Se sabía que en el tema de víctimas, las Farc harían lo posible para dilatar las negociaciones, eludir sus responsabilidades y meterle conejo al país en una parodia por capítulos. Primero fue un reconocimiento ambiguo de que -“…también ha habido crudeza y dolor provocado desde nuestras filas”-, una confesión más bien ‘babosa’, si se me permite […]
Se sabía que en el tema de víctimas, las Farc harían lo posible para dilatar las negociaciones, eludir sus responsabilidades y meterle conejo al país en una parodia por capítulos.
Primero fue un reconocimiento ambiguo de que -“…también ha habido crudeza y dolor provocado desde nuestras filas”-, una confesión más bien ‘babosa’, si se me permite la expresión, acompañada del Caballo de Troya de la tal comisión histórica, a la que el Gobierno había dicho que no, pero terminó diciendo que sí, y cuyo objetivo no es otro que dejar sentado que la violencia y las víctimas, son responsabilidad del Estado y de toda la sociedad durante sesenta años.
Segundo. Los grandes foros, exigidos desde la isla, privilegiaron la participación de las víctimas diferentes a las de las Farc, a lo cual ayudó que las de la narcoguerrilla nunca se preocuparan por organizarse para exigir políticamente su condición. Los cientos de testimonios de esta escenificación buscaban eclipsar a las víctimas de las Farc y diluir la responsabilidad por los crímenes de la guerrilla a partir de una curiosa socialización de la culpa.
El tercer capítulo es la selección de las víctimas que irán a La Habana. Mientras escribía estas líneas se conoció el listado de las doce primeras, y el debate se encendió cuando se supo que solo cinco eran víctimas de las Farc, y cuando los señores Fabrizio Hochschild y Alejo Vargas confesaron que la escogencia se hizo con la mayor ponderación y siguiendo ‘los criterios de la mesa’.
No entiendo tal ponderación. ¿Acaso no estamos negociando con las Farc el cese de SU violencia y el reconocimiento de SUS víctimas? ¿Acaso los agentes del Estado no están siendo sometidos a la justicia con ejemplar dureza y sus víctimas reparadas por esa vía? ¿Acaso las de los paramilitares no hacen parte de la instancia transicional de la Ley de Justicia y Paz? ¿Qué hacen allá entonces? Como colombiano me indigna que el Gobierno se someta a semejante claudicación, que no solo desequilibra las negociaciones en favor de las Farc, sino que está minando la credibilidad del proceso y la posibilidad de que el pueblo lo refrende en las urnas.
Imagino la frotada de manos de Márquez cuando desfilen siete víctimas de agentes del Estado y de paramilitares para sellar su tesis: todos somos víctimas y victimarios, luego las Farc no están obligadas a responder por sus crímenes ante la justicia, así sea transicional y generosa, por lo menos hasta que no lo haga todo el país con ellos.
Y cuarto, finalmente, las víctimas subirán al estrado en varias tandas, pero el resultado neto no será la confrontación a las Farc para exigirles verdad y reparación, sino que se escribirá el último capítulo de la exculpación por todos sus crímenes. Y lo peor de todo, mientras los siguen cometiendo.
Por José Félix Lafaurie Rivera
Se sabía que en el tema de víctimas, las Farc harían lo posible para dilatar las negociaciones, eludir sus responsabilidades y meterle conejo al país en una parodia por capítulos. Primero fue un reconocimiento ambiguo de que -“…también ha habido crudeza y dolor provocado desde nuestras filas”-, una confesión más bien ‘babosa’, si se me permite […]
Se sabía que en el tema de víctimas, las Farc harían lo posible para dilatar las negociaciones, eludir sus responsabilidades y meterle conejo al país en una parodia por capítulos.
Primero fue un reconocimiento ambiguo de que -“…también ha habido crudeza y dolor provocado desde nuestras filas”-, una confesión más bien ‘babosa’, si se me permite la expresión, acompañada del Caballo de Troya de la tal comisión histórica, a la que el Gobierno había dicho que no, pero terminó diciendo que sí, y cuyo objetivo no es otro que dejar sentado que la violencia y las víctimas, son responsabilidad del Estado y de toda la sociedad durante sesenta años.
Segundo. Los grandes foros, exigidos desde la isla, privilegiaron la participación de las víctimas diferentes a las de las Farc, a lo cual ayudó que las de la narcoguerrilla nunca se preocuparan por organizarse para exigir políticamente su condición. Los cientos de testimonios de esta escenificación buscaban eclipsar a las víctimas de las Farc y diluir la responsabilidad por los crímenes de la guerrilla a partir de una curiosa socialización de la culpa.
El tercer capítulo es la selección de las víctimas que irán a La Habana. Mientras escribía estas líneas se conoció el listado de las doce primeras, y el debate se encendió cuando se supo que solo cinco eran víctimas de las Farc, y cuando los señores Fabrizio Hochschild y Alejo Vargas confesaron que la escogencia se hizo con la mayor ponderación y siguiendo ‘los criterios de la mesa’.
No entiendo tal ponderación. ¿Acaso no estamos negociando con las Farc el cese de SU violencia y el reconocimiento de SUS víctimas? ¿Acaso los agentes del Estado no están siendo sometidos a la justicia con ejemplar dureza y sus víctimas reparadas por esa vía? ¿Acaso las de los paramilitares no hacen parte de la instancia transicional de la Ley de Justicia y Paz? ¿Qué hacen allá entonces? Como colombiano me indigna que el Gobierno se someta a semejante claudicación, que no solo desequilibra las negociaciones en favor de las Farc, sino que está minando la credibilidad del proceso y la posibilidad de que el pueblo lo refrende en las urnas.
Imagino la frotada de manos de Márquez cuando desfilen siete víctimas de agentes del Estado y de paramilitares para sellar su tesis: todos somos víctimas y victimarios, luego las Farc no están obligadas a responder por sus crímenes ante la justicia, así sea transicional y generosa, por lo menos hasta que no lo haga todo el país con ellos.
Y cuarto, finalmente, las víctimas subirán al estrado en varias tandas, pero el resultado neto no será la confrontación a las Farc para exigirles verdad y reparación, sino que se escribirá el último capítulo de la exculpación por todos sus crímenes. Y lo peor de todo, mientras los siguen cometiendo.
Por José Félix Lafaurie Rivera