No es muy entendible cómo reaccionan medios, autoridades e instituciones frente a ciertos hechos; a veces se ruborizan y se rasgan vestiduras por lo que sucede y otras están dispuestos a banalizar y sacralizar lo impúdico.
Por: Luis Napoleón de Armas P
No es muy entendible cómo reaccionan medios, autoridades e instituciones frente a ciertos hechos; a veces se ruborizan y se rasgan vestiduras por lo que sucede y otras están dispuestos a banalizar y sacralizar lo impúdico. Uno no entiende bien donde se delimitan el bien del mal, la devoción y la fe de la realidad. Los sicarios se persignan antes de “hacer un trabajo”, que no es mas que un asesinato; todavía van gentes a la tumba de Pablo Escobar a rezarle y pedirle milagros. Lo que nos mostraron la semana que terminó, es que Víctor Carranza era casi un querubín; esa virtud o condición ha sido defendida y vendida con ahínco por un obispo de Boyacá. Don Víctor, como le decían, fue un protegido por los altos niveles de decisión del poder judicial, los gobiernos y sectores proclives de las autoridades de todo tipo.Todo el tiempo nos enteramos de que V.C no se movía por las sendas limpias de la sociedad, sus guerras están a la vista, sus relaciones non santas con el paramilitarismo han sido reveladas, sus ejércitos privados no son una ficción.
La guerra por las esmeraldas no fue una lucha por una causa social sino un enfrentamiento entre capos al estilo de Vitto Carleone. Por muchos años, la sangre boyacense no era roja, era verde. Esta guerra era de muchos kilates, su tratamiento por parte de los gobiernos de turno, siempre fue especial. Sin embargo, su muerte, esperada por cualquier circunstancia, sus enemigos eran muchos, fue un acontecimiento nacional; la televisión, los medios impresos y digitales, la iglesia católica y el gobierno, duraron tres días rindiéndole plegarias, tal vez por sus servicios a la patria; les quedamos debiendo los honores militares ante su féretro. Ya estarán gestionando su canonización y sus primeros milagros no tardarán en verse.
Esta es una vergüenza nacional, un mensaje equivocado para la juventud que estará meditando acerca de si el crimen paga, y muchos creerán que sí. Este es el tipo de sociedad que tenemos, una sociedad bagazo.
No puedo pasar por alto las novedades que tendrá El Pilón en su formato, ajustándolo a las exigencias de la modernidad, que tendrá lugar esta semana. La idea inicial de sus fundadores, con Dickson Quiroz a la cabeza, está consolidándose, pese a las penurias económicas vividas, soportadas y superadas con estoicismo. El Pilón ha sido una escuela de periodistas y columnistas, muchos de los cuales, jamás soñamos con mantener un espacio de opinión, sin el mas mínimo atisbo de censura. Particularmente, llevo más de doce años escribiendo en sus páginas y ha sido este un aprendizaje que jamás podré desconocer.
Los tiempos que vienen serán movidos; un cambio cualitativo podría sobrevenir, y tanto el periódico como sus periodistas y columnistas deberemos estar preparados, impulsando el periodismo investigativo, fortaleciendo la democracia y combatiendo todos los atajos que puedan interrumpirla. El pos conflicto, si se da, demandará nuevas dinámicas sociales, más altruismo y claridad gubernativa. Estamos en el punto de inflexión.
No es muy entendible cómo reaccionan medios, autoridades e instituciones frente a ciertos hechos; a veces se ruborizan y se rasgan vestiduras por lo que sucede y otras están dispuestos a banalizar y sacralizar lo impúdico.
Por: Luis Napoleón de Armas P
No es muy entendible cómo reaccionan medios, autoridades e instituciones frente a ciertos hechos; a veces se ruborizan y se rasgan vestiduras por lo que sucede y otras están dispuestos a banalizar y sacralizar lo impúdico. Uno no entiende bien donde se delimitan el bien del mal, la devoción y la fe de la realidad. Los sicarios se persignan antes de “hacer un trabajo”, que no es mas que un asesinato; todavía van gentes a la tumba de Pablo Escobar a rezarle y pedirle milagros. Lo que nos mostraron la semana que terminó, es que Víctor Carranza era casi un querubín; esa virtud o condición ha sido defendida y vendida con ahínco por un obispo de Boyacá. Don Víctor, como le decían, fue un protegido por los altos niveles de decisión del poder judicial, los gobiernos y sectores proclives de las autoridades de todo tipo.Todo el tiempo nos enteramos de que V.C no se movía por las sendas limpias de la sociedad, sus guerras están a la vista, sus relaciones non santas con el paramilitarismo han sido reveladas, sus ejércitos privados no son una ficción.
La guerra por las esmeraldas no fue una lucha por una causa social sino un enfrentamiento entre capos al estilo de Vitto Carleone. Por muchos años, la sangre boyacense no era roja, era verde. Esta guerra era de muchos kilates, su tratamiento por parte de los gobiernos de turno, siempre fue especial. Sin embargo, su muerte, esperada por cualquier circunstancia, sus enemigos eran muchos, fue un acontecimiento nacional; la televisión, los medios impresos y digitales, la iglesia católica y el gobierno, duraron tres días rindiéndole plegarias, tal vez por sus servicios a la patria; les quedamos debiendo los honores militares ante su féretro. Ya estarán gestionando su canonización y sus primeros milagros no tardarán en verse.
Esta es una vergüenza nacional, un mensaje equivocado para la juventud que estará meditando acerca de si el crimen paga, y muchos creerán que sí. Este es el tipo de sociedad que tenemos, una sociedad bagazo.
No puedo pasar por alto las novedades que tendrá El Pilón en su formato, ajustándolo a las exigencias de la modernidad, que tendrá lugar esta semana. La idea inicial de sus fundadores, con Dickson Quiroz a la cabeza, está consolidándose, pese a las penurias económicas vividas, soportadas y superadas con estoicismo. El Pilón ha sido una escuela de periodistas y columnistas, muchos de los cuales, jamás soñamos con mantener un espacio de opinión, sin el mas mínimo atisbo de censura. Particularmente, llevo más de doce años escribiendo en sus páginas y ha sido este un aprendizaje que jamás podré desconocer.
Los tiempos que vienen serán movidos; un cambio cualitativo podría sobrevenir, y tanto el periódico como sus periodistas y columnistas deberemos estar preparados, impulsando el periodismo investigativo, fortaleciendo la democracia y combatiendo todos los atajos que puedan interrumpirla. El pos conflicto, si se da, demandará nuevas dinámicas sociales, más altruismo y claridad gubernativa. Estamos en el punto de inflexión.