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Columnista - 10 diciembre, 2018

Violencia doméstica

Al escuchar la marcha nupcial a muchos de los concurrentes a una boda se le cuajan los ojos de lágrimas, sí, todavía en esta época la emoción sigue vigente, y la pareja se jura amor eterno. El olor a cirios blancos y el Ave María todavía se escucha, a veces en voces importadas, otras, en […]

Al escuchar la marcha nupcial a muchos de los concurrentes a una boda se le cuajan los ojos de lágrimas, sí, todavía en esta época la emoción sigue vigente, y la pareja se jura amor eterno. El olor a cirios blancos y el Ave María todavía se escucha, a veces en voces importadas, otras, en los coros de la iglesia; siguen vigentes; o una pareja moderna se va a vivir junta, sin parafernalias, es lo más sano, según muchas opiniones, se hacen llamar novios aunque tengan varios hijos.

La mayoría de los que han vividos una unión tienen historias tristes de maltratos y ofensas. Es la violencia doméstica que ha vivido soterrada por años, pero que un día se cansó de estar escondida guardando apariencias, mujeres recluidas en sus aposentos hasta cuando se les quitaban los verdugones de los ojos o de cualquier parte del cuerpo, y salió a la luz pública con todo su ardor y muerte, tanto que su repudio es universal, pero su accionar va en aumento. En diciembre de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer definió esa clase de violencia, en su artículo 1º como:

«A los efectos de esta declaración, por Violencia contra la mujer se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».

Colombia no es el único país que registra casos de mujeres violentadas, el fenómeno es mundial, en España se registran por lo menos dos casos de uxoricidio por mes. Pero lo golpes, los ojos morados, las palabras sórdidas, y altisonantes, son de acontecer diario, sólo basta buscar en la Internet o en la prensa de ayer para ver el horror, el ensañamiento contra la mujer; y lo que no se publica en la prensa es más doloroso, esa violencia en gestos, en desprecios, en palabrotas, en gritos, en fin, hasta las miradas maltratan.

Los medios se hacen cargo, se caricaturiza al agresor, lo hacen con más vigor cuando el agresor es alguien importante y se ignora a la víctima de las barriadas, y las voces de protestas de las mujeres se acallan, sus denuncias duermen empolvadas en los despachos de los que imparten justicia, así es todo el tiempo, así es en todo el mundo. Siempre así, el caso va en aumento. ¿Cuál será el remedio para tamaño problema? Uff, difícil respuesta para una simple columnista, si no han podido centenares de asociaciones existentes en pro del bienestar de la mujer.

También hay centenares de mujeres violentas que han maltratado y hasta matado a sus parejas, hogares disfuncionales, pero ese es otro tema; ahora quise comentar el maltrato a la mujer a raíz de las estadísticas que publica una revista de Puebla, sobre el maltrato a la mujer y lo sorprendente: un buen número de las víctimas no sobrepasa los quince años de edad. ¡La sociedad enferma!

Por Mary Daza Orozco

Columnista
10 diciembre, 2018

Violencia doméstica

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Al escuchar la marcha nupcial a muchos de los concurrentes a una boda se le cuajan los ojos de lágrimas, sí, todavía en esta época la emoción sigue vigente, y la pareja se jura amor eterno. El olor a cirios blancos y el Ave María todavía se escucha, a veces en voces importadas, otras, en […]


Al escuchar la marcha nupcial a muchos de los concurrentes a una boda se le cuajan los ojos de lágrimas, sí, todavía en esta época la emoción sigue vigente, y la pareja se jura amor eterno. El olor a cirios blancos y el Ave María todavía se escucha, a veces en voces importadas, otras, en los coros de la iglesia; siguen vigentes; o una pareja moderna se va a vivir junta, sin parafernalias, es lo más sano, según muchas opiniones, se hacen llamar novios aunque tengan varios hijos.

La mayoría de los que han vividos una unión tienen historias tristes de maltratos y ofensas. Es la violencia doméstica que ha vivido soterrada por años, pero que un día se cansó de estar escondida guardando apariencias, mujeres recluidas en sus aposentos hasta cuando se les quitaban los verdugones de los ojos o de cualquier parte del cuerpo, y salió a la luz pública con todo su ardor y muerte, tanto que su repudio es universal, pero su accionar va en aumento. En diciembre de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer definió esa clase de violencia, en su artículo 1º como:

«A los efectos de esta declaración, por Violencia contra la mujer se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».

Colombia no es el único país que registra casos de mujeres violentadas, el fenómeno es mundial, en España se registran por lo menos dos casos de uxoricidio por mes. Pero lo golpes, los ojos morados, las palabras sórdidas, y altisonantes, son de acontecer diario, sólo basta buscar en la Internet o en la prensa de ayer para ver el horror, el ensañamiento contra la mujer; y lo que no se publica en la prensa es más doloroso, esa violencia en gestos, en desprecios, en palabrotas, en gritos, en fin, hasta las miradas maltratan.

Los medios se hacen cargo, se caricaturiza al agresor, lo hacen con más vigor cuando el agresor es alguien importante y se ignora a la víctima de las barriadas, y las voces de protestas de las mujeres se acallan, sus denuncias duermen empolvadas en los despachos de los que imparten justicia, así es todo el tiempo, así es en todo el mundo. Siempre así, el caso va en aumento. ¿Cuál será el remedio para tamaño problema? Uff, difícil respuesta para una simple columnista, si no han podido centenares de asociaciones existentes en pro del bienestar de la mujer.

También hay centenares de mujeres violentas que han maltratado y hasta matado a sus parejas, hogares disfuncionales, pero ese es otro tema; ahora quise comentar el maltrato a la mujer a raíz de las estadísticas que publica una revista de Puebla, sobre el maltrato a la mujer y lo sorprendente: un buen número de las víctimas no sobrepasa los quince años de edad. ¡La sociedad enferma!

Por Mary Daza Orozco