La noche de las velitas es la inauguración de la temporada navideña, concebida así por la tradición católica desde el 8 de diciembre de 1854 cuando el papa Pío IX la proclamó como la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Inicia este fin de semana la primera de las fiestas de fin de año: la noche de las velitas, una oportunidad para compartir en familia y con amigos.
La noche de las velitas es la inauguración de la temporada navideña, concebida así por la tradición católica desde el 8 de diciembre de 1854 cuando el papa Pío IX la proclamó como la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Pero qué tristeza que apenas comenzaba diciembre y ya los medios de comunicación reportaban una cifra de 48 personas quemadas por el uso indebido de la pólvora en distintas partes del país, solo en los dos primeros días de este mes. Se habla de un aumento del 14.3 % con respecto a las víctimas de la pólvora en el mismo periodo del 2023, lo cual hace presagiar que, pese a las permanentes campañas preventivas y de toma de conciencia, durante este fin de año continúa alto el grado de irresponsabilidad ciudadana al momento de celebrar.
En Valledupar y el Cesar, hasta el cierre de esta edición, se habían reportado tres casos de quemados con pólvora. La meta que todas las familias deben proponerse en medio de estas celebraciones es evitar que haya una persona más quemada en nuestra región.
Son muchas las razones que nos deben obligar a tomar conciencia y repensar nuestra actitud frente al uso de la pólvora, una tradición que ha demostrado ser muy peligrosa al poner en riesgo la vida y el bienestar de las personas, especialmente de los más vulnerables: los niños, los adultos mayores y los animales.
Las fiestas de fin de año son momentos de celebración, de reunión familiar y de alegría compartida, eso debe ser lo ideal. Lo primero que se debe admitir es la imprudencia ciudadana que, bajo el alto grado de emotividad y consumo de licor, suele olvidar los riesgos y peligros que representa el uso de la pólvora.
Por enésima vez insistimos, no queremos más casos de quemaduras, lesiones oculares y amputaciones, causados por artefactos pirotécnicos. Evitemos por favor esa situación que afecta la salud de los individuos involucrados y que todos los fines de año colapsa hospitales y clínicas de la región que se ven desbordados en esta temporada de alta demanda.
Además, no olvidemos que la pólvora no solo es un riesgo para la integridad física de las personas, sino que también tiene graves consecuencias sobre el medio ambiente y la salud pública. Los animales también son víctimas de su uso, el sufrimiento de estos, especialmente de las mascotas, durante estas fechas es un tema cada vez más alarmante. Los ruidos ensordecedores de los cohetes y petardos alteran gravemente a los animales, que sufren estrés, miedo e incluso pueden escapar o sufrir accidentes.
Como se puede ver, existen demasiados elementos de juicio para que, desde el hogar, se promueva el respeto por la seguridad propia y ajena, así como por los derechos de los animales y el bienestar de la comunidad. La verdadera esencia de las fiestas radica en la convivencia, el respeto mutuo y la alegría compartida sin que, por un instante, pongamos en riesgo lo más importante: la vida. Reiteramos nuestro no rotundo al uso de la pólvora y el llamado a las autoridades para que tomen las medidas de control al respecto.
La noche de las velitas es la inauguración de la temporada navideña, concebida así por la tradición católica desde el 8 de diciembre de 1854 cuando el papa Pío IX la proclamó como la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Inicia este fin de semana la primera de las fiestas de fin de año: la noche de las velitas, una oportunidad para compartir en familia y con amigos.
La noche de las velitas es la inauguración de la temporada navideña, concebida así por la tradición católica desde el 8 de diciembre de 1854 cuando el papa Pío IX la proclamó como la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Pero qué tristeza que apenas comenzaba diciembre y ya los medios de comunicación reportaban una cifra de 48 personas quemadas por el uso indebido de la pólvora en distintas partes del país, solo en los dos primeros días de este mes. Se habla de un aumento del 14.3 % con respecto a las víctimas de la pólvora en el mismo periodo del 2023, lo cual hace presagiar que, pese a las permanentes campañas preventivas y de toma de conciencia, durante este fin de año continúa alto el grado de irresponsabilidad ciudadana al momento de celebrar.
En Valledupar y el Cesar, hasta el cierre de esta edición, se habían reportado tres casos de quemados con pólvora. La meta que todas las familias deben proponerse en medio de estas celebraciones es evitar que haya una persona más quemada en nuestra región.
Son muchas las razones que nos deben obligar a tomar conciencia y repensar nuestra actitud frente al uso de la pólvora, una tradición que ha demostrado ser muy peligrosa al poner en riesgo la vida y el bienestar de las personas, especialmente de los más vulnerables: los niños, los adultos mayores y los animales.
Las fiestas de fin de año son momentos de celebración, de reunión familiar y de alegría compartida, eso debe ser lo ideal. Lo primero que se debe admitir es la imprudencia ciudadana que, bajo el alto grado de emotividad y consumo de licor, suele olvidar los riesgos y peligros que representa el uso de la pólvora.
Por enésima vez insistimos, no queremos más casos de quemaduras, lesiones oculares y amputaciones, causados por artefactos pirotécnicos. Evitemos por favor esa situación que afecta la salud de los individuos involucrados y que todos los fines de año colapsa hospitales y clínicas de la región que se ven desbordados en esta temporada de alta demanda.
Además, no olvidemos que la pólvora no solo es un riesgo para la integridad física de las personas, sino que también tiene graves consecuencias sobre el medio ambiente y la salud pública. Los animales también son víctimas de su uso, el sufrimiento de estos, especialmente de las mascotas, durante estas fechas es un tema cada vez más alarmante. Los ruidos ensordecedores de los cohetes y petardos alteran gravemente a los animales, que sufren estrés, miedo e incluso pueden escapar o sufrir accidentes.
Como se puede ver, existen demasiados elementos de juicio para que, desde el hogar, se promueva el respeto por la seguridad propia y ajena, así como por los derechos de los animales y el bienestar de la comunidad. La verdadera esencia de las fiestas radica en la convivencia, el respeto mutuo y la alegría compartida sin que, por un instante, pongamos en riesgo lo más importante: la vida. Reiteramos nuestro no rotundo al uso de la pólvora y el llamado a las autoridades para que tomen las medidas de control al respecto.