Me he leído con especial cuidado un interesante artículo escrito por el juicioso investigador y folclorista Abel Medina Sierra, en el cual se pregunta si el actual boom de la música popular representa una amenaza para el vallenato y concluye con la afirmación de que a ese género musical aún le faltan muchos arroyitos que […]
Me he leído con especial cuidado un interesante artículo escrito por el juicioso investigador y folclorista Abel Medina Sierra, en el cual se pregunta si el actual boom de la música popular representa una amenaza para el vallenato y concluye con la afirmación de que a ese género musical aún le faltan muchos arroyitos que pasar y que será el tiempo el que diga si esta música llamada popular desplazará a nuestro vallenato en el gusto de los colombianos.
Hoy quiero hacerle eco a ese trabajo y confirmar aquí lo que ya es una verdad que no podemos ocultar, consistente en que la llamada música de despecho o popular se nos tragó un buen pedazo de la torta que por mucho tiempo el vallenato, casi que se la había comido solito e integra.
Esa música que alguna vez tratamos con cierto desdén y menosprecio hoy se nos metió al rancho y no nos dimos cuenta en qué momento; le hemos dado bastante palo al reguetón y lo hemos graduado como el contrincante a vencer e inclusive algunos, entre los que me cuento, hemos minimizado sus logros e incursión, comparándolo con otros géneros como el merengue dominicano que en otras épocas nos asustaron, pero solo fue eso, un susto.
El asunto es más complejo de lo que pensamos porque entre el reguetón y el despecho nos tienen hoy convertidos en un sándwich, y al parecer, son muchos más los que quieren comer pan, así sea momentáneamente; no podemos caer en el error de siempre que es ponernos a descalificar su autenticidad, sus letras “corta venas”, su origen campesino, su cercanía con temas de paramilitarismo y narcotráfico, o decirle que es “música de planchar o de cantina” porque nosotros no estamos libre de pecado y conocemos de todo eso, incluso, primero que ellos.
Darío Gómez, Luis Alberto Posada y ‘El Charrito Negro’, son para gran parte de Colombia hoy, los Luis Enrique Martínez, Alejandro Durán o Emiliano Zuleta Baquero, porque aquellos jóvenes que se han atrevido a emularlos y a transformar y darle el toque juvenil a ese género, sin duda lo están haciendo bien y ahí está el resultado a la vista.
Ahora, ¿y nosotros que estamos haciendo?, ¿estamos dormidos en los laureles, esperando que pase el supuesto boom? Yo mismo me respondo: No, no estamos dormidos, el Festival de la Leyenda Vallenata versión 50 Rey de Reyes fue el evento cultural más importante del país de los últimos 50 años; tenemos academias en muchas ciudades del país y semilleros de niños y jóvenes que nos garantizan vallenato para rato, pero es claro que nos faltan otras estrategias para enfrentar esos fenómenos, yo sigo pensando que una de ellas sería volver por los fueros del vallenato clásico, de las poesías de Gustavo, de las narrativas de Escalona, del canto de Poncho, Oñate o Diomedes, en fin del vallenato que en las últimas tres décadas del siglo pasado, fue capaz de conquistar el gusto de más de medio país.
Por Jorge Nain Ruiz
Me he leído con especial cuidado un interesante artículo escrito por el juicioso investigador y folclorista Abel Medina Sierra, en el cual se pregunta si el actual boom de la música popular representa una amenaza para el vallenato y concluye con la afirmación de que a ese género musical aún le faltan muchos arroyitos que […]
Me he leído con especial cuidado un interesante artículo escrito por el juicioso investigador y folclorista Abel Medina Sierra, en el cual se pregunta si el actual boom de la música popular representa una amenaza para el vallenato y concluye con la afirmación de que a ese género musical aún le faltan muchos arroyitos que pasar y que será el tiempo el que diga si esta música llamada popular desplazará a nuestro vallenato en el gusto de los colombianos.
Hoy quiero hacerle eco a ese trabajo y confirmar aquí lo que ya es una verdad que no podemos ocultar, consistente en que la llamada música de despecho o popular se nos tragó un buen pedazo de la torta que por mucho tiempo el vallenato, casi que se la había comido solito e integra.
Esa música que alguna vez tratamos con cierto desdén y menosprecio hoy se nos metió al rancho y no nos dimos cuenta en qué momento; le hemos dado bastante palo al reguetón y lo hemos graduado como el contrincante a vencer e inclusive algunos, entre los que me cuento, hemos minimizado sus logros e incursión, comparándolo con otros géneros como el merengue dominicano que en otras épocas nos asustaron, pero solo fue eso, un susto.
El asunto es más complejo de lo que pensamos porque entre el reguetón y el despecho nos tienen hoy convertidos en un sándwich, y al parecer, son muchos más los que quieren comer pan, así sea momentáneamente; no podemos caer en el error de siempre que es ponernos a descalificar su autenticidad, sus letras “corta venas”, su origen campesino, su cercanía con temas de paramilitarismo y narcotráfico, o decirle que es “música de planchar o de cantina” porque nosotros no estamos libre de pecado y conocemos de todo eso, incluso, primero que ellos.
Darío Gómez, Luis Alberto Posada y ‘El Charrito Negro’, son para gran parte de Colombia hoy, los Luis Enrique Martínez, Alejandro Durán o Emiliano Zuleta Baquero, porque aquellos jóvenes que se han atrevido a emularlos y a transformar y darle el toque juvenil a ese género, sin duda lo están haciendo bien y ahí está el resultado a la vista.
Ahora, ¿y nosotros que estamos haciendo?, ¿estamos dormidos en los laureles, esperando que pase el supuesto boom? Yo mismo me respondo: No, no estamos dormidos, el Festival de la Leyenda Vallenata versión 50 Rey de Reyes fue el evento cultural más importante del país de los últimos 50 años; tenemos academias en muchas ciudades del país y semilleros de niños y jóvenes que nos garantizan vallenato para rato, pero es claro que nos faltan otras estrategias para enfrentar esos fenómenos, yo sigo pensando que una de ellas sería volver por los fueros del vallenato clásico, de las poesías de Gustavo, de las narrativas de Escalona, del canto de Poncho, Oñate o Diomedes, en fin del vallenato que en las últimas tres décadas del siglo pasado, fue capaz de conquistar el gusto de más de medio país.
Por Jorge Nain Ruiz