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Columnista - 15 enero, 2016

¡Vaya y pite usted!

Leyendo al joven, dinámico y brioso nonagenario el inagotable doctor Alfonso Araujo Cotes en el prólogo del libro Transformación para la Paz, que no es otra cosa que el balance de la buena gestión de Freddy Socarrás al frente de los cuatro años de Alcaldía, afirma con certeza por la experiencia de hombre curtido en […]

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Leyendo al joven, dinámico y brioso nonagenario el inagotable doctor Alfonso Araujo Cotes en el prólogo del libro Transformación para la Paz, que no es otra cosa que el balance de la buena gestión de Freddy Socarrás al frente de los cuatro años de Alcaldía, afirma con certeza por la experiencia de hombre curtido en la vida pública que “En el caso de la seguridad, en mi opinión, es un tema más de la Policía Nacional que del Alcalde o Gobernador, por supuesto que la policía debe estar subordinada a los mandatarios civiles, pero esta tarea, la de la seguridad, es de ellos, de la Policía”. Y el Ejército, agrego yo.

Eso es verdad y no admite discusión, el Alcalde puede tener todas las mejores intenciones de hacer del Valle un oasis de seguridad, pero si no tiene la colaboración eficaz de la fuerza pública, estará arando en el desierto. Aquí hay unos agentes bachilleres desgarbados, que no son nada, son devengasueldos a los que nadie respeta, porque no se hacen respetar y es a quienes se les ha encomendado preservar el orden en el Centro, que es donde la situación es más caótica, ante la mirada indiferente de estos mozalbetes inermes, que no tienen idea de nada y si la reciben no las ponen en práctica, parece que viven cansados o aburridos a pesar de su juventud.

Señor Alcalde, usted es un soldado, pero un soldado especial ungido por la democracia como Jefe Supremo de generales, coroneles, mayores y capitanes que estén bajo su jurisdicción, ejerza con temple y prudencia esa autoridad y haga que la Policía cumpla sus funciones más importantes y se deje de estar detrás de los carros, como si ahí radicara el grave problema de seguridad, pendiente de papeles donde siempre los peores librados son los carros viejos que en su totalidad pertenecen a gente pobre. Mande Alcalde, pero hágalo sin temor, usted es el Jefe, con mayúscula, acuérdese que no hay cosa que un Oficial de las Fuerzas Armadas le tenga más miedo que a una nota marginal en su hoja de vida; usted es el General de más alto rango y como tal sus órdenes tienen que cumplirlas.

Los buenos ejemplos hay que imitarlos, emule y haga lo que ha hecho Char en Barranquilla y pida que el Ejército, ahora con poco oficio, se vuelque a las calles y haga cumplir las leyes que aquí nadie las cumple, porque por falta de policías profesionales hacemos lo que nos da la gana. Al soldado se le respeta y este se hace respetar.

Alcalde, sabe qué, destine un dinero del Presupuesto y dote al cuerpo de los Agentes Azules de motos, de las mismas que por cientos le han dado a la Policía y verá los buenos resultados, por ahora no tienen ni una.

Tuve la osadía en Cinco Esquinas, ante tremendo y caótico trancón, de insinuarle a un Agente Bachiller que estaba mal ubicado y que debía situarse en otro lugar y ¿saben qué pasó? Se quitó el pito de la boca y me dijo “vaya y pite usted”, en tono ahí si, de Sargento mandón.

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Columnista
15 enero, 2016

¡Vaya y pite usted!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Leyendo al joven, dinámico y brioso nonagenario el inagotable doctor Alfonso Araujo Cotes en el prólogo del libro Transformación para la Paz, que no es otra cosa que el balance de la buena gestión de Freddy Socarrás al frente de los cuatro años de Alcaldía, afirma con certeza por la experiencia de hombre curtido en […]


Leyendo al joven, dinámico y brioso nonagenario el inagotable doctor Alfonso Araujo Cotes en el prólogo del libro Transformación para la Paz, que no es otra cosa que el balance de la buena gestión de Freddy Socarrás al frente de los cuatro años de Alcaldía, afirma con certeza por la experiencia de hombre curtido en la vida pública que “En el caso de la seguridad, en mi opinión, es un tema más de la Policía Nacional que del Alcalde o Gobernador, por supuesto que la policía debe estar subordinada a los mandatarios civiles, pero esta tarea, la de la seguridad, es de ellos, de la Policía”. Y el Ejército, agrego yo.

Eso es verdad y no admite discusión, el Alcalde puede tener todas las mejores intenciones de hacer del Valle un oasis de seguridad, pero si no tiene la colaboración eficaz de la fuerza pública, estará arando en el desierto. Aquí hay unos agentes bachilleres desgarbados, que no son nada, son devengasueldos a los que nadie respeta, porque no se hacen respetar y es a quienes se les ha encomendado preservar el orden en el Centro, que es donde la situación es más caótica, ante la mirada indiferente de estos mozalbetes inermes, que no tienen idea de nada y si la reciben no las ponen en práctica, parece que viven cansados o aburridos a pesar de su juventud.

Señor Alcalde, usted es un soldado, pero un soldado especial ungido por la democracia como Jefe Supremo de generales, coroneles, mayores y capitanes que estén bajo su jurisdicción, ejerza con temple y prudencia esa autoridad y haga que la Policía cumpla sus funciones más importantes y se deje de estar detrás de los carros, como si ahí radicara el grave problema de seguridad, pendiente de papeles donde siempre los peores librados son los carros viejos que en su totalidad pertenecen a gente pobre. Mande Alcalde, pero hágalo sin temor, usted es el Jefe, con mayúscula, acuérdese que no hay cosa que un Oficial de las Fuerzas Armadas le tenga más miedo que a una nota marginal en su hoja de vida; usted es el General de más alto rango y como tal sus órdenes tienen que cumplirlas.

Los buenos ejemplos hay que imitarlos, emule y haga lo que ha hecho Char en Barranquilla y pida que el Ejército, ahora con poco oficio, se vuelque a las calles y haga cumplir las leyes que aquí nadie las cumple, porque por falta de policías profesionales hacemos lo que nos da la gana. Al soldado se le respeta y este se hace respetar.

Alcalde, sabe qué, destine un dinero del Presupuesto y dote al cuerpo de los Agentes Azules de motos, de las mismas que por cientos le han dado a la Policía y verá los buenos resultados, por ahora no tienen ni una.

Tuve la osadía en Cinco Esquinas, ante tremendo y caótico trancón, de insinuarle a un Agente Bachiller que estaba mal ubicado y que debía situarse en otro lugar y ¿saben qué pasó? Se quitó el pito de la boca y me dijo “vaya y pite usted”, en tono ahí si, de Sargento mandón.

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