien. Al menos, por mi parte, compartiendo el oficio de escritor y en mi humilde opinión, creería que las satisfacciones de las necesidades básicas del pueblo son obligación del Estado y no de aquellos que por sus dones o talentos han merecido ser reconocidos por el arte oficiado.

La grandeza de nuestros artistas merece respeto desde las orillas en donde estén y no somos los llamados a criticar con odios y rencores, que en este momento sobran, más bien sintámonos orgullosos de todos y abracémonos como colombianos en hermandad.