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Editorial - 21 marzo, 2010

Vientos de cambio en la UPC

La semana pasada, durante el acto de socialización del documento base del proyecto Visión Cesar Caribe 2032, el gobernador Cristian Moreno Panezo afirmaba que la educación tenía que ser uno de los ejes de ese gran ejercicio de planificación que busca orientar el desarrollo del departamento en una perspectiva de veintidós años. Quizás para algunos […]

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La semana pasada, durante el acto de socialización del documento base del proyecto Visión Cesar Caribe 2032, el gobernador Cristian Moreno Panezo afirmaba que la educación tenía que ser uno de los ejes de ese gran ejercicio de planificación que busca orientar el desarrollo del departamento en una perspectiva de veintidós años.
Quizás para algunos la afirmación del Gobernador quedó en el aire, pero le asiste toda la razón al primer mandatario cuando afirma que el futuro del desarrollo del Cesar tiene que pasar, necesariamente, por una mejor educación; una educación para todos, una educación integral, humanista y que contribuya a formar un mejor cesarense, más allá del concepto mismo de educación para la competitividad laboral o la empleabilidad, como afirman los expertos en el tema de los mercados laborales.
En esa perspectiva, es trascendental lo que se haga en educación, en todos los niveles. Primaria, secundaria y universitaria. Pero es a  este último nivel, al que queremos referirnos en esta nota editorial, específicamente a los vientos de cambio que soplan en la Universidad Popular del Cesar (UPC). En últimas, el desarrollo del departamento tendrá que ir de la mano con el futuro de esta institución, su alma mater.
Y nos atrevemos a afirmar que hay vientos de cambio en la UPC, no sólo porque cuenta con un nuevo rector, Raúl Maya Pabón, contador público y egresado de la misma, sino por los ambiciosos programas que se propone adelantar al frente de esa institución que requiere una intervención a fondo en muchos frentes para poder tomar el sendero del mejoramiento continuo.
Maya Pabón anuncia muchos cambios en la UPC y muestra su empeño en lograrlos. Anuncia nuevos programas, como el de licenciatura en música, con énfasis en vallenato, la creación del programa de ingeniería industrial, para Valledupar, y el de derecho para Aguachica; y habla de darle más facilidades en materia de matrículas y financiación, con entes externos, a la gente de menores recursos. Hoy la cobertura de la UPC es de 13 mil estudiantes, aproximadamente, lo cual es una población universitaria bien importante.
Igualmente, anuncia Maya Pabón cambios para mejorar la calidad de la institución y  – en particular- de sus egresados, es decir del profesional que sale de la U; su producto, así suene feo. Pero ese producto es su razón de ser y para formar un mejor profesional se requieren, también, buenos insumos, y en buena parte estos insumos, los conocimientos, los proveen los profesores. En este sentido se requiere un proceso claro de transparencia en la selección, promoción y reconocimiento a los profesores.
Y ese concepto, transparencia, debería ser el eje de la gestión de Maya Pabón. Transparencia en la contratación a todo nivel, para moralizar la universidad y purgarla de todo tipo de corrupción e irregularidades, como las que se han presentado en el pasado reciente y que ya debe estar en conocimiento de los llamados organismos de control, la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría que corresponda, bien sea la General de la Nación o la Departamental.
La Universidad debe ser ejemplo, en todo sentido, pero en primer lugar en materia de contratación y transparencia de la administración de los recursos públicos.
Transparencia que debe regir las reglas de juego, insistimos, en todas las instancias de la Universidad. Principalmente, en el acceso de los estudiantes; que la entrada sea por méritos académicos, al igual que la permanencia y la promoción. El estudiante que no merezca estar en la universidad debe salir de la misma y dar ese cupo, ese lugar, a otro que si lo está necesitando y lo quiera aprovechar. Esa transparencia en materia académica y en la parte administrativa, de por sí, sería una verdadera revolución al interior de la UPC.
La UPC no puede ser un centro para palear el desempleo de profesionales desplazados de sus mercados laborales. No, a la Universidad se va a es a enseñar y la remuneración de los catedráticos debe estar vinculada con su experiencia, idoneidad y la carga académica afectiva. No se trata de otorgar las cargas académicas para ayudar al amigo, al pariente o al recomendado. El ejercicio sagrado de la cátedra deben ejercerlo los más capaces, los que en verdad lo merezcan.
Ojalá esos vientos de cambio en la UPC, se concreten en proyectos realizables y que mejoren la calidad de la institución, que se ha venido a menos en los últimos años entre sus similares del sector público.
Se requieren que esos cambios generen buenos resultados para mostrar mejores indicadores en materia de calidad académica y eficiencia en la gestión administrativa, para recuperar la confianza de la comunidad cesarense, de los gremios, del sector público y privado que, en últimas, son los que tendrán que juzgar, sobre el terreno, en la práctica, la calidad de los egresados.
Del futuro de la UPC depende, en buena parte el futuro de la educación en el Cesar. Y de esa educación depende, a su vez, también en buena parte el desarrollo del departamento que queremos. De ese departamento que debemos visualizar en el proyecto Visión Cesar Caribe 2032.

Editorial
21 marzo, 2010

Vientos de cambio en la UPC

La semana pasada, durante el acto de socialización del documento base del proyecto Visión Cesar Caribe 2032, el gobernador Cristian Moreno Panezo afirmaba que la educación tenía que ser uno de los ejes de ese gran ejercicio de planificación que busca orientar el desarrollo del departamento en una perspectiva de veintidós años. Quizás para algunos […]


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La semana pasada, durante el acto de socialización del documento base del proyecto Visión Cesar Caribe 2032, el gobernador Cristian Moreno Panezo afirmaba que la educación tenía que ser uno de los ejes de ese gran ejercicio de planificación que busca orientar el desarrollo del departamento en una perspectiva de veintidós años.
Quizás para algunos la afirmación del Gobernador quedó en el aire, pero le asiste toda la razón al primer mandatario cuando afirma que el futuro del desarrollo del Cesar tiene que pasar, necesariamente, por una mejor educación; una educación para todos, una educación integral, humanista y que contribuya a formar un mejor cesarense, más allá del concepto mismo de educación para la competitividad laboral o la empleabilidad, como afirman los expertos en el tema de los mercados laborales.
En esa perspectiva, es trascendental lo que se haga en educación, en todos los niveles. Primaria, secundaria y universitaria. Pero es a  este último nivel, al que queremos referirnos en esta nota editorial, específicamente a los vientos de cambio que soplan en la Universidad Popular del Cesar (UPC). En últimas, el desarrollo del departamento tendrá que ir de la mano con el futuro de esta institución, su alma mater.
Y nos atrevemos a afirmar que hay vientos de cambio en la UPC, no sólo porque cuenta con un nuevo rector, Raúl Maya Pabón, contador público y egresado de la misma, sino por los ambiciosos programas que se propone adelantar al frente de esa institución que requiere una intervención a fondo en muchos frentes para poder tomar el sendero del mejoramiento continuo.
Maya Pabón anuncia muchos cambios en la UPC y muestra su empeño en lograrlos. Anuncia nuevos programas, como el de licenciatura en música, con énfasis en vallenato, la creación del programa de ingeniería industrial, para Valledupar, y el de derecho para Aguachica; y habla de darle más facilidades en materia de matrículas y financiación, con entes externos, a la gente de menores recursos. Hoy la cobertura de la UPC es de 13 mil estudiantes, aproximadamente, lo cual es una población universitaria bien importante.
Igualmente, anuncia Maya Pabón cambios para mejorar la calidad de la institución y  – en particular- de sus egresados, es decir del profesional que sale de la U; su producto, así suene feo. Pero ese producto es su razón de ser y para formar un mejor profesional se requieren, también, buenos insumos, y en buena parte estos insumos, los conocimientos, los proveen los profesores. En este sentido se requiere un proceso claro de transparencia en la selección, promoción y reconocimiento a los profesores.
Y ese concepto, transparencia, debería ser el eje de la gestión de Maya Pabón. Transparencia en la contratación a todo nivel, para moralizar la universidad y purgarla de todo tipo de corrupción e irregularidades, como las que se han presentado en el pasado reciente y que ya debe estar en conocimiento de los llamados organismos de control, la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría que corresponda, bien sea la General de la Nación o la Departamental.
La Universidad debe ser ejemplo, en todo sentido, pero en primer lugar en materia de contratación y transparencia de la administración de los recursos públicos.
Transparencia que debe regir las reglas de juego, insistimos, en todas las instancias de la Universidad. Principalmente, en el acceso de los estudiantes; que la entrada sea por méritos académicos, al igual que la permanencia y la promoción. El estudiante que no merezca estar en la universidad debe salir de la misma y dar ese cupo, ese lugar, a otro que si lo está necesitando y lo quiera aprovechar. Esa transparencia en materia académica y en la parte administrativa, de por sí, sería una verdadera revolución al interior de la UPC.
La UPC no puede ser un centro para palear el desempleo de profesionales desplazados de sus mercados laborales. No, a la Universidad se va a es a enseñar y la remuneración de los catedráticos debe estar vinculada con su experiencia, idoneidad y la carga académica afectiva. No se trata de otorgar las cargas académicas para ayudar al amigo, al pariente o al recomendado. El ejercicio sagrado de la cátedra deben ejercerlo los más capaces, los que en verdad lo merezcan.
Ojalá esos vientos de cambio en la UPC, se concreten en proyectos realizables y que mejoren la calidad de la institución, que se ha venido a menos en los últimos años entre sus similares del sector público.
Se requieren que esos cambios generen buenos resultados para mostrar mejores indicadores en materia de calidad académica y eficiencia en la gestión administrativa, para recuperar la confianza de la comunidad cesarense, de los gremios, del sector público y privado que, en últimas, son los que tendrán que juzgar, sobre el terreno, en la práctica, la calidad de los egresados.
Del futuro de la UPC depende, en buena parte el futuro de la educación en el Cesar. Y de esa educación depende, a su vez, también en buena parte el desarrollo del departamento que queremos. De ese departamento que debemos visualizar en el proyecto Visión Cesar Caribe 2032.