“No hay mareas ni malas ni buenas, sin tener el velero dirección”: Rafael Manjarrez.
Premiada por su profunda recordación en la mente colectiva, a pesar del paso del tiempo, se cumplieron, sin que nadie lo recordara, que yo sepa, en la precedente anualidad, los primeros treinta años del lanzamiento de la que considero la mejor producción discográfica de Iván Villazón en su larga y meteórica carrera musical, la cual inició con ‘El Arcoíris’ hasta brillar como estrella con luz propia en el firmamento vallenato.
Nos estamos refiriendo a ‘La compañía’, el álbum discográfico que puso a disposición del público en el año 1991, y “dio sopa y seco” a nivel nacional, durante todo el 1992.
Fue un LP completo, equilibrado, agradable para escuchar, afortunado, que tuvo el respaldo de una nómina de músicos de lujo, un cartel de compositores de indiscutible reputación, la melodiosa nota del acordeón de Beto Villa, quien desplegó, en los interludios de cada canción, toda su experiencia los trazos de la nota picada de la escuela de su maestro Emilianito Zuleta Díaz, la fresa del postre fue inmejorable, la voz de Iván dio cuenta que había alcanzado la madurez total en sus melismas para subir y bajar el tono cuando así lo exigieran las circunstancias, sin maltratar su gracia, la pronunciación ni el brillo de su voz.
No se podía esperar menos, un larga duración que evidencia la grandeza y la destreza de sus protagonistas, quedaron dibujados de los talones a la mollera, es clarísimo que cada uno de ellos se vertió aportando lo suyo porque conocían su oficio.
LAS 11 CANCIONES
Las once canciones de ese LP pegaron, testimonio de permanencia en el gusto de los melómanos es que todavía se escuchan, entre otras de sus canciones, ‘Mi alma en pleno’ de Rafa Manjarrez, ‘El perdón’ de Gustavo Gutiérrez, ‘Hechicera’ del Chiche Maestre, ‘La fuerza del amor’ de Iván Ovalle, y quienes necesitan mostrar su destreza en la ejecución del preciado instrumento diatónico acuden ineludiblemente a ‘El Niño Bonito’ de Onaldo Álvarez, ‘Esa morena eres tú’ y ‘La suegra’ de Romualdo o ‘Mi guayabito’ de Colacho Mendoza.
Es de esos discos que nunca pasan de moda, y cuando suena de día o de noche cualquiera de sus canciones, alguien tiene algo grato que manifestar de ella y de ellos, lástima grande que la gravísima lesión que padecía Beto en su pierna, y los procedimientos quirúrgicos posteriores hubieran impedido que permanecieran juntos un tiempo más, fue una unión musical efímera pero con resultados antológicos.
ANÉCDOTA
A propósito de ‘Mi alma en pleno’, que vino en el corte 4 del lado A, me contó Manjarrez dos cosas que permanecen ocultas para muchos melómanos. Lo primero fue que nunca pasó por su cabeza que la melodía de ese canto se adecuara al estilo de Villazón, por eso cuando Villa lo visitó para contarle que estaba gestionando para recibir las canciones porque iba a grabar con Iván, le entregó una que tenía preparada, y después de escucharla le preguntó que si tenía otra, Rafa le comenzó a cantar ‘Mi alma en pleno’ y cuando iba por la mitad, el acordeonero le dijo: “Esa es”.
Así fue posible que la incluyeran en ese álbum; la otra situación referente a la canción es un hecho curioso que ha confesado su autor en público y en privado, es que tiene una frase que no es de su cosecha, el humildemente ha comentado que se la escuchó en un discurso a Amílkar Acosta, es aquella cuando dice así: “…No hay mareas ni malas ni buenas, sin tener el velero dirección”.
LOS MÚSICOS
Ese trabajo fue grabado en Venezuela para la disquera EMI-Rodven y comercializado en Colombia por la disquera Sony Music, el ingeniero de sonido fue Alfonso Abril, el cajero Augusto Guerra, guacharaquero Miguel Ariza, en los timbales Alfonso Orozco, en el bajo y la guitarra Alex Polo, como invitado estuvo en la tumbadora Manuel Rojano.
Los coros, la primera voz Giovanny Caraballo, segunda voz Edgardo Lacera y tercera voz Alex Polo, el mismo del bajo y la guitarra.
Esa producción, ‘La compañía,’ compitió por lo alto con ‘Mi vida musical’ de Diomedes y Juancho, ‘Mira mi Dios de Zuleta y El Chiche, ‘Mi mejor momento’ de Jorge Oñate con ‘Alvarito’ y ‘De fiesta con el Binomio’ de Rafa y el Pollo Irra, y ‘Futuro’ de Los Diablitos de Ómar Geles y Miguel Morales, todos álbumes extraordinarios.
OTRO DISCO BUENO
Consideramos que el único trabajo discográfico que ha grabado Villazón con posterioridad y que se puede decir que se le acerca a ‘La compañía’ por su calidad ha sido ‘Amores’, que hizo en el año 2000 con Saúl Lalleman, un trabajo excelente del cual se desprendieron éxitos con vocación de permanencia, como ‘No me pidas que te olvide’ de Wilfrand Castillo, ‘Dejaré la puerta abierta’ de Iván Ovalle, ‘Perdóname’ de Tico Mercado, ‘Vuelve a mí’ de Ómar Geles, ‘En nombre de los hombres’ de Pipe Peláez, y ‘El pechiche’ de Camilo Namen.
Cuando escuchamos algunas cosas que se están grabando se siente nostalgia al recordar esos trabajos antológicos gratos para el recuerdo. ¡Larga vida para Villa y Villazón!
Por Luis Eduardo Acosta
“No hay mareas ni malas ni buenas, sin tener el velero dirección”: Rafael Manjarrez.
Premiada por su profunda recordación en la mente colectiva, a pesar del paso del tiempo, se cumplieron, sin que nadie lo recordara, que yo sepa, en la precedente anualidad, los primeros treinta años del lanzamiento de la que considero la mejor producción discográfica de Iván Villazón en su larga y meteórica carrera musical, la cual inició con ‘El Arcoíris’ hasta brillar como estrella con luz propia en el firmamento vallenato.
Nos estamos refiriendo a ‘La compañía’, el álbum discográfico que puso a disposición del público en el año 1991, y “dio sopa y seco” a nivel nacional, durante todo el 1992.
Fue un LP completo, equilibrado, agradable para escuchar, afortunado, que tuvo el respaldo de una nómina de músicos de lujo, un cartel de compositores de indiscutible reputación, la melodiosa nota del acordeón de Beto Villa, quien desplegó, en los interludios de cada canción, toda su experiencia los trazos de la nota picada de la escuela de su maestro Emilianito Zuleta Díaz, la fresa del postre fue inmejorable, la voz de Iván dio cuenta que había alcanzado la madurez total en sus melismas para subir y bajar el tono cuando así lo exigieran las circunstancias, sin maltratar su gracia, la pronunciación ni el brillo de su voz.
No se podía esperar menos, un larga duración que evidencia la grandeza y la destreza de sus protagonistas, quedaron dibujados de los talones a la mollera, es clarísimo que cada uno de ellos se vertió aportando lo suyo porque conocían su oficio.
LAS 11 CANCIONES
Las once canciones de ese LP pegaron, testimonio de permanencia en el gusto de los melómanos es que todavía se escuchan, entre otras de sus canciones, ‘Mi alma en pleno’ de Rafa Manjarrez, ‘El perdón’ de Gustavo Gutiérrez, ‘Hechicera’ del Chiche Maestre, ‘La fuerza del amor’ de Iván Ovalle, y quienes necesitan mostrar su destreza en la ejecución del preciado instrumento diatónico acuden ineludiblemente a ‘El Niño Bonito’ de Onaldo Álvarez, ‘Esa morena eres tú’ y ‘La suegra’ de Romualdo o ‘Mi guayabito’ de Colacho Mendoza.
Es de esos discos que nunca pasan de moda, y cuando suena de día o de noche cualquiera de sus canciones, alguien tiene algo grato que manifestar de ella y de ellos, lástima grande que la gravísima lesión que padecía Beto en su pierna, y los procedimientos quirúrgicos posteriores hubieran impedido que permanecieran juntos un tiempo más, fue una unión musical efímera pero con resultados antológicos.
ANÉCDOTA
A propósito de ‘Mi alma en pleno’, que vino en el corte 4 del lado A, me contó Manjarrez dos cosas que permanecen ocultas para muchos melómanos. Lo primero fue que nunca pasó por su cabeza que la melodía de ese canto se adecuara al estilo de Villazón, por eso cuando Villa lo visitó para contarle que estaba gestionando para recibir las canciones porque iba a grabar con Iván, le entregó una que tenía preparada, y después de escucharla le preguntó que si tenía otra, Rafa le comenzó a cantar ‘Mi alma en pleno’ y cuando iba por la mitad, el acordeonero le dijo: “Esa es”.
Así fue posible que la incluyeran en ese álbum; la otra situación referente a la canción es un hecho curioso que ha confesado su autor en público y en privado, es que tiene una frase que no es de su cosecha, el humildemente ha comentado que se la escuchó en un discurso a Amílkar Acosta, es aquella cuando dice así: “…No hay mareas ni malas ni buenas, sin tener el velero dirección”.
LOS MÚSICOS
Ese trabajo fue grabado en Venezuela para la disquera EMI-Rodven y comercializado en Colombia por la disquera Sony Music, el ingeniero de sonido fue Alfonso Abril, el cajero Augusto Guerra, guacharaquero Miguel Ariza, en los timbales Alfonso Orozco, en el bajo y la guitarra Alex Polo, como invitado estuvo en la tumbadora Manuel Rojano.
Los coros, la primera voz Giovanny Caraballo, segunda voz Edgardo Lacera y tercera voz Alex Polo, el mismo del bajo y la guitarra.
Esa producción, ‘La compañía,’ compitió por lo alto con ‘Mi vida musical’ de Diomedes y Juancho, ‘Mira mi Dios de Zuleta y El Chiche, ‘Mi mejor momento’ de Jorge Oñate con ‘Alvarito’ y ‘De fiesta con el Binomio’ de Rafa y el Pollo Irra, y ‘Futuro’ de Los Diablitos de Ómar Geles y Miguel Morales, todos álbumes extraordinarios.
OTRO DISCO BUENO
Consideramos que el único trabajo discográfico que ha grabado Villazón con posterioridad y que se puede decir que se le acerca a ‘La compañía’ por su calidad ha sido ‘Amores’, que hizo en el año 2000 con Saúl Lalleman, un trabajo excelente del cual se desprendieron éxitos con vocación de permanencia, como ‘No me pidas que te olvide’ de Wilfrand Castillo, ‘Dejaré la puerta abierta’ de Iván Ovalle, ‘Perdóname’ de Tico Mercado, ‘Vuelve a mí’ de Ómar Geles, ‘En nombre de los hombres’ de Pipe Peláez, y ‘El pechiche’ de Camilo Namen.
Cuando escuchamos algunas cosas que se están grabando se siente nostalgia al recordar esos trabajos antológicos gratos para el recuerdo. ¡Larga vida para Villa y Villazón!
Por Luis Eduardo Acosta